Un síntoma es sólo eso, un síntoma, una proyección a la consciencia (percatación) propia y/o ajena de un proceso biológico que lo ocasiona y que debemos evaluar.
El organismo hace sus evaluaciones. En realidad es un sistema evaluativo complejo, continuo. Funde el pasado, el presente y el futuro sin descanso, integrando probabilidades atribuidas a cada escenario, anticipando, prediciendo, deseando, temiendo, en función de experiencias propias y ajenas e instrucciones de expertos.
La migraña, la fibromialgia, el dolor crónico… son etiquetas que agrupan un número limitado de síntomas. La etiqueta no clarifica el proceso. Simplemente lo enfoca con la intención de desvelar la entraña del proceso biológico que genera esos síntomas.
– Por fin han dado con lo que tengo: migraña.
Dar con la etiqueta habilitada por los profesionales no supone siempre un avance. Si estamos ante una etiqueta infecciosa, endocrina o carencial sí lo es:
– Tiene usted fiebre tifoidea o hipotiroidismo o el sodio muy bajo.
La etiqueta contiene el conocimiento del proceso que explica los síntomas y el remedio a aplicar, con éxito.
Cuando por fin uno sabe que los síntomas son debidos a la etiqueta “migraña”, “fibromialgia”, “dolor crónico” u otras muchas, aun cuando puede sentir el alivio de que, aparentemente, han dado con el origen de su padecimiento e invalidez, en realidad no hay ningún avance.
– ¿Qué es la migraña, fibromialgia…? ¿Por qué tengo “dolor crónico”?
Hay varias opciones de respuesta:
- “No se sabe”. Es un proceso complejo. Intervienen muchos factores. biológicos, psicológicos y sociales.
- Es una enfermedad genética, vascular, autoinmune, infecciosa, sistémica, degenerativa, tóxicoambiental, alimentaria, disenergética…
- La función evaluativa es incorrecta. Hay una gestión errónea de los recursos defensivos, en base a una idea de amenaza completamente alejada de la realidad.
– ¿Tiene tratamiento?
La opción 1 le ofrecerá calmantes de los síntomas y “moduladores” de no se sabe bien qué.
La opción 2 consolidará la convicción de un organismo enfermo, desgastado, con infecciones ocultas, el sistema inmune descontrolado, músculos contracturados y articulaciones viejunas. Ejercicio aeróbico, relajación, vida saludable, dietas, complementos, prebióticos. Ante todo aceptar la condición de enfermedad, defenderla y esperar desesperanzado a que los avances de la ciencia den con el remedio.
La opción 3 centra la atención en el proceso evaluativo, en los miedos y deseos irreales, en las creencias y expectativas desviadas. La herramienta de trabajo es el conocimiento y su aplicación práctica en la vida cotidiana. Incluye el protagonismo del padeciente, le dota de una capacidad teórica de influir en la gestión del organismo que habita.
– ¿Qué es la migraña?
– Dolor de cabeza rítmico (no pulsátil), a veces en media cabeza, con náuseas e intolerancia sensorial.
– ¿Qué lo origina?
– Un estado evaluativo que atribuye la posibilidad-probabilidad de una amenaza de destrucción violenta de los tejidos de su media cabeza (de ahí el dolor). La amenaza se considera que puede entrar o haber entrado por vía digestiva (de ahí las nauseas-vómitos) y se activa el estado preventivo de no salir del refugio y bloquear la interacción con el exterior (de ahí la intolerancia sensorial).
– Suena muy raro. ¿Tiene tratamiento?
– Por supuesto. Tenemos que influir en el proceso evaluativo. Desaprender lo aprendido. Modificar las creencias y expectativas, desensibilizar la vida, liberarla de ataduras absurdas.
– ¿Eso es todo? ¿No me da ningún tratamiento?
– Ya los ha probado todos. No es una cuestión de terapias sino de aprendizaje.
Desde la perspectiva de la etiqueta vacía de contenido o rellena de misterio no se puede interiorizar el proceso biológico responsable. Sólo se consigue avivar la vigilancia sensible, el miedo.
Desde la perspectiva evaluativa podemos influir en el proceso, sin garantía absoluta pero sí con un alto grado de probabilidad.
Los síntomas en los casos que nos ocupan señalan una distorsión evaluativa. Si queremos incidir, de verdad, en el proceso, debemos armarnos de conocimiento y apoyarnos en él para tomar cartas en el asunto evaluativo. Formamos parte del organismo. Somos organismo.
¿Se sabe? ¿se cura?
Algo sabemos y algo podemos ayudar.
– Decídase. No tiene nada que perder, salvo los síntomas.
Buenas tardes Arturo,
He descubierto tu blog hace poco y me está resultando muy interesante. Ha llamado mi atención tu libro “Migraña: una pesadilla cerebral”, y quería preguntarte si consideras que sus enseñanzas son adecuadas para otros tipos de dolor crónico.
Se supone que tengo dolor pélvico crónico, y me he identificado con muchas de las situaciones que describes. Llevo 3 años de médico en médico y de fisioterapeuta en fisioterapeuta. Ginecólogos y urólogos no me encontraron nada después de varias pruebas. Me dijeron que tenía síndrome miofascial del suelo pélvico y no mejoré con fisioterapia. Me encontraron y embolizaron unas varices pélvicas, con idéntico resultado. Por el camino me encontraron una enfermedad rara (cuando te miran tanto, te expones a eso), lo cual no hizo sino contribuir a mi ansiedad, pero no se vio una relación clara entre esta enfermedad y mis síntomas. Como ves, estoy anclada en la opción 2 y no veo salida.
Precisamente he encontrado tu blog cuando llevo un tiempo empezando a intuir que, puesto que nadie encuentra nada, quizá mi cabeza tenga algo que ver en esto. No estoy impedida ni dejo de hacer actividades por mi dolencia, pero las hago totalmente amargada. La variedad de mis síntomas condiciona totalmente (al inicio solo era parcialmente) mi estado de ánimo. Un día medio bueno me hace ver la vida poco menos que maravillosa. Un día de mucho escozor uretral me invade una sensación de miedo, de pérdida de control sobre mi propia vida, de angustia por pensar que el resto de mis días van a ser así, que me resulta insoportable. Me gustaría saber si este camino es bidireccional, si de algún modo mi actitud pudiera actuar sobre mis síntomas, y no siempre al revés.
He buscado en tu blog alguna referencia al dolor pélvico crónico y al no encontrarla me atrevo a lanzarte esta consulta. Supongo que simplemente es algo alejado de tu campo habitual de trabajo, pero quería saber si presenta alguna particularidad por la cual no pudiera serme útil tu visión del dolor.
Muchas gracias por tu divulgación. Un saludo
Laura: no tengo experiencia en dolor pélvico pero, una vez se ha eliminado una causa que explique y justifique biológicamente el dolor, pienso que los conceptos aplicados a la migraña pueden servir como teoría general para otros escenarios de “dolor erróneo”.