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La cefalea pulsátil

A mediados del siglo pasado, el migrañoso Harold Wolff, defendió el origen vascular de la migraña, un dolor muchas veces pulsátil, acompañado por un aumento del relieve de la arteria temporal (esa arteria visible en la sien de curso sinuoso, que los ciudadanos describen como «la vena»). Buscó y describió una correlación entre la intensidad del dolor y el calibre visible de la arteria temporal («la vena»). Registró también las oscilaciones de las arterias interna por medio de una punción lumbar y concluyó que lo que dolía eran las arterias: sus paredes sensibles, «inflamadas» y dilatadas, emitían pulsos de dolor. La ergotamina, un compuesto vasoconstrictor, reducía el calibre y, por tanto, el dolor.

La migraña era una «cefalea vascular».

Así se dijo y así se sigue diciendo, aun cuando por procedimientos modernos podemos asegurar que todas esas supuestas correlaciones entre intensidad del dolor y calibre arterial, externo e interno, no son ciertas.

Hubo un tiempo en el que se decía en los libros que las mujeres tenían menos piezas dentarias que los hombres, cosa lógica, dado que el carácter masculino es más fiero y la fiereza exige una dentadura apta para actuar fieramente, es decir, más dientes. Hasta el mismo Aristóteles lo suscribió.

El dogma de la supremacía dental del varón se vino abajo cuando alguien decidió comprobar si lo que se daba por cierto, realmente lo era. Contó los piños y la evidencia sugería que hombres y mujeres, independientemente de su fiereza, tenían el mismo número de piezas dentales.

No sorprende que quien padece un dolor que pulsa y se acompaña de un aumento del calibre de las arterias temporales concluya que el dolor surge de esas arterias hinchadas y dolorosas. Si además aplica paños fríos y presiona sobre la arteria aliviando así el dolor, el dato refuerza la tesis de las arterias. Si el profesional le dice que su dolor de cabeza es vascular y que tiene que utilizar fármacos que hacen el mismo efecto sobre las arterias que la compresión externa, todo coincide, El dolor es vascular.

Afortunadamente siempre aparece algún escéptico que decide hacer comprobaciones. Como en el caso de los dientes de la fiereza, no resulta complicado: registramos el latido real de las arterias a la vez que el latido del dolor y vemos si coinciden:

¿Resultado?

No coinciden.

El latido del dolor no es un latido arterial sino una oscilación rítmica de la actividad cerebral que da origen al dolor, independiente de lo que suceda en la arteria. Los escépticos han registrado con Electroencefalografía la actividad eléctrica cortical y han detectado el patrón rítmico, «pulsátil», que acompaña al dolor.

Las apariencias engañan.

Ya lo indicó Mark Crislip: las tres palabras más peligrosas en el diagnóstico médico: «en mi experiencia».

El músculo cardíaco se contrae de modo pulsátil no porque lo hacen también sus arterias sino porque hay un generador de un impulso eléctrico rítmico (marcapasos) que contrae el músculo rítmicamente y la presión generada en el interior cardíaco se transmite a las arterias. Hay un «generador eléctrico de pulsatilidad arterial»

Bien. También existe un «generador eléctrico cerebral de pulsatilidad en el dolor», que no tiene nada que ver con el generador cardíaco de oscilación de la presión arterial.

Aristóteles sostenía la idea de que la mente estaba en el corazón y que el cerebro se limitaba a enfriar los excesos térmicos cardíacos. Anduvo equivocado, en eso y en la cuestión dental.

También andan equivocados quienes han aceptado el origen del dolor en las arterias dilatadas e inflamadas y quienes sostienen orígenes basados en la vía final de «lo vascular».

Hay más procesos que oscilan rítmicamente, no sólo el pulso. La actividad cerebral está dominada por las oscilaciones, por generadores de actividad eléctrica rítmica. No sorprende que el dolor, un producto cerebral, pulse. Lógico.

Los defensores de hace unos pocos años del origen vascular han aceptado las nuevas evidencias y hablan ahora de un «generador neuronal (hasta hace poco: vascular) de migrañas». Se ha descrito que las crisis se acompañan de actividad en una zona del troncoencéfalo (el sótano del cerebro) y ya sitúan allí el origen, dejándose llevar de las apariencias.

¿Qué hace que el «generador de migraña» se active y dispare patrones oscilatorios eléctricos, «pulsátiles» dolorosos?

– No sabemos. Algo genético, claro. Eso sí sabemos… Bueno no lo sabemos a ciencia cierta pero eso parece…

– ¿El cerebro? No, ¡por Dios! El cerebro no duele. Todo el mundo sabe que es así.

