El dolor brota de donde duele, diría Perogrullo pero, por esta vez, Perogrullo estaría equivocado, no a veces, sino siempre.
El dolor siempre brota del cerebro, de la activación sincronizada de diversas áreas cerebrales. Cuando lo hace podemos estar seguros de que esas áreas han valorado la probabilidad y el temor de una amenaza a la integridad física de una zona del organismo, en un determinado momento y circunstancia, guiándose de la existencia de señales a las que se concede la virtud de anunciar peligro.
Las señales pueden provenir de una amenaza consumada en forma de destrucción violenta de tejidos (señales de daño o “nociceptivas”) o de la presencia de un estado o agente físico-químico capaz de matar tejidos de modo inmediato si no es evitado. En ambos casos el dolor informa debidamente al individuo del estado de alarma y le obliga a colaborar en la proteccion de la zona dañada o amenazada.
Las señales son sólo eso, señales. Los tejidos no duelen. Se limitan a generar señales cuando son dañados. Son señales de daño consumado. Las neuronas que vigilan ese daño potencial las detectan e informan al cerebro sobre la consumación de muerte celular. No son señales de dolor sino de daño celular. En inglés: Damage Associated Molecular Pattern (DAMP). En español: Patrones Moleculares Asociados a Daño (PMAD). También se puede utilizar Danger en vez de Damage en la D de DAMP: en este caso en español sería Patrones Moleculares Asociados a Peligro. Globalmente esas señales moleculares se denominan alarminas, es decir: señales de alarma, en este caso justificada. Están muriendo células de modo violento.
En ocasiones el agente o estado físico capaz de generar daño está ahí y si no se evita acabará generando daño celular. Si el agente patógeno (generador potencial de daño) es un germen con señales moleculares (moléculas de su cápsula, por ejemplo) catalogadas en el sistema inmune, las células vigilantes las detectan y activan las respuestas defensivas. Esas señales moleculares no provienen de tejidos ya dañados. No son alarminas (DAMP) pues estas proceden de células ya dañadas, sino patrones moleculares de gérmenes nocivos: en inglés: Pathogen Associated Molecular Pattern. En español: Patrones Moleculares Asociados a Patógenos. Si no se actúa el agente patógeno consumará el daño.
Un agente patógeno (generador potencial de daño) puede ser biológico (bacterias, virus, hongos, parásitos, las propias células del organismo) o no biológico: una temperatura extrema, energía mecánica que comprime o desgarra, ácidos… Las células vigilantes del sistema inmune vigilan señales moleculares que identifican a los gérmenes catalogados como patógenos. Las neuronas vigilantes de daño (nociceptores) detectan los estados físicos peligrosos, patógenos potenciales, es decir: temperaturas extremas, energía mecánica, ácidos… Podríamos considerar Patrones Físico-Químicos Asociados a Daño Potencial (PFQADP). Sería el equivalente a los gérmenes patógenos (PAMP) en el sistema inmune.
No todas las señales catalogadas como significativas, informativas, lo son realmente. Hay agentes biológicos como el polen que son inofensivos. Sin embargo el sistema inmune puede catalogar alguna de sus moléculas como señal de peligro y activar la alarma defensiva cuando la detecta. Evidentemente se trata de un error. El patrón molecular asociado al polen no es un patrón molecular asociado a un agente patógeno sino a uno inofensivo.
Con las neuronas sucede lo mismo: cualquier estado físico-químico, interno o externo, puede estar catalogado como señal significativa, informativa de daño potencial y activar la alarma, aun cuando ese estado sea inofensivo. Estamos también ante un error. Igual que en el sistema inmune. El patrón de señales físico-químicas no está asociado a daño potencial inmediato sino a un estado absolutamente inofensivo, tal como sucede con el polen.
El sistema inmune cataloga moléculas señal biológicas. El sistema nervioso, cualquier señal físicoquímica a la que conceda capacidad predictiva. El lenguaje facilita la provisión de señales, con más o menos fiabilidad de la fuente.
La palabra clave en todo este lío de señales es: relevancia. ¿Son las moléculas y los estímulos físicoquímicos relevantes? ¿Generan información sobre daño potencial? ¿Es la relevancia que se les atribuye, adecuada?
