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Sufrimiento y dolor

El lenguaje tiende a confundir y mete en el mismo saco de una sola palabra cuestiones completamente distintas.

Utilizamos las palabras para organizarnos y poder contarnos nuestras cuitas pero no siempre lo hacemos con la debida precisión. Socialmente no tiene consecuencias pero sí a la hora de afrontar científica y rigurosamente las cuestiones.

Una cosa es sufrir y otra que ese sufrimiento se exprese como sentimiento específico de dolor.

Utilizamos habitual e impropiamente el término dolor para reflejar cualquier estado desagradable de afecto negativo:

-Tus palabras me han dolido.

Puede ser. Si hay dolor lo hay pero habría que exigir precisión al que hace el comentario:

– ¿Quieres decir que sientes dolor como cuando te duele la cabeza, la columna o una muela?

– No exactamente. No me duele “físicamente” pero “me has hecho daño”

Tampoco es probable que las palabras dañen “físicamente” como pueden hacerlo diversos estímulos mecánicos, térmicos o físicos.

Un sentimiento, una percepción, es siempre el resultado de un proceso complejo en el que intervienen diversas áreas activándose conjuntamente.

El dolor contiene una cualidad de sufrimiento, común a muchas situaciones de relevancia negativa como la exclusión social, el revés sentimental o la angustia por un examen de matemáticas. Por análisis de neuroimagen podremos detectar las áreas del cerebro que se han activado para proyectar a la conciencia el sufrimiento, el impacto negativo. Da lo mismo que el estímulo haya sido físico o social. Para sentir sufrimiento deben activarse las áreas que tienen la capacidad de generarlo.

Sin embargo cada sentimiento tiene su especificidad cualitativa: distingumos perfectamente la cualidad de dolor de la del sufrimiento por exclusión social. Y si esto es así es porque a cada sentimiento le corresponde un patrón distinto de activación neuronal.

No entiendo bien el comentario de que el “dolor social” es “físico”.

Todo lo que el cerebro hace son procesos físicos: activaciones variables de distintas y cambiantes asambleas neuronales: receptores, neurotransmisores, potenciales de acción…

Es cierto que el cerebro tiende a ver peligros cruzados. Si algo va mal en una esfera puede que la visión alarmista establezca correlaciones y predicciones catastrofistas.

El sufrimiento social puede facilitar la proyección de dolor pero, desde el punto de vista cerebral ello quiere decir que el cerebro evalúa amenaza física (pérdida de integridad física) en ese escenario de exclusión.

El dolor puede aliviarse si contamos con apoyo y empatía social pero no es obligado.

No soy partidario de justificar la existencia de dolor (en ausencia de daño) por la existencia de sufrimiento “social”, “emocional” .

En mi opinión debemos tratar de desvelar el proceso evaluativo que hace que una situación social o de otro tipo dé lugar al sentimiento doloroso y tratar de desactivar el vínculo.

Si hay dolor es que hay evaluación de amenaza física aun cuando la probabilidad sea despreciable. Si es así ayudemos al cerebro a no mezclar churras con merinas pues no lo necesita.

Todos los dolores son físicos: contienen evaluación de amenaza física aunque no seamos conscientes de ello.

Todos los dolores son psicológicos: responden a un proceso evaluativo cocinado al calor de expectativas, creencias, temores y deseos.

– Tus palabras me hacen sufrir

Más correcto.


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6 comentarios en «Sufrimiento y dolor»

  1. Hola, Arturo. Encuentro mucho gusto al leerle, siempre.

    Decía Derridá que “nada hay fuera del texto”. En mi opinión todo es lenguaje y no podemos escapar a él, estamos atrapados en él. Su uso va a condicionar cómo se codifica, replica, construye o describe la realidad (no pretendo dar a los 4 anteriores verbos cualidades sinonímicas sino señalar distintas relaciones entre lenguaje y realidad). Sea como fuere en cualquiera de estas versiones, decir que el lenguaje es el órgano de nuestra realidad se ajusta bien a cada una de ellas, a mi juicio.

    En mi idea de sufrimiento – o del sufrir – hay una expectativa de que aquello que hace sufrir (dolor u otra cosa), se dilata en el tiempo. Recuerdo una relación entre dolor y sufrimiento que decía algo así como que sufrimiento = dolor + expectativa de que no ceda. Aunque cuando hay dolor se sufre: se sufre de X dolor o se padece X dolor. No sé si este sufrir obedece a un uso más cotidiano del término o si el quid está en que hay que diferenciar entre sufrimiento y sufrir.

    Pienso que dolor y sufrimiento son 2 abstracciones del lenguaje de orden alto, aunque más abstracta me parece la palabra sufrimiento que la palabra dolor. O dicho de otra forma, pienso que dolor está mejor definido (y aceptada dicha definición o definiciones) que sufrimiento. Las abstracciones del lenguaje alcanzan un orden más alto cuanto más difícil es establecer referencialidades entre ellas y una cosa del mundo real. Esa dificultad de hacer referencia al mundo real genera el conflicto: los distintos significados que les damos a la palabras y la capacidad de hacer un uso común de un abanico más o menos amplio, a riesgo de caer en una retórica barroca del lenguaje que nos llevase al mismo grado de imprecisión que un uso demasiado común.

    En el ejemplo que usted cita estoy de acuerdo que “sufrir” se relaciona más apropiadamente con la realidad que “dolor”, pero aún veo más correcto:

    – Me he sentido herido por tus palabras.

    Pienso que el verbo herir no es tan abstracto como sufrir y se relaciona mejor con un estado de aflicción sentimental. El uso de la oración pasiva lo veo más asertivo y más correcto por librar de intencionalidad al otro: el dilema de la intención a mi juicio es complicado de calibrar.

