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La enfermedad del dolor

Hay veces que el dolor no es mas que un síntoma, la consecuencia de una lesión o enfermedad: una fractura ósea, una infección, una quemadura. Se trata de algo excepcional en nuestras vidas. Habitualmente no sucede nada anormal que justifique el síntoma dolor.

Es más frecuente que el dolor campe a sus anchas, en ausencia de daño o enfermedad relevante: lumbalgia, migraña, fibromialgia… El dolor ya no es un síntoma de algo alterado donde duele. Allí no hay nada alterado. Según los expertos, en estos casos el dolor es una enfermedad.

Evidentemente el dolor mortifica e invalida. Impide o penaliza la vida normal, el rendimiento pleno del individuo. De acuerdo con la OMS un individuo dolorido es un individuo enfermo. Padece la enfermedad del dolor crónico o recurrente.

El dolor sin enfermedad es una enfermedad. Así de simple. Lo anormal (lo enfermo) es que haya dolor no habiendo enfermedad o, también, que no haya enfermedad habiendo dolor.

Los padecientes de la enfermedad del dolor a veces sueñan con tener una enfermedad tangible, detectable, visible, reconocida socialmente, amparada por los subsidios de las enfermedades con enfermedad y aliviada por tratamientos eficaces, como la diabetes, por ejemplo.

Dicen que la enfermedad del dolor sin enfermedad acaba afectando al cerebro, encogiendo la corteza. Por ello la enfermedad de tener dolor «sin motivo» debe prevenirse atajándolo con decisión, manteniéndolo a raya, para evitar que nuestras neuronas se degeneren por el impacto sostenido del dolor.

 A la enfermedad del dolor se le han buscado genes de enfermedad del dolor, hábitos poco saludables, emociones contenidas o reprimidas, alimentos, tóxicos ambientales, estreses, sobrecargas mecánicas, insuficiencias y/o excesos bioquímicos.

Puede que no haya tal enfermedad. ¿Por qué no un organismo sano, gestionado por un cerebro equivocado?

¿Puede considerarse un cerebro equivocado como un cerebro enfermo? Desde la perspectiva de la OMS, no hay duda: Sí. Se puede y debe… pero, en mi opinión, también debiera especificarse un apartado de «enfermedades por errores cerebrales», definidas por una gestión inadecuada de los programas neuronales.

Un síntoma es la expresión de un programa. La Patología a veces reside en el suceso que dispara el programa (la lesión o enfermedad) y otras en el encendido innecesario del programa.

La sirena estridente del sistema de alarma puede activarse por enfermedad en la casa (incendio, robo) o por «falsa alarma» (no sucede nada amenazante aunque la sirena está sonando).

Un sistema que activa la alarma cuando no debe, según la OMS sería un sistema «enfermo» en razón a que perturba la tranquilidad y confort del individuo.

– Utilice tapones. No piense en la alarma. Aprenda a sobrellevar el hecho de que vive usted en una casa enferma aunque aparentemente esté sana. Es un misterio para el que no tenemos respuesta.

Otra opción:

– Revise el sistema, la arquitectura del procesador, el criterio de amenaza, las expectativas, el aprendizaje. Comete muchos errores, muchos falsos positivos. Considera peligro cuando y donde no hay. No acepte la tesis de la enfermedad ni la del misterio. Intente dotar al sistema de sentido común.

La enfermedad del dolor se consolida con la convicción de enfermedad, es decir, aceptando la tesis de los expertos.

La enfermedad del dolor puede disolverse rechazando la tesis de enfermedad, soltando el lastre de las creencias y expectativas que alimentan los sentimientos de enfermedad y recuperando el estado de convicción razonable de salud suficiente.

Puede y debe hacer una vida normal. Tiene que conseguir que su cerebro la valore como algo inofensivo e, incluso, conveniente para la salud.

El dolor siempre es un síntoma. A veces de enfermedad y otras, una vez descartada la enfermedad, de error cerebral en la valoración de enfermedad.

