Ayer clausuramos el octavo curso para padecientes de migraña en el Centro de San Martín.
Dicen de la migraña muchas cosas pero hay consenso casi general en considerarla como enfermedad de origen misterioso. Se sugiere, según la profesión, que la perturbación anida en estados y tejidos diversos. Puede que sean contracturas musculares en el cuello, apreturas y malalineamientos temporomandibulares, sensibilidades y dilataciones arteriales, chispazos de los cables nerviosos, casi-epilepsias en centros generadores de migraña, déficits de DAO y/o excesos de histamina en intestino.
A todo ello se dice que puede llegarse a golpe de genes y estilos de vida inadecuados. Se ofrecen remedios adaptados a la teoría de cada cual y se recomienda aceptación de la condición y rigor en el seguimiento de lo recomendado. Todo irá algo mejor si se encarrila uno en el estrecho camino del recto proceder como enfermo.
Aquí, en San Martín, pensamos que la migraña, como otros padecimientos emparentados, no es ninguna enfermedad, que el organismo e individuo que la sufren son organismos e individuos sanos e inocentes de cualquier culpa y que no hay sino un cerebro que valora de modo alarmista el riesgo de daño y un rebosamiento de miedo convertido en dolor, cierre digestivo y aborrecimiento del mundo externo.
Explicamos a los padecientes su condición sana y la gestión equivocada de su cerebro y les animamos a vivir, reclamando sus derechos de seres vivos y vivientes y deseándoles suerte para dar con esa buena vida requisada por la supuesta enfermedad.
En el encuentro les animamos a salir del encierro, no con planes arriesgados y complejos sino por pura convicción de inocencia. Tras el desconcierto inicial de saberse sanos y libres de toda culpa, van saliendo del infierno, unos al instante y sin recelos y otros dudando de que pueda ser verdad la nueva condición.
Después de las cuatro clases de adoctrinamiento en convicción de salud la mayoría de los alumnos han recuperado esa convicción y la ejercen, renunciando a fármacos y reclusiones en el cuarto oscuro y retomando la inocente golfería de la vida.
Así sucedió ayer con la octava promoción. Celebramos con queso, chocolatinas, embutidos, tortilla de patatas, vino tinto y refrescos el que se hubieran merendado a esa supuesta enfermedad.
Puede que alguna alumna/o vuelva a las andadas y recaiga. Espero que sepa reincorporarse y deshacer el camino para enfilar otra vez la senda de la sensatez cerebral.
Ya será la migraña una enfermedad si tantos se empeñan en afirmarlo. Aquí en San Martín pensamos de otra manera y así lo manifestamos, declarándonos no dependientes de la etiqueta migrañosa.
Diez padecientes más licenciados en Biología del dolor. Son pocos pero dan gloria.
No es ni será noticia voceada en prensa ni TV. Para nosotros ya tampoco es noticia a fuerza de comprobarlo una y otra vez.
Pedagogía en Biología del dolor…
– ¿Qué es eso? No lo he oído nunca…
– Ya. Es que no es noticia.
– Pues he oído que la migraña es una enfermedad… Lo han dicho en “las noticias”.
– No para mí. La noticia sería que dijeran lo contrario.
Mis FELICITACIONES al grupo de San Martín!!!!
Acabo de terminar el libro de Arturo y no paro de leer el blog. Tengo que reconocer que ha puesto mi mundo, al menos mi mundo migrañoso, patas arriba. Por un lado estoy feliz de saber que no soy una enferma pero por otro tengo pánico. ¿Cómo voy a ser capaz de pasar una migraña sin pastilla? Porque las migrañas, aun siendo pesadillas cerebrales, duelen y mucho. Y eso que odio las pastillas e incluso antes de toparme con el doctor Goicoechea ya había pensado abandonarlas aunque, claro, una cosa es pensar y otra, cuando llega el momento, hacer. En fin, que tengo una lucha y un debate interior como en la vida. Me paso el día hablándole al cerebro como si estuviera dando una clase para alguien cortito de entendederas. ¿Alguien ha pasado por lo mismo?
Paloma: creo que al principio todos pasamos por lo mismo. Te encuentras ilusionado porque parece que has descubierto un nuevo mundo en el que todo encaja pero luego al pasar a la práctica te invade la incertidumbre= como voy a convencer a mi cerebro de que el mundo en el que ha vivido tanto tiempo está equivocado?
Mi consejo:ir paso a paso, poco a poco ganando pequeñas batallas y no hundiéndose ante los fracasos.
Animo!
Muchas gracias, Mónica. Os iré contando.