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Pedagogía contra los latigazos

 

 

Joan Gallart es un fisioterapeuta que valora la importancia del cerebro, las expectativas y creencias, en la generación y perpetuación del dolor crónico. Desde esa perspectiva utiliza la Pedagogía como herramienta de disolución de diversos cuadros de dolor. El denominado Trastorno asociado a latigazo cervical es uno de ellos.

 

Usted frena cuando ve que el semáforo va a ponerse en rojo. El coche que viene a su espalda considera que tiene tiempo para pasarlo y que usted también acelerará. Entre su frenazo y el acelerón del otro la colisión es inevitable. Su cuello sufrirá un violento bamboleo hacia adelante y hacia atrás, un latigazo. Policía, ambulancias y ciudadanos curiosos. Collarín cervical y traslado a Urgencias. Radiografías.

 

– Tiene un “esguince cervical”. Le ponemos el collarín…

 

La mayor parte de las víctimas del  latigazo acaban quitándose el collarín y reanudan su actividad normal. Un porcentaje variable inicia el infierno del Trastorno asociado a latigazo cervical. Dolor, rigidez, mareos, hormigueos, falta de concentración, cansancio, dolor generalizado…

 

Comienza el baile de las hipótesis: entesopatía miofascial, puntos gatillo, síndrome facetario, contracturas, estrés, depresión, ansiedad, hipocondria, jeta…

 

Terapias: antinflamatorios, relajantes musculares, antidepresivos, antiepilépticos, opiáceos;  masajes, ejercicios, psicoterapia, acupuntura…

 

Para unos el problema está en el cuello del individuo: músculos, unión del músculo al hueso (entesopatía miofascial), articulaciones…

 

Para otros el responsable es el individuo del cuello: somatizador, depresivo, ansioso…

 

Nos queda la tercera vía: el cerebro que gestiona y evalúa el cuello del individuo.

 

Es la vía que toma Joan. Un grupo de 10 padecientes en sus manos y en su palabra:

 

………………………………….

Joan Gallart  http://www.metodomezieresmiro.com

 

Trabajo en el Centre de Rehabilitación del Garraf. El mes pasado, con gran satisfacción por mi parte, habilitaron una nueva Unidad de latigazo cervical.

 

¿Por qué razón se decidió abrir una nueva unidad?

  1. Económico: el convenio general de mutuas sólo paga un paquete de 20 sesiones aunque el paciente necesite más sesiones.
  2. Técnica poco eficiente: había un gran número de pacientes que no mejoraban después de hacer varias decenas de sesiones. El tratamiento protocolizado, de 1 hora de duración, consistía en: electroterapia-termoterapia + una serie de ejercicios standard y una vez a la semana terapia manual.

Objetivos actuales de la nueva Unidad de latigazo cervical, cuando previamente se ha descartado una lesión vertebral inestable (fracturas, luxaciones, etc):

 

Reducir el número desorbitado de sesiones haciendo una fisioterapia efectiva  basada en el movimiento (luchar contra la kinesifobia debido al dolor) para evitar que el latigazo se convierta en un dolor crónico, un estrés post-traumático, etc.

 

Se mantuvo la electroterapia y/o la termoterapia (hay “tratamientos” que no se pueden cambiar) y eliminamos de raíz la terapia manual, sustituyéndola por unas clases grupales de 30´ que consistían en:

 

– Perder el miedo a moverse.

– Tener en cuenta los nuevos conceptos de neurobiología del dolor.

– Eliminar el collarín virtual.

– Reducir la medicación donde sobre todo el myolastán (relajante muscular) y el ibuprofeno campaban a sus anchas.

– Introducir el ejercicio aeróbico debido a que los padecientes habían reducido de forma alarmante su actividad diaria (me hago cruces de la poca importancia que se le da al ejercicio y uno de mis objetivos es conseguir que hagan deporte de forma regular cuando sean dados de alta).

 

No había día que no tuviera que oír: “me duele más”, “tengo vértigo”, “no puedo hacer este ejercicio”, ” por la mañana me levanto con mucho dolor”, “apenas dormí”, etc. Gente preocupada rememorando el accidente, miradas angustiadas, tristeza, lloros, malas vibraciones. Insistí en la importancia del movimiento para controlar el dolor y minimizar el accidente (por ejemplo:” sólo ha sido un golpe”). Desdramatizar el pasado para construir desde un presente un futuro sin dolor ni secuelas.

 

Clase tras clase, gracias al trabajo pedagógico y a los ejercicios, se iban evaporando los miedos, los collarines virtuales se iban suprimiendo a la vez que íbamos recuperando la flexibilidad de las cervicales que eran como un bloque de hielo, los dolores empequeñecieron, los rictus de las caras se canjearon por sonrisas, renacieron proyectos de futuro y el accidente fue quedando en un percance más o menos archivado.

 

Me gustaría dejaros un pequeño estudio sobre 10 personas usando como referencia la escala visual analógica (escala de puntuación para valorar el dolor o EVA) con los siguientes resultados:

 

EVA: de 9  a  4/10

EVA: de 7  a  3/10

EVA: de 7  a  3/10

EVA: de 7  a  3/10

EVA: de 5  a  1/10

EVA: de 9  a  6/10

EVA: de 5  a  3/10

EVA: de 6  a  0/10

EVA: de 6  a  2/10

EVA: de 7  a  4/10

 

Finalmente todos dejaron los fármacos, ganaron mayor libertad de movimientos y redujeron de forma considerable el número de sesiones.


