Confieso que no me gusta el término placebo. Las palabras son lo que contienen como significados. La palabra placebo, aun sin intención, contiene el engaño… al menos en parte.
Dicen los expertos que debe distinguirse el placebo, el soporte físico de la intervención terapéutica, la cápsula vacía, el comprimido de algodón, el suero fisiológico, la simulación, del efecto placebo, el cambio beneficioso que esa intervención terapéutica genera aun cuando no se haya administrado nada activo.
Hay efecto placebo generado por el mero encuentro con un profesional empático, afable, interesado en el relato del paciente, optimista, creyente (aparentemente) en lo que dice. También lo hay en el escenario en el que se produce el encuentro. Es decir: hay efecto placebo sin placebo.
Hay quien opina que debe optimizarse ese efecto placebo para optimizar el beneficio y que el profesional debe mostrarse, en aras de esa optimización, (aparentemente) interesado por las cuitas del padeciente. Las apariencias puede que engañen pero si lo hacen a favor del alivio son bienvenidas. El profesional debe cantar las excelencias de lo que ofrece, independientemente de lo que sea y crea en ello.
El entusiasmo hace que fármacos, agujas, productos homeopáticos, cirugías, dietas y cualquier otro remedio, liberen de las entrañas el bálsamo del efecto placebo, para mayor gloria y alivio de quien lo ha hecho posible: el profesional, el padeciente o ambos.
– A mí me funciona…
– ¿Qué es un analgésico? ¿qué un producto homeopático?
– No importa. Lo importante es el efecto, aunque sea placebo
– ¿Por qué duele?
– Usted sabrá. Quíteme el dolor
– El dolor es una percepción compleja…
– Déjese de historias. Haga algo…
Si hay algo que puede acabar con el efecto placebo del encuentro es un profesional transparente que intenta situar el dolor en el marco conceptual debido, en el de su complejidad.
La Biología funciona sobre la base de la inmediatez, del apremio de lo que está sucediendo aquí y ahora. Más vale pájaro en mano que ciento volando. Primero lo primero.
Sin embargo el pan puede ser hambre para mañana y de estos efectos presentes pueden explicarse algunas causas futuras.
Una vez que profesional y padeciente han congeniado, se sienten cómplices, aparece el dilema de la acción terapéutica, es decir, la administración del placebo, la prescripción del fármaco o los productos homeopáticos, el masaje, la manipulación, los pinchazos, la dieta o el mindfulness.
O… la pedagogía:
– No voy a darle nada. Sólo explicaciones. Conocimiento actualizado. Clases. Usted no es un padeciente sino un alumno. Yo no soy médico. Soy el profe. Bueno, en realidad los dos seremos profes y alumnos.
¿Es la pedagogía un placebo? ¿No contiene nada, más allá de la apariencia? Es igual a una cápsula vacía, a una cirugía simulada, al suero fisiológico…?
Dicen los expertos que el efecto placebo es el efecto de las creencias y expectativas. Si hay efecto positivo puede deducirse que las expectativas han mejorado y que las creencias se han reforzado sobre la bondad del remedio aplicado… y aquí viene el problema.
¿Qué sucede con las expectativas y creencias tras el efecto?
¡Vaya usted a saber! Expectativas y creencias son constructos complejos, dinámicos, que van y vienen y salen por donde menos se espera. Sin embargo es posible-probable que un efecto placebo farmacológico potencie la creencia en el origen químico del dolor y en la resolución necesaria de ese problema químico con una molécula. Ya se sabe que los fármacos contienen efectos secundarios y que el cuerpo se hace por lo que el bendito placebo ha introducido, sin pretenderlo, el germen del futuro nocebo, las expectativas de signo negativo…
El placebo es un caballo de Troya que contiene en la barriga el efecto nocebo, la potenciación de las creencias y expectativas que el placebo dinamiza; químicas, músculos contraídos, males misteriosos… o simplemente un dolor cuyo origen trae sin cuidado pero puede y debe eliminarse con productos “naturales” o artificiales, milenarios o modernos, dotados de superpoder analgésico
– La pedagogía también es un placebo, aun cuando intente aparentar lo contrario y pretender que esquiva el engaño.
