Los cursos de migraña para padecientes están configurados como tales. Hay alumnos y profes. A final de curso algunos, los más (algo más del 80%) han aprendido (mejorado). Otros, los menos, siguen igual. Hemos fracasado en el intento de cambiar el chip alarmista cerebral. Puede que hayan aprendido y aprobado la teoría pero hacen agua en la práctica.
Hemos finalizado este lunes el noveno curso. La mayoría estaba en mejoría franca. Los que estaban igual tenían tocado su orgullo de alumnos.
Desconozco las causas de la mejoría y del fracaso. Suponemos que la Pedagogía modifica la conectividad de la circuitería del dolor, aquella que dispara los recursos de alerta al daño. Eleva el umbral de activación. Descataloga desencadenantes. Racionaliza la decisión de encender las alarmas. El cerebro desaprende y aprende.
¿Por qué unos sí y otros no? Me gustaría conocer las claves.
A veces puede haber un problema de comprensión. No se han captado correctamente los conceptos. Pueden incluso haberse malentendido. No ha aparecido el efecto ¡ajá! Ese instante en el que se hace la luz y uno lo ve todo claro desde el nuevo marco. No parece que sea ese el motivo.
– Lo entiendo y acepto. Lo veo razonable pero no sé cómo conseguirlo.
El cerebro tiene sus razones y, sobre todo, tiene sus miedos. El cerebro no teme el dolor como sufrimiento sino como indicador de que algo perjudicial esté sucediendo.
Imagine un sistema de alarma que hace predicciones sobre un robo. Utiliza datos sobre robos propios y ajenos, informaciones sobre peligro de robo. La central de procesamiento de datos hace predicciones y en un momento dado salta la alarma… No hay ladrones. Todo está en orden pero ha saltado el dispositivo. Al principio con un sonido desagradable pero a poco volumen.
– Sé que es una falsa alarma. No hay ladrones. Voy a seguir con mis ocupaciones. Necesito que deje de sonar. Me da miedo que vaya aumentando el volumen y se haga insoportable…
El disparo de la alarma actúa como un confirmador de sospecha. Ha saltado luego puede que hayan entrado ladrones… Cada vez suena más fuerte y cada vez el sistema actúa con más convicción de peligrosidad. El sistema no contabiliza falsos positivos. No contempla esa posibilidad. Todo episodio de alarma confirma la sospecha. No corrige. Ni siquiera tiene incorporado el error como concepto.
– Intento seguir con la actividad sin tomar el calmante. Al final no tengo más remedio que volverme a casa, meterme a la habitación y tomarlo.
El concepto central es el de falsa alarma. No hay peligro. Actuar con normalidad. Autoproyectarse confianza, convicción… no de que no va a doler sino de que nada sucede. El único temor justificado es el del propio temor. El miedo a tener miedo, en este caso al dolor.
Uno puede estar hundiéndose en el agua por miedo a hundirse. Debe confiar en su flotabilidad, desactivar el programa motor del braceo agitado que le lleva al fondo. Para flotar no hay que hacer nada especial. Simplemente hay que hacer eso: ¡nada!
Aquél que se hunde en el agua sabría hacer los movimientos adecuados con los brazos para flotar estando de pie en una habitación. Una vez aprendido el programa simple de flotar podríamos proceder a añadir agua a la habitación, convertirla en piscina. Habría un momento clave en el que ese programa de flotar sería sustituido por el del braceo desordenado, el de hundirse…
– Al final tengo que salirme de la piscina o tomarme dos pastillas de corcho.
El problema no reside en practicar una y otra vez los movimientos de flotar. Son simples. No necesitan aprendizaje.
Tampoco consiste en repetirse una y otra vez que tendríamos que flotar.
La cuestión está en el miedo. Es un miedo escénico. El escenario de ese miedo es el del nuevo marco, el recibido en el curso. La incertidumbre que provoca. La ansiedad excesiva sobre el resultado. Un pianista que teme el error se equivocará.
Los testimonios positivos del alumnado exitoso provocan una sensación ambivalente. Por un lado animan a seguir intentándolo. Por otro tocan la autoestima y afianzan la desesperación, la indefensión.