– Tiene usted un dolor enfermizo

o…

– Tiene usted un dolor equivocado.

Usted verá… Usted es parte importante de su cerebro… equivocado. No se equivoque.

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29 comentarios en «La enfermedad del dolor»

  1. Otro importante quid de la cuestión… Cuando estudiaba, recuerdo que nos recomendaban que no incluyéramos en grupos de psicoterapia a personas con dolor que estuvieran en litigios por la incapacidad laboral porque no iban a mejorar.

    Es un tema realmente delicado. Por una parte, es de justicia que se reconozca el sufrimiento de las personas con dolor pero también es cierto que adquirir el rol de enfermo tiene un coste importante cuando precisamente lo que uno tiene que hacer para curarse es convencerse que no hay enfermedad sino equivocación.

    De nuevo, encuentro una paralelismo entre el dolor sin daño y los «trastornos mentales». Si por enfermedad entiendo que la recuperación está en manos de otro o de una técnica o de un tratamiento, mal asunto. Como defiende Arturo, reconocimiento sí, pero con matices.

  2. Sobre el paralelismo Mar, a que te refieres?
    Y para Arturo (y todo el que quiera): en cuanto a lo de los «tapones» y llevándolo al ejemplo que ya hemos escuchado de la alarma que salta por incendio y se trata de una falsa alarma: que deberían hacer los bomberos? Seguir a lo suyo pensando que es una falsa alarma o comprobarlo y a continuación valorar el arreglo o sustitución del aparato en cuestión? Quizás en el tema del cerebro no sea tan fácil, ni el arreglo y mucho menos la sustitución si este no fuera posible; eso no significa que no estemos y continuemos intentandolo.
    Salud- os y humor desde el dolor!

  3. El paralelismo tiene que ver con que tanto en el dolor sin daño como en los «trastornos mentales» el situarse como enfermo tiene efectos secundarios adversos que hay que tener en cuenta.

    Sobre el otro tema, dolor sin daño implica que los bomberos ya han valorado previamente que no hay nada ardiendo. El arreglo de la alarma, que sólo está mal calibrada y salta ante el vapor de la cocción como debiera saltar ante el humo de una llamarada, pasa por no inundar la casa sino razonar el porqué no hay que atender a la alarma y seguir a lo nuestro. Si sustituimos el cerebro, pero no la información que porta, el nuevo cerebro puede calibrarse igual de mal que el previo.

  4. Interesante artículo. Nunca imaginé que un síntoma como el dolor pudiera convertirse en enfermedad. Como siempre, el cerebro y su control sobre el cuerpo humano no deja de asombrarnos. Quizás el día que logremos entender a fondo el cerebro se puedan tratar muchas enfermedades a través de él.

  5. Asi es,dolor en un cerebro equivocado ya que no hay daño aparente.Muy buena esta entrada Dor.Arturo.Mil gracias!!!!!!!!
    Mucho mejor desde que lo ha aceptado,Ha mejorado muchísimo.
    Saludos cordiales
    Domi

  6. El «problema» añadido es que los demás ven el fuego, mientras que la sirena sólo la oyes tú. Y esa sirena puede ser más perturbadora y persistente que un fuego corriente…

    Hace falta todavía mucha cultura, comprensión y conocimiento. Las personas que estamos afectadas por algún tipo de «dolor rebelde» estamos en el limbo de ver que los resultados de las pruebas diagnósticas no «justifican» a los ojos de la medicina actual tanto sufrimiento, etc.

    Es paradójico/misterioso como en algunos accidentes aparatosos algunas personas tienen una buena recuperación, y en otros casos un dolor, malestar, …, te acompaña tras el trauma-tismo.

