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“Escuela de dolor: explorando vías de afrontamiento” (VII) – Explorando desde la Psicología (I) (Mar Tascón)

Explorandodesde la psicología

          Mar Tascón es una honesta psicóloga que hizo su primera aparición “pública” en el blog hace más de tres años (“Los psicólogos y el dolor”), sorprendiendo a más de uno al no ser habitual encontrar profesionales de la Psicología que adopten como punto de partida este marco teórico en el abordaje del dolor crónico no asociado a daño relevante. Desde entonces, ha colaborado de forma habitual escribiendo entradas y numerosos comentarios.

Como señalo en el sexto punto de la introducción, “estoy de acuerdo con Sol del Val en que este debate puede ayudarnos a obtener alguna clave, alguna pista, y creo que se puede esbozar un marco de afrontamiento más dirigido o dotado de estrategias o herramientas que orienten a todas esas personas que no van bien o que recaen, pero que consideran que el marco teórico es correcto. Que no se sienta nadie excluido, que no se piense que, como ya lo probé todo antes (lo oficial y lo alternativo), y la pedagogía tampoco “me funciona”, ya no hay nada más que yo pueda hacer. Eso hace que uno se sienta “en tierra de nadie” (utilizando un término de Sol), y complique aún más la resolución del problema”.

En esta línea de intentar esbozar un marco de afrontamiento más dirigido o dotado de estrategias o herramientas, Mar nos cuenta lo que la Psicología puede aportar para complementar a la pedagogía del dolor, dando respuesta a esta pregunta: ¿qué hace un psicólogo que comparte el modelo teórico que se expone en este blog?

Gracias Mar por estar siempre ahí “apoyando” con tu conocimiento. Espero que tu escrito oriente e, incluso, sorprenda a más de uno…

EXPLORANDO DESDE LA PSICOLOGÍA (I)

Mar Tascón. Psicóloga Clínica

Cuando una persona padece dolor hace todo lo posible para librarse de él. Generalmente, acude a su médico en busca de ayuda y se protege como puede: haciendo reposo, dejando de lado las relaciones sociales y las aficiones, modificando los hábitos de alimentación, etc. Con el tiempo, cada cual va construyendo su kit particular de afrontamiento del dolor.

Cuando la medicina no puede librarnos del dolor y el sufrimiento se alarga, la persona va probando diferentes alternativas para poder seguir viviendo. El problema es que la mayoría de estos intentos son ineficaces para controlar el dolor e incluso pueden contribuir a aumentar su intensidad y cronicidad. Además, tanto el dolor por sí mismo como las estategias de control afectan negativamente al estado emocional. Porque no sólo se sufre de forma constante sino que se limita todo aquello que nos permite sentirnos bien como las relaciones sociales y las aficiones.

Es frecuente que las personas que padecen dolor en forma de crisis o diariamente durante largos periodos de su vida, acaben deprimidas y angustiadas. En bastantes ocasiones, esta persona acaba en la consulta de un psicólogo. ¿Qué puede hacer un psicólogo? O mejor dicho, ¿qué hace un psicólogo que comparte el modelo teórico que se expone en este blog?  

Pues lo primero sería hacer una evaluación para explorar qué piensa la persona acerca del origen de su dolor, qué hace para intentar controlarlo, qué consecuencias tiene eso que hace, cómo son las características del dolor, qué calidad de vida tiene, con qué apoyos cuenta, cuáles son sus valores y cómo está a nivel emocional.

Después ir presentando el modelo teórico del dolor sin daño y proponiendo maneras alternativas de afrontamiento. Lo que se intenta es que a partir de una concepción diferente del origen del dolor, se abandonen estrategias improductivas de control y se vaya recuperando la funcionalidad en diversas áreas de la vida. Se podría ver como un “reaprendizaje”. Ir abandonando la forma habitual de manejarse con el dolor y aprender nuevas estrategias coherentes con la biología.

