En esta interesante entrevista se analiza la condición patológica que explica el encendido de las crisis.
Hay varias cuestiones a considerar:
1) El escaso interés que muestran los neurólogos por la cuestión, aun a pesar de ser un padecimiento frecuente, mortificador e invalidante. Así es. Lamentable.
2) No hay ninguna referencia al papel de “la circulación”. Es una buena noticia. El viejo dogma de la “cefalea vascular” ha caído. No es un problema de arterias que se contraen y dilatan. El dolor es rítmico pero no pulsátil.
3) La migraña es cosa de neuronas. Algo sucede en la conectividad neuronal que crea problemas. Absolutamente de acuerdo.
4) El cerebro migrañoso es sensible a los cambios. Todos los cerebros lo son pero hay que acertar a la hora de valorarlos. Ante una novedad enfocamos nuestros sentidos y activamos los recursos cognitivos para evaluar el nuevo escenario y seleccionar una conducta. Muchas veces la conducta es no prestar atención porque el escenario es irrelevante. El cerebro migrañoso mantiene la atención más tiempo. Atribuye un plus de relevancia potencial a los cambios, sean hormonales, meteorológicos, de hábitos, alimentarios… Presenta un déficit de habituación, de tolerancia, de desinterés hacia lo irrelevante. Es más vigilante, escrutador, analítico, explorador. Hay estudios neurofisiológicos que así lo demuestran, aun cuando también hay quien los refuta. También de acuerdo si los neurofisiólogos acaban poniéndose de acuerdo.
5) La imposibilidad de desatender estímulos genera ocasionalmente una saturación (especialmente en los cambios) que bloquea “la neurona” y ésta responde reseteándose. El estado de hiperatención se apaga y el sistema se reinicia pero con una crisis. El bombardeo de señales sensoriales no filtradas acumula glutamato en el espacio perineuronal y en la zona se produce el apagón (“onda de depresión cortical propagada”), expresado en forma de aura visual, sensitiva o del lenguaje y además se activan las terminales meníngeas del trigémino responsables de la aparición de dolor.
En mi opinión no se trata de un bombardeo general de estímulos sino de un estado de alerta que dirige la atención hacia la cabeza, en conflicto con la atención enfocada hacia la actividad que en ese momento el padeciente quisiera desarrollar. El reseteo (“normalización forzada”) puede marcar un cambio de estado neuronal que centra ya la atención en la relevancia de posibles sucesos amenazantes en la cabeza dando lugar a la activación de los correspondientes programas de protección (dolor, vómitos, intolerancia sensorial)
6) Se añaden vómitos e intolerancia sensorial y el padeciente quiere paz, silencio, oscuridad, ausencia de estímulos.
Las náuseas y vómitos indican que se evalúa amenaza interna y que el peligro puede haber entrado por vía digestiva. La intolerancia sensorial es una invitación a quedarse en el refugio evitando la exploración exterior y la interacción social.
7) Toda la condición es genética. El migrañoso nace con ese defecto en la programación que nos permite enfocar y atender lo relevante y filtrar y desatender lo irrelevante.
Los genes crean estilos generales de exploración. Hay genes más evitadores de daño y otros más buscadores de novedad. En cada escenario puede primar una u otra tendencia. Los genes no determinan la conducta sino que se limitan a favorecer un modo de aprendizaje. La conectividad cerebral se va construyendo y actualizando continuamente a lo largo del aprendizaje individual, en base a la experiencia propia, observación de la ajena y a la instrucción de expertos.
He leído con interés y agrado la entrevista porque centra la atención en cuestiones neuronales y ofrece una hipótesis plausible pero discrepo sustancialmente en varios puntos clave: 1) el supuesto fallo de programación, genético y 2) que el problema sea el bombardeo exterior de estímulos y la imposibilidad (genética) de filtrarlos.
Para mí el problema reside en la alerta excesiva a la amenaza interna, al modo sensible, fóbico, de afrontar la realidad como algo potencialmente peligroso por parte del organismo. Es un estilo quizás influido por los genes pero modelado por el aprendizaje. El organismo compite con el individuo por enfocar la atención en seguridad en vez de atender las necesidades del individuo y de esa tensión entre organismo e individuo surge el estado de saturación o bloqueo que acaba en la “normalización” (reseteo) marcando la inclinación de la balanza hacia los intereses (miedos) del organismo, su seguridad física.
El individuo no debe someterse a la reclamación sino participar activamente en el conflicto de intereses, centrando la atención en sus tareas y despreciando la insinuación del cuarto oscuro. Ese es otro modo de desbloquear el berenjenal. Ganando la batalla.
No estigmatizar y alarmar al cerebro sino ayudarle a gestionar la seguridad de un modo razonable.
Conocimiento y libertad para llevar una vida normal.
He aprendido mucho con estas publicaciones,ahora gestiono mi dolor(no solo la migraña)de otra manera y casi no tomo analgésicos. Muchas gracias Dr Goicoetxea.
Hola,
precisamente he contactado con la doctora, a la espera de respuesta, puesto que trabajamos en el mismo centro sanitario, la vall d’hebron.
Me ha sorprendido positivamente leer de la boca de un neurólogo que no hay desencadenantes alimentarios que provoquen la migraña.
El resto ya lo has analizado tu muy bien, Arturo.
Un saludo.
Sefora: mantenme informado de la conversación, si llega a producirse.