Ayer tuve el honor de ser entrevistado por Almudena Cacho en el programa de Radio Euskadi “Más que palabras”.
La primera cuestión suscitada se refería a la evidente falta de ortodoxia de la propuesta pedagógica.
Algo es ortodoxo si es conforme a un conjunto de creencias o prácticas proclamado por la autoridad en la materia. La ortodoxia no garantiza ninguna virtud. Sólo obediencia, aceptación. Inclusión en una mayoría.
Desde la ortodoxia en dolor crónico se sostiene que este es irreversible y que sólo cabe avanzar en su alivio con terapias novedosas, dado que el dolor es en sí una enfermedad, caracterizada por un vicio de procesamiento central de las señales de los tejidos o por un proceso degenerativo (“los años”) que sólo puede empeorar.
Desde nuestra heterodoxia proponemos que el dolor (en ausencia de un daño que lo explique y justifique) es el producto de un estado evaluativo de amenaza erróneo, nutrido por una cultura sensibilizadora que lo genera y cronifica.
Las creencias y expectativas pueden ser agudas o crónicas, reversibles o irreversibles.
Un paciente con lumbalgia crónica creerá que el origen del dolor está en una columna degenerada, “vieja” y que eso no tiene remedio.
Si alguien padece fibromialgia creerá ortodoxamente que su organismo está afectado por una misteriosa enfermedad y que su dolor seguirá ahí hasta que se descubra el origen y, por tanto, el remedio.
La etiqueta “migraña” condenará de por vida a la reclusión recurrente en el infierno. Lo dicen los ortodoxos. Los genes mandan.
Desde la heterodoxia de nuestros cursos a pacientes, cambiamos creencias por conocimiento. Ese conocimiento es absolutamente ortodoxo respecto a lo que en este momento la Ciencia defiende como verdad más probable. Los alumnos aprenden conceptos ortodoxos con la Biología y heterodoxos, contrarios a la ortodoxia médica.
Lo que en una época fue una creencia ortodoxa puede pasar con el tiempo y por efecto del nuevo conocimiento a ser un error y la heterodoxia de quienes iban contra-corriente, mutarse en ortodoxia.
Las diatribas sobre la titularidad de la ortodoxia son estériles. Se fundamentan en argumentos de autoridad: “la comunidad científica internacional”, “los expertos” dicen… No se entra en contrastar conceptos, ver cuáles son falsos o ciertos.
Sostener hoy en día que le migraña es un dolor trigémino-vascular, iniciado en supuestos generadores centrales hiperexcitables, porque así lo determina una supuesta genética de excitabilidad, sin considerar el poderoso influjo del aprendizaje tutelado por la cultura y facilitado por la imitación, es ortodoxo, pero no se ajusta al conocimiento que hoy en día tenemos sobre la actividad neuronal.
Gran parte de nuestro alumnado aprende cosas y desaprende las contrarias. Desde ese nuevo conocimiento heterodoxo (minoritario), ignorado y des-apreciado por la comunidad mayoritaria ortodoxa, profesional y lega, los alumnos afrontan el día a día de un modo también heterodoxo, haciendo lo contrario de lo que les han sugerido en la ortodoxia.
A muchos les va bien. Menos dolor, menos terapias, menos gasto superfluo (ortodoxo) y más vidilla (heterodoxa).
El sábado tuvimos en la Clínica de Fisioterapia Asier Merino un nuevo curso intensivo con pacientes de migraña. Once padecientes-alumnos y un oyente (heterodoxo) fisio.
Una alumna nos regaló con una perla soltada por su neurólogo ortodoxo:
– No te morirás de esto pero te morirás con esto.
¡Jo!
Hola Doc. como le habré comentado alguna vez he padecido dolor crónico en la zona lumbar varios años, cuestión que he revertido ampliamente aplicando sus conocimientos de los que me nutro diariamente y agradezco su difusión. Simplemente deseaba preguntarle cuál es la razón por la que los amagos de dolor o dolor sin daño relevante aparecen de vez en cuando y qué hacer en estos casos. Saludos cordiales. Norberto.-
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