El problema fundamental de la comprensión del dolor radica en la conciencia.
Como individuos recibimos en el salpicadero privado del organismo, en la pantalla de la conciencia, el fluir del proceso evaluativo continuo, expresado en forma de pensamientos, emociones, percepciones y acciones, desde una codificación común.
No tenemos ni idea de cómo la actividad conjunta de la red neuronal da lugar a esos contenidos de la pantalla, cómo aparecen las distintas cualidades (qualias) perceptivas: “lo verde”, “lo dulce”, una casa, una persona sonriente, el dolor, la tristeza.
Lo mismo vale para las ideas y las acciones.
Una neurona es una célula como cualquier otra. Su ADN es el mismo que el de una célula hepática. Sin embargo la arquitectura de las conexiones neuronales da lugar a contenidos de conciencia y la arquitectura de las células hepáticas da lugar a la bilis.
Sólo los tejidos neuronales organizados como una red altamente integrada pueden generar conciencia. Al menos eso parece.
Sólo la red neuronal puede hacer uso de la memoria básica para compartirla en esa red altamente integrada y extraer probabilidades, generar predicciones, imaginar, temer, esperar, creer, dudar…
Todas las células memorizan y ello les permite responder de modo distinto al mismo estímulo. Lo que distingue a las neuronas es la socialización de esa memoria, el compartirla en la red. Ello permite otro nivel de procesamiento.
Los músculos no duelen. Se limitan a sufrir situaciones de estrés o muerte y liberar señales moleculares de que han sufrido daños o están a punto de sufrirlos. Las señales moleculares de esas incidencias musculares de peligro son captadas por las neuronas vigilantes del territorio y esas señales al entrar en la red socializada contribuyen a generar el contenido de la conciencia que llamamos dolor.
A veces mandan los hechos de los tejidos y las señales de daño se bastan para encender toda la red defensiva aflorando en la conciencia el sentimiento de dolor.
Otras mandan los temores, las creencias y expectativas y esos temores se bastan también para que aflore en el mismo espacio de la consciencia el sentimiento de dolor tras haberse activado gran parte de la misma red que generó el dolor al golpearnos un dedo con un martillo.
Los profesionales debieran, en conciencia, ocuparse de la conciencia y divulgar lo que mal o bien sabemos de ella.
Sobre todo, debieran explicar, en conciencia, que el dolor siempre procede del procesamiento continuo de esa memoria socializada construida por la experiencia del propio individuo y la observación de las experiencias de otros pero, sobre todo, de la instrucción de expertos.
Los contenidos de esa instrucción no siempre se co-relacionan con lo que realmente sucede en los tejidos sino que tienen que ver más con lo que ese supercerebro de la cultura imagina, teme, desea, necesita, cree, espera…
Somos una especie social.
Las neuronas se han organizado en una compleja red de memoria individual socializada. Los individuos estamos organizados en una compleja red de cerebros socializados.
El dolor, en ausencia de daño en los tejidos, informa de los contenidos que esa cultura socializada introduce en la red de cada cual.
Prevenir de los riesgos de esa dependencia es urgente.
Debemos apelar a la conciencia como cuestión neuronal que explica la trama del dolor y como cuestión ética: el derecho de los ciudadanos a conocer su importancia y así protegerse del sufrimiento e invalidez que acarrea, innecesariamente, esa cultura que ignora o des-aprecia la cuestión de la conciencia y nos aburre con noticias de genes, serotoninas, nuevos fármacos…
En conciencia, hablemos de la conciencia.
Buenos días Arturo, llevo siguiendo este blogt desde el mes de junio, y he podido comprobar lo valioso que es .. y lo bien que me ha hecho para entender mi dolor.. pero hace un mes he empeorado y me han diagnosticado sacroelitis. . no se que ha pasado ahora estoy muy confusa. esta enfermedad ¿es daño con dolor o puede seguir aplicando la neurologia del dolor.? esperando tu respuesta. gracias.
Don Artuto 🙂 prepare otro libro por favor …..
Hola Arturo, gracias por tanta informacion. Aqui en Buenos Aires -Argentina- mucha gente padece de dolor cronico reflejado en migrañas, fibromialgia, dolores lumbares, etc. y tanto los medicos sanitaristas como los especialistas en dolor, solo recetan farmacos y otros paliativos, pero nadie habla de la neurobiologia del dolor. Asi que si esta en sus planes visitarnos algun dia, sere el primero que tendre el placer de conocerlo. Saludos cordiales.
Gracias por pasar tan interesante información. Yo también me apunto a otro futuro libro!
Y existe también en las últimas décadas un mundo pluri toxico real, muy real en todos los ambitos de la vida que esta creando una multi sensibilización alergica en el cuerpo humano rebasando la enorme capacidad del tejido conjuntivo de depurar toda esa inmensidad de disruptores de nuestra fisiologia, que al final hacen quebrar el equilibrio y comienzan por poner en evidencia esas mil facetas de dolor y disfuncion vehiculadas por este sistema nervioso vegetativo, no debemos olvidar ni dejar de lado esta realidad, el cuerpo, el conjuntivo, tan sabio, nos regala estas señales de alarma, y nos convirtamos en buenos entendedores, benditas señales que nos alertan, y en la medida de cada uno, es inexcusable tomar acción “social” y poner en evidencia esa multicarga toxica, saber y conocer de ello tomando conocimientos de la ciencia emergente de la medicina ambiental y valorar como el oro los esfuerzos de mucha gente que ya esta trabajando alertando de forma práctica sobre la carga toxica cotidiana que esta sobre nosotros en nuestro hogar, a través de todos los elementos que lo componen, en nuestra alimentación, en el ambiente de nuestro pueblo o ciudad y por supuesto a nivel global, pero sobre todo es tremendamente grave que el gobierno no este alerta de que los limites permitidos de tóxicos, en todos los ámbitos superan con creces los recomendados, y en la mayoría de los casos cualquier limite permitido es excesivo si sobrepasa el cero.
Tenemos un cuerpo que es inimitable por su complejidad y perfección, con una capacidad adaptativa asombrosa, mucho hace por nosotros y debemos ayudarle usando la consciencia e inteligencia que nos regala cada día para encontrar como ayudar en ese proceso de supervivencia y regeneración en el que estamos completamente implicados con el