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La pelea atencional

En cada momento, la realidad, externa e interna, ofrece múltiples y contrapuestas oportunidades. Puede estar pasando de todo o puede llegar a pasar. La memoria predictiva considera en cada escenario todo tipo de sucesos y proyecta a la conciencia aquello que dispone de una puntuación más alta como relevancia.

Todo es posible pero sólo hay algunos estados probables. Sin embargo la trascendencia de lo posible hace que el cerebro opte en ocasiones por aquello que, aunque altamente improbable, pueda traer consecuencias relevantes.

Es poco probable que nuestro avión se precipite al vacío pero es posible y relevante. Evitaremos el avión.

Es poco probable que nuestro décimo de lotería salga premiado pero también es posible y relevante. Compraremos el décimo.

En una crisis de migraña el organismo actúa como si algo terrible (una infección o una hemorragia…) estuviera sucediendo o fuera a suceder en la cabeza. Es posible pero altamente improbable. El foco atencional se vuelve hacia ese estado relevante de amenaza a pesar de su casi nula probabilidad. De esa selección atencional emergen el dolor y la intolerancia sensorial y digestiva, todos ellos programas defensivos. La crisis está servida.

¿Qué hacer?

  1. Conocer el proceso. Instruirse en la entraña cerebral evaluativa de la migraña. Una crisis es un error evaluativo, no corregido.
  2. Proyectar esta convicción de error a nuestra conciencia y relajar la percepción de la cabeza.
  3. Tratar de derivar la atención a la tarea programada.
  4. Si existe un hábito “terapéutico” calmante, no obsesionarse con la decisión de aplicarlo o evitarlo.

Nuestras armas son la ideación (el discurso, los argumentos) y la conducta. Con ellas podremos pelear por derivar la atención hacia la actividad, con éxito variable.

Ando unos días acatarrado con una tos moderada irritativa. Ayer fui a un concierto, un escenario en el que la tos es altamente relevante. Concierto de violín de Sibelius. Un pasaje en pianísimo. Noto el picor en la garganta y empieza la batalla. ¿Podré controlar la tos? ¿Tendré que salir (perturbando el clima del auditorio)?

Me propuse ganar la batalla y lo conseguí. Proyecté una convicción de que podría no toser, me centré en la música e imaginé una garganta sosegada en la que no sucedía nada. La pelea duró un par de angustiosos minutos pero la atención quedó finalmente centrada en el escenario externo y no en el interno. Ganó el oído y perdió la laringe.

Esta es la estrategia. El éxito es posible pero la probabilidad de conseguirlo es incierta.

  • Lo intenté pero tuve que tomar el calmante y encerrarme en la habitación oscura…
  • Lo intenté pero acabé tosiendo y tuve que chupar un caramelo, con poco éxito

Con la pedagogía cumplimos un objetivo: el de facilitar el marco teórico que disuelva la convicción de enfermedad. En una crisis no hay nada patológico, salvo la evaluación de amenaza, errónea. El reino de lo posible ha ganado sobre el de la improbabilidad.

Queda pendiente la puesta en práctica en los escenarios en los que el organismo activa la alerta.

No hay pautas ni métodos para aprender. Podemos hacernos con rituales, con placebos, con rivales atencionales… Pueden servir en el corto plazo pero generan dependencia y vulnerabilidad.

En la crisis todo se vuelve contra el paciente. Incluso la víctima colabora, sin darse cuenta, en cerrar el círculo de la pescadilla que se muerde la cola.

Podemos hacernos con aparentes aliados: calmantes, caramelos…

Podemos evitar el escenario, renunciando a él.

Podemos tener la ilusión de controlar con ello la situación.

Podemos, también, hacer justo lo contrario. Ir al fondo del asunto y cambiar el chip.


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.


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    10 comentarios en «La pelea atencional»

    1. Buen dia Arturo!
      Respecto a los analgésicos, no es obsesión por no tomarlos pero creo que su abandono debe ser parte del proceso. Si la migraña es un proceso evaluativo erroneo del cerebro y no pasa nada como fielmente creo después de leerte durante los últimos meses, al menos en mi forma de entender no hay espacio para el analgésico, creo sería en si mismo una contradicción que serviría para seguir fomentando y nutriendo ese proceso evaluativo erroneo, por no hablar de sus efectos secundarios, así éstos los deberíamos utilizar para cuando realmente cumplen una función.
      Mi experiencia es altamente positiva, no he tomado mas analgésicos desde Junio y aunque las crisis aparecen , la duración se ha reducido drásticamente de varios días a unas horas difíciles pero que si eres capaz de centrar la atención en otras actividades son soportables. Para mi ha sido una revelación experimentar que el dolor pasa sin analgésicos, habrá que seguir aprendiendo para que el dolor deje de aparecer.
      Gracias de nuevo por tu sabiduría y su divulgación.

