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En las antípodas

Sostienen los neurólogos que la migraña es una enfermedad cerebral genética que genera, por caminos de hiperexcitabilidad neuronal no explicados, dolor e intolerancia sensorial y digestiva.

Recomiendan para contener esa tendencia hiperexcitable de los circuitos llevar una vida ordenada, contenida, monacal, y neutralizar el dolor con calmantes y aislamiento, tan pronto como uno lo sienta, siempre bajo la tutoría de un profesional, a poder ser un neurólogo, pues el arte de indicar un ibuprofeno o un triptán supera la capacidad intelectual del paciente y del  médico de atención primaria.

El que un 15% de la población habite periódicamente el infierno migrañoso se justifica por una combinación de genes comunes de excitabilidad y hábitos excitadores. Identificar los desencadenantes debe ser una tarea fundamental. Una vez identificados bastará con evitarlos para obtener el alivio con ayuda de unos fármacos preventivos moduladores de la hiperexcitabilidad.

El esquema de la excitabilidad y la evitación es similar al de las reacciones alérgicas: se identifica el alérgeno (el gato, el polen, el látex) y se evita la exposición.

Ni la reacción alérgica ni la crisis migrañosa aportan nada al organismo. Son una respuesta defensiva innecesaria frente a un peligro imaginario.

Si pudiéramos deberíamos convencer al sistema neuroinmune de que la activación alérgica o migrañosa es un error evaluativo y que debiera corregirse.

No veo el modo de explicar a las células del sistema inmune cuestiones básicas sobre inmunidad. La pedagogía teórica no llega a los linfocitos. Con toda seguridad el sistema inmune aprende y modifica sus respuestas a golpe de experiencia pero sus decisiones no cambiarán por la interiorización de lo aprendido en “clase”. Eso creo.

Con las neuronas es otra cosa. Sus circuitos están abiertos al cambio a través de la pedagogía. Los neurólogos conocen ese hecho y recomiendan campañas de información y sensibilización.

El problema está en el contenido de esa información.

Hay información sensibilizante, la oficial, e información desensibilizante: la que aquí se propone.

La información sensibilizante, que consolida la convicción de enfermedad y promueve la conducta de búsqueda y evitación del desencadenante y la toma precoz del calmante, debiera proteger a quien es firme defensor de ella, es decir, al colectivo de neurólogos, el más informado y sensibilizado de la población. Sin embargo sucede lo contrario: sufren la incidencia más alta de crisis. Hay poco publicado sobre esa curiosidad estadística y, aunque es algo sabido, se oculta y despacha con la primera excusa no contrastada que pueda colar.

En las antípodas está la propuesta informativa que aquí se ofrece: no hay cerebro enfermo ni genética migrañosa, sino un proceso de aprendizaje que conforma la excitabilidad de los circuitos responsables de la proyección del dolor y la intolerancia sensorial y digestiva. Los circuitos no nacen determinados por los genes. Venimos al mundo con el mandato genético del aprendizaje. En nuestra especie es un aprendizaje poderosamente influido por los tutores, es decir, los neurólogos.

La prédica de los neurólogos es la misma en todo el mundo. Todos hacen la misma propuesta. Hay consenso.

La propuesta contraria, la de este blog, sólo se defiende en esta casa.

¿A qué y quién creer?

A decir verdad, la propuesta oficial muestra algún indicio de cambio. Reputados líderes de opinión sugieren que la recomendación sensibilizante puede ser inadecuada y que habría que dar un giro de 180º a los consejos: nada de evitar el desencadenante sino buscar la tolerancia: acercarse al queso curado y el chocolate sin miedo, aumentando progresivamente la dosis. Sería algo similar a las vacunas en la alergia. debemos quitar el miedo neuroinmune a lo banal, a lo inofensivo.

La migraña se aprende fácil y se puede desaprender con una dificultad y éxito variables.

Ayer Saratxu nos ofreció un testimonio valioso que muestra el camino a seguir, con un efecto colateral muy importante: la extensión del conocimiento al aprendizaje de su hija.

