El dolor es una percepción que exige una explicación. Presiona al individuo a identificar el origen, dar con el agente o estado causal y neutralizarlo.
Explicación es una palabra problemática. Todo puede aparentar que aclara el origen, especialmente si señala el lugar donde sentimos el dolor. Si duele “en la columna” habrá que buscar causas osteoarticulares, degeneraciones, inestabilidades, asimetrías, disfunciones musculares… Podemos pedir Resonancias para objetivar discos protruidos o herniados. Podemos también analizar el patrón del movimiento y ponerle buena o mala nota, medir ángulos, detectar asimetrías, palpar contracturas, nudos… Cualquier hallazgo puede pasar por una explicación convincente.
Identificada la causa se procede a la terapia coherente con el problema. Si el dolor mejora, tenemos la evidencia de que la hipótesis (aparentemente) ha sido correcta.
El profesional y el paciente quedarán satisfechos. Nada de pedagogías.
– El movimiento es inadecuado. Por eso duele.
Hay quien opina lo contrario.
– Duele y, por eso, el movimiento es inadecuado. Aliviemos el dolor y verá cómo se mueve…
Puede que ni lo uno ni lo otro o que las dos cosas a la vez.
– El cerebro valora amenaza. Por eso duele y se mueve usted mal. Tenemos que ver si la valoración cerebral es adecuada. Cuénteme: desde cuándo, dónde, cuánto, en qué circunstancia… a qué lo achaca… qué le han dicho… Ande, levántese, camine, túmbese…
Hecha la valoración profesional hay que decidir si la proyección cerebral de dolor a la conciencia tiene sentido. Puede que en la exploración hayamos detectado unos patrones de movimiento inadecuados. Los corregimos y ya está. El cerebro estaba avisándonos con el dolor que estábamos castigando los tejidos con nuestros patrones viciados.
No tengo claro lo que podemos y debemos entender como un movimiento adecuado, normal, sano. Menos claro tengo aún si basta con identificar un movimiento inadecuado para explicar por qué duele.
Una cosa es una buena técnica para movernos, es decir, la activación de unos patrones eficaces (respecto al objetivo), con poco gasto energético y poco estrés para los tejidos que lo sufren. Una buena técnica vocal es aquella que genera musicalidad y no lesiona las cuerdas vocales.
Uno puede cantar mal, desafinar, pero eso no necesariamente explica el picor laríngeo aunque sí aumenta su probabilidad al forzar innecesariamente los tejidos.
Uno puede moverse “inadecuadamente” sin dolor o con él. Hay enfermedades neurológicas que modifican severamente el movimiento, la estructura, el tono muscular, y, sin embargo… no duele.
Creo que deben analizarse la calidad motora y el dolor por separado aun cuando puedan estar relacionados. En cualquier caso, con o sin alteración del movimiento, si hay dolor, habrá que hablar del cerebro, habrá que dar alguna explicación. Si no lo hacemos, implícitamente estamos culpando al patrón motor en exclusiva. Damos la razón al cerebro. Justificamos el dolor.
Me parece bien que se ayude a los ciudadanos a adquirir buenos hábitos posturales y una buena técnica motriz. No concuerdo con que esa pedagogía centrada exclusivamente en unos buenos hábitos posturales y motrices sea una buena pedagogía, si no hace mención al cerebro y considera y alerta ante su tendencia al alarmismo, las falacias lógicas y la dependencia cultural.
Es peligroso desatender cualquier aspecto sustancial en cada caso y ver solo cerebro y pedagogía donde siempre hay tejidos y movimientos. También lo es lo contrario.
Hay una cuestión ética. Ocuparse del dolor exige, hoy en día, conocer a fondo la compleja trama neuronal de su generación. No es cuestión de escuelas ni credos. Es una obligación moral.
Una auditoría medianamente exigente de los programas de formación en las Escuelas y Universidades detectaría graves lagunas y errores en cuestiones básicas que ya no son opinables.
