Opino que los llamados “Síndromes de sensibilización central”, apartado en el que se incluyen padecimientos tan ubicuos y dramáticos como la migraña y la fibromialgia, suceden en organismos razonablemente sanos pero gestionados por un cerebro equivocado.
Opino lo mismo respecto a un padecimiento tan ubicuo, torturador y peligroso como la alergia: sucede en un organismo razonablemente sano pero gestionado por un sistema inmune equivocado. Podríamos extender la reflexión a las enfermedades autoinmunes.
– Su organismo no está enfermo. Hay un problema de gestión.
Mi tesis de la gestión cerebral errónea genera recelo. Ha costado pero ya se admite, por el peso de las evidencias, que anda el cerebro metido en la trama de los Síndromes de sensibilización.
La migraña y la fibromialgia son enfermedades cerebrales. De acuerdo. El cerebro procesa mal la información, amplifica el dolor…
Sólo se cuestiona al cerebro. No se plantea un posible error en la propia información. Ni siquiera se considera el error evaluativo: el cerebro es bastante normal, la información es razonablemente correcta pero ha habido una evaluación cerebral errónea, por motivos que se nos escapan… No conocemos bien el proceso evaluativo de los circuitos sinápticos… Tampoco conocemos bien el proceso evaluativo de la trama inmune.
Vale que sea el cerebro pero solo si estamos hablando de un cerebro biológicamente vulnerable. Entiéndase esa vulnerabilidad biológica como una condición de riesgo que proviene de los genes. Para sobrellevar esta vida moderna hay que echarle “genes”, los adecuados, los de la “resiliencia”, los del “fitness”. Si no es así cualquier inconveniencia física o psicoemocional pondrá en evidencia esa genética sensiblera, minusválida, que solo sirve para entornos algodonosos.
La Biología empieza y termina en los genes. Lo que queda son “cosas de la vida”, retoques emocionales, traumas, estreses y dieta.
¿Qué tienen las neuronas y la red que ellas tejen para que se les niegue la condición del error?
¿Qué problema hay para considerar la red neuronal como un sistema condenado (por genética) a aprender a golpe de errores y aciertos? ¿No es cierto que la red neuronal humana desarrolla ese aprendizaje de modo tutelado, con instructores y refuerzos (premios y castigos) naturales y artificiales?
¿Quién garantiza que la tutela y refuerzos de la cultura son los adecuados?
¿Qué hay de la función “toma de decisión”? ¿Acaso no es Biología?
La hipótesis del error evaluativo puede ser correcta o no serlo. El tiempo y las cautelas lo dirán.
Mientras la Ciencia hace su trabajo podemos considerar la hipótesis y aplicarla, dando la oportunidad a los padecientes de recuperar la autoestima somática y dedicarse a minimizar el error evaluativo (“estoy enfermo”; “mi enfermedad es misteriosa e incurable”) o defender la hipótesis contraria: es una enfermedad. No conocemos el origen. Necesitamos más fondos de investigación y subsidios y derechos para los enfermos.
Los defensores de la hipótesis de enfermedad recuerdan la época preinfecciosa, aquella que explicaba la tisis tuberculosa como algo emanado de una lucha desigual entre el cuerpo frágil y un espíritu sensiblero. La muerte no era sino el resultado de esa batalla. Koch identificó su bacilo y se acabó la Literatura que relacionaba las toses, palideces y desfondamientos con el espíritu. Había un mal bicho que nos comía las entrañas.
¿Y si estuviera sucediendo lo mismo? El cerebro, la información, la cultura, los errores evaluativos… No hay ninguna diferencia con lo de los espíritus y la tisis…
Las hipótesis están ahí para aplicarles la lupa de la Ciencia. Tenemos la hipótesis de la enfermedad escondida y tenemos la hipótesis del error evaluativo.
Hay ideas acertadas e ideas erróneas. La vida misma.
El cerebro es un órgano que trata de minimizar la incertidumbre (“energía libre”. Friston). Es así. Es una evidencia plausible.
No existe la incertidumbre cero mas que como un estado subjetivo ilusorio y obstinado.
Una persona que niega la posibilidad del cerebro equivocado está equivocada, al menos, con la misma probabilidad que aquella que niega la posibilidad de un sistema inmune equivocado.