Dicen los neurólogos que no hay mas que genética en la transmisión de la condición migrañosa de padres a hijos. Para ellos no existe imitación, observación de conductas, instrucción teórica, modelos. Eso es psicología. La migraña es algo químico.

Nosotros proponemos que nada tiene sentido en la conformación de los circuitos neuronales si no es a la luz del aprendizaje tutorizado.

No hay consenso. Hay que optar por una de las propuestas: la del colectivo oficial (o alternativo, similar en su estructura) o la de este humilde blog.

Yo no tendría dudas pero, claro, es una opinión.


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.


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    5 comentarios en «En las antípodas»

    1. Si no hubiera sido por este magnífico blog, posiblemente nunca hubiera sabido nada de lo que estoy aprendiendo; y con casi toda seguridad, todavía estaría lamentándome de mi dolor. Mi desesperación hizo que buscase formas de sobrellevar el dolor crónico en la red; fue lo único que se me ocurrió buscar porque no sabía que existía algo más y…..¡os encontré! Se me abrió un universo nuevo que nunca había oído mencionar a ningún médico. Mi vida ha mejorado mucho. Sufro menos y disfruto aprendiendo de todas vuestras explicaciones.
      Supongo que en mi misma situación hay muchísimas otras personas. ¡Mil gracias por esta labor!
      ¡Mil gracias por vuestra ayuda! ¡Mil gracias por estar ahí!

    2. Así es Anna, y mientras el Dr. nos lo permita y mantenga activo este blog, estaremos ahí, aprendiendo más, tranquilizándonos más, compartiendo más, sabiendo que no estamos solos y que, además, sabiendo del buen hacer de los profesionales que colaboran, surgirán nuevas iniciativas como la recientemente realizada e impulsada por Cristina, en la que mucha gente se ha implicado por el mero hecho de exponer y ayudar a comprender lo que le ocurre a otro padeciente con el dolor crónico, con las migrañas, con la Sensibilización del Sistema Sistema Nervioso Central, con sus exposiciones graduadas, etc. Sí, un blog con ganas de trabajar… que así siga.
      Gracias.

    3. Hace ya casi dos años yo acudí a un curso de migraña con mi hijo Iván que ahora tiene 18 años.
      Iván sufría crisis semanales y ya se había tomado todo el Vademécum, recetado por varios neurólogos cuyo método era el prueba-error.
      A partir del cuso cambiamos el enfoque…..A comer de todo….Si le daba a la mañana pues a clase y a aguantar unas horas,…. Si le daba antes de entrenar pues a entrenar suave….etc…..al principio con el padre detrás y luego ya el sólo fue capaz de decidir y muchas veces de sufrir.
      Por no alargarme decir que la mejora de Iván ha sido progresiva y con algunas recaídas.
      A día de hoy puede decirse que las jaquecas están olvidadas (lleva 5 meses sin crisis). y nos ha cambiado la vida a toda la familia.

      Muchas gracias al equipo y ánimo

    4. Marcelino, no imaginas cómo me ha emocionado tu relato. Me alegro mucho por tu hijo y muy especialmente por ti.
      Mis migrañas empezaron a los 18 años, precisamente, pero mis padres no tuvieron tu suerte y no encontraron un camino de alivio para mí. A medida que se cronificaba mi dolor lo hacía su sentimiento de impotencia y culpa por no saber cómo ayudarme.
      30 años después he podido regalarles el libro de Arturo para que conozcan qué narices ha hecho posible mi espectacular mejora, que sepan que hay un nuevo camino antes ignorado y puedan sentirse tranquilos y contentos de seguir acompañándome, junto a mi marido y mis hijos, en un aprendizaje que no está siendo fácil, tras treinta años de cronificación.
      La labor y el duro papel de los que acompañan al padeciente suele quedar en segundo plano. Sirva este apunte como reconicimiento y agradecimiento por estar siempre ahí, a nuestro lado. Gracias. 😊

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