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Memorias

La red neuronal representa la realidad. Memoriza la interacción del organismo con el entorno para poder anticipar los sucesos y actuar en consecuencia. Hay una memoria de especie y una memoria individual. Disponemos de programas genéticos que contienen la huella de la interacción de nuestros antepasados y disponemos también de registros que recuerdan los sucesos de nuestra biografía singular.

El dolor aparece en la conciencia cuando se activa la memoria genética de la constatación de que la vida conlleva episodios de daño en los tejidos. El dolor no es sino la activación de los programas que guardan el recuerdo evolutivo de episodios acumulados y recordados de muerte celular violenta (necrosis).

Basta la exposición a uno de esos sucesos de daño (quemadura, desgarro, compresión, falta de oxígeno…) para que se active el programa al llegar la notificación correspondiente desde las neuronas que vigilan e informan (nociceptores).

El cerebro no es un órgano exclusivamente reactivo. No necesita la realidad para actuar. Predice, anticipa, construye hipótesis, teme, desearía, quisiera, preferiría… No soporta la incertidumbre y tiende a disolverla considerando la peor opción, rechazando la seta potencialmente venenosa, aunque sea un inofensivo champiñón.

Hay daños consumados como el infarto. Hay daños inminentes como la angina de pecho. Los dos generan dolor, el mismo dolor. En el infarto se ha consumado la tragedia de la muerte violenta de miocardio. Las señales de muerte son detectadas por los nociceptores y sus señales encienden el programa genético del dolor. En la angina la muerte (infarto) del miocardio sucederá si uno sigue caminando. Los nociceptores detectan el peligro y sus señales activan el mismo programa de dolor. Si el paciente se para, el dolor se va. Reaparece si se reanuda el esfuerzo.

En ocasiones el miocardio no corre peligro pero se ha activado un dolor intenso en el pecho. No hay infarto consumado ni peligro inminente pero se ha activado el programa de dolor y el individuo teme lo peor. Es como si… Falsa alarma. El dolor es fruto de la imaginación alarmista del cerebro.

Los síntomas no certifican mas que la activación de los programas que la memoria evolutiva de la especie y la individual han elaborado. Hay motivos fundados (evolutivos) para activarlos y hay otros (biográficos, aprendidos) de discutible e incierta justificación.

No es malo que el cerebro individual se equivoque. Está aprendiendo. Lo malo es que no detecte los errores sino que suceda lo contrario: se empecine en el error (sesgo de confirmación).

El cerebro actúa por memorias: de especie, de individuo y del colectivo en el que aprende. No todos los contenidos de la memoria son fiables.

– ¿Por qué me duele?

– Es un problema de la memoria. Su cerebro recuerda, es decir, predice, con temor

– ¿No podemos borrar las malas memorias?

– No. Todas sirven y en el cerebro no se tira nada. Sí podríamos cambiar los significados, la relevancia de cada momento. Podríamos tratar de reconquistar la convicción de que la cabeza es un lugar seguro y que es un error activar la alarma cuando uno come queso curado o sale viento Sur.

– No lo veo tan fácil. A MI el viento Sur y el queso curado me sientan fatal.

– Ya le digo es un problema de la memoria. No es una cuestión físico-química. Memorias, registros, temores… Quite el miedo a sus registros. Eso es todo

¿Por qué resulta tan complicado aceptar algo tan sencillo como la memoria predictiva?

¿Por qué resulta tan sencillo aceptar algo tan complicado como el supuesto perjuicio del viento Sur?

– YO sólo sé que el viento Sur…


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6 comentarios en «Memorias»

  1. Arturo: En este artículo logras, precisión, concreción, síntesis, teoría, pedagogía, claridad. Es excelente. Y además, cierto lo que expones y sostienes. Muchas felicidades.

  2. A raíz de este artículo necesito que me desmonte una duda que me ha surgido, ¿no puede ser que la migraña forme parte de la memoria de especie, es decir, que esté contenida en los programas genéticos que contienen la huella de la interacción de nuestros antepasados?

  3. Laura: no creo que exista ningún programa genético que exprese una proteína específica para activar el dolor sólo en la cabeza. No hay evidencia de que exista ninguna particularidad en los nociceptores intracraneales, sino más bien lo contrario. En mi opinion, la genética humana ha seleccionado una conectividad abierta a la interacción con el entorno y ese entorno, en nuestro caso, contiene cultura, conocimiento acumulado a lo largo de la evolución. Esa cultura se transmite activa y pasivamente y es la responsables de la migraña. Esa es mi hipótesis de investigación. Hasta ahora no hay nada que la contradiga y los resultados con la pedagogía confirman la hipótesis.

  4. Estoy de acuerdo. Entonces, cómo modificar o agregar información adicional a esa memroria de manera que tenga más de una opción de respuesta.

  5. Maria de los Angeles: modificar las convicciones y conductas que cree y propone el cerebro implica lo mismo que cuando tratamos de hacerlo en otros ámbitos. Identificamos las convicciones erróneas, las sustituimos por otras más adecuadas, más acordes con lo que realmente está pasando, y adaptamos nuestra conducta a estas nuevas creencias.

  6. ME GUSTO MUCHO EL ARTICULO,SE EXPLICA CON CLARIDAD LAS DIFERENTES RESPUESTAS QUE TIENE EL CEREBRO ANTE SITUACIONES VARIAS PERO EN ESPECIAL AL DOLOR,COMO ACTÚA,RESPONDE Y DEFINE NUESTRO CEREBRO LOS DIFERENTES MECANISMOS DE PROTECCIÓN CON QUE CONTAMOS.

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