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La migraña es una acción premeditada del organismo

Alerta (“pródromos”-aura), dolor, nauseas-vómitos, intolerancia sensorial.

Galeno denominó a este estado “hemicránea” (media cabeza). Con el tiempo el término se degradó a “migraña”.

Los médicos han buscado el origen en “tejidos sensibles al dolor” (grandes vasos, meninges y terminaciones del nervio trigémino). Algo misterioso, han pensado, los irrita y hace que segreguen la queja del dolor o una condición genética de hiperexcitabilidad los vuelve sensibles a cualquier banalidad cotidiana, a cualquier cambio o desviación de un supuesto orden.

El cerebro se ha librado de las sospechas por su supuesta condición indolora. No duele si se le excita luego es inocente.

Con la llegada de las nuevas tecnologías parece que hay actividad neuronal cerebral (hipotálamo, “generadores de troncoencéfalo”) significativa en relación a los controles  en torno a las crisis y fuera de ellas. El cerebro algo pinta. No duele pero algo hace que acaba facilitando la liberación de dolor en los tejidos que sí duelen (trigémino y vasos). Una hipótesis: los vuelve sensibles. Se activa el generador y por mecanismos no aclarados hace que los tejidos adopten el estado hipersensible.

Un cerebro que hace algo tan aparatoso como una crisis de migraña no puede ser normal. Tiene que contener, necesariamente, alguna patología, congénita, adquirida o una mezcla de ambas.

Realmente el cerebro, como órgano que contiene la historia evolutiva de la especie y las peripecias de cada organismo en su interacción con el entorno, va construyendo, vía aprendizaje, respuestas, acciones a cada escenario, a cada momento, lugar y circunstancia, a cada cambio, a cada variable.

Muchos escenarios serán considerados irrelevantes y el cerebro no les dedicará atención i recursos. Otros serán catalogados como amenazantes y serán objeto de atención y se dispondrá una respuesta-acción que proteja la integridad del organismo.

No hace falta patología, congénita ni adquirida, para que de la complejidad de la red neuronal vigilante-defensiva se activen acciones preventivas injustificadas, erróneas..

Basta con que el proceso evaluativo continuo que define la actividad cerebral contemple la amenaza, el miedo, la posibilidad aunque sea improbable.

Los profesionales sanitarios, oficiales y alternativos, rara vez contemplan la función evaluativa como algo biológico y relevante.

Les ocupa la serotonina, la histamina, los alimentos, las costumbres, los genes, los cambios internos y externos.

Sin embargo nada de lo que sucede es ajeno a lo que el cerebro valora como posible y temible.

Muchas acciones cerebrales responderán al mundo evaluado, imaginado, temido, aunque nada de la realidad apoye la eventualidad que el cerebro considera.

La patología no está en el organismo, en sus constituyentes, sino en la mala gestión de las acciones defensivas.

El sistema neuroinmune no nace sabio ni tiene garantizada la diplomatura en sensatez con el aprendizaje.

El cáncer es la consecuencia de una mala gestión de los recursos de control de conducta de las células. Es una mala gestión evaluativa. Células asociales, egoístas, debieran haber sido evaluadas como peligrosas y proceder a su eliminación. La patología reside en ese fallo de valoración de peligro.

La gestión neuronal defensiva está influida en nuestra especie por la imitación y la instrucción experta. La cultura guía el aprendizaje de esa gestión. Puede facilitar el error de los falsos positivos y cerrar el bucle ignorando el origen aprendido y desviándolo hacia explicaciones de enfermedad y terapias que sólo deben a la expectativa (placebo) el supuesto efecto.

La cultura anima el miedo y promete soluciones para paliar sus efectos con todo tipo de rituales.

En mi opinión, la migraña es la consecuencia de una mala gestión de los recursos defensivos, debida a una concepción de amenaza a la integridad física distorsionada, hipersensible, intolerante. Todo ello como consecuencia de un aprendizaje tutelado que anima la idea de amenaza interna por todo tipo de estados y agentes externos e internos.

La solución no son las terapias. Cierran el círculo de la convicción errónea.

La solución debe venir por el camino de la corrección del sinsentido.

Ya que el cerebro imita y atiende a los expertos démosle buen ejemplo y buena información. Cada cual ofrece, con intención más o menos interesada, sus propuestas.

La de este blog ya se sabe: recordar que el proceso evaluativo es una función biológica que puede convertir la vida en un infierno pudiendo ser un paraíso.

Existimos luego evaluamos.

Tenga cuidado con lo que ve y le dicen.

La migraña es algo que hace el cerebro porque “cree” que debe hacerlo con pre-meditación (evaluación).

Lo que hay que hacer es deshacer lo que apoya esas acciones descabelladas:

Organismo sano, mal gestionado y no organismo enfermo-consulte a su médico.


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.


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