– No digo que no pero, al menos, sitúa la diana intencionadamente sobre las expectativas y creencias. Las juzga directamente y trata de modificarlas en aras de la objetividad, de la aproximación a lo que sabemos desde el observatorio de la Neurociencia. A la pedagogía le preocupa lo que el cerebro evalúe sobre la condición somática. Señala, desde su opinión, lo que es cierto y no lo es y trata de ayudar al cerebro en la función de detectar el error evaluativo y corregirlo. La pedagogía intenta evitar el nocebo oculto del placebo. La aplicación de placebos, con o sin engaño, desdeña lo que suceda con las expectativas y creencias. Es irrelevante.
En mi opinión, el problema del dolor sin daño relevante, reside en el nocebo cultural, la información que cría evaluación cerebral de amenaza en exceso. El nocebo cultural alimenta dolores que cualquier placebo puede aliviar si contiene la expectativa adaptada a ese contenido nocébico. Si el nocebo es el de la creencia en un músculo contracturado que necesita ayuda profesional relajante, aquella intervención que genere la expectativa de relajación muscular será la que se lleve el gato del efecto placebo al agua.
Los estudiosos del efecto placebo muestran y demuestran que la intervención terapéutica genera profundos cambios somáticos y que, por tanto, es algo más que un engaño. Si un masaje mueve la fisiología en buena dirección, no necesita más justificación. Importa el presente. ¿El futuro? Dios ( o el diablo) dirá.
El nocebo cultural, el efecto alertador y proalgésico de la información sensibilizante, puede combatirse con placebos que alivian pero ello sucede con la contrapartida del reforzamiento del correspondiente nocebo.
Con la pedagogía se intenta inhibir, reducir la fuerza de las expectativas y creencias alarmistas. El placebo, en este caso, es una acción antinocébica, dirigida al corazón de las creencias, simplemente porque son falsas y disfuncionales.
Las apariencias engañan, nos engañan a todos.
El cerebro aborrece la incertidumbre y prefiere lo conocido, aun cuando pueda ser malo, que lo desconocido, aun cuando sea más sensato.
El cerebro prefiere los placebos. Puede valer cualquiera. Se acepta cualquier creencia.
Ese es el problema.
¡Magistral Arturo! y ¡Magistral, Arturo!
Gracias, Aitor
Hablando de placebos y nocebos, ayer leí en El país que Sanidad va a financiar el bótox para tratar la migraña. En el mismo periódico, en un texto de opinión de Rosa Montero, se hablaba de genes implicados en la fibromialgia y de que los enfermos mejoran mucho cuando se les administra enzima Q-10.
Paloma: así está el patio. ¡Con mis dineros!
No dudando a priori de la honestidad de los investigadores, no logro comprender las razones reales por la cual lanzan a bombo y platillo los “éxitos” de sus trabajos. ¿Ellos mismos se creen lo que publican?
A los padecientes todo esto nos perjudica muchísimo, nos hacen perder, tiempo, dinero, energía y esperanza inutilmente. No entiendo las razones de esta sinrazón permanente, cada año lo mismo.
¡¡¡ Basta Ya !!!
Sergio: los investigadores cuantifican correlaciones entre una variable y la situación clínica. estudian una parte del todo. Una vez superadas las reservas de la calidad del estudio de investigación queda evaluar la relevancia de esa parte estudiada sobre el todo. Puede que quien esponsoriza la investigación seleccione y publique sólo los resultados favorables e ignore los negativos. Puede que los profesionales estén favorecidos por Farmaindustria. Puede… Lo realmente preocupante es la facilidad, quizás sospechosa, con la que los medios de comunicación entran al trapo. Hay una desproporción asoladora entre la información esponsorizada y la neutral.
Si quieres escandalizarte más puedes leer Malafarma.
D. Arturo:
Queda claro que la codicia y la competitividad, valores supremos del “homo economicus”, lo han infectado todo.
Creo que la “desproporción asoladora” se debe a la existencia de personas sin escrúpulos que siendo menores en número, son capaces de hacer cosas que repugnarían a la mayoría.
Esta sociedad nuestra, esta constituida de tal manera, que personas con características psicopáticas pueden campar a sus anchas, la política y la economía son sus ámbitos favoritos, pueden trepar, manipular, dañar, seducir, engañar, aprovecharse de los demás etc etc sin ningún tipo de culpabilidad y con gran eficacia (han nacido para ello).
Una vez durante una conversación donde yo indignado y perplejo comentaba que como era posible tanta mediocridad personal, tanta avaricia, tanta desfachatez, tanta caradura…entre los dirigentes, me respondieron: ¿Es que no te habías dado cuenta de que la mierda flota?