Lo que hago como psicóloga es acompañar a la persona en este proceso. Analizando con ella los obstáculos que se va encontrando a la hora de modificar el afrontamiento en las situaciones de dolor. Estos obstáculos no son sólo el dolor en sí mismo (que ya es bastante), sino el miedo a lo desconocido, las dudas por abandonar las estrategias de siempre, los pensamientos recurrentes y catastrofistas en torno al dolor y la capacidad para modificarlo, la desesperanza, la culpa y la falta de apoyo por parte del entorno social.

Otra tarea sería supervisar que los cambios de comportamiento estén en línea con los valores de cada persona, que sean graduales y tolerables, que no haya malentendidos ni “sobreexigencias” que contribuyan a aumentar el malestar de la persona.

En ocasiones, es preciso tratar los síntomas de depresión o ansiedad que han ido apareciendo como consecuencia del dolor. Puede haber casos en los que se precisa contener el nivel de depresión o ansiedad, antes incluso de plantearse el inicio de la pedagogía sobre la biología del dolor. En otras, será necesario intervenir sobre las relaciones de familia o pareja que han podido desgastarse también como consecuencia de las limitaciones impuestas.

También es posible que haya que explorar los desencadenantes de las crisis o la intensificación del dolor para deconstruir asociaciones aprendidas entre determinados acontecimientos o sentimientos adversos y el dolor. Asimismo, es importante construir estrategias que favorezcan el manejo en las situaciones donde el dolor llega a niveles insoportables.

En líneas generales, esta es la forma en la que, como psicóloga, trato de ayudar a los pacientes con dolor crónico. El proceso es diferente para cada persona y las estrategias, los tiempos y las propuestas se deben ir ajustando a la persona que sufre.

Como decía al principio, uno de los objetivos de la psicoterapia sería ayudar a la persona a abandonar las estrategias de control del dolor que son improductivas e, incluso, perjudiciales a corto y largo plazo. Pero no sólo para el dolor. Hay determinados fenómenos que no son controlables de forma voluntaria y aparecen junto al dolor, como pueden ser las emociones o los pensamientos catastrofistas. Como Sol del Val se comprometió a mostrarnos estrategias acerca de los pensamientos, yo les propongo un ejercicio para visualizar la imposibilidad de controlar las emociones.

Lean y traten de visualizar esta escena:

Imagínese que le conecto a un polígrafo (máquina de la verdad) muy potente. Con este instrumento de alta tecnología puedo saber si experimenta la más mínima cantidad de ansiedad. Imagine que le tengo totalmente conectado y le doy las siguientes instrucciones: “No se ponga nervioso. Si lo hace, seré capaz de detectarlo sin la menor duda”. Para asegurarme de que está usted motivado para el ejercicio, le voy a apuntar en la cabeza con una pistola. Si detecto la más mínima ansiedad, dispararé.

¿Cuánto tiempo aguantaría? ¿Sobreviviría a este examen? ¿Cree que alguien lo conseguiría?

Imagine ahora que le pongo una pistola en la cabeza y le amenazo con matarle si usted no se toma una pastilla. ¿Qué pasaría? ¿Qué diferencia encuentra entre una situación y otra?

Si les apetece, pueden comentar sus impresiones. Y, en otro momento, les planteo opciones alternativas a las estrategias de control.


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.


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    11 comentarios en «“Escuela de dolor: explorando vías de afrontamiento” (VII) – Explorando desde la Psicología (I) (Mar Tascón)»

    1. Tomar una pastilla es un acto mecánico simple que evitaría el disparo de forma segura.
      No tener ansiedad no es un acto mecánico, sino de autocontrol, que ciertamente se debilitaría bajo la amenaza del disparo.
      Tomar la pastilla lo consigo seguro. Controlar mi ansiedad no.
      Me parece muy interesante.
      Saludos!

