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Dolor: plasticidad y aprendizaje

La plasticidad está de moda. El cerebro es un órgano plástico. Admite retoques, estimulaciones, inhibiciones, refuerzos. Para ello podemos utilizar psicoterapias y “neuromoduladores”, fármacos que modifican los niveles de serotonina, dopamina, noradrenalina o bajan los ímpetus excitatorios de los circuitos.

El futuro nos permitirá activar o inhibir a demanda áreas cerebrales aplicando campos electromagnéticos. Bastará con identificar dónde está cada función, para impulsarla si anda floja o inhibirla si se excede. Los microchips introducirán circuitos que nos acercarán a los objetivos marcados manipulándolos debidamente.

Todo podrá ser contenido o animado.

La plasticidad neuronal ha abierto el melón del intervencionismo desde todos los ángulos imaginables y en todos los ámbitos de la vida del sapiens (m.n.t.). Cualquier intervención encontrará un cerebro plástico que admitirá el retoque.

La neuroplasticidad es jauja, futuro.

El dolor no podía escapar a la moda neuroplástica pero, en este caso, para justificar su cronificación. Cualquier evento físico o emocional adverso puede dejar huella indeleble en los circuitos plásticos neuronales. El camino andado en un evento lesional queda marcado para siempre por culpa de la maldita plasticidad. El bombardeo de señal de daño en el asta posterior de la médula deja abierto un camino sináptico facilitado, amplificado y distorsionado, que convierte todo estímulo banal en cualquier espacio-tiempo corporal en “estímulo doloroso”.

Hay individuos  con plasticidad negativa: los circuitos se trastocan y quedan crónicamente desquiciados ante cualquier adversidad.

Otros nacen con plasticidad creativa, positiva: crecen y crecen sus recursos de afrontamiento. Los genes determinan el modo plástico de cada cual.

Una vez establecidos los caminos distorsionados del dolor sólo podemos tratar de minimizar (aliviar) sus consecuencias.

Eso dicen…

…………………………..

Realmente la plasticidad es el sustrato físico del aprendizaje. Las neuronas son células que detectan variables, retienen datos, informan a la red y ésta va construyendo una hipótesis de la interacción del organismo con el entorno físico y social en base a una evaluación continua probabilística de coste-beneficio-perjuicio (físico y social).

Nacemos con mucho aprendido evolutivamente. No podríamos sobrevivir con una plasticidad libre, dependiente de la dirección en la que sople el viento de cada día. No nos construimos un yo plástico, veleidoso, evanescente. La red va cuajando una estructura estable que permite un cierto grado de variación plástica adaptativa pero exige la restricción del respeto a lo consolidado.

La plasticidad da facilidades al aprendizaje emocional, al miedo. Los caminos se cronifican con facilidad si es el miedo y la incertidumbre lo que domina.

La plasticidad del cerebro humano está adaptada al aprendizaje individual pero no puede eludir la dinámica de la imitación y la prolongada dependencia de los instructores. Tampoco puede eludir su querencia a la socialización, a la pertenencia al grupo.

Decir que el dolor es crónico porque la plasticidad ha marcado su destino es decir que el cerebro ha aprendido a hacerlo de ese modo.

El mundo de la plasticidad contiene el mundo de las creencias y expectativas, el de la dependencia cultural, el de las conductas señaladas y reforzadas.

El dolor crónico no se comprende sin considerar el aprendizaje.

Hay una verdadera crisis de salud: el dolor. La plasticidad neuronal está al servicio de un aprendizaje facilitado para que todo acabe doliendo.

Se siguen prometiendo fármacos, neuroestimulaciones, dietas, masajes y demás remedios. Todos utilizarán la propiedad plástica para anidar en los circuitos y generar la apariencia de acción benéfica.

Tenga miedo a todo pero no tema: tendremos remedios a mano para todo.

El dolor se aprende… y puede desaprenderse pero no a demanda ni sin límites.

