Dolor no es igual a daño.
No dolor no es igual a no daño.
Las alumnas del 7º grupo de migrañas, salieron algo aturdidas de la primera clase.
Durante la semana los circuitos de la condición cerebral migrañosa, los circuitos de la memoria alarmista, sensibilizados por la cultura oficial (y alternativa) de la aplicación inmediata del remedio, liberan sus crisis correspondientes.
– Comenzó a dolerme. Intenté no tomar nada… pero tuve que tomar, al final.
El cerebro está seleccionado para la supervivencia a corto plazo, en un escenario concreto, aquí y ahora. Existen los miedos a medio y largo plazo pero el dolor gestiona el temor a lo inmediato. A veces se limita a un ronroneo, una molestia, pero en la migraña del ronroneo se pasa con facilidad a la violencia creciente, en espiral. El miedo cerebral al daño y el miedo del padeciente al dolor se sincronizan, resuenan. Es lo que hay en los sistemas de memoria: miedo y más miedo: dolor y más dolor.
– El dolor fue horrible pero no tomé nada.
– ¿Por qué?
– No quiero acostumbrarme. Tengo miedo a los efectos secundarios.
– Si tuviera un fármaco a mano, realmente eficaz, ¿lo tomaría?
– Creo que sí.
Si el padeciente tiene el antídoto resolutivo a mano, lo lógico es que lo utilice.
– ¿Qué hace el calmante?
– Ni idea.
No interesa el mecanismo, el por qué. Lo importante es que “funcione”, sea lo que sea.
– Imagine que el dolor es como el sonido escandaloso y molesto del sistema de alarma. El calmante actuaría como una sordina. Puede que lo hiciera mas soportable. El problema no reside en la aplicación de sordinas eficaces sino en dotar el dispositivo de suficiente sensatez para que no salte si no se dan circunstancias de probabilidad de robo, consumado o inminente.
– He solucionado el problema de la sirena. Me han recomendado unos cascos…
El sistema de alarma cerebral que proyecta el insufrible dolor a la conciencia del padeciente exige un ritual terapéutico, una acción. Sin esa acción sigue dando la murga con la sirena para forzarla. “Al final, tuve que…”
Parece como si el sistema de alarma se quedara tranquilo al comprobar que el sonido ha amainado.
Hay un diálogo continuo entre los circuitos y lo que proyectan. El cerebro genera el dolor pero no lo padece. Lo hace el padeciente. Si éste percibe menos dolor eso tranquiliza al cerebro. Parece que va pasando el peligro…
No busque racionalidad en el proceso de dolor, cuando no hay daño, cuando la alarma se ha disparado sin necesidad.
En la crisis de migraña, la racionalidad brilla por su ausencia. Hay una falta absoluta de sentido común y es necesario incluirlo.
– No sucede nada. Es una falsa alarma. Entro en casa sin miedo, sin mirar debajo de la cama… Me concentro en mis planes… El sonido se apaga…
Algunas alumnas lo consiguen.
– Hablé con mi cerebro…
Es como hablarse consigo mismo. Proyectarse la convicción racional. No basta repetirse una frase aprendida: “no pasa nada, no tiene que doler, no pasa nada, no tiene que doler…” Se necesita conocimiento argumentado.
Ha habido algunos éxitos. De momento, más fracasos. Más “tuve que tomar”. Lo normal.
– ¿Alguien ha oído hablar del sistema de recompensa?
Nadie. No es un tema del que se hable en las consultas. Tampoco en las publicaciones y textos sobre dolor. Chocante. Sintomático.
Los sistemas de alarma disponen de su “sistema de recompensa”. Analizan los escenarios y utilizan la fuerza del castigo del sonido insoportable cuando valoran peligro y la bendición, el premio del silencio, cuando concluyen que el peligro se ha conjurado, aun cuando sea por ponerse los cascos.
El sistema de recompensa puede ser sensato o insensato. En la migraña impera la insensatez, el pánico cerebral absurdo. El dolor insufrible y la calma tras el ritual de turno.
Explicamos el sistema de recompensa con una imagen de un cigarro encendido en el interior de un cerebro hueco.
– La estructura del dolor y la toma del calmante es a misma que la de las ganas de fumar y el cigarro (el calmante de las ganas de fumar).
– Intenté no encender el cigarro para quitar las ganas de fumar atroces. Me decía a mí misma: “no tengo que tener ganas de fumar, no tengo que tener ganas de fumar… pero fue inútil. Al final tuve que encender un cigarro…”
Las ganas de fumar se quitan adquiriendo información sobre el tabaco y sus efectos, sobre el origen cultural, aprendido, del hábito.