El indefenso no sabe qué hacer para protegerse. Lo ha intentado todo y siempre ha fracasado. También esta vez.
El cerebro, a través del sistema de castigo-recompensa, exige el respeto al miedo, el sometimiento al ritual exigido (renuncia y calmante).
El organismo requisa al individuo. Suspende sus derechos en aras de la seguridad.
El alumno tiene que rebelarse. Desde la convicción de sus derechos, de la racionalidad.
El calmante calma cuando consigue aplacar el miedo de las expectativas cerebrales. Es un ritual más. Una acción exigida.
El resultado del curso no se cierra cuando terminan las clases. No se trata de todo o nada. Ahora o nunca. A veces el beneficio se toma su tiempo. El parlamento neuronal rechaza la proposición pero los debates siguen…
¿Cómo se consigue flotar?
Eliminando el miedo al agua.
El problema está en que nos han metido profundamente ese miedo en el cuerpo. Está automatizado, facilitado.
En la última clase hablamos de placebos, nocebos, antinocebos, analgésicos, de la farmacia externa y la interna, de los efectos químicos que generan las ideas y de los efectos en las ideas que generan algunas moléculas, de la plasticidad siempre presente…
No es una batalla extraña de las ideas contra una supuesta química alterada. No es una pelea entre la imaginación y la realidad, entre la mente y la materia.
El peligro es imaginario. No hay daño. Sólo el dolor es real. Es el modo como el cerebro consigue que actuemos como si hubiera una realidad.
La pesadilla cerebral de la migraña no debe desbaratarse durmiendo sino estando bien despierto, tocando realidad para huir de los fantasmas del daño imaginado.
Rematamos con un repaso rápido de cuestiones clave: sistemas de defensa, aprendizaje, dolor y daño, fobias…
El próximo lunes recibiremos en revisión a los alumnos del curso anterior. Ya les contaré…
dr. como siempre muy buenas sus explicaciones, me gustaría leer mas sobre ¿por qué a veces los calmantes “calman” y otras el mismo no logra el efecto esperado?, es que el aprendizaje libera, la verdad nos hace libres, ¡al parecer es VERDAD!. Saludos
Buenas tardes, acabo de comenzar a leer sobre el dolor crónico y quería saber si hay cursos enfocados a dolores crónicos en pies. Muchas gracias
Creo que los cambios nunca son de todo o nada. Y creo que en los resultados influyen muchas variables que se nos escapan. Pero igualmente estoy convencida que una intervención contenedora, que no angustia, que informa, que explica, que transmite esperanza y control, etc. siempre es beneficiosa.
En más de una ocasión, igual también lo he comentado aquí, pongo a las padecientes un ejemplo propio. Me da miedo montar en avión. Hace unos años decidí no hacerlo porque la angustia me ganaba la batalla. Por coherencia con mi profesión, decidí enfrentarme a ese miedo irracional. Conozco los mecanismos del miedo irracional, me expuse y he logrado que el malestar se reduzca mucho. No estoy semanas antes sin dormir y con pesadillas terroríficas, no me quedo bloqueada durante la facturación de las maletas, no me falta el aire, no sudo, no me atiborro a sedantes, etc. He volado hasta Buenos Aires. Pero sigue sin gustarme volar y hay vuelos en los que reaparece la angustia a niveles brutales… A veces sospecho qué ha podido pasar pero tampoco me dedico a descubrirlo. Me conformo con que sé que hago lo correcto y, en los vuelos “malos” me repito: “Que tú estés convencida de que vas a morir no significa que vaya a pasar”.
Igual, en unos meses, algunos de los alumnos a los que les ha ido a mal consiguen un rotundo éxito.
Saludos,
Hola Liliana, te pongo unos cuantos enlaces a entradas del archivo del blog. La clave para responder a tu pregunta creo que está en comprender bien qué es el sistema de recompensa, el efecto placebo-nocebo, y la importancia de las creencias, expectativas y la transmisión cultural. He hecho una selección de entradas del blog que creo te pueden ayudar a entender estos conceptos pero hay muchísimo más escrito en el blog sobre estos temas.
