Tenemos ya una dilatada experiencia en pedagogía con grupos de pacientes de migraña.
Muchos de ellos reducen considerablemente los días de dolor y el consumo de fármacos.
Nos hemos limitado a explicar cuestiones básicas de la actividad de la red neuronal que vigila y protege el organismo. Con ese conocimiento ellos han tomado sus decisiones y les ha ido bien.
Me escriben lectores de mi libro para contarme que tras la lectura pedagógica ha cambiado notablemente su situación.
Se da el caso de pacientes que tras múltiples ensayos infructuosos con todo tipo de terapias acceden a nuestra propuesta y por fin comprenden lo que sucede y esa comprensión disuelve el problema.
Los ensayos con fármacos contienen un porcentaje sustancial de mejoría en el grupo placebo. La expectativa basta.
Me vienen a la cabeza muchos casos puntuales. Padecientes irredentos torturados por varias crisis al mes con su cortejo de dolor insoportable, vómitos e intolerancia a todo tipo de estímulos. Leyeron el libro o acudieron a un curso y desde entonces están asintomáticos.
Cada uno puede sacar sus conclusiones pero es un hecho irrefutable y que debiera obligar a una reflexión rigurosa que las creencias y expectativas cambian para bien y para mal el curso de la migraña.
Cualquier propuesta de origen y afrontamiento sobre la migraña debería contemplar el peso de lo que creemos y tememos-deseamos.
Otra cuestión: nada de lo que el organismo hace y deshace se escapa al aprendizaje. No existe biología sin memoria-predicción.
En las especies sociales como la nuestra, el aprendizaje está socializado, culturizado.
Todos los estados de conectividad neuronal están influidos por lo que aprendemos, consciente e inconscientemente.
Los genes empujan de salida hacia unas determinadas dinámicas de aprendizaje pero queda el largo e incierto camino de la interacción con el entorno, que influye poderosamente en lo que esos genes acaban expresando.
Algunos cargan las tintas en el tintero de la genética. Nosotros las cargamos en el del aprendizaje. Coherentes con esa propuesta apostamos por la pedagogía, por la instrucción en biología. Los alumnos aprenden conceptos que disuelven miedos infundados.
Los alumnos aprenden y mejoran. Su red neuronal ha modificado sus estados de conectividad. Ya el chocolate, la niebla o la menstruación no dispara la espiral creciente de conexiones responsables del despropósito migrañoso.
Cualquiera que sea la responsabilidad de la CGRP, PACPA, serotonina, histamina u otros servidores moleculares, el cambio de creencias y la racionalización del miedo las mantiene en reserva en los cuarteles de sus correspondientes vesículas presinápticas dispuestas para una mejor ocasión.
Las creencias y expectativas de las propuestas oficiales y alternativas propician estados de conectividad de alerta, de vigilancia hipersensible a un poblado y variopinto muestrario de estímulos y escenarios inofensivos.
Ello basta y sobra para encender absurdamente la red protectora secuestrando los propósitos del individuo y limitándolo a una conducta acorde con la evaluación de amenaza: cuarto oscuro, vómitos e intolerancia al entorno físico y social.
La cacareada condición de origen misterioso y la ausencia de una expectativa de curación “con los medios actuales” anima el estado de vigilancia y expectativa catastrofista.
Nuestra propuesta ofrece una explicación plausible (al menos no menos plausible que otras) y contiene la posibilidad de que la caverna migrañosa sea, en realidad un túnel que permite salir al exterior.
En definitiva: lo que sentimos, pensamos y hacemos proviene de un proceso histórico que nos acompaña de por vida. En esa historia cuentan los hechos pero también realidades imaginadas, temidas.
Las historias no se racionalizan con fármacos sino con interpretaciones de la realidad más acordes con ella.
Las terapias, en lo que a la migraña se refiere, calman la tormenta desde una expectativa ilusoria de control artificial con unos supuestos superpoderes químicos, físicos, “energéticos” o espirituales. Si no funcionan avivan el horno del horror y si aparentan beneficio estimulan la dependencia.
Todos estos hechos pueden discutirse con argumentos y evidencias. Cada uno es víctima o beneficiario de sus sesgos.
Buscamos el soporte de la biología para decir lo que decimos. Sólo divulgamos conocimiento y procuramos neutralizar su contrario.
El argumento de autoridad (“los expertos dicen”) es una falacia lógica (ad verecundiam).
El argumento de utilidad (“a mí me funciona”) es otra falacia (post hoc ergo propter hoc).
Ayer un colectivo de personal sanitario de Osakidetza nos concedió, por votación, un humilde premio a nuestro trabajo con los grupos de migraña.
Ese, al menos, es un hecho incontrovertible.
De los demás podemos discutir, con argumentos. Desde luego, los tenemos.
Enhorabuena Arturo !!!. Sabes q tengo una espinita con el estudio q habíamos planteado en Eresa y q lo conseguiré aunq me haga falta un poco de tiempo.
Ahora hay una nueva Presidenta. Adriana Bonezzi en Madrid y yo me dedico a Europa.
Un abrazo, Elena
Enviado desde mi iphone
Elena Ruiz de la Torre EHA President
Elena. Perdimos una buena oportunidad. Ahor está más complicado pues resido en Vitoria. Un abrazo
Enhorabuena!