  7. Mar, como dice el tango: tarde o temprano se regresa al primero amor: el dolor sin daño se parece a los trastornos mentales. Se parecen tan solo? o son? Me interesa tanto este tema de debate como fibromialgica
    Es tan sutil y virtual y polémico y sin respuestas.
    Es muy incitador para seguir investigando el misterio del dolor.
    Por mi parte nadie en el medio social y profesional que me mueve no entienden mi dolor solo yo.
    Abrazos

  8. Bueno Mar, sigo sin entender lo del paralelismo (será el fibrofog?): que significa para ti situarse como enfermo y a que efectos secundarios te refieres? Y también quizás podrías describir que incluyes dentro de «trastornos mentales».
    Al respecto de las alarmas y los bomberos, no se sí me he explicado con lo de sustituir la «alarma defectuosa» simplemente quería decir que lo de recalibrar aparatos no siempre es fácil (puede que incluso a veces imposible) y sobre el funcionamiento del cerebro creo que todavía se conoce poco y menos como para lanzar adjetivos o insinuaciones tales como las que aquí se hacen a quienes no logran llevar una vida ni medio digna por estar condicionados por los efectos del dolor doblemente desconocido primero en cuanto a su origen y segundo en cuanto a su tratamiento (agradeciendo una vez más al Dr. Goicoechea y todos aquellos que no se rinden y siguen interesándose en este tema tan vital para todas aquellas y aquellos que lo padecemos)
    Por otra parte quería saber si son para ti lo mismo mente y cerebro. La calibración a la que te refieres podria ser mediante la terapia cognitiva? Esta última la entiendo más relacionada con mente-pensamiento que con cerebro; quizás me puedas aclarar algo más.
    Por el momento coincido un poco con Patricia en lo de sutil, virtual, … incitador a seguír investigando en el misterio del «dolor sin daño titular demostrableconlosmediosdequedisponemos».
    Más salud-os

  9. «Dicen que la enfermedad del dolor sin enfermedad acaba afectando al cerebro, encogiendo la corteza…. nuestras neuronas se degeneren por el impacto sostenido del dolor».

    Dicen que en la lumbalgia cronica se produce una disminución en el tamaño de la corteza.
    ¿esto es cierto?
    ¿porque se produce esta disminución?
    ¿en la fibromialgia disminuye el tamaño de la corteza?

    Gracias

  10. Patricia: no he querido decir que el dolor sin daño y los «trastornos mentales» sean lo mismo. Al menos, no quería decirlo en el comentario. Sí creo que comparten origen y forma de abordarse.

    Marite: posicionarse como enfermo, para mi, significa esperar que la curación venga de fuera. O de un especialista médico o cualquier otro profesional, o de una nueva técnica, o pastilla, etc. Supone una posición pasiva. Cuando uno asume la perspectiva de trabajo que Arturo defiende en este blog, el padeciente tiene que ser el protagonista de su proceso de recalibración, curación, reaprendizaje o como prefieras llamarlo. Me sorprende tu comentario acerca de lo desconocido del origen del dolor y su tratamiento. No se habla (escribe más bien) de otra cosa en este blog. Utilizo el término de la recalibración siguiendo tu metáfora, y no me refería a ninguna terapia. Me refería directamente a cómo se aborda el tema tanto en este blog como en los grupos de migraña: pedagogía y afrontamiento activo. En los comentarios que he hecho acerca de «trastornos mentales» (entrecomillo precisamente lo de trastornos mentales porque no me gusta ese término), me refería fundamentalmente a la ansiedad y la depresión. ¿Mente y cerebro? Para mi no hay distinción, salvo que entiendo la mente como la conciencia de uno mismo que surge de la interacción del cerebro con una cultura en concreto. No creo que tu dificultad para entender surja del fibrofog, Marite, sino de tu desacuerdo con la línea central del blog.

    Saludos.

  11. Mar me podrías explicar un poco más los siguiente? Hablas de un paralelismo.
    «una paralelismo entre el dolor sin daño y los “trastornos mentales”

    El paralelismo tiene que ver con que tanto en el dolor sin daño como en los “trastornos mentales” el situarse como enfermo tiene efectos secundarios adversos que hay que tener en cuenta.»
    Yo creo que esto se aplica a muchas

  12. Yo creo que el dolor sin daño y los trastornos mentales ,no guardan ningun paralelismo,por lo menos yo no los percibo en el caso que me toca vivir.Son totalmente diferenciados el uno con el otro,nada que ver.