No veo el modo de evitar la pedagogía…
El padeciente generalmente está expuesto a demasiada información, por ejemplo, te pueden decir como causa del dolor crónico “injustificado” en el aparato locomotor las causas siguientes:
Discrepancia miembros inferiores, mal apoyo plantar, deficiencia de CoQ10, el gluten, la contaminación electromagnética de los aparatos, las emociones que están reprimidas y se expresan somáticamente, las malas posturas, las curvaturas de la columna etc etc
Comprendo que debido a lo irracional del miedo y a lo incomprensible de un dolor desproporcionado que causa tanta afectación, sea muy difícil dar una una solución clara.
La hipótesis de que un cerebro miedoso, que ha nacido en una cultura miedosa y que de forma constante está evaluando de forma errónea y poniendo en marcha estrategias evitativas ultradefensivas, me parece hasta ahora, la explicación que mas se adecua con la realidad (aunque posiblemente puedan haber otras causas adyacentes, pienso que nunca podrán ser tan nocivas como el miedo).
Por otro lado sigo sin diferenciar bien al cerebro del yo, ¿Soy yo el que está provocando todo este problema? ¿Es mi cerebro que de forma autónoma ha iniciado este sinsentido?
Tambien tengo la duda de que si se trata de un problema psicológico, de que si es imprescindible aprobar las asignaturas emocionales pendientes, o de que si es posible o necesario “aislar” el problema del dolor y del miedo al movimiento y resolverlo de forma directa.
Que alguien me corrija si me equivoco (ya de paso aprendo algo). Una cosa sería tu cerebro y otra tu yo. Y que tu yo es el que le transfiere toda la información a tu cerebro en base al, a veces, mal aprendizaje. Creo que el cerebro de forma autónoma no puede iniciar el sinsentido, más que nada porque necesita ese aprendizaje externo.
Lo de psicológico sí tengo claro que es un mito
Saludos
Aquí tenéis unas cuantas lecturas del archivo del blog por si os ayudan a aclarar esa diferencia entre el Cerebro y el Yo, como bien dice Antonio, no son lo mismo, y aprender a diferenciarlos es un concepto básico y fundamental. Sergio, no es tu Yo quien provoca el problema, el individuo es inocente, es el cerebro el que se equivoca.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/02/19/mi-cerebro/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/03/01/%c2%a1jo-con-el-yo/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/05/25/mi-cerebro-y-su-yo/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/05/05/el-dolor-me-despierta-yo-no-estaba-pensando/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/07/08/el-yo-del-organismo/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/04/07/yo-pienso-yo-creo-yo-yo-%c2%a1yo-%c2%bfque-es-yo/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2013/02/19/que-es-la-conciencia/
Y, por supuesto, cuando el dolor es debido a un estado de alerta del sistema nervioso central por disfunción evaluativa cerebral, el Yo puede intervenir para darle la vuelta a la situación de dolor crónico.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/09/27/terapias-tecnicas-y-aprendizaje/
Un saludo.
Y ahí va otro lote de lecturas, esta vez para derribar de una vez el mito de que el dolor es de origen “psicológico”. No, no y no, el dolor siempre es real y de origen neurológico. Puede que lo emocional proyecte dolor pero no debiera hacerlo, no tiene justificación biológica. También hay que derribar falsos mitos sobre el estrés, la depresión, el dolor y la pérdida de la salud.
Hay más entradas en el blog sobre estos temas que podéis buscar en el archivo, esto es sólo una pequeña selección.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2012/02/10/dolor-psicologico-no-gracias/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/05/01/el-dolor-psicologico/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/08/01/traumas-del-pasado/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/07/29/tipos-de-dolor/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/09/29/dolores-del-alma/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2012/02/13/estres-y-dolor-2/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/03/21/dolor-depresion-e-indefension/
Un saludo,
Cristina.
La etiqueta de “psicológico” creo que es de las más frustrantes que te pueden dar, porque te hace perderte más, confundirte más y hacerte dudar de todo. Y lo del estrés, qué voy contar. Es el cajón de sastre (¿o se dice cajón desastre?) de todos los males. ¿Estoy mareado por el estrés o estoy estresado por el mareo? Yo opto por la segunda posibilidad.
