Si padeces dolor u otros síntomas podemos ayudarte en GoiGroup, la nueva plataforma que hemos creado con Arturo Goicoechea dedicada a pacientes y profesionales.


Usted qué se cree

De lo que se cree se cría y de lo que se cría se cree.

Lo que creemos está influido por la realidad y por lo que opinamos de ella.

El dolor es sensible a las expectativas y creencias. Realmente expresa lo que en cada momento, lugar y circunstancia el cerebro teme, unas veces con razón (con una realidad de daño consumado o inminente) y otras sin ella (sin ninguna probabilidad razonable de que se produzca daño inmediato).

El ciudadano tiene más dolor del que debiera porque cree cosas increíbles sobre su organismo.

– ¿Por qué cree usted que le duele?

Sería la pregunta más pertinente sobre dolor, una vez descartado el daño que lo explica y justifica.

Otra pregunta oportuna sería:

– ¿Por qué cree usted que cree lo que cree?

La pregunta debiera implicar al profesional.

– ¿Por qué cree usted que (su paciente) cree lo que cree?

Podemos llegar a un consenso sobre la importancia de las creencias. Muchos reconocen su poder pero se sigue sin hacer nada contra ellas… o peor: se sigue alimentándolas.

– Bien. Tenemos ahí un conjunto de creencias. Sabemos que muchas son falsas. No sólo eso. Sabemos que generan dolor y lo cronifican. ¿Qué hacemos? ¿Qué estamos haciendo?

La Tecnología nos permite hoy en día localizar áreas de la red neuronal responsables de que nos duela. Conocemos la ubicación de los zulos del dolor inútil, improductivo, pero no hacemos nada por desactivarlos.

– Yo creo que tiene usted una columna degenerada. Por eso le duele.

– Eso creo yo también.

Falso.

– Creo que he heredado la migraña de mi madre.

También falso.

La Biología es un sistema complejo. En los sistemas complejos no valen las explicaciones simplistas, el centrar la responsabilidad en uno de sus componentes.

Las creencias son estados de conectividad asentados que funcionan como soporte de las decisiones del sistema.

Las creencias se construyen, se aprenden, de modo más pasivo del que suponemos y con menos fundamento de ajuste a la realidad de lo que parece.

– Me duele la columna, luego el origen está en la columna.

– Tiene usted artrosis en la columna, luego el dolor lo origina la artrosis.

Creencia compartida. Complicidad. Sanción profesional. Refuerzo social en la cola de la pescadería:

– Ando con “la columna”. Me ha dicho el médico que tengo una artrosis de caballo.

Las creencias andan libres, libertinas.

El cerebro las necesita. Cualquiera puede valer si alimenta el miedo al daño y la ilusión de poder controlar la realidad, aunque sea sólo en un futuro que siempre se promete pero nunca llega.

– Investigadores de la Universidad X descubren una molécula, el GNVTSXUT478, responsable del dolor.

Las creencias meten miedo infundado y prometen otra vida también infundada.

¿Por qué creamos esas creencias y no otras, las contrarias?

¿Por qué las alimentamos sabiendo que  deben disolverse?

¿Por qué quien las padece las bendice?

¿Por qué cuando se las señala como responsables el creyente se revuelve?

– No se meta usted con mis creencias.

– El cerebro…

– Déjeme en paz con lo que creo (temo).

– Usted perdone…