  13. Mar, no creo que es cuestión de acuerdo o desacuerdo, simplemente trato de comprender el concepto del dolor que como bien dices maneja la línea central del blog (cerebro equivocado…dolor equivocado….valoración errónea, quizás desde mi vivencia del dolor y lo que consigo hacer con él, desde mi cuerpo y desde mi cerebro-mente (¿?) y no me resulta nada fácil.
    Siguiendo tus explicaciones, veo que dices que no son lo mismo esos «trastornos mentales» (ansiedad, depresión) y el dolor sin daño, pero que comparten origen (¿?) y forma de abordarse (¿?).
    Quieres decir que sólo estos padecientes se posicionan como enfermos, esperando que la curación venga de fuera, de un especialista médico o cualquier otro profesional, o de una nueva técnica, o pastilla, etc. tomando éstos una posición pasiva? (y al resto de pacientes, les estaría permitida esa posición pasiva sólo por que su diagnóstico sea objetivable mediante las habituales pruebas diagnósticas que dispone el actual sistema sanitario?)
    Puedo insinuarte que de ser así (padecientes pasivos) a lo mejor no estaríamos ni tan siquiera siguiendo las explicaciones y sugerencias de abordaje que se lanzan desde aquí?
    Pienso que hay muchas formas de afrontamiento activo además de la pedagogía, incluidas la re-educación, des-educación…..(las cuales comparto) como también la «lucha diaria» para llevar una vida lo más digna posible dentro de la dificultad.
    En esas estamos! Entre tanto quizás también sea posible e incluso a veces necesario ayuda desde fuera (especialistas, técnicas, pastillas, incapacidades laborales -mejor sin litigios-,….) Eso es lo que buscamos (como tantos otros padecientes) y a lo que tenemos derecho (aunque a algunos no les guste esta palabra).
    Un abrazo

  14. Marité: para esa lucha diaria que comentas y que conozco muy bien es fundamental disponer de la información que puedes encontrar en este blog, que no es ni más ni menos que información sobre dolor actualizada en función de los avances en Neurociencia, sobre cerebro se sabe mucho más de lo que parece, el problema es que no se aplica al ámbito del dolor, que requiere una actualización urgente. Hay mucha bibliografía pero aún no se han actualizado los libros de texto de las Universidades y, por tanto, pocos profesionales de la Salud tienen un conocimiento actualizado y correcto sobre dolor, que se hace especialmente notorio en el ámbito del dolor sin daño.

    No es lo mismo el significado que le puedes atribuir al dolor o a cualquier otro síntoma (agotamiento, mareo, niebla mental, ansiedad, insomnio, etc.) desde la perspectiva de enfermedad en el sentido clásico de la palabra (organismo enfermo) que desde la perspectiva de organismo sano y cerebro también sano pero equivocado. Por ejemplo, si estoy trabajando ante el ordenador y el dolor de columna es muy fuerte y lo atribuyo a un daño en la estructura o al simple y cotidiano hecho de estar sentada tecleando (porque tengo la creencia errónea de que “el ordenador es lo peor para la espalda”), lo más probable es que el miedo a dañarme más me paralice o siga en mi empeño hasta que el dolor sea tan insoportable que no pueda más, en cambio, si lo atribuyo a una disfunción evaluativa neuronal (mi cerebro está valorando peligro y proyectándome dolor, rigidez y percepción de que mi columna está sufriendo debido a la acción) pero yo sé que mi columna es robusta, que trabajar ante el ordenador es una acción cotidiana que no daña la estructura y que lo que percibo no se corresponde con la realidad del estado de mis tejidos, el significado amenazante del dolor se reduce y puedo «pelear» para imponer racionalidad en la red neuronal, porque ya sabes que en los síndromes de irracionalidad central se puede imponer racionalidad.

