-Es una enfermedad misteriosa. Desconocemos el origen y no disponemos de una solución. Podemos ayudarte a sobrellevarla pero la tienes que aceptar.
El comentario sirve para las etiquetas diagnósticas englobadas en los llamados “síndromes de sensibilización central”.
Eso en el mejor de los casos. Puede que muchos profesionales y allegados o alejados piensen que, sencillamente, lo único que tienes es “algo psicológico” o que aparentas enfermedad porque así te conviene.
Incomprensión, confusión y desamparo. Rechazo social.
Lo habitual no es que el paciente haga ostentación de su “misteriosa enfermedad” sino que oculte su verdadero estado físico y psicológico simulando como puede inexistentes sentimientos de salud.
Por ejemplo, migraña, fibromialgia.
– Llevo muchos años con esto. He probado de todo, sin mucho éxito. Mi vida se ha ido al carajo. No tengo horizonte.
Decía Anne Carson, una poetisa canadiense, que el dolor es algo que exige una explicación.
No sólo el dolor. Cualquier sentimiento referido al organismo o a nuestra interacción social.
El organismo necesita que el cerebro disponga de una explicación a todo cuanto le sucede.
La búsqueda de explicaciones es un instinto básico tan poderoso como el de la búsqueda de comida o pareja.
Hasta hace unas décadas sabíamos poco del dolor. Sabíamos poco de neuronas y menos aún de redes neuronales, sistemas complejos…
Afortunadamente sabemos cosas. Algunas sirven para disolver supuestas verdades y otras nos permiten esbozar un marco teórico general del que podemos extraer conclusiones básicas.
Con toda seguridad la peor explicación es ninguna, la del “misterio”. Bueno, sí: hay una peor: la de la negación social, lega o profesional, de la enfermedad.
Desde el marco actual de nuestros conocimientos podemos y debemos afirmar que:
1).si hay síntomas de enfermedad, es porque el organismo, a través del órgano imaginativo-evaluativo del cerebro, actúa como si la hubiera.
2).En ausencia de enfermedad real, una vez aplicados los procedimientos actuales de despistaje, podemos asegurar que el organismo, a través de su órgano imaginativo-evaluativo cerebral, gestiona ese organismo y al individuo que lo habita, erróneamente: como si hubiera enfermedad sin haberla.
Se impone recuperar la convicción de organismo sano y actuar decididamente, sin prisa o con ella pero sin pausa, desde esa convicción.
Pero para ello hay que explicar a ese organismo equivocado, a través del individuo que lo sufre, por qué se llega a esa situación. Hay que explicar las bases del modo de actuar del sistema defensivo neuroinmune en nuestra especie y eso incluye la dependencia cultural, la domesticación a sus contenidos que trae como consecuencia la activación innecesaria de recursos para la lesión-enfermedad desde el imaginario cerebral.
– ¿O sea que todo esto me lo imagino YO?
– En absoluto. Es su organismo, su cerebro.
– ¿Mi cerebro no soy YO?
Hay mucho que explicar al desconcertado paciente. Hay que tomarse el tiempo necesario.
El profesional, los allegados, tienen que comprender el sufrimiento e invalidez del paciente. Aceptar el relato de su infierno y ofrecer su ayuda.
El paciente debe comprender su organismo, su cerebro y ofrecerse para colaborar en la disolución del error.
De sobrellevar nada. Demasiado se ha sobrellevado. Hay que reaccionar y hacerse con la explicación que disuelve toda la maraña de círculos viciosos que atenazan la existencia del residente en ese organismo que imagina-evalúa enfermedad, sin haberla.
En la vida no hay cuestiones que temer sino que comprender, decía Marie Curie.
Hay que dejarse de terapias e ir al grano del conocimiento… fiable.
– Pues me han dicho que…
Hola,
cuantas veces para huir de la incomprensión escondía yo mi dolor y sufrimiento.
No si hoy no me duele tanto, mientras por dentro me moría. Así no me mostraba débil. Así no decía que otra vez tenía migraña.
Para “sobrellevarlo”
Gracias por sus artículos.
como todo dolor crónico por error evaluativo, o no?
Norberto: esa es mi opinión.