    2. Yo seguramente en la segunda situación pediría por favor si puedo leer antes el “prospecto”, 😉

      Gracias de nuevo Mar por tu colaboración, esperamos con “ansia” la segunda parte…

    3. Gracias por tu respuesta, Mariam:

      Así es, hay una diferencia fundamental entre una situación y otra. No podemos controlar de forma voluntaria sentir o no ansiedad (con pistola o sin ella) de la misma manera que sí podemos controlar el acto de tomar o no una pastilla. Aunque sin pistola de por medio, a algunas personas les resulte difícil hacerlo, ¿verdad, Cris?

      Saludos.

    4. Verdad Mar. No he podido evitar pensar mientras leía que si a la segunda de las situaciones (tragar la pastilla) le añadiéramos también la condición de “no detectar el más mínimo rastro de ansiedad” para no apretar el gatillo… yo moriría en ambas circunstancias porque tomar una pastilla suele desatar en mí un torbellino emocional no siempre controlable: miedo, cargo de conciencia, incertidumbre, “¿qué hago…?”, “¿me la tomo o no me la tomo…?”, “total, para lo que me va a servir…”, “me hará daño…”, “estoy cediendo a la presión de mi sistema de recompensa…”, “va a ser peor el remedio que la enfermedad…”, “tiene efectos secundarios…”, etc. A no ser que me dijeras que la pastilla es “paracetamol” (y de 500!!!!), en cuyo caso la posibilidad de supervivencia en la segunda situación sería “algo” mayor, ;-).

    5. Efectivamente, Cristina. Para cada persona un mismo acto puede resultar más o menos difícil o puede generar emociones diferentes. En tu caso, solamente leer o escuchar algo sobre tomar medicamentos produce una respuesta ansiosa. Ante el polígrafo, no habría mucha diferencia entre una situación u otra. Pero en la segunda, en la que tu nivel de ansiedad es irrelevante, aunque te costara más que a Mariam tomar la pastilla, seguramente sobrevivirías.

    6. Querida compañera, gracias por tu aportación que no deja de poner de relieve el papel fundamental que la psicología tiene sobre el proceso que se inicia aún antes , en muchos casos , de asomarse al conocimiento de la neurobiología del dolor.
      El cerebro humano es un constructor de pensamientos inagotable. El flujo del pensamiento es continuo y para muchas, la gran mayoría de las personas , imposible de ser parado. Muchos lo describen como un rumor constante o como el tambor de una lavadora que gira siempre con algún contenido , habitualmente nefasto.
      Después de tu exposición acerca de qué papel jugamos los profesionales de la psicología en el tratamiento del dolor crónico sin daño relevante y de describir y proponer un ejercicio para la reflexión de los lectores acerca del papel que juegan las emociones en todo esto completaremos nuestra aportación con el tema de los pensamientos, esos grandes enemigos que nos acompañan siempre y que nos pueden amargar tanto la vida.
      Esperemos que juntas podamos dar algunas de esas claves que buscan una parte de los que nos leen .
      Gracias, Mar.
      Un abrazo.

    7. Yo no moriría jamás en el segundo caso . Ese miedo , como otros , lo desterré hace un tiempo, no mucho si he de ser sincera . Fijate como ha cambiado mi pensamiento que he dicho para mi misma , ¿Se habrá equivocado Mar al escribir la frase y será, te disparo si te tomas la pastilla? ……
      Ya veo que tu en el tiempo que dura la catarata de pensamientos te habrías muerto varias veces, jajaja

