– ¿Tiene curación la migraña? ¿Podemos los profesionales erradicar el problema del mismo modo que erradicamos una infección con antibióticos? ¿Puede uno dejar de ser migrañoso?
Un 73% de los 65 pacientes consultados respondió con un rotundo NO.
La convicción de enfermedad incurable es muy común y está alimentada y avalada por los expertos.
– Tiene que aceptar su condición. No pierda el tiempo buscando fórmulas mágicas. Es usted un migrañoso. Lo lleva en sus genes.
Está demostrado que las creencias y expectativas del cuidador influyen en el comportamiento del dolor en el padeciente. Hay una comunicación verbal y no verbal que condiciona el resultado de la visita. Un médico pesimista alivia menos que uno optimista.
En mi época de creyente ingenuo en las bondades de la terapia farmacológica era optimista en la primera visita y seguía siéndolo cuando las cosas iban bien. Con el primer revés el optimismo se venía abajo y los padecientes captaban los negros augurios, proyectados por la expresión de mi rostro. Era evidente que ya no tenía nada que ofrecer y que el sufridor debería aceptar su condición, con o sin dignidad.
En los cursos de migraña intentamos no prometer nada… por la sencilla razón de que no está a nuestro alcance hacerlo. Sólo ofrecemos información, pedagogía y la promesa se limita a nuestro compromiso de esforzarnos en explicar con acierto los conceptos.
Un estimado compañero de mi época de residente es actualmente profesor de Patología General en la Universidad. El primer día de curso trata de tranquilizar al alumnado prometiéndoles que acabarán aprobando la asignatura, con esfuerzos y tropezones varios, y que, incluso, acabarán obteniendo la licenciatura.
– Tranquilizaos. Aprobaréis Patología General. Obtendréis finalmente el título de Medicina y Cirugía… Ahora bien: ¿seréis médicos? No lo sé. No os lo puedo prometer.
Lo mismo sucede con la migraña y los cursos. Sólo podemos prometer resultados pedagógicos. Nunca sabremos si los alumnos dejarán de tener migrañas. Aprenderán los conceptos. Comprenderán el proceso. Cerca del 80% mejorarán sensiblemente. El resto no conseguirá el alivio a pesar de hacer bien los deberes y poner el máximo (quizás excesivo) empeño.
¿Se cura la migraña?
¿Se curan las creencias?
Sabemos que las conexiones cerebrales son plásticas, modificables, y que los circuitos migrañosos pueden perder fuerza y dejar de dar la lata pero no tenemos la potestad de imponer el cambio de chip a nuestra voluntad. En el cerebro no se tira nada y siempre pueden reactivarse conexiones adormecidas. Podemos estar “curados” unos meses o unos años y padecer una crisis sin saber bien por qué.
– Estaba curado pero he vuelto a enfermar…
Los términos de enfermedad y curación no encajan con la migraña y no lo hacen porque no es una enfermedad sino un estado de alerta cerebral, una incertidumbre, un desasosiego que adelgaza y engorda en función de muchas variables.
El organismo tiene estados emocionales que se expresan a la conciencia en forma de percepciones. El dolor es la expresión consciente del miedo somático al daño. Ese miedo no se cura. Anda siempre por ahí. Sólo podemos intentar disolverlo con la racionalidad, con el conocimiento y la actitud decidida de afrontarlo.
La doctrina oficial de la migraña defiende la condición de enfermedad incurable, genética. Así no hay quien se libre de los excesos del alarmismo cerebral.
¿Se cura la migraña?
¿Se cura el miedo?
– Tiene que dejar de leer esas historias de terror…