Me ha gustado mucho la entrada. También hay personas que cuando te juntas con ellas tienen un efecto nocebo espectacular. Estas personas desayunan juntas, comen juntas, se quejan de todo juntas. Te juntas con ellas y te hunden. Los mareosos también tienen página web (ateverma) donde se quejan y donde ponen sus remedios: agujas, homeopatía, dietas
paleolíticas, complejos vitamínicos, terapias de rehabilitación vestibular, homeopatías, atlas profilax…Te ponen todos los estudios que se han realizado, y no dejan de marear la perdiz y ofuscar más a los padecientes.
La última era de una mujer que decía que se había curado del síndrome de Meniere con vitamina B12 inyectada. Claro, te quedas pensando, buscas información de la dichosa vitamina, y lo último que te planteas es que, a día de hoy, con la dieta actual, que puede ser mejor o peor, pero hay más excesos que defectos, ¿qué probabilidad hay de que exista una deficiencia de vitamina B12?
Algún día, y espero que ese día no sea demasiado lejano, les explicaré la teoría del origen de sus males.
Saludos
Como siempre, es interesante el post y lo que sugiere,
“el efecto placebo .. es algo más que un engaño”. Fabrizio Benedetti hizo algunos experimentos cuando menos sorprendentes. Que yo sepa, el efecto nocebo está menos estudiado (lo cual no quita que lo tengamos más experimentado).
Lo que llamas una falsa alarma o interpretación errónea ¿puede considerarse efecto nocebo?
Saludos,
Pere: en mi opinión la falsa alarma está facilitada la información nocébica.
Antonio. efectivamente, la utilización de vitaminas del grupo B no tiene ninguna base, fuera de las situaciones de carencia, que son excepcionales, en ausencia de enfermedad específica de su absorción o por déficit nutricional.
Acabo de leer en el periódico a toda página y de oir en el Teleberri de la noche a un neurólogo del servicio público de salud que insiste en la necesidad de evitar los desencadenantes de la migraña, resaltando la importancia del orden en el descanso y en la alimentación y en los horarios, afirmando que las personas migrañosas son hipersensibles.
Y me he acordado de la experiencia pedagógica grupal con los casi 100 pacientes, de los resultados en las encuestas postintervención y de sus increíbles y emocionantes testimonios. Y de toda la larga experiencia de Arturo, y de los innumerables testimonios de este blog. Todos los que han comprendido la endeblez de los supuestos desencadenantes y han perdido el miedo y han dejado de evitar han mejorado
Y no lo entiendo.
Algo está mal.
¿”Personas hipersensibles a los cambios”?¿Eso es un diagnóstico o una condena?
¿Por qué no les damos a las personas padecientes de migraña acceso a la información adecuada y les ofrecemos la oportunidad de conocer lo que se sabe y lo que no se sabe, de integrar esa información en su vivencia personal y de cambiar el afrontamiento?
¿O es que todo lo que vemos es un efecto placebo de este blog y de tu persona, Arturo? (Por supuesto es una broma).
Saludos
Entonces la célebre conbinación B1-B6-B12 tampoco vale para nada para el dolor, ni para nutrir el cerebro, ni para la “fatiga adrenal”.
Como tampoco sirve tomar l-glutamina a pesar de ser capaz atravesar la famosa barrera hematoencefálica con el fin de favorecer a los neurotransmisores.
Ni la suplementación con omega-3 para la memoria, la inflamación y la vista.
Etc etc
Sergio: no conozco ningún argumento para decir que sí. El dolor no tiene nada que ver con las vitaminas ni en los casos que se administran se da una situación de carencia.
Yo puedo decir abiertamente que me he suplementado con todo, no me ha funcionado nada para nada, y según los análisis tengo todo en su sitio, con B12 incluida (por petición mía)
En esta cuestión, en la necesidad de suplementarse, sus defensores argumentan (y no se que tipo estudios lo avalan):
1º Que los alimentos actuales no tienen la riqueza nutricional de antaño, entre otras cosas porque hace ya muchos años que se están utilizando abonos artificiales.
2º Que en situaciones de estrés mantenido en el tiempo los nutrientes que ingerimos con la comida son insuficientes.
Hay psiquiatras que prescriben B1-B6-B12 y tambien glutamina, pero como pienso que para recetar la Psiquiatría abusa del “juego de los barquitos”, no me extraña.
De todas formas a mi la suplementación ni los psicofármacos, me han supuesto beneficio alguno.
Serfgio: no te canses, No hay base para defender una carencia vitamínica en una civilización marcada por la sobrealimentación