    2. Pati: estoy de acuerdo en el objetivo de dejar los analgésicos pero no siempre es posible pues el dolor impone su ley y obliga al paciente a ejecutar el ritual. Creo que la decisión no debe sacralizarse ya que en algunos casos genera demasiada ansiedad e impide trabajar en la dirección correcta.

    3. Buenas tardes Arturo
      Gracias por seguir ahí,”dando el callo”…sencillo,claro y (como siempre) a la cabeza…un placer leerte.

    4. Lo terrible de la “pelea atencional” es cuando el padeciente de migraña acaba quedando k.o., ya sean unas horas ó 2 ó 3 días. Ahí no queda margen para decidir nada: el cerebro ha decidido por ti y el cuerpo cae, como muerto. Literalmente.
      Son ya 9 meses con un “nuevo chip” y una nueva vida. He podido comprobar que no tomar ningún medicamento me beneficia tanto como no obsesionarme con ello pero…
      Aún sucede que el cerebro se equivoca y no cede, te reta sin límites, añadiendo al insoportable dolor de cabeza aquellos vómitos que, acabado el lavado gástrico, se convierten en ridículos espasmos que duran horas o días y no te permiten mantenerte en pie, ni siquiera abrir los ojos… Imposible no prestar atención a esos ganchos que van directos al estómago, mientras la cabeza está a punto de explotar, y que no te permiten, un día más, ponerte en pie para ir al trabajo (ni siquiera al baño). 🙁

      Nadie dijo que sería fácil…
      Gracias, Arturo, por seguir ahí. Un abrazo.

    5. Ana Mª: lamento que la dinámica migrañosa domine e imponga su infernal círculo vicioso. Ya sabes que no disponemos de fórmulas ni pautas mágicas. El cerebro emocional puede y se burla de las propuestas racionales. En el fondo de la migraña desatada subyace la estructura de la adicción (organismo) y todos sabemos que resulta complicado librarnos de esas dinámicas cuando nos atrapan. Espero que los nubarrones se vayan y vuelva a salir el sol. Un abrazo

    6. Gracias por tus ánimos, Arturo.
      Sólo decirte que me ha hecho gracia la metáfora “meteorológica”, ya que todos mis últimos “encierros” han coincidido con alguna tormenta violenta (incluso en verano). ¿Será la casualidad?
      El caso es que llevo un otoño que empieza a ser desesperante, ya que las crisis no me dan más de 5 días seguidos de paz.
      Curiosamente, hace poco me llegó información de una web para un estudio que están haciendo en Alemania sobre la relación de la metereología con las migrañas:
      https://www.migraene-radar.de
      Me llamó la atención porque una de las crisis me sucedió precisamente camino de Berlín, mientras viajaba en coche bajo una tormenta del verano alemán que duró horas (aunque menos que mi degradante espectáculo con una bolsa a modo de morral… Me costará olvidar lo mucho que deseé en aquellos momentos dejar de existir).
      Me planteo si es posible que mi cerebro evalúe los cambios de presión atmosférica como un riesgo tan alarmante para mi cabeza y ese programa, con la ayuda de la forma “convencional” de afrontar las crisis, se haya ido grabando en mis conexiones neuronales durante 30 años… En ese caso, igual necesito 30 años más para lograr reprogramarlo. Si es así… no sé si lo voy a resistir con cordura 🙁
      Un abrazo

    7. Ana Mª: conoces perfectamente la propuesta teórica. Si hay correlación estadística entre cambios o estados meteorológicos concretos y crisis podemos concluir que el cerebro evalúa amenaza en esos cambios y estados. Esa evaluación es irracional, desde la biología. El Homo sapiens es cualquier cosa menos un organismo incapaz de adaptarse a entornos y escenarios cambiantes.

      Las memorias no son mas que estados de conectividad. Siempre están abiertos al cambio. Las herramientas ya las conoces: conocimiento y pelea con los escenarios sensibilizados.

      No te vuelvas pesimista a estas alturas.

      Un abrazo

    8. Gracias por recordarme lo que tanto nos has argumentado, Arturo. Admiro tu paciencia. Seguiré batallando, no lo dudes. 😉
      Un abrazo

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