    Cuando no se tiene esta información la lucha diaria existe (la valentía y el tesón de las personas con fibromialgia suele ser muy grande, aunque no siempre el entorno lo vea así) pero te estampas contra el suelo o la pared una y otra vez (metafóricamente), remontas, vuelves a la carga hasta que vuelves a caer y vuelta a empezar. Esto está muy bien explicado en el libro de Moseley y Butler que buscabas y no sé si finalmente has encontrado, hay un dibujo en el libro muy gráfico, la carretera hacia la recuperación, te puedes perder por la vía de la información alarmista, el miedo, las pruebas médicas sin fin, las terapias alternativas, medicamentos y terapias mil, etc, pero el camino que defienden en el libro, que es el mismo que se defiende en este blog, es que el paciente adopte un papel activo y se convierta en el protagonista en su proceso de recuperación (tome las riendas) y que la herramienta sea la educación, conocer el dolor y los procesos que subyacen para dejar de tenerle miedo, para reducir su significado amenazante y cambiar el modo de afrontamiento. Arturo lo llama reprogramación neuronal, tiras a la basura las montañas de información alarmista y errónea que hayas podido acumular hasta la fecha sobre la fibromialgia, y amueblas bien tu cerebro con la información correcta, la actualizada sobre dolor. Te pongo unos enlaces que creo te pueden servir de referencia, especialmente el testimonio de una paciente, valiente como tú en su lucha diaria, pero que se decantó por esta vía sin vacilar.

    http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/12/15/fibromialgia-creyentes-incredulos/
    http://arturogoicoechea.wordpress.com/2012/02/12/estos-pies-son-para-bailar/
    http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/11/01/el-milagro-de-lurdes/

    Un saludo.

  15. Gracias por la reflexión Cristina. Mar como psicóloga hace la suya, todo esto es enriquecedor. Aprendo y discrimino lo que vivo.
    Por el hecho del estigma de fibromialgia y psiquiatria, o estado mental, me sigue resonando porque he vivido en carne propia. Por ello, agradecería, si lo crees conveniente Mar que expliques lo que dices en tu frase:
    «Sí creo que comparten origen y forma de abordarse»
    Un saludo

  16. Patricia y Marite: me gustaría destacar una idea muy importante de los comentarios de Mar para que a nadie le pase desapercibida, no se trata de llevar al terreno de lo “psicológico” o la salud mental el dolor sin daño, sino justo lo contrario, traer al terreno de la neurología, la pedagogía y la biología del dolor muchos trastornos, como la ansiedad y la depresión, que tradicionalmente se han venido tratando en Salud Mental, aunque ahora la verdad es que se tratan más bien en las consultas de atención primaria debido al incremento tan desorbitado de casos.

    Los síntomas del dolor sin daño, la ansiedad sin peligro aparente y la depresión sin adversidad, es evidente que no son iguales pero comparten un mismo origen: el cerebro equivocado. Hay que tener muy claro que en estos trastornos el cerebro no está dañado, está sano, en el blog se defiende la idea de que el problema no está en la química cerebral o la predisposición genética o la incapacidad del individuo para gestionar sus emociones, sino que los síntomas que percibimos son reales y consecuencia de una evaluación errónea cerebral. Hay un estado de alerta y el cerebro hace una gestión irracional y desproporcionada de las respuestas de enfermedad y programas defensivos del organismo (alarma y bomberos sin fuego) en base a esa evaluación errónea, lo que cambia del dolor sin daño a la depresión o la ansiedad es el objeto de esa valoración.

