Sigo con el análisis crítico del contenido del programa de tv3: Conviure amb la migranya.
Después de que un paciente describiera el horror de sus crisis la presentadora se somete a un estudio de actividad cerebral en el que se analiza la capacidad de habituar a estímulos auditivos irrelevantes.
La presentadora sirve de control.
Si nos muestran un estímulo sonoro, visual, olfativo o de cualquier otro tipo, irrelevante, que no contiene significado y que toleramos perfectamente, no le prestamos atención, deja de ser percibido.
El cerebro evalúa como irrelevante lo que es irrelevante, según su criterio, y puede filtrarlos, bloquear el acceso a la conciencia.
El cerebro de un paciente de migraña tiene problemas para considerar como irrelevante lo que es irrelevante. Actúa como si todo pudiera tener consecuencias.
Esta condición no es ni buena ni mala. Simplemente indica que atribuye con más facilidad posibles significados a irrelevancias que otros, los “normales”, que sólo prestan atención a lo que ya contiene probablemente relevancia.
Podríamos concluir que el cerebro migrañoso es más atento, más investigador, más vigilante, más desconfiado quizás.
Esta propiedad, en el terreno de la vigilancia hacia lo que pudiera activar una crisis, hace que todo pueda ser considerado como un desencadenante.
Los neurólogos dirían que ese cerebro nace. Son los genes.
Puede ser. La genética existe y podría haber cerebros genéticamente más vigilantes que otros.
Sin embargo la expresión genética depende de la interacción compleja entre lo que heredamos y lo que nos encontramos en el entorno.
El código postal es más importante, en muchos casos, que el código genético.
El déficit de habituación a la irrelevancia es algo que la mayoría de los estudios confirman.
Bien. Supongamos que es cierto. El problema es: ¿Esa es la causa o la consecuencia?
Uno puede nacer “normal”, sin genes de migraña, participar al cabo de los años como grupo control en el estudio y mostrar una respuesta de habituación normal. Podría, sin embargo, iniciar crisis y participar nuevamente en un estudio, pero esta vez como grupo de paciente. Podría mostrar el patrón “anormal” de déficit de habituación.
¿Còmo interpretamos el cambio?
Se ha migrañizado. Algo ha cambiado el patrón de habituación. ¿Sus genes han aflorado?
Estos estudios lo único que demuestran es que los ciudadanos migrañizados expresan un déficit de habituación. Vigilan. Recelan de todo.
No sabemos nada de cómo era el patrón antes de comenzar a padecer las crisis.
Tendría interés estudiar a parientes asintomáticos. Quizás apareciera algún patrón de déficit de habituación aun sin tener crisis. Podría indicar que la condición sensible está ahí o que la migrañización está en marcha.
Tendría más interés investigar si un paciente activo, con un patrón de déficit de habituación, recupera el patrón normal con una intervención pedagógica como la que nuestro grupo propone.
Hice esta propuesta a dos centros y no encontré colaboración por parte de los neurólogos para aportar un grupo de pacientes.
En cualquier caso: si alguien nace con un carácter curioso, crítico, vigilante, y esa condición genética interactúa con la observación de crisis en familiares, probablemente estará atento a evaluar la carga de facilitar la migraña que contiene todo (según los neurólogos)
– Lleve un diario. Apunte lo que ha hecho, ha comido, el tiempo que hacía… etc, cada vez que tiene una crisis. Es fundamental que detecte lo que desencadena la crisis para poder evitarlo.
Ese consejo lo que hace es sensibilizar, lo contrario de habituar.
La mayoría de los pacientes no encuentran el maldito desencadenante a pesar de su actitud vigilante (“déficit de habituación”).
Nosotros predicamos lo contrario.
– Si ha identificado algún desencadenante expóngase a él, brusca o progresivamente, pero sin miedo. Habitúese.
Debemos ayudar a los pacientes a considerar como irrelevante lo que es irrelevante.
En mi opinión se hace lo contrario.
Lo que el programa sugiere es sensibilizante. Potencia la idea de cerebro patológico, hipersensible, por mandato genético. Ignora demasiadas cuestiones. Se precipita en las conclusiones. Recomienda hacer justo lo contrario de lo que debiera.
Eso pienso yo.
Excelente análisis,
¿Cómo saber si esa capacidad de atención es la causa o la consecuencia?
Se recomienda la no exposición a desencadenantes pero la pregunta es: ¿funciona? NO.
¿Entonces porqué se sigue recomendando?
Hace un tiempo que me planteo la siguiente cuestión: A nuestro alrededor escuchamos muchas veces el “me duele la cabeza”. Son personas NO migrañosas que señalan distintos desencadenantes: la falta de sueño, el cansancio, un día nublado… No es un dolor unilateral, sino que oprime como un casco de talla pequeña. Este “dolor de cabeza común” ¿sigue la misma lógica que se explica en este blog para el dolor migrañoso? Es decir, ¿está injustifcado si los motivos son esos? Creo tener la respuesta, pero prefiero escuchar a los que habéis estudiado el tema. Gracias.
Fátima: hay dos estados cerebrales que proyectan dolor en la conciencia: el explicado y justificado biológicamente, el dolor útil, acoplado a un daño relevante y el injustificado. En este último el dolor puede tener unas características (unilateralidad, asociación a nauseas-vómitos e intolerancia sensorial) que los expertos denominan “migraña” u otras (“cefalea tensional”).
Lo que procede es descartar daño. Si no lo hay el mecanismo siempre será el mismo, independientemente de las etiquetas.
Saludos
Me lo temía… jeje. Gracias.