La inflamación es una respuesta defensiva neuroinmune que se despliega ante el daño necrótico consumado y cuyo objetivo es minimizarlo e iniciar su reparación. Es una respuesta regulada por el propio sistema neuroinmune y no se entiende bien la compulsión de los profesionales a bloquearla, dando por sentado que es algo que debe combatirse sistemáticamente.
En ocasiones la respuesta puede ser patológica, es decir, activarse sin necesidad o con exceso. Sólo en ese caso estaría justificado el uso de “antinflamatorios”. La activación injustificada se produce en la alergia y en enfermedades autoinmunes y el exceso en estados de shock endotóxico.
El sistema inmune evalúa el peligro de daño por agentes biológicos (gérmenes y células cancerosas) a través de la catalogación y detección de señales moleculares que los identifican (correcta o incorrectamente).
El sistema nervioso evalúa el peligro de daño por cualquier agente químicofísico, estado, escenario o circunstancia catalogado como informador de amenaza. Evidentemente la información e imitación pueden bastar.
Una vez evaluado el peligro por cualquiera de los dos sistemas, se activan conjuntamente para afrontarlo, intercambiando la información a través de mensajeros y receptores comunes.
La alerta nociceptiva neuronal implica la sensibilización de los nociceptores periféricos y la facilitación en la médula del tráfico de las señales que los nociceptores sensibilizados generen. No se liberan mediadores inflamatorios sino sensibilizadores de la red.
Todo el sistema nociceptivo se activa de modo integrado. No tiene sentido diferenciar estados de sensibilización central y periférica. Podemos hablar de sucesos iniciales en periferia o en el centro pero la respuesta siempre será global en todos los componentes periféricos y centrales del área objeto de la alerta.
En los estados de alerta nociceptiva neuronal encontraremos marcadores biológicos de ese estado. Las funciones neuronales son psicológicas pero se generan a través de mediadores químicos. La evaluación de amenaza es una función psicológica pero se acompaña, lógicamente, de un correlato de mediadores (CGRP, sustancia P, citoquinas…) necesarios para que se ejecute la disposición de alerta del organismo.
La alerta no es una “inflamación de bajo grado”. Los “síndromes de sensibilización central” no son inflamaciones crónicas de bajo grado sino estados evaluativos erróneos estabilizados, circulares, retroalimentados, sujetos al sesgo de confirmación.
El dolor no es sino un mediador perceptivo que trata de implicar al individuo en el estado de alerta. Como cualquier percepción, contiene necesariamente un correlato de mediadores químicos, necesarios para ejecutar el estado de alerta del individuo.
La investigación del dolor trata de dar con un marcador químico para ver la manera de neutralizarlo con fármacos. No existe tal marcador exclusivo. Tampoco existe un marcador químico de la visión, de la tristeza, del aburrimiento, del cansancio o de la simpatía.
La búsqueda de la molécula del dolor será siempre infructuosa. Si queremos eliminarlo lo haremos siempre neutralizando la evaluación de amenaza que lo precede.
El dolor es una opinión cerebral, dice Ramachandran. Una decisión, una acción con un objetivo defensivo. Podemos tratar de modificar esa opinión de muchos modos, con éxito variable, con engaño consciente o inconsciente pero si deja de doler es porque la decisión cerebral ha cambiado.
Ahora le toca el turno a la glía (astro y microglía), el componente celular “auxiliar” de las neuronas. Se ha visto que está activada, que los mediadores químicos que la mantienen dormida están bajos y que por tanto se autoespabila liberando mediadores “proinflamatorios”.
El dolor lumbar crónico es la consecuencia de un fallo en los mediadores que mantienen adormecida la glia. Es una gliopatía.
La fibromialgia puede ser una neuropatía de fibra fina para quienes se dedican a investigarla o una gliopatía para los que prefieren poner el acento en ella. Hay mediadores para todos.
La función más importante del sistema defensivo neuroinmune es la decisión, es decir, el proceso evaluativo que la alimenta.
– Tiene usted fibromialgia. Es una gliopatía. Tendremos nuevos fármacos
O bien:
– Tiene usted fibromialgia. Es el resultado de un error evaluativo. Podemos ayudar a su cerebro a corregirlo.
Buenos días,
Gracias a este blog, que descubrí hace ya unos cuantos meses, voy introduciéndome poco a poco en el apasionante mundo de la neurociencia. Quería agradecer la gran labor que llevas a cabo con este blog y con los cursos que impartes, ayudando a gente que ha perdido ya la esperanza. Espero que sigas aportándo luz a este confuso tema. Y a la gente, que tenga la mente abierta y que sea crítica con todo lo que se le ofrece como tratamiento.
Gracias por esta mina de oro de instrucción experta que tienes por blog.
Un saludo.
Existen personas (cada vez mas) que según el caso,uno o varios episodios de lumbalgia aguda (y si son inmovilizantes mas aún) son suficientes para desencadenar esta respuesta exagerada llamada dolor lumbar crónico complejo. El miedo visceral a que se vuelva a repetir un nuevo episodio hace que el sujeto desarrolle un comportamiento evitativo donde el dolor permanente no justificado, le recuerda sin descanso lo que le puede ocurrir si se agacha. Es como “curarse en enfermedad” y prefiere inconscientemente sufrir un auténtico infierno virtual a “arriesgarse” a tener una nueva lumbalgia.
El sufrimiento como anticipación del dolor es de las cosas peores que un ser humano puede experimentar, de eso no hay ninguna duda.
El cerebro está equivocado en sus predicciones y en las evaluaciones pero, ¿Será capaz el cerebro de convencerse a si mismo de que está errando cuando precisamente está convencido de que no lo está? ¿Como podremos (me refiero al Yo) intervenir de una manera efectiva pero sutil de tal manera que no se sienta mas amenazado y por lo tanto no se defienda incrementando mas aún los síntomas?. ¿El neocortex podrá convencer a la amígdala?
Hay personas que lo han conseguido, pero para los que no lo han hecho y presumiblemente nunca lo harán a pesar de todos los esfuerzos ¿Que les queda? ¿El suicidio?
Desconozco si se han utilizado el opio y la heroína en casos extremos precisamente por su acción sobre el sufrimiento por anticipación, ya que ha quedado demostrado la ineficacia de los fármacos aceptados sobre los trastornos generados por una disfunción evaluativa cerebral.
Entiendo la polémica que se pueda suscitar.
Muchas gracias por compartir