La realidad externa e interna contiene todo tipo de señales con una capacidad informativa variable. Nuestro instinto de supervivencia física y social intenta captar aquellas que permiten anticipar sucesos y estados relevantes y despreciar el ruido, lo que no aporta nada, lo que no avisa.
La atribución de relevancia es una función compleja. Aprendemos a separar el grano de la paja, el ruido de la señal, a base de experiencia, de errores y aciertos propios y ajenos y, para bien y para mal, de la instrucción de los expertos.
Pensamos que la instrucción experta es fiable y que su información nos permite atribuir con fiabilidad relevancia a todo tipo de variables. En algunos casos es así pero no en todos. En concreto, en el tema del dolor, sucede más bien lo contrario: los expertos de todo tipo facilitan una instrucción que puebla el cerebro de falsa relevancia. Los circuitos defensivos están inoculados de señales que atribuyen erróneamente relevancia y activan directamente los programas defensivos correspondientes, es decir, dolor, fatiga, insomnio, nauseas, intolerancia sensorial, inactividad o cualquier otra percepción aversiva.
La función de atribuir relevancia es especialmente sensible en las transiciones, los cambios de escenario, sean hormonales, meteorológicos, laborales o sociales. El cambio genera un estado atencional sensible que persiste hasta que se toma la medida al nuevo escenario. Los expertos atribuyen excesiva relevancia negativa al cambio aunque este sea a mejorajor (finde respecto a día laboral en la migraña, por ejemplo).
Los sucesos aversivos, físicos o emocionales, generan también la incertidumbre de su resolución, la posibilidad de la secuela, la recuperación defectuosa.
La proyección a la conciencia de los programas defensivos, es decir, los “síntomas” son evaluados como confirmación del acierto en la atribución de relevancia y la falsa señal queda catalogada como relevante.
El viento sur, el queso, el ejercicio, el dormir bien o mal, “los cambios”, cualquier variable cotidiana inofensiva cotidiana, queda tocada por el peso de la relevancia, de la condición predictiva.
– Cuando sale viento sur me duele la cabeza.
El cerebro atribuye relevancia aversiva sobre la cabeza al viento sur y activa los programas defensivos del dolor, el lavado gástrico y la intolerancia sensorial para proteger la cabeza. Así de absurdo.
Lo peor es atribuir relevancia a una condición constitucional, genética, cuando no la tiene.
– Es usted migrañosa. Sus genes contienen la condición enfermiza de la migraña. Acéptelo.
El cerebro acepta esa relevancia y sensibiliza la función de atribución a cualquier variable, especialmente a aquellas que la cultura señala como relevantes.
“Vivimos por encima de nuestras probabilidades”, dijo Eduardo Fondevila, un fisioterapeuta amigo, experto en falacias lógicas y muchas otras cuestiones.
El cerebro debe gestionar lo posible, debe contenerlo con el temple de la probabilidad. En cada momento hay muchos, infinitos sucesos posibles pero pocos probables. El cerebro debe ahorrar esfuerzos inútiles, limitar los encendidos a lo probable, a lo sensato.
Los síndromes de sensibilización central expresan el error circular de atribuir relevancia a sucesos y estados, pasados, presentes y futuros, desde la posibilidad improbable, desde la atribución de verificación a los síntomas.
– Tengo síntomas, luego estoy enferma.
Los síntomas sólo certifican el encendido de los programas defensivos. La enfermedad debe detectarse con la exploración, los análisis, las imágenes y las biopsias.
De la falsa atribución vienen las tribulaciones del sufrimiento y la invalidez.
Vivir en la posibilidad por encima de la probabilidad es terrible.
Volver a la probabilidad razonable no es fácil.
El cerebro prefiere eliminar la incertidumbre con el error menos costoso. Prefiere la hipótesis de enfermedad posible y se encierra en el bucle de la confirmación engañosa de los síntomas.
Habría que ayudar al cerebro a gestionar la atribución. Los expertos debieran ser conscientes de la importancia de sus mensajes.