    Una cuestión más, si me permite:

    Dice usted en el segundo párrafo que “Socialmente no tiene consecuencias pero sí a la hora de afrontar científica y rigurosamente las cuestiones”, en alusión al uso de las palabras. Aquí no sé si se refiere al lenguaje en general y su impacto en la sociedad, si es al hecho de contarnos “nuestras cuitas” y su relevancia en las relaciones que tejemos o si se refiere a otra cosa que se me escapa. En general tiendo a pensar que el lenguaje es clave en cualquier contexto social al que hagamos referencia y con consecuencias en su desarrollo.

    Gracias de nuevo por darnos la oportunidad de leer sus reflexiones, reciba un cordial saludo. 🙂

  2. Mis síntomas son de sufrimiento y no de dolor por lo que celebro que hoy te hayas referido al sufrimiento de alguna manera, aunque estoy seguro que puedes decir muchas más cosas sobre el sufrimiento. No sé si estaré equivocado pero creo que el sufrimiento o malestar tendría mas que ver con la supervivencia social, la ansiedad, la soledad, el desánimo, la depresión, miedo al qué dirán, etc.. y en cambio el dolor tendría más que ver con la supervivencia física,(miedo al daño)
    Estaríamos ante dos vivencias de padecimientos distintas pero…causadas por el miedo y la incertidumbre que habita en los circuitos.
    En ambos casos un acoplamiento entre unos desencadenantes erróneos y un resultado fatal….?
    Saludos, Arturo.

  3. Pablo: en esta cuestión cada significante contiene muchos significados potenciales. Mi intención es ligar el lenguaje a la realidad biológica, a su sentido evolutivo. Desde esa perspectiva el dolor aparece ligado a la existencia de incidencias de daño agudo (necrosis) y/o de agentes y estados físicoquímicos que pueden provocarlo si no se evita el peligro.
    No tendría sentido comentar: “tus palabras me han dolido en el codo o en la muela”. “El comentario escuece” no tiene nada que ver con el picor que incita al rascado y aparece para señalar incidencias reales o potenciales de amenaza cutánea.
    La polisemia es enemiga de la claridad biológica y, en el tema del dolor, en mi opinión, sería conveniente cuidar la precisión de los significados desde la perspectiva de la biología y no dejarse arrastrar por el uso social de las palabras.

    Saludos

  4. Manolo: el miedo tiende a crear generalizaciones, trasvases de significados, en definitiva, barullo, cajones de sastre. Por eso soy partidario de matizar los términos.

    Saludos

  5. Buenas tardes Dr. Goicoechea, soy una persona que creo que siempre ha sufrido y vivo con dolor desde hace 16 años.
    Me diagnosticaron necrosis de cabeza de fémur poco después de tener a mi hija, a los 43 años. me practicaron un foratge para intentar alargar lo máximo posible el tener que ponerme una prótesis de cadera. Durante 14 años no ha habido día que no me doliera físicamente y creo que ese dolor fue creando su espacio en mi mente, dolor que aun sintiéndolo controlaba.
    Hace un par de años que llego el punto de no poder andar. este 8 de julio hizo un año de mi segunda operación, me colocaron para quitarme el dolor una prótesis de cadera. me lo creí.
    ya no tengo mi hueso, en cambio ahora tengo mas dolor, neurológico y físico.
    Llevo un año oyendo al mismo traumatólogo que me opero en ambas ocasiones que la prótesis esta bien puesta y siento que no se me cree cuando le explico mis nuevos dolores. uno a nivel cutáneo, sensorial por la parte delantera de mi pierna, el otro dolor de hueso en tres puntos, trocánter y cadera, por la parte trasera.
    No soy una experta, pero conozco mi cuerpo, he aprendido a diferenciar entre sentir dolor y el dolor agudo, intenso y que solo se alivia o se intenta menguar con analgésico cercanos a la morfina.
    Hace un mes me visito por primera vez un neurólogo, el Dr. Montero del Hospital Universitario de Bellvitge en Barcelona, fue él el que me recomendó leer su blog.
    Persona humana, sensible, me dijo que mi dolor era crónico, dolor agudo con memoria en mi mente, a parte del dolor físico que también existía.
    Trabajo con mi mente para menguar ese dolor, distraerla de esos continuos pensamientos de dolor físico.
    Con todo mi respeto hacia los médicos, pero creo que en ocasiones dejan de lado la parte humana, la sensorial, la sensitiva, la mente y enfocan todo el esfuerzo en la parte física, la tangible.
    Si te ven con muletas estas mal, si te ven sin ellas estas bien, no es así de sencillo. Lo mas fácil para ellos es anularte como persona, ansiolíticos, calmantes, la famosa Lyrica y otros inividores de la mente, en vez de ayudarte a comprender, entender y seguir luchando.
    Me creí, porque así me lo dijeron, que me quitarían el dolor.
    Y ahora al fracasar ellos, no me creen.
    Creo que hay que ayudar al enfermo física y mentalmente, no drogarlo poco a poco, anulandolo, sino confiando en la voluntad de avanzar, de mejorar y en la capacidad de su mente.
    ¿Que podría leer o que me recomendaría hacer para seguir adelante? No me doy por vencida.

    Gracias,

    Montserrat

  6. Montserrat: puedes encontrar abundante información en mi blog. Te recomiendo la lectura de mi libro “Migraña, una pesadilla cerebral” y “Explicando el dolor” de Moseley y Buttler. En el conocimiento del proceso del dolor desde una perspectiva biológica amplia está el primer paso de su disolución.

    Saludos

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