Este blog es solo la punta del iceberg, se puede hacer mucho más.

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8 comentarios en «Pedagogía contra los latigazos»

  1. Hola. Yo sou médica rehabilitadora. Esto que explica Joan Gallart lo veo yo a diario en el centro de valoraciones biomecánicas donde trabajo, aquí hacemos valoraciones biomecánicas de cervicalgias, lumbalgias y otras algias músculo-esqueléticas (rodillas, hombros…). Cuando le pregunto al paciente por la historia de su lesión y centra el dolor en comentarios trágicos que le han ido haciendo los profesionales que le han tratado o los informes de las pruebas, la evolución no es buena a menudo. Frases que se le quedan grabadas al paciente, del tipo de “tengo 30 años y el médico, cuando vio la radiografía, me dijo que tengo el cuello de 60 años”, “en la resonancia me ha salido de todo”, “tengo una hernia y claro, me está comprimiendo un nervio y eso es terrible”, “en la radiografía se vió que si tengo que tener la curva cervical así, yo la tengo al revés, y claro…”,
    Si a la primera pregunta de “¿qué le ha pasado?” me contesta “¡tengo una hernia!”. y le contesto “¿qué molestias tiene?”, me dice “hace que mis vértebras no se puedan mover bien”, y toda su conversación gira en torno a comentarios que ha oído, interpretaciones agoreras que hace o le han hecho, hallazgos de pruebas… y en ningún momento me explica lo que él siente, mal asunto. Yo me anoto “miedo cerebral”. Lo considero puro miedo muchas veces.
    A continuación realiza pruebas que consisten en mover el cuello de todos los modos posibles (siempre que no esté contraindicado, claro), hacer fuerza con el cuello, con las manos, con los brazos, con las piernas.
    Hay muchas formas de afrontar las pruebas. Una de ellas es seguir con el miedo y no atreverse a hacer nada apenas. Lo curioso en este caso es que tampoco hace fuerza con las piernas y no hay motivo orgánico para ello. Mal asunto. Otra forma de reaccionar es atreverse a realizar los movimientos e ir relajándose poco a poco y confiando en que, ahora que lo ha intentado, está mejor de lo que pensaba, buen camino.
    En casos seleccionados intento quitar hierro al asunto, que ellos han grabado como sucesos terribles que ocurren dentro de su cuerpo, y les animo a atreverse a luchar contra esa inmovilización cerebral, pero con mucha cautela de las palabras que utilizo. Y realmente mi trabajo es solo hacer pruebas diagnósticas y no debo meterme en más. Soy una empleada.
    Para mi es una frustración dejarles ir así, solo con las pruebas. No debo entrar en tratamientos. Y alguna vez que he intentado sentar al paciente en el despacho, al acabar, para explicarle un poco la disfunción evaluativa cerebral, creo que no he conseguido nada.
    Llevo años con ilusión de poder ayudar a estos pacientes, y sigo pensando en ello (solo pensando). La entrada de hoy me ha resultado especialmente cercana.

  2. Preciosa entrada,me sorprende y agrada que haya médicos rehabilitadores y fisoterapeutas con estas visiones,lo digo desde la experiencia de ser una “fisio” con una lucha encarnizada con su cuerpo y con el sistema de no salud habitual,pero que no deja de admirarse desde que descubrió este blog y sus entradas. No se si algún día estaré a la altura de poder aplicar lo que leo,ahora mismo no,si puedo decir que intento seguir en movimiento,aunque curiosamente las lesiones que se ven,son las que menos me inmovilizan,quizás porque las entiendo y razono;son las no visibles las que me atenazan,pero espero que me ayude vuestra información y quizá algún día mi cerebro.
    Gracias y no renuncieis nunca a la esperanza de educar para sanar.

  3. Mariam:

    Es totalmente cierto lo que dices, uno empieza poco a poco a restringir movimientos que no tienen nada que ver con la posible lesión originaria y termina moviéndose como RoboCop.

    Antes de que empezara este problema, flexionando el tronco hacia adelante y las piernas rectas, podia tocar el suelo con las palmas de las manos (hice deporte toda la vida).

    Actualmente apenas consigo llegar a las rodillas, si voy al supermercado, por ejemplo, no cojo ningún artículo que esté por debajo de las mismas.

    Sería interesante y clarificador saber el porque de la leyenda urbana con respecto a la flexión del tronco hacia adelante. Como una creencia tan absurda, puede estar tan extendida, me parece demencial (pero mas aún me lo parece el efecto que todavía tiene en mi).

  4. Cristina: ya les ha costado. Por lo que yo leí en mis tiempos de recetador, el tetrazepam no aportaba ningún efecto útil en la supuesta “relajación muscular”. El concepto de “músculo contraído que necesita ser relajado” es un cajón de sastre desastroso. Creo que nunca lo llegué a recetar.

  5. El Myolastan me lo recetaban a mí por lo del cuello tenso. Relajar el músculo no me lo relajaba mucho, pero te dejaba literalmente KO al cuarto de hora de tomarlo. Para pillar una buena cogorza sí que sirve, y no quiero pensar el colocón si además lo mezclas con alcohol. Hay quien lo utiliza para este fin.

  6. En mi ambulatorio hace años que no recectan Myolastan. En urgencias por lumbalgia aguda suelen inyectarte un cocktail que incluye Voltaren y Diazepam, y parece que los cerebros se tranquilizan al saberlo.

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