El miedo al daño celular es un estado emocional somático. Como todos los miedos, es peligroso. Tiende a la falsa alarma. No sucede nada si los centros evaluativos de las señales se equivocan pero aprenden del ensayo error, si minimizan la incertidumbre a base de buena información y buen procesamiento de señales y memorias. El problema surge del empecinamiento en el error, en el sesgo de confirmación y en todo tipo de falacias argumentales que modulan el procesamiento cognitivo.
El dolor emerge cuando los centros evaluativos, los sistemas de memoria predictiva, atribuyen relevancia de daño a las señales de cada momento, lugar y circunstancia.
El cerebro no espera a que se dañen los tejidos para proyectar dolor. Basta con que se encienda anticipadamente la expectativa de daño. Igual que en el sistema inmune: si el aire contiene moléculas de polen es un aire peligroso… para los centros que atribuyen relevancia a unas moléculas y la niegan a otras.
¿Qué podemos hacer cuando el cerebro de las relevancias proyecta dolor porque considera que el individuo es un agente patógeno, generador potencial de daño, con sus acciones, su movimiento, con lo que come, lo que duerme, lo que respira, lo que piensa, lo que le emociona…?
¿Cómo podemos modificar ese estado evaluativo?
La migraña, la fibromialgia, son enfermedades misteriosas. No conocemos el origen ni la solución.
El cerebro humano es sensible a las señales informativas, especialmente a las que pertenecen a la cultura en la que está siendo criado. Atribuirá relevancia a lo que esa cultura señale como relevante.
La migraña y la fibromialgia son estados de relevancia errónea generados desde un cerebro equivocado que no identifica ni modifica el error. El organismo, como el aire con polen, es razonablemente sano. Sólo falta creérselo.
El objetivo del cerebro es conseguir información para preservar la integridad física y social del organismo. El dolor brota de esa información: la de los PAMP, DAMP y cualquier otro patrón informativo que cuele.
¿Qué hacemos con la cultura del dolor? Patrones Informativos Asociados a Patogenicidad (PIAP).
Usted mismo
Los padecientes de síndrome de sensibilización tenemos la tendencia exagerada a complicarlo todo, tenemos una forma de pensar obsesiva y enmarañada.
Vivimos atemorizados permanentemente, los recuerdos de episodios de dolor agudo los tenemos muy presentes, las emociones asociadas con esos episodios las sentimos muy vívidas, la mera posibilidad de volver a pasar por el mismo trance, nos aterroriza, de ahí la puesta en marcha de los comportamientos evitativos (como si sirviera para algo).
Estamos repletos de confusión, el cerebro aborrece la confusión, necesita seguridad, un paradigma seguro aunque sea irracional ( esta es la causa del frecuente infradesarrollo de la capacidad de pensamiento crítico y autónomo, de esa manera tenemos la posibilidad de calmar al cerebro adoptanto ideologías y religiones sin necesidad de reflexionar).
El dogma cognitivo-conductual asevera con razón que “lo que hay que hacer es evitar la evitación”, pero esto que es imprescinible hacer, en nosotros los “sapiens” claramente es insuficiente. ¿Y el signifado? ¿ Que hacemos con el significado que le damos a lo que nos está pasando ? ¿Y el cerebro? ¿Y sus razones? ¿Querrá el cambiar su situación de seguridad irracional? ¿Cómo podremos promover un cambio sin que se sienta agredido ni obligado, sino que se preste de buen modo a colaborar?
Seguramente mis multiples intentos de afrontamiento para solucionar mi miedo al movimiento han sido infructuosos porque no se ha tenido en cuenta (ni por parte de los profesionales, ni por mi mismo) al cerebro, me da la impresión de que el está comodísimo en este status quo.
Dr Arturo, Sergio, también creo sobre el status quo del cerebro. Pero será todo cultura? ¿Porque unos si y otros no en la misma cultura, en la misma familia, el mismo entorno?
Al filo del cuchillo, el dilema es que si es cultura, es emocional. y lo biológico ?, acaso un cerebro errado ya es un daño? . Por donde va la genética?
La paradoja y el dilema de dolor sin daño y dolor con daño. Primera distinción esclarecedora, pero me parece que lo que sigue en la investigación esta en ciernes.