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10 comentarios en «La cefalea pulsátil»

  1. Hablando de ritmos, dentro de la osteopatía está incluida la terapia craneosacral. Dicen que los
    terapeutas que la practican son capaces de detectar el pulso del líquido cefalorraquídeo desde el sacro hasta el cráneo. Yo me pregunto si de verdad con los dedos son capaces de distinguirlo o lo confunden con el pulso del dedo gordo de la mano. No sé se esta técnica tiene algo de místico.
    Por cierto, vaya decepción con Aristóteles, digo yo que por aquella época los griegos sabrían contar…tampoco era tan difícil.

  2. Este es un comentario fuera del tema planteado. La alodinia me estaba «matando», insoportoble. Mi cardilogo se puso a investigar sobre la fm porque tengo una latido cardíaco de 100 , nivel alto que no llega a ser taquicardia, Encontró que la guafeneina daba algún alivio y me dijo que pruebe y asi lo hice. Tomo un mes y medio y bajó la intensidad de la alodinia y pedí a mi fisioterapista que no despierte el dolor, en la rehabilitación.

    Me gustaria tener su opinión.
    http://www.healthguidance.org/entry/14308/1/Guaifenesin-and-Fibromyalgia.html
    saludos

  3. Esto fue lo que me dijo una neuróloga en una de las citas de control de la migraña cuando le comenté que las estaba teniendo menos fuertes que cuando era más joven. «Claro, porque tus arterias ya no tienen tanta capacidad para contraerse y dilatarse como antes, es lo bueno de hacerse mayor». Yo me fui tan convencida con la explicación y luego, años más tarde, cuando las migrañas se hicieron más frecuentes y algunas también de bastante intensidad, no pensé que estaba rejuveneciendo pero me quedé un poco descolocada. Lo atribuí a las hormonas porque a algo se lo tenía que atribuir. Recientemente, otro neurólogo al que visité me dijo, como para consolarme, que las migrañas eran más frecuentes en otoño y primavera. Salí un poco mosqueada de la consulta porque era invierno. La semana que viene tengo que volver a revisión y no sé cómo le voy a explicar que he mejorado mucho sin tomar nada de lo que me mandó y que ha sido porque he leído un libro y sigo un blog. Igual me animo a llevarle su libro, doctor Goicoechea, aunque la opción más cómoda es no decir nada y que crea que ha sido un milagro o una simple casualidad.

  4. paloma: me sonrojo al leer tu comentario pues tuve mi época de creyente en la ortodoxia y soltaba cualquiera de esas explicaciones, con absoluto convencimiento. Afortunadamente apareción la neurociencia y me caí del guindo.

    No te puedo aconsejar sobre qué decirle a tu neurólogo. Una buena decisión sería contarle la verdad.

  5. Paloma: llévale el libro y dile que debe actualizar su conocimiento en neurobiología y fisiología del dolor, 😉 La mayor parte de los alumnos y alumnas de los cursos de migraña lo hacen, informar a sus médicos y/o neurólogos sobre todo esto. Si no, puedes ponerle en un aprieto pidiéndole que te explique la fundamentación biológica de esos supuestos desencadenantes de migraña, como la primavera o el envejecimiento… o decirle que la teoría vascular de la migraña hace tiempo que está desfasada.

    Un saludo.

  6. En mi caso, la primera vez que fui al neurólogo(hace muy poco tiempo), me dijo que la migraña era vascular, es decir, anclado en la vieja teoría, y de momento me hizo una receta de Propranolol que no seguí. La consulta fue muy corta y no me explicó nada, recuerdo que me expuso una metáfora que no entendí al intentar explicar lo que me pasaba y en dos minutos me estaba despidiendo y dejandole setenta calas a su mujer en el recibidor. Así fue mi experiencia con el neurólogo (no he vuelto más y no creo que vuelva, al menos a ese). En ese momento tenía un dolor inaguantable, atroz, insoportable. De ahí me tuve que ir a Urgencias y apaciguar los síntomas. La verdad que la medicina para cuestiones del dolor crónico y de padecimientos como la migraña y otras sintomatologías parecidas están muy cortos (desconocimiento total). Y se está viendo que la migraña ya no es una minoría como antes, sino que cada vez se están dando más casos de este tipo de problemas. La migraña es uno de los padecimientos de nuestro siglo, aunque la humanidad lo conozca de muy antaño. Esperemos que cada vez haya más expertos en Neurociencia y Biología del dolor para prevenir estos padecimientos.

  7. Antonio: me temo que el colectivo de neurólogos, y, en general, el de médicos, no da señales de interesarse por la Neurociencia del dolor. El cambio de paradigmas se hace cada vez más necesario pero va a resultar complicado. Ojalá me equivoque. Los organismos públicos y privados no dan señales de vida, salvo en el caso de la Fisioterapia.

Los comentarios están cerrados.