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Síndromes y programas

Un síndrome es un conjunto de síntomas y signos que tienden a presentarse agrupados ante diversos estados del organismo.

Existe, por ejemplo, un síndrome constituido por dolor de cabeza, vómitos e intolerancia sensorial. Aparece cuando existe una infección o una hemorragia meníngea, dos situaciones de extrema gravedad, pero también puede activarse sin que nada peligroso suceda en la cabeza. Por ejemplo: en la “migraña”. 

Los síndromes no están generados, necesariamente, por una enfermedad. Su presencia sólo garantiza que el cerebro ha activado determinadas áreas, que son las que proyectan los síntomas a la conciencia.

El dolor se siente cuando están activadas, necesariamente, las áreas cerebrales que lo generan. Lo mismo sucede con las náuseas, la intolerancia sensorial o cualquier otro síntoma.

A los síndromes los profesionales les ponen nombres, con más o menos fortuna. El nombre no añade ninguna condición al síndrome.

“Migraña” quiere decir “media cabeza”. “Tengo migraña” quiere indicar que se padece un dolor  que tiene una tendencia estadística a afectar a media cabeza y que se acompaña generalmente de nauseas-vómitos e intolerancia a estímulos sensoriales. Es decir, un síndrome que agrupa esos síntomas.

“Fibromialgia” es una etiqueta mal puesta que nos refiere, engañosamente, a problemas “reumáticos” pero que no es sino un síndrome que contiene dolor generalizado, cansancio, sueño alterado y problemas cognitivos porque en el cerebro, sin que nada lo justifique, se han activado las áreas que generan esos síntomas.

Cada síntoma está generado por un programa que ha ido seleccionándose a lo largo de la evolución para indicar un determinado estado del organismo, en diversos tiempo-espacios y circunstancias. 

Los estados del organismo que activan los síndromes pueden ser reales, se han consumado y detectado o, por el contrario, indicar una alerta sobre un peligro teórico no consumado.

El síndrome que se activa en la denominada “fibromialgia” aparece cuando hay, por ejemplo, una gripe, una enfermedad infecciosa. Se ha consumado el daño por el virus y las células vigilantes del sistema neuroinmune lo han detectado. Esas células vigilantes expresan señales moleculares de peligro que llegan al cerebro y activan las áreas que generan los síntomas.

Al síndrome gripal le llamamos así porque lo activa el virus de la gripe. La etiqueta es correcta.

Si el mismo síndrome (sin fiebre ni síntomas respiratorios) se activa sin que nada lo justifique, sin enfermedad, lo podemos llamar “fibromialgia” dando a entender que el dolor surge de tejidos fibrosos y musculares. La etiqueta, en este caso, es incorrecta y nos aleja de la verdadera condición que afecta al organismo que no es otra que la de un error en la evaluación del estado de salud, de la amenaza de enfermedad. Las mismas áreas cerebrales  activan el programa aunque no haya llegado información de las células vigilantes de los tejidos. 

Si el síndrome “migrañoso” (dolor de cabeza, vómitos e intolerancia sensorial) aparece con fiebre y rigidez meníngea hablaremos de un síndrome meníngeo puesto en marcha por las informaciones liberadas por las células vigilantes meníngeas y si detectamos un germen en el líquido cefaloraquídeo dejaremos de hablar de un síndrome porque ya tenemos detectado el problema: la infección meníngea.

Si ese mismo programa (dolor, vómitos, intolerancia sensorial) aparece sin signos meníngeos ni fiebre y sin evidencias de peligro en la cabeza estaremos ante un síndrome al que hemos bautizado como “media cabeza” (migraña). Sabemos que no sucede nada amenazante y que no hay sino esperar a que la tormenta pase.

Las áreas cerebrales que proyectan los síntomas no saben cuándo hay enfermedad. Necesitan información de los tejidos enfermos. Tampoco saben cuándo puede haberla. Necesitan mensajes de las áreas evaluativas que predicen anticipadamente la amenaza.

Los síndromes de Sensibilización Central agrupan diversos síndromes que tienen en común el hecho de existir sin justificación demostrada.

Caben dos opciones:

1) Es una cuestión de ignorancia, de incapacidad de detectar el agente o estado patológico que explica y justifica el síndrome, es decir, una enfermedad.