El efecto en los padecientes es que solo depende de nosotros revertir la situación y liberarnos. La terapia conductual y la fisioterapia, mas la pedagogia del dolor son tratamientos acertados. Creo que esto ya es una certeza, pero…
Preguntas sin respuestas menos mal en indagación del misterio
Abrazos
Dr Arturo me parece que hay que aceptar que la fm es una enfermedad con dolor sin daño. Sobre esa aceptación seguir con todo lo muy bueno que usted nos va participando e investigando. Yo veo todo esto como un proceso en evolución de la investigacion cientifica que vive momentos, etapas. Mi postura como enferma es que la fm si es una enfermedad. Eso no deja de lado, al contrario me parece excelente todo aquello que significa desentrañar lo que es dolor sin daño, que es una patología y las alternativas de tratamiento que exitosamente ustedes lo van haciendo y nos beneficia
Abrazos
Patricia:
Yo como especializado reincidente en hacerme preguntas, puedo decirte que muchas de ellas son irresolubles e irrelevantes para la solución del problema.
Lo importante que creo que hay que saber es que los padecientes tenemos una forma de pensar y sentir erróneas, fruto de como nosotros hemos metabolizado toda la información que hemos recibido del entorno y de los aportes de nuestra propia cosecha.
El participar del paradigma cultural, aunque este sea equivocado, nos da sensación de seguridad, de ahí las enormes resistencias que ponemos a la hora de cuestionarlo en profundidad (por eso sigo insistiendo en que esa es la razón del porqué del frecuente infradesarrollo de la capacidad de reflexión crítica).
Esta resistencia tan grande a la individuación, tiene sus razones, si se cuestiona demasiado a fondo la cultura, podrá aparecer soledad y angustia existencial, crisis de identidad y de sentido, pero por otro lado una sociedad de no cuestionadores, es una sociedad manipulable de la que se puede abusar sin dificultad (como la nuestra).
En cuanto al cerebro, si este se siente seguro, porque sus evaluaciones aunque erróneas, le parecen lógicas y verosímiles, permanecerá irremediablemente en su status quo a menos que se logre cambiar su paradigma por otro basado en la racionalidad, de ahí la insistencia de D. Arturo en la pedagogía.
Esto no puede conseguirse a la fuerza, obligatoriamente el cerebro tiene que creerse el nuevo modelo para adoptarlo.
Me da la impresión los padecientes tenemos que ir en la tendencia de poco a poco abandonar el permanente complicarlo todo con nuestro bucle mental y cortar la espiral de pensamientos que va directa al ombligo.
También y mediante la toma de conciencia, hacernos responsables (no sentirnos culpables) de lo que nos pasa y no echar balones fuera (“usted mismo” dice D.Arturo).
Creo imprescindible decidirse a actuar, pero tal como se dice en la Bhagavad Gita, sin pensar en los frutos de la acción, sin tener demasiado en cuenta los resultados, estos se podrán o no dar, pero si ponemos lo mejor de nosotros, ¿Que más podremos hacer?
Patricia y Sergio: os agradezco el diálogo que habéis abierto entre los dos. Suscribo la extensa y honesta reflexión de Sergio. No comparto esa necesidad de definir la fibromialgia como una enfermedad. No hay enfermedad. hay errores evaluativos: el fundamental: el de considerar, precisamente, que los síntomas derivan de una enfermedad misteriosa. La genética influye siempre. No somos una tabla rasa, tenemos programas genéticos pero esa genética nos condena a aprender influidos por la cultura. Pienso que no hay nada pendiente de descubrir o investigar. Las reglas del juego cerebral-individuo consciente son esas. Empeñarse enmascarar ese proceso bajo la dialéctica de salud-enfermedad-diagnóstico-tratamiento es, a mi modo de ver, un error que cierra la salida del problema.
Solamente comentarle a Patricia, que muchas veces la necesidad de atribuirle el estatus de enfermedad a nuestro sufrimiento, surge porque durante demasiado tiempo hemos padecido la incomprensión de nuestro entorno inmediato, y de esa manera intentamos darle entidad a lo que nos pasa y así defendernos de las acusaciones de que exageramos o de que no es para tanto. Tambien la vivencia de tanto sufrimiento nos obliga a buscar una explicación que nos parezca lógica.
