El organismo se encuentra en un estado continuo de renovación. Las células nacen, se desarrollan, se dividen, mueren, se reponen. Todos los componentes de la célula renuevan sus moléculas, su estructura.
Aparentemente nada cambia, si no sucede nada, salvo el aspecto que impone el paso del tiempo.
Todos los procesos están minuciosamente engarzados y controlados. De otro modo seríamos una especie de alien.
Sobre el ajetreo continuo del mantenimiento se sobreponen, a veces, incidentes de daño. El destrozo genera señales que ponen en marcha el proceso de reparación. Primero hay que eliminar los cadáveres celulares, neutralizar los gérmenes, si los hubiera.
Cada paso se activa por los correspondientes mediadores.