2) Las areas evaluativas de amenaza encienden la alerta de modo sensible por un error no corregido.

En el primer caso, el organismo activa los programas defensivos oportunos. 

En el segundo el encendido de los mismos programas no está justificado y, lo que es peor, no hay una evaluación posterior de error. No se genera aprendizaje sino empecinamiento en el error, sesgo de confirmación, cronificación.

1) La migraña, la fibromialgia, son enfermedades cuyo origen y neutralización se desconoce. Surgen de un cerebro enfermo que activa programas de enfermedad. Puede que no haya enfermedad pero el hecho de activar los programas ya es en sí una enfermedad. Puede que los genes, sucesos previos, estados emocionales… hayan generado un estado sensible anómalo que dispara patológicamente los programas…

2) La migraña, la fibromialgia… son enfermedades cuyo origen y neutralización está a nuestro alcance. Hay un proceso de aprendizaje en el que las áreas evaluativas de peligro de enfermedad definen esos estados de amenaza en función de la información que consiguen. De modo anticipado encienden las alarmas y los programas porque los sistemas de memoria-predicción así lo deciden. A través de un proceso pedagógico se puede modificar el contenido (creencias y expectativas) de esos sistemas y conseguir una gestión más sensata y fisiológica de su encendido. Estaríamos ante una enfermedad evaluativa en la que el reconocimiento del error en el encendido es fundamental.

– La migraña y la fibromialgia son enfermedades.

– De acuerdo pero no hay tal enfermedad. Estaríamos ante enfermedades por error de valoración de enfermedad. 

Mañana seguiremos con esta cuestión: 

Hablaremos de la alostasis


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    13 comentarios en «Síndromes y programas»

    1. Estimado Dr. Goicoechea: soy un fisio que le sigue desde hace tiempo. Para mí sus puntos de vistas son muy reveladores. Le expongo mi caso propio particular. Hace 15 años salí a correr una noche y tras 20-30´ empezó a dolerme la espalda, como no solía hacer deporte hiperventilé y empecé a marearme: saltó la ALARMA, creí que me estaba dando un infarto y terminé en urgencias donde tras hacerme ECG me dijeron que fue una crisis de ansiedad. Bien, en estos años he estado con diversa medicación (antidepresivos y ansiolíticos) pero me siento identificado con lo que usted cuenta porque mi subconsciente empieza a vigilar la zona precordial en busca de cualquier signo de tensión, hormigueo o tirantez que enseguida dispara la alarma a pesar de que todas mis pruebas médicas cardíacas son normales. Está claro que es un error de procesamiento de la información y así se lo he dicho a mi psicólogo que me recomienda exposición y exposición al ejercicio físico para acelerar el corazón y “enseñar” a mi sistema que no pasa nada. Pero por más que lo hago parece que “aquel aprendizaje erróneo” está como grabado a fuego y es muy difícil de disolver. Espero su opinión y le doy las gracias de antemano por su excelente labor divulgativo en este blog y en sus conferencias.

    2. Joaquin: yo he tenido mi propio infierno alarmista con todo tipo de síntomas. Por ello acabé buscando explicaciones y acabé donde estoy: contestando desde un blog a uno de los muchos ciudadanos afectados por esta plaga de la sensibilización evaluativa cerebral. No sabría darte una fórmula. El esquema es sencillo: es el de cualquier escenario de miedo infundado: tu psicólogo tiene razón: exposición graduada y racionalizada. Cono fisio tendrás que hacer lo mismo con los pacientes que están atenazados por el miedo al movimiento. A veces ponemos demasiada ansiedad en el proceso y ello atasca el aprendizaje, la reprogramación.

      De cuando en cuando me vuelven los mareos, los pinchazos, las lumbalgias, los hormigueos, las extrasístoles… pero ya no cuajan. Andan por ahí unos segundos o minutos. No les presto atención ni consiguen emocionarme(asustarme). Sigo con la tarea y eso es todo.

      Gracias por el comentario.

      Saludos y dale tiempo y sosiego al proceso.