    Explicado de forma muy sencilla, se podría decir que en los estados depresivos el cerebro valora a la baja la capacidad de afrontamiento del individuo sobre la vida cotidiana en general (autoestima de organismo baja frente a la adversidad) y pone desánimo, abatimiento, verlo todo negro… y así desbarata cualquier plan o actividad, en ocasiones el estado de desánimo puede estar justificado pero hay muchísimas personas que viven en un estado permanente de depresión no justificado biológicamente. En la ansiedad sin causa justificada (una situación que requiere salir pitando para salvar el pellejo), el cerebro también se equivoca, valora como amenazantes situaciones o contextos completamente inofensivos para la integridad del organismo y activa los síntomas o la respuesta de lucha-huída cuando no hay león a la vista. En el dolor sin daño, la evaluación alarmista del cerebro se refiere a la integridad física de los tejidos, en la fibromialgia en particular más de lo «mismo», cerebro equivocado, valorando vulnerabilidad en el interior del organismo y activando respuestas desproporcionadas de dolor, agotamiento, etc.

    Mismo origen, luego misma forma de abordaje a través de la pedagogía (conocimiento, cambio de creencias y de conductas de afrontamiento, y por supuesto, no al miedo). Más de un alumno de los cursos de migraña se ha liberado de la ansiedad aplicando lo aprendido en clase. Para terminar, una lectura recomendada, aunque hay varias en el blog sobre el tema en cuestión:

    https://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/03/18/este-deprimente-cerebro/

    Un saludo y disculpa Mar por haberme entrometido, 😉

  17. Dr. Arturo, su blog es inagotable. Son como las calles de Paris, siempre hay un recoveco chiquito y delicioso o como los ríos de los Andes, que lo conoce Cristina como la palma de su mano.
    Comprendo bien que llevar la ansiedad, etc, etc, al dolor sin daño y no la revés es una apertura de horizontes tanto investigables como en las formas de mejorar para nosotros las padecientes a lo que se añade las respectivas posiciones que provoca la interdisciplinariedad.
    Parecería también que esta relación dicotómica será ambigua y hasta irresoluble.

    Entiendo que el paralelismo es porque tanto en la fibro y las «enfermedades mentales» los cerebros son equivocados?. Es así entonces que se puede hablar de origen común Mar?

    Poniendo los pies en mi terreno, como enferma, intuyo que hay una relación entre depresión por dolor con daño, depresión con dolor sin daño y depresión endogena. Pregunto si en la depresión endogena está el «bicho» de la fibromialgia o la migraña ?.

    Sigo el lema del blog: el conocimiento es la base de la recuperacion de la salud.
    Abrazos grandes

  18. Gracias, Cristina, tus palabras acerca del origen y el tratamiento común del dolor sin daño relevante, la ansiedad y la depresión expresan justamente lo que yo no fui capaz de explicar. De hecho, esas ideas no son mías y nacieron de la lectura de la propuesta del blog.

    Patricia, sí, justo al origen en un cerebro equivocado y al hecho de que son respuestas defensivas activadas por el organismo es donde veo el paralelismo. Menos mal que Cristina estuvo al quite. Yo lo veía tan claro que no acabé de entender dónde estaba el problema. En ningún caso quise decir que considero a la fibromialgia o a cualquier dolor crónico una cuestión psiquiátrica. Y es cierto lo que comentas: tanto los padecientes de dolor sin daño como de depresión y ansiedad siguen siendo estigmatizados. Pero no creo que la solución a ello venga de encontrar una molécula, gen, neurotransmisor o cualquier alteración objetiva y visible sino porque la medicina y disciplinas afines entiendan que igual que el sistema inmune comete errores el sistema nervioso central también.

    El otro quid de la cuestión que me queda pendiente de aclarar es el tema de la posición de enfermo. Es más que deseable que cualquier padeciente colabore en su proceso. Sólo que el que padece un cáncer requiere inexcusablemente de la quimioterapia para sobrevivir aunque sea recomendable que tenga información ajustada de su enfermedad y tratamiento. En la ansiedad, la depresión y el dolor sin daño las técnicas deben estar al servicio de la información correcta y del afrontamiento activo que no es más que recuperar la normalidad en la vida en todos los aspectos. En el cáncer es muy posible que uno no esté en condiciones de trabajar durante el tratamiento. En el dolor sin daño, si realmente nos creemos que el cuerpo está sano y el cerebro equivocado, obtener una incapacidad laboral es incoherente y causa confusión a nivel cerebral. En mi caso, ante los trastornos de ansiedad y depresión dedico mucho tiempo a que las personas entiendan que prolongar una baja laboral puede convertirse en un caramelo envenenado que dificulte la recuperación.

