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La migraña se aprende

Sostienen los neurólogos, en base a la elevada incidencia familiar de la migraña, que ésta es una enfermedad genética.

El migrañoso nace. Sus genes contienen la clave que explica el origen de sus crisis. No se conoce el mecanismo ni los genes implicados pero la conclusión es contundente: si usted tiene migraña, su descendencia tiene una alta probabilidad de padecerla.

Es una afirmación grave. Muchas mujeres con migraña temen haber transmitido el estigma migrañoso a sus hijos. Puede darse el caso de renunciar a la descendencia por el miedo a transmitir la enfermedad o someter al feto al efecto tóxico de los fármacos.

Supongamos que existen esos supuestos genes migrañosos. ¿Cómo actúan? ¿Cuál es su expresión?

La respuesta más honesta es: no se sabe.

Disponemos, por tanto, de una hipótesis, la enfermedad genética, basada en datos estadísticos de agrupación familiar pero no hay acuerdo en los genes supuestamente identificados ni en el mecanismo a través del cual expresan la condición migrañosa.

La propuesta genética deja un espacio a la influencia del entorno: los hábitos de vida, los famosos desencadenantes.

La propuesta oficial no deja ningún espacio al aprendizaje. La conectividad neuronal está predeterminada por la genética. Los migrañosos han nacido con unos umbrales bajos de excitabilidad de una población neuronal no precisada, generándose así activaciones recurrentes espontáneas o inducidas por todo tipo de contingencias.

La migraña es una enfermedad humana, determinada por la genética exclusiva de nuestra especie.

El cerebro migrañoso contiene una arquitectura funcional que sólo es posible en Homo sapiens (ma non troppo). Es la que sostiene la dependencia de un largo período de aprendizaje, tutelado por cuidadores (familiares y expertos).

Los genes propician una probabilidad variable de “ser” (actuar) de un modo o el contrario ante la incertidumbre del entorno. Nacemos más o menos evitadores de daño, más o menos vigilantes, más o menos exploradores y osados, más o menos buscadores de novedad, más o menos imitadores y obedientes o rebeldes.

Cada rasgo está influido de modo complejo por la interacción de muchos genes, la mayoría de ellos implicados en la expresión de los genes codificadores.

Cada gen, a su vez, puede influir en varios rasgos.

No basta con tener (por la genética) una probabilidad de actuar de un modo concreto ante las condiciones del entorno. Debemos considerar también la potencia de ese entorno para concretar esos modos probables de actuar.

¿Es la imitación un factor a considerar?

¿Es la instrucción experta relevante?

¿Son las expectativas y creencias aprendidas importantes a la hora de facilitar la expresión de unos supuestos genes?

¿Pueden esas expectativas y creencias de padecer una enfermedad genética facilitar la aparición de las crisis?

En mi opinión la tesis oficial del determinismo genético no está fundamentada. Sólo hay correlaciones estadísticas entre grupos de pacientes y genomas, con contradicciones cuando se trata de reproducir lo que se publica.

Para los neurólogos el entorno sólo contiene chocolate, queso curado, estreses, cambios hormonales y meteorológicos, alcohol y sueño poco ordenado. No hay lugar para el complejo y determinante proceso del aprendizaje, obligado por la genética humana.

En los cursos tratamos de enfriar el miedo a la herencia y ponemos el acento en la importancia de la cultura, la imitación de modelos, la medicalización aprendida, la dependencia de terapias.

El aprendizaje es inconsciente y uno no sabe que su cerebro está catalogando todo aquello que pueda resultar peligroso para activar sus recursos defensivos.

– Yo no sabía nada de la migraña hasta que empecé a padecerla. En mi caso no hubo aprendizaje.

Es una objección frecuente. La migraña aparece ya desde la infancia sin que el niño haya sido consciente de que su cerebro está construyendo una teoría de la peligrosidad, al calor de la experiencia propia, la observación de la experiencia ajena y la instrucción explícita de los tutores.

Los hermanos Gasol no nacieron con unos supuestos genes del baloncesto. Previsiblemente recibieron genes de talla alta pero se encontraron en Badalona con un club que propiciaba jugar al baloncesto, especialmente si habías nacido alto.

 Siempre hay genes y aprendizaje.

Mientras no sepamos más sobre la supuesta genética migrañosa y su expresión deberíamos centrar la instrucción experta en considerar el aprendizaje como un factor a tener en cuenta.

Puede que las tesis oficiales de los genes sólo consigan potenciar la aparición de las crisis y estigmatizar dramáticamente a muchas madres.

¿Para cuándo un estudio genético en neurólogos migrañosos, la población con más incidencia?


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6 comentarios en «La migraña se aprende»

  1. Excelente artículo como siempre de. Goicoechea, y que hay de la famosa neurálgicos trigésimo también se aprende?

  2. Flor: en la neuralgia del trigémino, aunque mínima, existe una lesión del nervio y el dolor es continuo, desencadenado por estímulos faciales. En todos los tipos de dolor intervienen los factores evaluativos pero en este caso serían complementarios. En la migraña en i opinión sólo existe el aprendizaje.

  3. Usted considera que en la neutalgia del trigésimo es posible desaprender? Es decir hacer una evaluación distinta del dolor?

  4. Mis padres migrañosos mis hermanas también pero no tanto como yo, soy el pequeño. He tenido dolores desde que me acuerdo 8-10 años tengo 36 y continúo 2-3 semana. Aqui la carga genetica puediera ser importante pero también lo es el aprendizaje obviamente, lo he vivido en casa desde pequeño. Un neurólogo cansado de mi me dijo: cuando seas mayor no te dolerá la cabeza. Mis padres tienen 70 años, ya no les duele…habrá que esperar o tengo que aprender que no me dolera cuando sea mayor….
    Gracias Dr es usted Muy grande.

  5. Paco: hay una incidencia aumentada de migraña en las familias. Oficialmente sólo se habla de genes y se desconsidera el factor del aprendizaje, con la imitación y la instrucción activa como factores poderosos en nuestra especie.
    Los circuitos neuronales no están tan determinados por la genética. Somos una especie muy dotada para la adaptación a múltiples entornos. Lo que nos define es la dependencia cultural. Es la condición que nos permite sobrevivir aunque tiene la contrapartida de sufrir las consecuencias de lo que asimilamos inconscientemente en ese aprendizaje tutelado.

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