    3. Hola doctor, hablando este fin de semana sobre su libro y su blog con dos amigas que también son migrañosas, las dos me decían que tenían miedo de que el dolor fuera imparable si no se tomaban la medicación a tiempo porque eso era lo que siempre les habían dicho sus neurológos y porque las veces que la habían retardado por diversas causas lo habían pasado luego muy mal. Yo les dije que eso era porque sus cerebros pensaban que había peligro y ponían más dolor para que ellas actuaran en consecuencia pero que no sería así si se logra hacer entender al cerebro que el peligro no es real. No sé si las convencí ni si es eso exactamente lo que pasa. Me gustaría que me aclarara esta duda. Gracias como siempre.

    4. Mi cerebro es un caso. Tiene demasiados altibajos durante el día.
      Lo mismo está tranquilo sin proyectarme ningún síntoma, lo mismo me marea,
      me da náuseas. Se le va, me deja en paz, me concentro en mis tareas. Al momento
      que me desconcentro me vuelve a atacar durante un rato. Salgo de la oficina
      tambaleándome un poco, cuando llego a casa ya estoy bien.
      Me voy a natación y donde más debería marearme no lo hace. Se ve que la actividad física le va
      Aunque ya lo llevo bastante bien y he mejorado en muchas cosas hay veces que cuando
      te pilla bien es más difícil escapar.
      Veremos con la primavera y su astenia, que ya sé que no tiene que afectar pero
      los últimos años me ha atacado bastante.
      Dr, durante mi proceso también he notado esas alteraciones del ritmo cardíaco, no sé si son extrasístoles como comenta, son como contracciones a destiempo, ¿qué hace el cerebro para este síntoma?
      Saludos

    5. Antonio: la extrasistolia es una contracción cardíaca fuera del momento en que correspondería por el patrón rítmico que es el que gobierna la contracción. Obedece a un tono adrenérgico aumentado, es decir, a una alerta. Si el peligro es real y el programa de lucha-huida se ha activado para salvar el pellejo es lógico que aumente la excitabilidad cardíaca para facilitar la taquicardia y el consiguiente aumento de bombeo de sangre al circuito. Cuando la alerta y la preparación para luchar.huir es infundada y el programa está activado es frecuente que el estado de excitabilidad genere latidos ectópicos que se viven como un “parón” cardíaco y se viven emocionalmente como un peligro cardíaco, como un suceso cardíaco inminente o incierto. Eso estable el consabido círculo vicioso.

    6. Gracias Cristina, me ha quedado muy claro.. Otra cosa es que cuando se presente el dolor sea capaz de poner en práctica lo aprendido pero comprendido está, que no es poco.

    7. me recomendaron ayer que ojeara estos enlaces,me parece muy interesante todo lo leido,soy migrañosa(bonito término) y después de medicaciones bastante intolerantes me están inyectando bótox pericraneal y al menos consigo controlar la incapacidad que me producía,pero mi actual consulta(aunque intentaré ampliar mis técnicas contra la migraña) es para apreder a vivir con un vértigo paroxístico benigno y no logro encontrar el enlaca de ese tema.¿podría orientarme? Gracias anticipadas.

    8. reitero las gracias a Antonio y Cristina,acabo de leer varios enlaces que proponen y cada vez estoy más convencida de que tengo un tramposo en mi cabeza,su última jugarreta es un dolor imaginario en el hombro derecho,digo imaginario porque en las pruebas no sale nada,voy rebotada de consulta en consulta,porque la inmovilidad avanza y lo necesito en mi trabajo,lo último que me han dicho es que tengo que esperar,que algo aparecerá con el tiempo,no doy crédito. Además hace años me pusieron la pegatina en la frente de ansiedad y con eso están salvados,pero no estoy de acuerdo,no todo es psicológico y en ese frente creo que voy venciendo.
      Alguien me puede dar unas pautas claras para enseñar a mi cerebro a comportarse? es que veo que aquí ya teneis todos la lección aprendida y soy novata,me cuesta encontrar unas normas concretas.
      Felicidades por el blog,es un sitio de amparo en la tormenta.

    9. Deja lo psicológico de lado. Y empieza a leer el blog que hay para rato. Ni yo mismo mismo me lo he acabado a día de hoy. Tampoco estoy yo para dar consejos, ya que todavía sigo en proceso y he mejorado bastante.
      Y cito a Machado, caminante no hay camino, se hace camino al andar. De momento que tengas tu momento “Ajá” vislumbrarás lo que tienes que hacer 🙂 y echarás… a andar.

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