Saludos.
Cristina, entonces, ¿cúal es la clave? ¿dialogar con el cerebro, explicarle nuestros nuevos puntos de vista para que termine por comprender? Por ejemplo, yo (o mi cerebro o los dos a la vez) creíamos que la bajada de estrógenos desencadenaba una migraña. Después de leer el libro de Arturo y parte de este blog ya sé que no es así pero ¿cómo se lo transmito a mi cerebro para que me deje en paz los días previos a la regla y durante la misma? ¿qué hago o que dejo de hacer para romper el condicionamiento?
Bueno, a la pregunta de que si se trataba o no de un problema psicológico no me refería a un “problema imaginario”, muchas veces la imcomprensión ajena lleva a que nos digan lo de psicológico como eufemismo y por eso nos molesta tanto.
Me refería a que los psicólogos tratan fobias, y el miedo al movimiento puede se catalogado de fóbico, pero me está dando la impresión de que puede que este problema se salga de su “jurisdicción”.
De igual manera la psiquiatría también fracasa estrepitósamente con su rollo de la serotonina, yo he tomado todo su arsenal (Lyrica, duloxetina, paroxetina etc) y ninguno ha servido para nada.
Aquí parece que todo el mundo se presta a “colaborar” : psicólogos, psiquiatras, neurólogos, traumatólogos, reumatólogos, alternativos etc etc y la mayoría (me parece) están errando en sus tratamientos y pronósticos (se nota que estoy algo molesto, pero de antemano reconozco la buena voluntad de casi todos ellos y de todas maneras tampoco me veo con el derecho a exigirles nada, solamente que si atienden un problema que desconocen, al menos que no cobren por ello, cosa que no creo que hagan nunca posiblemente porque no saben que no saben).
Cristina: Muchas gracias, siempre atenta, con muchos reflejos e increíble conocimiento del blog.
¡Me cuesta un montón ser conciso! Al parecer esta manera de ser viene con el pack.
Paloma: no sabemos dónde está la clave, lo que a unos les funciona a otros no, no te puedo dar una fórmula mágica porque yo no he sido lo que se dice una paciente milagro ni mucho menos, más bien he sido perseverante, me lo creía, me cuadraba y no veía otro modo posible de afrontar mis síntomas si no era apoyada en todo este planteamiento teórico-práctico. Lo que es evidente es que se necesita:
1) Actualizar el conocimiento, que es precisamente lo que estás haciendo, absorber información sobre la migraña avalada por el avance de la Neurociencia y la Biología.
2) Cambio de creencias. Tirar a la basura todo lo que hasta el momento habíamos creído que originaba la migraña y apoyarnos en creencias con justificación biológica. También lo estás haciendo, como bien señalas, las variaciones en el nivel de estrógenos por sí mismas no producen la migraña, son inocentes.
3) Cambio en el modo de afrontamiento. Dejar de evitar todo aquello que ahora sabemos que no desencadena crisis de dolor de cabeza (los dichosos desencadenantes), no ceder al apremio del sistema de recompensa, no tener miedo, tratar siempre de imponer racionalidad frente a una crisis apoyándonos en la información, etc.
Eso es lo que tú (tu Yo) puede hacer para ayudar al cerebro a salir de su error. Cuánto vas a tardar, si lo vas a conseguir o no, si habrá recaídas o no… eso no se sabe, la mayor parte de los alumnos de los cursos de migraña y muchos lectores del blog lo han conseguido pero aquí no hay garantía 100%. Por tus comentarios en el blog, yo creo que vas por el buen camino, si has actualizado el conocimiento, has cambiando de creencias y estás cambiando el modo de afrontamiento, ya has conseguido mucho, ahora dale tiempo al tiempo, para algunas personas el cambio de chip es algo inmediato, para otras, entre las cuales me encuentro, se necesita más tiempo. Cada yo es un mundo, cada cerebro es un mundo.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/02/28/%C2%BFdonde-esta-el-truco/
Un saludo.