    Patricia, Marité: comprendo perfectamente que las alusiones a la salud mental y al dolor sin daño os pongan a cavilar. Pero soy alumna de esta casa y los términos dolor psicológico, somatización, depresión encubierta o todo aquello que atribuya a lo psicológico el dolor están desterrados de mi cabeza. También comprendo que los pacientes con dolor sin daño son maltratados injustamente en su peregrinar por las diferentes consultas pero no creo que la respuesta a eso sea que sean catalogados como enfermos sin matizar ciertas diferencias con otro tipo de enfermedades. Hay que tener muy claro que los cuerpos no están enfermos, sino los cerebros equivocados.

    Saludos.

  19. Patricia: al terreno al que hay que llevar estos trastornos (ansiedad o depresión) para su resolución o afrontamiento es al de la pedagogía, hay que aprender sobre biología, cerebro, gestión de organismo, cultura, aprendizaje, imitación de modelos, etc.

    En estas entradas puedes encontrar más respuestas a tus preguntas:

    http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/03/19/esta-usted-deprimido/
    http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/03/21/dolor-depresion-e-indefension/
    http://arturogoicoechea.wordpress.com/2012/02/16/lo-exogeno-y-lo-endogeno/

    Un saludo.

  20. Patricia, intentaré responder a tus dudas acerca de la depresión con dolor (sin daño o con daño) y la depresión endógena.

    Lo hago nuevamente desde la visión que me aporta Arturo y que comparto. Toda respuesta depresiva es endógena puesto que es el organismo es el que decide que sintamos el bajo estado de ánimo, la desgana, etc… Las circunstancias pueden favorecer las respuestas defensivas del organismo y contribuir que el individuo no se resista al mandato de dicha respuesta y la haga suya. Sufrir dolor, con o sin daño relevante, favorece la respuesta depresiva sin duda.

    Espero no haber contribuido nuevamente a aumentar la confusión.

    Un saludo.

  21. Aunque en general estoy de acuerdo contigo, Mar, hablar de depresión, ansiedad u otros trastornos que la gente conoce como problemas psicológicos en términos tan generales es algo muy complejo y por ello puede ser que de lugar a confusión entre los lectores.
    Sin lugar a dudas el dolor sin daño, un ataque de ansiedad, un trastorno de ansiedad generalizada o un trastorno depresivo comparten un componente fundamental en común y es el miedo.
    El cerebro evalúa amenaza en una zona o varias corporales cuando no existe y proyecta dolor, el cerebro evalúa amenaza ante una situación y proyecta ansiedad y el cerebro evalúa amenaza ante la vida en general y muchas de sus situaciones y proyecta tristeza, apatía, desmotivación , en fin ,un trastorno depresivo .
    Todas estas evaluaciones cerebrales equivocadas tienen también un componente común que es la evitación: el dolor crónico (sin daño) , la posibilidad de un ataque de ansiedad o un sentimiento de tristeza y el pensamiento de que la vida no tiene sentido hacen que el individuo se retire, que no siga adelante, que se proteja y lo hace huyendo de la situación o quedándose quieto en un rincón.
    Pero hay veces que el cerebro necesita que el individuo pare para recomponerse,yo lo veo muy a menudo cuando se produce el fallecimiento de un familiar .El proceso de duelo tiene un componente depresivo útil para poder procesar la información y dar tiempo al cerebro a recomponerse (por eso proyecta también dolor en muchas ocasiones) y encajar todas las piezas de un puzle nuevo. Pero también es necesario que el individuo avance en ese proceso y pase a otra «etapa» en la que pueda seguir viviendo sin la persona fallecida.
    En los procesos de duelo es muy útil saber qué está pasando en la cabeza, la utilidad de cada uno de los sentimientos , pensamientos, conductas y respuestas fisiológicas y muchas veces el mero aprendizaje de qué es lo esperable ,qué está pasando ahí dentro es suficiente , cuando no las técnicas psicológicas tienen que basarse siempre en un marco en el que el cerebro tiene un papel protagonista indudable.
    Sin duda alguna el aprendizaje de cómo el cerebro procesa la información recibida y la puesta en marcha del individuo hacia otro lugar que no tenga que ver con el recogimiento y la evitación es fundamental .Estoy contigo en que las técnicas, también las psicológicas tienen que tener este colchón teórico donde apoyarse y que los psicólogos tendríamos que saber mucho más de cerebro y procesamiento de la información de lo que sabemos.
    Un abrazo.