Un saludo.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/07/26/la-analgesia-perfecta/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/03/17/dolor-y-analgesia/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2012/01/21/sistema-de-aversion-recompensa-2/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/02/25/la-decision-de-doler/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2012/02/24/el-apremio-somatico/
https://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/07/02/premios-y-castigos/
https://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/02/28/%C2%BFdonde-esta-el-truco/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/12/15/al-final-tuve-que-tomar/
https://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/05/06/la-toma-de-la-pastilla/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/07/27/placebos-puros-mas-o-menos-e-impuros/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/06/01/placebos-creencias-e-incredulidades/
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/04/29/placebo-y-nocebo/
Estoy de acuerdo con Mar, no se puede uno poner el plazo de cuatro semanas, que es lo que dura el curso, porque no se sabe cuánto tiempo se necesita, cada persona es un mundo, cada cerebro necesita su tiempo para procesar todo lo aprendido y cambiar el chip. Como les decimos a los alumnos que se desaniman un poco al ver cómo otros lo consiguen enseguida, se trata de un proceso que puede tener altibajos, unos tardan más, otros menos, unos tienen recaídas, otros no, no se sabe muy bien qué ocurrirá, lo importante es verlo claro (momento Ajá), actualizar el conocimiento, introducir racionalidad en el sistema, cambiar las creencias erróneas y el modo de afrontamiento.
Además, creo que hay que saber valorar lo que el curso (o el libro o el blog) aporta aunque las crisis de dolor no desaparezcan por completo. El conocer qué hay detrás de la migraña o del aura (un cerebro equivocado y no un cerebro enfermo), el comprender la neurofisiología del dolor, consigue reducir el significado amenazante del dolor y los demás síntomas y permite un cambio de afrontamiento diferente a la toma de la pastilla y demás conductas de protección o evitación habituales. Como dice Arturo, el conocimiento sí ocupa lugar, y como señala Mar, la información actualizada sobre dolor siempre será beneficiosa, como poco, ayudará a relativizar, no contagiarse del miedo cerebral y afrontar las crisis de otro modo.
No sabemos dónde está la clave que permite el cambio, pero el “truco” para que más del 80% sí lo consigan es evidente que está en el conocimiento.
https://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/02/28/%C2%BFdonde-esta-el-truco/
Ahora mismo se puede decir que estoy en el período de altibajos. Estoy encadenando una serie de días en los que estoy relativamente bien, casi al 100%. Quizá sea el miedo a recaer lo que puede preocupar, lo que pueda a incitar a duda. Esto me pasaba más al principio, ahora lo veo con otros ojos.
Siempre he sido de los de “me pongo esta fecha”. Para esto ya sabía que no iba a funcionar, siempre posponía actividades para cuando estuviera “bien” y así llevo un lustro. Ahora sé que no lo debo hacer, que no debo saltarme mis planificaciones y no hacer que mi vida gire entorno a mi problema.
Antonio: el lunes el comentario de una alumna de los cursos de migraña me sorprendió muchísimo, ella decía que ahora era perfectamente capaz de “parar” una crisis de dolor (migraña) según ésta comenzaba pero que lo que ella quería era que no apareciera más el dolor. Sé que es comprensible desear que el dolor (el irracional, el que no está justificado biológicamente, el que no nos protege sino que nos mortifica) no aparezca jamás pero en sólo cuatro semanas ser capaz de atajar una crisis de dolor irracional con la información pienso que tendría que bastar, tendría que alucinar, tendría que parecer casi ciencia ficción, 😉 Aunque es justo lo contrario a la ciencia ficción, se consigue “parar” porque ha ganado la racionalidad (impuesta a través de la información) frente a la irracionalidad cerebral.
