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Contrastar hipótesis

 

“Cada maestrillo tiene su librillo”.

Cada profesional explica a su modo el origen y pronóstico del dolor a un paciente concreto, instalado, a su vez, en un credo y una expectativa concretas.

El “librillo profesional” debiera referirse sólo al arte de explicar un contenido consensuado único entre los profesionales.

El marco teórico del dolor sobre el que pivotará todo el trabajo del profesional y el paciente, debiera ser único y contener todo el conocimiento verificado disponible.

No es así. Cada “maestrillo” explica su idea privada, con más o menos arte.

Cada paciente cree y espera lo que ofrece una mejoría, en función de lo que ha oído y leído en las consultas, los medios y el cotilleo cotidiano con otros pacientes. Si una explicación no funciona, no importa. Hay otras.

Ante el dolor crónico, una vez se han descartado daños relevantes que lo explican y justifican, se ofrecen diversas propuestas diagnósticas y terapéuticas, evidentemente contradictorias entre sí.

La diatriba se enreda ya en las cuestiones básicas.

– Me duele la columna.

Realmente la columna no duele. Puede estar más o menos dañada y explicar-justificar el origen del dolor con más o menos fundamento científico pero todo dolor, sea cual sea, surge siempre del cerebro.

¿Qué es verdad o mentira en este mundo traidor..?

Si el “maestrillo” de turno cree y explica que el dolor proviene “de la columna” , convencerá al paciente  que comparte esa obviedad, incluso antes de entrar en la consulta.

– Su dolor de columna es de la columna. Le pido una Resonancia para ver cómo la tiene. Tome estos antiinflamatorios.

Todos contentos. Nada que oponer… aparentemente.

– Tiene usted dos hernias y mucha artrosis. Le mando a Rehabilitación.

Habrá “maestrillos” más hábiles que otros en el arte de explicar al paciente  el por qué de su dolor y la conveniencia de hacer y/o dejar de hacer cosas pero no se cuestiona la base de toda la propuesta:

El dolor de la columna es de la columna.

Los años, los kilos, los excesos (coger pesos) y los defectos (se sienta usted mal) no perdonan. La Resonancia es testigo objetivo de la factura que los tejidos reciben por el exceso de años y cargas.

A la columna se le supone inflamada, sobrecargada, pinzando nervios. Articulaciones rugosas, inestables, que rozan por falta de lubricación.

Músculos flojos, incapaces de contener la tendencia de las vértebras a deslizarse.

Antiinflamatorios, perder peso, ejercicio, masajes, relajación, higiene postural… Escuela de espalda. Si todo falla siempre tendremos la Cirugía. Quizás la Unidad del dolor, un psicólogo, puedan aportar un plus de alivio que permita eludir o retrasar el bisturí.

Este marco teórico será bendecido en cualquier charleta,  profesional o lega. Nada que objetar. Todo es políticamente correcto.

Sin embargo…

Otros partimos de otra obviedad:

– Su “dolor de columna” no se origina en “la columna” sino en el cerebro.

El “maestrillo” deberá aplicarse a fondo y con prudencia para explicar esa afirmación tan extraña para el paciente, instalado en la obviedad contraria (el dolor de columna surge de la columna).

– No encuentro en la historia clínica y la exploración ningún dato que me haga sospechar que tenga usted un daño que explique y justifique su dolor. No hay que hacer Resonancia ni Scanner pues está demostrado que la información-expectativa que generan, favorece el dolor, ya que potencia la convicción de que el dolor de columna proviene de la columna y debilita la opción contraria: su columna está normal; el problema está en el cerebro…

Otro tanto sucedería con el dolor de la migraña, la fibromialgia y demás etiquetas en las que no existe una explicación biológica que explique y justifique ese dolor.

Para los “maestrillos” que trabajamos la hipótesis referida al origen cerebral del dolor no resulta fácil hacernos con el “librillo” del arte de explicar nuestra obviedad básica.

Tampoco resulta fácil para el “alumnillo-paciente” hacerse con su “librillo” para cambiar la conectividad cerebral.

Algunos pacientes suplican ese “librillo”. Se ven incapaces de escribirlo, jugando con las nuevas ideas y librando su batalla particular contra el miedo a recuperar la actividad perdida.

– “El maestrillo” puede ayudar pero “el librillo” de cada paciente es privado. Puede copiar de otros pero el juego, la experiencia, el aprendizaje, es cosa de cada uno.

Vivimos tiempos de cambios de paradigmas respecto al dolor.

Cuando toca cambiar los paradigmas aparece la confrontación. Aún no ha llegado. Los paradigmas, las obviedades del dolor “normales”: p.ej: “el dolor de la columna viene de la columna”, siguen ahí, vivítas y coleando.

La nueva obviedad: “todo dolor proviene del cerebro”, es extraña e, incluso ofensiva.

Habría un modo de ver cuál de las obviedades hace la residencia en el organismo más soportable, menos inútilmente dolorosa.

A un grupo se le explica la obviedad de la columna y a otro la del cerebro y se contrastan los resultados.

En nuestro grupo de “maestrillos” estamos en esas.

Intervención pedagógica versus explicaciones oficiales.

Los resultados no ofrecen dudas razonables.

Necesitamos estudios que investiguen las obviedades. Puede que fallen las bases teóricas.

Dicen que estamos en las décadas del cerebro.

Será en otros ámbitos.

En Medicina, el cerebro sólo existe como asiento de enfermedades y no como órgano que gestiona y genera cuanto sentimos, p.ej. dolor.

¿Para cuándo el cambio de paradigma?

Auhhh!!! que diría El hermano lobo