La fibromialgia no es una enfermedad, no solo por lo que comenta D. Arturo, sino porque se sale de su ámbito, la palabra enfermedad no define correctamente esta situación, las enfermedades no generan tanto sufrimiento inútil, como la neurosis tampoco lo es, “la neurosis no es una enfermedad, es un error de autopercepción” me dijo un gran psicólogo hace mas de 2 décadas, uno piensa que no vale, que no merece ser feliz, que no puede ser protagonista de su vida etc etc todo ello errores en la evaluación y todavía hoy, existen profesionales que no han entendido esto.
Por otro lado te preguntas porque si la cultura tiene tanto que ver en todo esto, la fibromialgia no afecta a todos por igual.
Desde mi punto de vista eso es un hecho, pero creo que la fibromialgia, como la migraña, las neurosis etc etc son maneras diferentes en que se manifiesta el mismo problema y se desarrolla según la idiosincrasia de cada uno.
En total son un montón de personas afectadas solamente hay que ver la enorme cantidad de fármacos de todo tipo que se venden en el mundo (fármacos inútiles por cierto).
A D. Arturo solamente darle las gracias por enésima vez, por la labor impagable que realliza.
Yo me he sorprendido mucho con todo esto. Sufro de migraña y el mero hecho de padecerla ya me acorta esa visión y me es difícil de asimilar de actuar y decirme No,- La migraña eres tú-, -que permites que tu cerebro y tu cuerpo te domine, porque lo asustas con cualquier pamplina-. Vaya donde vaya me dicen que la Migraña se produce por un desencadenante que ha producido un cambio en la química del cerebro. ¿Qué quiere decir esto?, ¿Estamos condenados a sufrir durante el resto de nuestra vida?. Cambiar de mentalidad es muy difícil y requiere de una gran paciencia, que muchos no tenemos. Lo admito, admito que por una infección que padecí, me volví un aprensivo, extremadamente protector y miedoso. Esa actitud no me beneficia en nada. Otro de los problemas que tienen las personas con migraña es el miedo a que no remita, y padecerlas por toda la vida. He estado viendo las visiones de los neurólogos convencionales respecto al tema, se nota que no saben absolutamente nada sobre la migraña. Es más, yo diría que la menosprecian y la toman como algo secundario y molesto. Una reconocida neuróloga decía que lo mejor para la migraña era una vida aburrida, ¿en serio?. Eso es lo mejor o lo peor para el padeciente. Creo que es lo peor, el peor consejo que se puede dar a una persona que quiere vivir. Estoy luchando y quiero cambiar y tratar de no dar más vueltas al asunto. Ahora solo necesito paciencia. Tengo fe en la neuroplasticidad y en la capacidad del cerebro de autoregenerarse. He cancelado una cita con el psiquiatra, porque para qué para que me mande una colección de pastillas, No gracias. He de ser Yo y Yo el que me diga y me autoconvenza de que voy a mejorar y que voy a salir de este calvario. Auconfianza e insistencia. Yo aconsejaría a los lectores que no lean cosas por internet sobre la cefalea o la migraña, puesto que todo es muy negativo y catastrofista con la excepción de este espacio que es de gran ayuda para muchas personas. Cambiar el chip cuesta pero hemos de hacerlo, no queda otra.
Me gusta mucho estos comentarios
El razonamiento de Antonio me parece muy acertado y lo mismo que plantea Sergio en el primer post, se puede aplicar al dolor crónico del que soy padeciente desde hace casi 9 años. También vivo atemorizada por las crisis fuertes. Por los efectos devastadores que producen en mi
Hace muy poco tiempo que comencé el curso. Soy una padeciente complicada porque en mi se mezcla el daño real y el injustificado , pero me daria por contenta si esa parte que no tiene justificación desapareciera porque ganaría bastante calidad de vida
Hasta ahora, al igual que a Patricia, yo también pensaba que el dolor crónico, por si solo, ya era una enfermedad. Esos esquemas ya se han caído pero me falta mucho camino por recorrer
Hasta ahora, después de lo poco que aún me ha dado tiempo a desarrollar, este pequeño capítulo es el que me ha costado más comprender
Aún no entiendo la diferencia entre la señales llamadas alarmistas y los patrones moleculares de gérmenes nocivos
Quizá no sea algo importante, no lo sé. Quizá sea de lo más sencillo y no logre verlo
Me lo pueden aclarar?
Muchas gracias
El trabajo que su grupo D. Arturo, está llevando a cabo, me parece fantástico