    8. Gracias Mar por tu aportación. Muy “pedagógico” el ejemplo y también coincido con Mariam, para mí muy fácil no tomar la pastilla pero controlar la ansiedad, eso ya es otra cosa!
      Y muy de acuerdo con el abordaje que haces ante alguién que acude con dolor crónico. Que bien has definido los sentimientos que genera el vivir con dolor constante.
      Me ha recordado los inicios con el dolor. Era una mujer vital, activa y de pronto me encontraba paralizada, se había instalado en mí de forma constante (el dolor) y de primeras como dices me llevo a “ralentizar” mi vida, dejar de moverme como lo había hecho…
      Me “recluí” y la opinión de l@s “expert@s” , incluídos los profesionales😏 era: “está deprimida”.
      Yo no estaba para echar cohetes, el aislamiento era algo que como también explicas viene de la mano del dolor que se instaura de forma permanente en tu vida.
      Algo en mi interior me decía que no era eso (al menos así lo sentía), porque tenía ganas de retomar mi vida pero no me sentía con fuerzas.
      Un buen día llego el dianóstico: Fibromialgia. Y además explicaba otros padecimientos que tampoco se veían en análisis ni pruebas comunes de diagnóstico. Siempre me había tenido que escuchar lo de “es nervioso” porque nunca se encontraban causas que justificaran el dolor o la “disfuncionalidad” (subrayó este concepto).
      En aquel día (que siempre recuerdo como “mi segundo nacimiento”) también me explicaron que era un mal crónico (entonces ni le preste atención pero ahora… Como entiendo lo que esa palabra significa y sobre todo al hablar de dolor y limitación!!) y me recetaron como mejor medicamento, abandonar el sofá y a MOVERSE. Y sin esperar un momento así hice.
      Y MEJORÉ….Pero….seguía estando ahí, EL DOLOR. Y no estaba dispuesto a librarse de mi y como creo que decía en otra entrada Patricia también fueron apareciendo otros males y otras dificultades, A PESAR DE MOVERME y de luchar por volver a ser la misma.
      Y también de vez en cuando tomaba alguna pastilla ta (rechacé en aquellos tiempos tratamientos más fuertes que me ofrecieron y que posteriormente me negaron) y a veces, para poder ir al gimnasio, me tomaba un paracetamol (y también como Cristina relata con muchas dudas y “comidas de coco” que tampoco eran fruto de mi imaginación porque ni me quitaban el dolor completamente y daban paso a efectos secundarios que no hacían sino complicarme aún más la vida)
      Y un buen día supe de esta forma e entender el dolor y me interesé por ella y….me pareció interesante y hasta revolucionaria (lo que aún me hacía que me gustará más) …pero no conseguí entrar a formar parte del primer grupo, del que ha podido convencer a su cerebro de lo equivocado que está y pertenezco al segundo grupo, al que a pesar de haber tratado de seguir haciendo las cosas “como sino pasara nada” lo que pasa es que el dolor no me abandona y las limitaciones que me impone también cada vez son mayores y todo ello acompañado de los efectos colaterales que todo ello han supuesto en mi relación con el entorno incluído en el pareja, familia, amigos y trabajo.
      Y ahora me siento más que nunca en “tierra de nadie” y es por ello por lo que continuo y sigo participando en este blog y agradezco mucho esta oportunidad que Cristina con su Testimonio puso en marcha y que con la colaboración de Sol, Mar, Patricia, Rafa Torres, …y hasta Arturo😉 nos daís y nos damos para conseguir entender el porqué de este misterioso mal llamado “dolor sin daño relevante” o “daño no revelado”.
      Gracias y seguiremos …..hasta conseguir entenderlo y revelarlo.

    9. Gracias por tus palabras, Sol.

      En la facultad nos repitieron hasta la saciedad que la psicología es la ciencia que estudia el comportamiento humano en interacción con su entorno. A Arturo le debo la reconciliación con el entorno interno/biológico. A su vez, como psicólogas nos toca lo que tiene que ver con la persona.

      Estoy deseando leer lo que tengas que contarnos sobre los pensamientos.

      Un abrazo

    10. Gracias por tus palabras, Marite.

      No es difícil describir el proceso porque suele ser bastante similar y lo he escuchado una y otra vez de personas con procesos de dolor sin daño.

      Espero que las reflexiones que vamos haciendo entre profesionales y pacientes puedan contribuir a que puedas darle la vuelta a tu situación.

      Un abrazo

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