En tu caso opino exactamente igual, siéntete afortunado por haber llegado a esta información, por haber tenido tu momento Ajá (¡esto es lo que me ocurre!) y por haber conseguido cambios tan rápidamente, y como le dije a la alumna, hay que olvidarse por completo del miedo a que no se vaya del todo o que vuelva a aparecer, porque si persiste o reaparece el síntoma, lo que hay que hacer es aplicar todo lo aprendido, y como bien dices, no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy por miedo, ahora ya sabemos qué hay detrás de los síntomas irracionales y no podemos dejar que condicionen toda nuestra vida (aunque algunas veces sí la limiten un poco), yo también esperaba “a estar bien”, en el momento en que dejas de esperar y te pones a la tarea independientemente de cómo te encuentres es cuando vas por el buen camino, 😉
Un saludo.
Sería magnífico poder controlarlo y pararlo en seco 🙂 Estoy en ello. Hace poco leí que con ignorar los síntomas no era suficiente. Y es verdad, esto ya lo intenté en su época, antes de encontrar el blog. Ahora que ya sé más cosas no voy a esperar a ver cómo me levanto al día siguiente.
Por cierto me levanto mucho mejor ahora, parece que ha calado hondo lo del tema del sueño.
Un saludo.
Maria José: de momento solo hemos puesto en marcha cursos para migraña. puede que en el futuro vayamos ampliando temas.
Como testigo privilegiada de la actividad grupal en San Martín, quiero volver a comentar la satisfacción que me (nos) produce comprobar la transformación de los alumnos a lo largo de las sesiones, y por supuesto aún después.
No importa la edad, el sexo, los años de evolución, la medicación tomada ni las pruebas realizadas previamente: conocer qué es una neurona, un cerebro, el papel del dolor, la inflamación, de los analgésicos…comprender e integrar los conocimientos básicos de la neurociencia provoca en la mayoría de los padecientes un cambio clarísimo, no sólo en cuanto a resultados de dolor e incapacidad sino sobre todo de cambio de afrontamiento, y de posición ante el dolor: de ser absolutamente víctima de un proceso doloroso irracional y limitante, a recuperar la autoestima de organismo sano en cerebro equivocado, pero plástico y sensible a la información adecuada y anti-alarmista.
Y tan prodigioso como en los alumnos es el cambio en los profesionales, principalmente de atención primaria, que poco a poco se van acercando a vivir esta experiencia, con la mente abierta y sin prejuicios. Quiero pensar que algún especialista lee este blog , y si es así les invito a que, si hay algo en el abordaje tradicional de la migraña que les chirría, se den la oportunidad de conocer esta experienicia. ¡Si hasta la revista Neurology ha hecho en voz alta la reflexión de que lo de los desencadenantes a lo mejor no es muy cierto…! . Y parece que el bótox tampoco funciona muy bien…
Sé por experiencia propia que la primera vez que se oye este mensaje la mayoría de los profesionales decimos que es muy interesante…pero no solemos pasar de ahí. Considero que es porque el cambio de enfoque que supone ver al individuo como inocente, y al cerebro como órgano que se equivoca, y dejar de ver al dolor sin daño como dolor de segunda o como algo misterioso y aún por resolver, es un cambio difícil de dar. A lo mejor con cuatro sesiones semanales para profesionales lo conseguiríamos, dando el espacio y el tiempo y la información necesarios para comprender e integrar. A lo mejor no vale con sesiones puntuales o con conferencias contrarreloj.
Como habeis apuntado varias personas, la ola va ganando terreno. No tan rápido como nos gustaría, pero algo va cambiando, y no hay marcha atrás.
Saludos
La ola va ganando terreno, pero acabo de ver en la 1 una noticia acerca de la migraña, que si el 15% de la población sufre migraña, que es la segunda causa de absentismo laboral. Han dicho que había una nueva línea de investigación llevada a cabo en no sé dónde en Cataluña, que la histamina blablabla que si esto blablabla, que habían logrado resultados (¿efecto placebo?) y más blablabla de lo típico. Mi gozo en un pozo.
Un saludo.
Antonio J Ruiz: la tesis de la histamina encuentra eco mediático con rara facilidad. Espero que algún día la tesis pedagógica, más neurosaludable, neurofundamentada y económica sea igual de proclamada.
Saludos