  22. Sol: totalmente de acuerdo con lo que dices, pero creo que Mar también se refería, al igual que yo, al dolor sin daño, la ansiedad sin peligro aparente y la depresión sin adversidad. La pérdida de un ser querido o cualquier otra circunstancia adversa justifican el encendido del programa hasta que el individuo se sobrepone, lo que no está justificado biológicamente es que el programa se quede encendido de por vida, o que percibamos desánimo o ansiedad por cualquier nimiedad, eso es una gestión errónea de los programas y es en esos casos donde el papel de la pedagogía es igual de útil que en el caso del dolor sin daño.

    Ni qué decir tiene que sería fundamental que los psicólogos tuvieran todos y cada uno de ellos su cabeza tan bien amueblada con esta información como la tenéis Mar y tú, que sois la excepción y no la regla.

    Un abrazo.

  23. Estoy de acuerdo con tu puntualización, Sol. No he querido centrarme en la ansiedad o la depresión salvo en lo que veo en común con el dolor sin daño. En el duelo, efectivamente, hay que parar. Y no sólo en el duelo. Pero es un respiro para poder avanzar como tú bien dices. Cuando la retirada es evitación empieza a ser parte del problema como tú misma has señalado.

    Cristina, nuevamente, traduces exactamente lo que quiero decir.

    Un saludo.

  24. Gracias a ustedes. El debate a ha sido muy bueno y esclarecedor.

    Mis legas opiniones, como enferma dicen que :
    El diferenciar el dolor sin daño y el dolor con daño, es útil para discriminar el confuso análisis el dolor neuropatico, pero creo que ambas son patologías. Con daño o sin daño, lo que vivimos los pacientes es invalidante y estoy enferma.
    Veo que señalar el no daño sirve para fines terapéuticos y más aún cuando se aborda desde la pedagogía del dolor, así la pedagogía se convierte en un tratamiento muy sui géniris y que funciona, lentamente.

    En la fibro no se nos ve enfermas, al contrario vitales,y es porque no hay daño físico constatable, y a los que me ven les digo: la procesión va por dentro.

    Puedo decir con certeza que no ha habido ningún momento de mi vida pese a los miedo, depresiones, etc etc, que mi cerebro no haya dejado de producir. Si veo que este cerebro mio, si ha provocado que algunas esferas de la vida se vean muy afectadas.

    La actitud de lucha o de sobrevivencia, miedo a morir o estar como estatuas de piedra frente a la vida, es un motor que impulsa a salir adelante, le llaman resilencia. Pero no se si este mecanismos funciona igual cuando hay un dolor cronico que no se va ni durmiendo.

    Si creo que termina provocando daño. Manuel hizo una anotación interesante sobre esto Y es que hay entornos y los factores externos ampliamente abordades en el foro que ayudan a que sea así.

    Una pregunta: ha aumentado la fibro y las migrañas con una crisis tan severa como la que vive España?

    Un grande abrazo andino

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