El dolor irracional, injustificado, se quita adquiriendo información sobre el efecto tóxico-adictivo de los calmantes, sobre el origen cultural aprendido, de su consumo.
– Estoy dejando el tabaco…
-Estoy dejando los calmantes…
Arturo : las ganas de fumar no desaparecen con el conocimiento de las maldades del tabaco,sus canceres asociados ni su esclavitud.No desaparecen las ganas con las instrucción,con la formación ni con la terapia del momento (acupuntura,apoyo psicológico, hipnosis, parches, laser, etc)… en mi humilde opinión las ganas de fumar desaparecen desde el “entendimiento” (que no conocimiento) de 2 hechos :
1/ Que el último cigarrillo no existe,que es una ilusión,una quimera…una trampa ingenua, infantil e ilusoria…no es posible preveer (planificar) me voy a fumar el último y luego lo dejo…no así no funciona el tabaco.El último es este “que no te vas a fumar porque no quieres”…”hoy no fumo y mañana ya veremos”
2/Desde la convicción ,una vez que te”crees” capaz a perder el miedo a no fumar,bueno; el pánico a no poder fumar.La convicción de querer ser libre,de olvidar la muleta,de que el tabaco solo quita y quita y nunca da….alguna vez has pensado que ,de todas las drogas (que yo conozco) que existen,el tabaco es la única que por mucho que la tomes y la tomes…no te pone …¿?…el tabaco nunca da,solo quita…el tabaco solo “vale” antes de fumar nunca después de la 3 calada.
Al fumador el tabaco le calma y le consuela…pero solo de la ansiedad que le ha provocado anteriormente…solo eso.Si no existe un 1º cigarrillo ,ni un 2º …no existiría un 3º que te pueda saciar/recompensar.Infantil,estúpido…pero tremendamente eficiente.
Es posible tener conocimiento,tener hastío del tabaco (25 años no son nada),tener “necesidad mental ” de dejarlo,tener “ganas de dejarlo” …y no ser capaz de convencerte ,no ser capaz de superar el terror al mundo hueco sin tabaco…y seguir fumando y fumando y fumando.
Conocer no es convencer.
Superar el miedo,el pánico…ese es el truco.
Cambiar la actitud (interior) desde el conocimiento y arriesgarte a ser libre .
Perdón por la disgresión tabaquil
Es dejar de pensar tanto y dejar el autoengaño, es un sinceramiento con uno mismo. Parece que la ruta es pasar del conocimiento a la convicción y de ella a la acción-. El conocimiento es importante pero no lo único.
Es en la acción que funciona como una regla de oro de vida, que es útil en la pedagogía del dolor.
Saludos
Nikola: no era mi intención analizar el hábito tabaquil. Sólo he utilizado la metáfora para hacer ver que en el dolor y los analgésicos hay una estructura adictiva. Interviene mucho el sistema de recompensa.
La metáfora del tabaco habría que matizarla: se supone que los síntomas de hambre de encender un cigarro tienen un origen misterioso. El tratamiento de esa hambre de encender un cigarro se solucionarían encendiendo el cigarro al menor síntoma de hambre de humearse.
Los expertos aconsejarían el encendido precoz del cigarro y alertarían sobre “la automedicación” y sus riesgos pero no advertirían sobre la adicción ni darían explicaciones sobre el origen cultural, aprendido, del hambre de fumar. Lo considerarían una enfermedad.
El conocimiento consistiría en explicar por qué aparece la necesidad de fumar, los peligros del hábito, etc.
Los calmantes son los cigarros y el dolor el equivalente al hambre de fumar.
Ya sé que el conocimiento no es mas que una condición inicial no necesariamente resolutoria pero es una condición necesaria, aunque no siempre suficiente.
Comparto tus reflexiones sobre el tabaco.
Saludos
Dr. Arturo, una pregunta: El dolor es adictivo?
Saludos
Patricia: para los masoquistas es bien probable, para el resto de personas el dolor es una experiencia desagradable que nos alerta de un peligro (real o potencial) y que todos tratamos de evitar, más fácil me parece hacerse adicto a la medicación, acupuntura, masajes, o el remedio de moda, con la intención de evitar percibirlo.
Un saludo.
Cristina: me has recordado una pregunta que surgió en el curso de Moseley en Alcalá. Ni siquiera para los masoquistas es adictivo puesto que no queda claro que experimenten dolor en el contexto de sus actividad lúdica…