En el mundillo de las publicaciones sobre dolor crónico se lleva ahora la glia.
El Sistema Nervioso está formado por dos tipos celulares: las neuronas y la glia, con sus cuatro subtipos.
Las neuronas recogen datos de lo que sucede fuera y dentro del organismo. Se organizan en circuitos que procesan dichos datos, en busca de patrones que permitan predecir el comportamiento y significado de la realidad y seleccionar, con más o menos acierto, las respuestas (perceptivas, emocionales, cognitivas y conductuales) más adaptativas.
Las células de la glia, más numerosas que las neuronas, las acompañan, y envuelven en todos sus tramos. Hasta hace unas décadas se pensaba que eran células auxiliares, encargadas de cuidar a las neuronas, alimentarlas, mantener el espacio perineuronal con la composición química adecuada, sin entrometerse en los tejemanejes de lo que se cuece en el gallinero neuronal.
El dolor crónico era, hasta ahora, una cuestión neuronal. Los circuitos que lo generan estarían hiperactivados, hiperexcitados, sin motivo.
Se pensaba que los eventos físicos y emocionales abocaban a ese estado.
Ahora se sabe que cuando las neuronas están sobrexcitadas, la glia se activa, se moviliza. Colabora en ese estado de agitación. Es lógico. Cuando hay ajetreo neuronal, aumenta el trabajo del personal auxiliar. Las neuronas necesitan más glucosa, más energía, más oxígeno, y la agitación de su actividad libera al exterior metabolitos tóxicos que deben retirarse para mantener las estrictas condiciones que las neuronas necesitan para generar señales, comunicarse.
Pues bien, cuando se produce una incidencia de daño las neuronas que detectan las señales de ese daño, los nociceptores, entran en acción y las células de la glia reciben información de que hay problemas. Lógicamente, se ponen las pilas, se activan y cumplen con su trabajo: facilitan el tráfico de información sensible de daño consumado por los circuitos neuronales y mantienen las constantes químicas del espacio perineuronal.
La activación glial se ejecuta a través de mensajeros, citoquinas. Como sucede siempre en Biología, y más tratándose de algo tan peligroso como activar circuitos neuronales sin medida (excitotoxicidad), hay mensajeros para desplegar (pro) y también replegar (anti).
En modelos animales de dolor crónico (que incluyen daño o administración de activadores inflamatorios) parece que la glia se atasca en el disco rallado de la activación. Son modelos que no tienen mucho que ver con el dolor crónico humano. No importa. Lo cierto es que la glia está activada y que bloqueándola parece que los ratones se comportan como si tuvieran menos dolor.
¿Correlación? ¿Efecto? ¿Causa?
Por otra parte, la administración de opiáceos activa la glía y eso podría explicar el decaimiento del efecto analgésico o incluso la facilitación del dolor (hiperalgesia) con el tiempo. “El cuerpo se hace…”
La activación glial no se limitaría a la médula espinal, al primer centro de procesamiento de las señales de los nociceptores (neuronas detectoras de daño consumado o inminente), sino que también implicaría a la glía cerebral.
Toda la red neuronal en vilo, “inflamada”, no por culpa de señales erróneas que generan las neuronas sino porque la glía no vuelve a su estado basal, tranquilo, sensato.
Hasta ahora se investigaban fármacos para templar neuronas. No han aportado gran cosa en el dolor cronificado y sin un daño que lo explique y justifique.
Puede que el fracaso se explique por el empecinamiento en inculpar sólo a las neuronas.
¿Y si es la glía?
Se investigan nuevas vías farmacológicas desde esta hipótesis novedosa. De momento, nada concreto.
El futuro promete o, más bien, nos prometen un futuro prometedor.
La glía no es ni buena ni mala. “Inflama” y “desinflama”. Teóricamente podrían aparecer fármacos anti-glía o pro-glía; “pro o “antinflamatorios”.
Lo que necesitan las neuronas y la glía es inteligencia, acertar en activarse y desactivarse cuando toca.
Quizás falta investigación para visualizar la importancia de los estados evaluativos, las expectativas y creencias, en la cronificación del dolor. Puede que sólo sean efectos lo que consideramos causas.
En Biología todo es complejo. Todo influye en todo, de manera no predecible. Está bien visualizar todos los componentes celulares de la trama del dolor. Bienvenido sea el conocimiento sobre la glía, pero tengo la sensación de que pueda estar tomándose la parte por el todo, la correlación por la causalidad y que se sigue sin atribuir toda la importancia que pudiera tener el mundo del aprendizaje, las creencias, la cultura, la instrucción experta.
Es mi opinión.
Tiempo al tiempo.
Hablo desde el mundo en el que los síntomas superan al individuo, en el que no hay más vida que la interior, pero nunca ha sido mi objetivo en la vida ser pensadora, y no quiero vivir la vida solo como público, también quiero ser actor. Sin embargo, mi organismo no esta de acuerdo conmigo y me castiga cada vez que intento con el Mundo un momento compartir.
Gracias por enseñarme que puedo convencerle, convenciéndome, que se puede volver a vivir.
Probablemente no será fácil el camino de regreso hacia la vida, pero no importa el esfuerzo, porque ahora se que voy bien encaminada.
Victoria: nadie dijo que fuera fácil pero sí es importante saber que el individuo cuenta, que formamos parte del organismo y que tenemos una cuota de capacidad para intervenir en lo aprendido.
Hola Victoria,
Puede que el paso más difícil sea el cambio de creencias, tú has elegido darlo, y eso ya te convierte en actor.
Para mí, superar esta enfermedad y lo que supone ha sido todo un reto.
Puedes hacerlo. Tienes todo lo que necesitas para regresar a la vida, y eres valiente y fuerte.
Tienes todo mi apoyo
Un abrazo y mucho ánimo!