¿Por qué negamos a la neurona lo que concedemos al linfocito?
Existe el derecho a conocer “la verdad” y a exigir que haya esfuerzo por dar con ella.
También existe el derecho a conocer “el error” y a exigir que haya esfuerzo en minimizarlo.
Abrazar la subjetividad de la verdad perfecta, redonda, es peligroso.
Para mí que el cerebro no es un órgano infalible que solo se equivoca por enfermedad o desvarío genético.
Para mí que el cerebro habita la incertidumbre.
Para mí que la Cultura puede, a veces, señalar en la dirección equivocada.
Para mí, claro…
Excelente provocación para el estudio, la reflexión, darse cuenta de… la fm, cerebro,. la vida misma.
Empecé mi periplo hace casi 5 años. Cuando nadie supo decirme qué es lo que me pasaba fue cuando empecé a preocuparme,
y fue cuando los síntomas empezaron a hacerse crónicos. Porque yo empecé siendo un eventual. Y obviamente tenía unas
ideas erróneas. Sobre todo le echaba la culpa al cuello, sin tener ninguna contractura, y aún cuando no tenía problema
de movilidad ninguno. La tensión, será la tensión muscular o la ansiedad….o el cambio de aire de Granada a Madrid. Cada día culpaba a una cosa diferente.
Médico de cabecera:
-Los síntomas que tienes son muy raros. Te mando al neurólogo con preferencia. Podría ser una enfermedad neurológica. Muchas veces
empiezan así
-Yo había venido aquí mareado. Ahora me voy acojonado
-Lo más seguro es que no sea nada.
Neurólogo 1 (SS)
-La resonancia está bien, no tienes ninguna lesión. Es una mareo inespecífico
-¿Eso qué es?
-Mareos que vienen y van
Neurólogo 2 (Mapfre)
-Lo que tienes no es algo físico, se escapa de mi campo
-OK
Otorrino (Mapfre)
-El oído lo tienes perfecto, pero de todas formas haz estos ejercicios. Quizá necesites ayuda especializada
¿Has estado nervioso últimamente?
-No
Medico de mi pueblo (el único que me dio una explicación más o menos…)
-Si tu puedes ir a natación, tú estás hecho un toro. Lo que a ti te pasa es que has perdido la confianza en ti mismo.
(A pesar de esto me recetó clonazepam, que según leí era un antiepiléptico, no entiendo la razón, de todas formas no me lo tomé)
Llevo ya una temporadita atando cabos, y cada día más. Espero finalmente poder “cerebrarlo” 🙂
Salud,
Antonio
Antonio, tu periplo describe a la perfección como se construye un problema. Siempre es interesante recorrer hacia atrás el camino, uno se da cuenta del proceso. Ánimo para seguir atando cabos y deshaciendo entuertos.
(El clonacepam se usa también como ansiolítico, imagino que las sospechas de tu médico apuntaban al origen psicógeno de los mareos).
Saludos.
Totalmente de acuerdo con Mar. Así construimos problemas.
Como médica de atención primaria, me identifico en las palabras de los compañeros que han atendido a Antonio.
El peregrinaje que de forma tan clara y hasta cómica cuenta podría ser aún peor, y eso que todo , las prescripciones, las derivaciones, las explicaciones…lo hacemos con nuestra mejor intención, y con lo que la ciencia oficial tiene hasta el momento.
Es imprescindible un cambio en la formación de los profesionales de la salud sobre dolor, cerebro, y otros síndromes relacionados y ampliamente desarrollados en este blog. Necesitamos formación, y necesitamos además cambiar nuestra forma de abordaje de la persona, ampliando el espectro diagnóstico, dejando de diferenciar entre lo orgánico y lo “funcional”, entre dolores de primera y de segunda, entre enfermedades “nobles” y las demás. Porque el sufrimiento es el mismo, o incluso mayor cuando no damos respuestas convincentes ni tratamientos adecuados o proporcionados.
Si no estamos perdidos, todos, padecientes y profesionales.
Saludos.
Marisol
Si algún día se presenta la ocasión comentaré la ruta que hice por las “alternativas”. Fue bastante cómico, gracioso. Y surrealista también. Ahí empezaron mis primeros dolores…de bolsillo
Saludos,
Antonio