Atribuir, contribuir, retribuir…
Ustedes mismos
Cada nueva entrada relatas una forma diferente de ver la cuestión, pero siempre son enriquecedoras. Son dosis de racionalidad y sensatez que nos despiertan de tantos errores aprendidos por doquier….Gracias, Arturo.!!!!
Hoy a la tarde viene una paciente que tiene un aumento de relevancia a días alternos. Dice “Hoy tengo poco dolor, mañana tendré más”.
Manolo: es el objetivo del blog: ilustrar para conseguir aumentar la probabilidad de lo razonable. Gracias por tus palabras
osteopatía archanco: el cerebro trata de anticipar buscando patrones, regularidades. Un patrón frecuente es el temporal: una vez cada x tiempo.
En una ocasión leí en una de las entradas de Arturo que “el cerebro es un ser a escolarizar”. Con ello no se atribuía solamente a la vertiente del genoma que fuera una cosa que haya que aceptar: “lo siento, es un ser migrañoso y debe aceptar su canon; nada de excitación, tener una vida ordenada, ojo a su alimentación, ser disciplinado con los fármacos atribuidos”.., en definitiva, aceptar la condición.
Bien, esto me resisto a aceptarlo y conformarme con ello. Estoy más por la labor de aprender y que nuestro cerebro, el de los padecientes, debe ser moldeado por el entendimiento, de los nuevos conceptos de formulación de la neurociencia. Culturizarse en estos campos amplia la percepción de ser un ser no condicionado a una realidad inamovible y de ser un mero espectador de tus “duelos migrañosos”.
Se que parece algo simple esta conclusión, pero no se trata de concluir nada, sino de construir mucho: seguir y no claudicar, teniendo un nuevo paradigma que asuma el ángulo de la cultura en este campo. Aún así – en mi mismo lo veo- , la tarea no es fácil. Te levantas, pero… hoy tienes “el día” y no otro…Y, sí, te planteas: hoy me toca resistir y persistir, no ceder. No hay daño… si dolor, pero, ¡adelante!, soy un ser migrañoso, un padeciente de esta locura cerebral. Bueno… y que?.
Hoy intentaré “que mi instinto de supervivencia física y social capte sensaciones que me permitan no anticipar sucesos y estados relevantes, despreciando el ruido, lo que no aporta nada, lo que no avisa”. Será mi percepción propia como una herramienta más para combatir el desaguisado que, una vez más me espera…. eso sí, más liviano.
Psdtª. Gracias por tus entradas y reflexiones Arturo. Te sigo incondicionalmente.
Francisco: así es: no siempre es fácil. La comprensión y aceptación del planteamiento no garantiza ningún resultado. No podemos dar instrucciones a nuestro cerebro para que quite y ponga programas. Sólo disponemos de la consciencia: el conocimiento, la imaginación, la voluntad, el foco atencional. A veces los rituales cerebrales nos ganan. Yo sigo teniendo lumbago prácticamente a diario, pero se desvanece con la misma facilidad con la que aparece. Alguna vez me gana y cobra más intensidad pero nunca me ha apartado de la actividad programada por mí.
Espero y deseo que el equilibrio acabe inclinándose del lado racional.
Suerte.
Estoy muy de acuerdo con Manolo.Cada entrada me sirve para afianzarme en tus propuestas.Soy seguidora de tu blog desde hace unos cinco años.Desesperada con mis migrañas tuve la gran suerte de encontrarte en internet y desde el primer minuto senti el efecto !aja ! y deje toda la medicacion.Desde entonces me cambio la vida.No digo que haya sido facil.He tenido algunas recaidas y lo he pasado mal pero siempre he encontrado la fuerza para seguir tus indicaciones y nunca he vuelto a medicarme. Hace mucho tiempo que no escribo en el blog,pero sigo con regularidad todas tus entradas y me alegra mucho saber los avances con tus pacientes.Muchas gracias por seguir al pie del cañon.Un abrazo.
MS: gracias por tu testimonio a favor de la insistencia-resistencia en mantener una posición coherente aun cuando vengan mal dadas. Creo que es importante a medio y largo plazo aunque la urgencia de librarnos del infierno migrañoso nos ínvite a modificar las estrategias. Un abrazo