La última recomendación de hoy, porque la forma de SER también es inocente Sergio, 😉
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2012/02/14/el-ser-de-la-migrana/
Sergio:
Soy psicóloga y llevo atendiendo a personas con dolor desde unos 6 años. Entiendo que te sientas frustado y molesto por toda la información absurda que hayas podido recibir del mundo psico_psiquiátrico. En el caso del dolor, estamos al final de la cadena (o un paso antes de los métodos “alternativos”). Cuando alguien llega a nuestras manos suele llevar mucho tiempo sufriendo y ha pasado por varios especialistas “del cuerpo”. Y nosotros, lo somos “del alma”. Y en el alma buscamos. El cerebro tiene muy mala prensa en las facultades de psicología y los psiquiatras suelen centrarse en la química cerebral. Gracias a Arturo, yo he dejado de mal_tratar a padecientes. Ahora el papel principal de mi atención se basa en la pedagogía y sólo cuando algo obstaculiza al individuo en este camino, ejerzo de psicóloga al uso. Si la atención al dolor le corresponde a unos o a otros es lo de menos. La cuestión es que quien atienda a alguien con dolor sin daño relevante sepa, como bien apuntas tú, de lo que está hablando.
Un saludo y ánimo.
Mar:
Seguramente estoy mas enfadado conmigo mismo que con los profesionales y he podido ser un poco injusto en mis comentarios.
Entiendo que nuestra problemática es complicada, y no creo que podamos exigir a nadie que encuentre las soluciones. Pero otra cosa es que en muchas ocasiones la estrategia de los tratamientos me recuerda al juego de “los barquitos”, se van probando cosas a ciegas para ver si por un casual se toca el problema, pienso que los padecientes debemos de ser informados de esto para decidir si queremos invertir nuestra energía, tiempo y dinero.
Me molesta tambien la falta de acuerdo y de diálogo entre las diferentes especialidades y disciplinas que intentan abordar el tema. Ante la percepción de lo irracional de lo que nos pasa y ante las numerosas sensaciones corporles confusas y evaluaciones erróneas que tenemos, lo que en un principio necesitamos, es sobre todo orientación y precisamente esta cultura nuestra hace todo lo contrario, de forma permanente e insistente nos desorienta mas y mas, aparecen nuevas teorías y nosotros desesperados nos agarramos a ese nuevo clavo ardiendo (el último que recuerdo es de este año acerca de la relación del dolor crónico con la deficiencia de CoQ10 avalada por la Universidad de Sevilla).
Como dije anteriormente, el profesional que no sabe que no sabe, se convierte (sin saberlo porque no lo sabe) en un factor altamente nocivo para nosotros. Y para colmo se “va de rositas” porque no se siente aludido (y esto nos fastidia bastante).
Cosa contraria ocurre con los profesionales (que tambien existen) que conscientes de lo que está ocurriendo, ayudan honestamente, se preocupan y cuestionan sus conocimientos previos, como interpretando lo que me has comentado, es tu caso.
Un saludo y gracias por todo.
Cristina, muchas gracias por tu respuesta, me ha resultado de gran ayuda. Espero seguir en contacto contigo a través del blog. Saludos.
Sergio:
No creo que hayas sido injusto. Sólo has expresado tu malestar y eso siempre es legítimo. Las reivindicaciones de tu último comentario son muy apropiadas: los profesionales tenemos que estar en permanente revisión y formación y , por supuesto, deberíamos ser conscientes de lo que provocamos en una persona cuando volcamos tantas opiniones diferentes sobre un mismo tema.
La visión de Arturo y del blog tiene la peculiaridad de dar cabida a diferentes intervenciones siempre y cuando se respete la idea central.
Te recomiendo que dediques tiempo y energía a ir leyendo las recomendaciones de Cristina y vayas destejiendo el desaguisado previo.
Ánimo.
Paloma, por supuesto, siempre estoy por aquí, 😉 Un saludo.