No hay garantías. Así son los aprendizajes

Recuerde: para bien o para mal, la conectividad neuronal es plástica


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5 comentarios en «Dolor: plasticidad y aprendizaje»

  1. Siento mucho no poder aceptar la enorme información que estamos recibiendo. En este artículo se cita la cronificación del dolor. Hace poco en los apuntes que nos repartieron el último día he leído que podemos llegar a hacernos la pregunta de si nuestro cerebro realmente es un sádico. Y es, en efecto, lo que parece si no es más que el cerebro el responsable de todo. Se habla del miedo al dolor, algo que yo no creo que haya tenido jamás.
    Si un mal que no has sufrido en tu vida llega a surgir súbitamente ¿no puede ser debido a una condición real nociva? Y si no desaparece ese componente biológico, podría llegar el daño (creo haber entendido que esa es la palabra idónea) a cronificarse. Por supuesto, los padecientes no somos masoquistas, no queremos para nada estar sojuzgados por ese malestar en ocasiones permanente que nos llega a invalidar en muchas tareas otrora simples y rutinarias. Perdón por mi escepticismo, mas no llego a ver nada con claridad. Lo desearía vehementemente, sin ningún tipo de dudas.

  2. Maritetxu: todo lo que se escribe en el blog y se explica en los cursos se refiere exclusivamente a situaciones de dolor sin daño, como es el caso de la migraña. El cerebro no tiene intencionalidad: se limita a procesar la información (experiencia propia, observación de experiencia ajena e instrucción experta) que dispone. No tiene sentido plantear el sadismo cerebral ni, mucho menos, el masoquismo del padeciente. El objetivo de la Pedagogía es difundir conceptos modernos de neurociencia referidos al dolor. Pensamos que la adquisición de ese conocimiento facilita un marco de afrontamiento que en muchos casos consigue una disminución notable del sufrimiento e invalidez. Lógicamente si el padeciente no acaba de aceptar los contenidos se dificulta el cambio deseado, lo cual no quiere indicar que lo culpabilizamos. Comprendo que el cambio de chip no es fácil y que si el curso no genera una mejoría resulte más complicado todo.

  3. Gracias Arturo. Ya sé que nadie pretende culpabilizarnos. Tal vez no haya sido muy indicado mi comentario. Sí, me tengo que centrar sólo en el tema de la migraña, y en estos momentos me resulta ardua tarea debido al resto del daño que estoy padeciendo. Por supuesto que intentaré cambiar el chip con respecto a los conocimientos que estamos adquiriendo sobre este mal, por muy difícil que resulte. Continúo leyendo todo, y, claro está, acudiendo al curso.

  4. http://electromiografia.blogspot.com.es/2014/12/dolor-por-sensibilizacion-central.html

    http://electromiografia.blogspot.com.es/2015/01/sobre-la-somatizacion.html

    Este médico, Jaume Valls Canals, coincide en muchos aspectos (aunque con matices) con las ideas expresadas en este blog, pero considero (respetuosamente) que va un “pasito por detrás” al no incidir con la fuerza necesaria en el concurso de la cultura.

    También usa mucho la palabra “somatización”, término que el Dr. Goicoechea no considera oportuno utilizar, pero supongo que se aplica a los síntomas físicos ocasionados por un conflicto emocional o psicológico.

    También habla de la ansiedad y en este sentido es cierto que en los manuales utilizados oficialmente, los dolores osteo-musculares, de cabeza etc etc sin explicación orgánica, forman parte de los síntomas de este trastorno.

    No se si la pedagogía se puede usar para la ansiedad generalizada. A pesar de que existe una activación exagerada de la alerta cerebral como ocurre con la fibromialgia, pero, históricamente se ha intentado resolver estos problemas o indagando en el pasado del paciente, o mediante técnicas conductistas, por no hablar de los psicofármacos.

    ¿Se puede considerar la ansiedad generalizada un síndrome de sensibilización central? Igualmente que estos últimos, el paciente tiene síntomas aunque no tenga motivos objetivos.

    ¿Las personas con una importante migraña, fibromialgia etc etc tienen ansiedad constante?

    Gracias.

  5. Santiago: comparto gran parte del contenido del primer artículo pero contiene el error fundamental de limitar la sensibilización central al asta posterior de la médula, aun cuando al final deja abierta la puerta a la génesis del dolor desde un cerebro en alerta. Efectivamente, no cita l instrucción experta ni la cultura. No me gusta el conecepto de somatización pues abre un cajón de sastre que permite “explicar” el origen del dolor cuando se da una circunstancia de estrés psicoemocional.

    Conocí y traté al Dr Valls, en el grupo de dolor neuropático de la Sociedad Española de Neurología. No conseguí interesarle en mis propuestas a pesar de que padecía migraña.

    Saludos

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