El trigémino es un nervio muy especial. Se encarga de recoger datos sensoriales de la cara y del interior del cráneo. En sus terminales la membrana está sembrada de receptores para estímulos nocivos e inofensivos. Esos receptores son iguales que los del resto de los nervios… pero no lo parece.
Dicen los expertos que el dolor migrañoso procede de unas terminales del trigémino que se comportan de un modo hipersensible. Generan señales de daño aun cuando no haya ninguna amenaza. Cualquier variable, interna o externa que suceda en su campo de vigilancia, genera señales (falsas) de daño. Nada amenazante sucede pero las terminales trigeminales confunden a toda la red de alerta disparando un chorro creciente de avisos de peligro.
Aun más sorprendente: en muchos casos sólo lo hacen en un lado de la cabeza.
El trigémino se lleva en la sangre, en los genes. Eso dicen. Hay familias castigadas con esa maldita condición: la bisabuela, la abuela, la madre, la niña… Todas han padecido y padecen ataques de migraña.
Un receptor es una proteína. Habitualmente los receptores de nocividad (nociceptores) sólo generan señal si hay un agente o estado nocivo, destructivo. Parece que los receptores del trigémino migrañoso son proteínas especiales, que convierten los estímulos inofensivos en estímulos aparentemente nocivos… para una mitad de la cabeza. Hay más de doscientos desencadenantes capaces, al parecer, de disparar falsas señales de daño en las terminales del trigémino. El genoma migrañoso contiene una receta de receptor trigeminal que convierte lo trivial en amenazante.
No hay nadie que haya descubierto ese receptor tan singular. Por lo que se ha investigado, los receptores del daño son iguales a lo largo de todo el forro meníngeo que cubre cerebro y médula espinal. No hay receptores específicos “para la migraña”.
Los expertos sostienen que la condición migrañosa surge de esos supuestos receptores sensiblones trigeminales que nadie ha encontrado. Lo defienden porque “el cerebro no duele”, ya se sabe, y si duele la cabeza el dolor hay que localizarlo en “lo que sí duele”, por ejemplo, las terminales necesariamente sensibilizadas del trigémino.
A la hora de buscar soluciones, habría que dar con un antídoto específico para esas terminales. Se dice que los triptanes son esos antídotos, especialmente diseñados para apagar el fuego trigeminal y ningún otro. Eso se dice pero lo investigado dice lo contrario: que no hay nada específico en los receptores por lo que los triptanes debieran ser eficaces en cualquier asunto doloroso de cualquier zona… o no serlo en ninguna.
El caso es que el viento Sur, el dormir más o menos de lo justo, el chocolate, el estrés, los cambios de cualquier rutina… disparan señales de esos receptores trigeminales hipersensibles que nadie ha encontrado. ¿Qué proteína es esa que hace la faena a quien la tiene en las membranas trigeminales?
¿A través de qué mecanismo se sensibiliza y desencadena la tormenta migrañosa?
Los expertos no se hacen preguntas. La migraña es genética porque abundan los casos familiares. Esa genética tiene que actuar sobre las terminales del trigémino porque “el cerebro no duele” y todo lo que duele en la cabeza corresponde a los “receptores de dolor” del trigémino. Los triptanes son específicos para el dolor migrañoso. ¿Por qué? ¡Qué preguntas!…
No acabo de comprender la teoría trigeminal. Creo que no explica nada. Tampoco me creo lo del determinismo genético. Hay más factores que explican la incidencia familiar. Por ejemplo, la cultura, la imitación, el aprendizaje.
Genes sí, a través de tendencias generales de procesamiento, pero no sólo genes. También entorno, biografía, significados, aprendizaje, información.
El trigémino es un nervio normal, como otro cualquiera. Le ha caído un San Benito injustificado.
El trigémino es inocente.
Una pregunta Dr Arturo y cuando una persona que no ha padecido anteriormente de migraña en su infancia pero de repente la desencadena por factores ambientales como por una intoxicación por tabaco, alcohol u otro tóxico, ¿Qué ocurre ahí?.
Antonio: la migraña no tiene edad de inicio. Un desencadenante puede ser cualquier variable que el cerebro cataloga como señal de amenaza. Uno puede empezar a fumar a edades muy variables. Las decisiones cerebrales están individualizadas. No se trata de una acción patológica de un factor ambiental que modifica los circuitos sino de una evaluación que sigue a cualquier situación.
Correlación no es igual a causalidad. El que algo (la migraña) siga a un factor (ambiental) no quiere decir que esté causado por él.
Es decir que en realidad no se ha producido ninguna patología, ningún cambio sustancial en el cerebro, sino que la evaluación que hace éste es errónea. Entonces me imagino que hemos de corregir esas malas evaluaciones de forma pedagógica tratando de reeducar nuestro cerebro desde nuestro Yo. En este sentido entonces no hay una causa sino una evaluación ¿que se repite con cada estímulo?. Disculpe si no lo he entendido bien. Gracias Doctor.
Antonio: creo que has captado la idea. Un perro puede salivar con el sonido de la campana (reflejo condicionado) siempre que le hayan repetido la secuencia de inmediatamente después presentarle la comida. Si deja de aparecer esta, la campana deja de desencadenar la segregación de saliva. El dolor es la condición que mantiene vivo el reflejo del desencadenante. A través del cambio de creencias y expectativas podemos conseguir que desaparezca, con lo que el desencadenante pierde su virtud.
Tengo que aprender y desaprender a la misma vez. Aún estoy en proceso de asimilación de lo que estoy aprendiendo. Llevo dos meses con síntomas y dolor diario, no me queda otra que asimilar los conceptos, aunque el camino no sea fácil. Gracias de nuevo Doctor Goicoechea.
Padezco de migrana desde hace mucho tiempo, he pasado por diversos neurologos y ninguno tiene el tratamiento perfecto. He tomado 6 diferentes tipos de triptanes, fiorinal, fioricet, aspirina etc… cada dia es peor el dolor. Los estudios Mri, scannes me dan negativos. No se que mas puedo hacer
Gracias mil
Maria: creo que la propuesta de este blog es una alternativa. Hasta ahora has afrontado el problema desde uan perspectiva farmacológica. Aquí ofrecemos un marco radicalmente distinto: el pedagógico: comprender el proceso y afrontarlo activamente desde el nuevo conocimiento.
Saludos