Aborrezco las estadísticas cuando se refieren a una cuestión flagrante. Hay demasiado dolor cronificado, recurrente, atascado. Las cifras concretas sobran. También están de más las falsas promesas de descubrimientos sensacionalistas que abrirán las puertas a futuros y novedosos fármacos. Qué decir del bochornoso espectáculo de las pseudociencias, instaladas y promocionadas en ocasiones en el mismísimo ámbito universitario.
El año de la Neurociencia, de la divulgación del conocimiento, de la democratización de la ilustración científica, no ha dedicado ningún esfuerzo a proyectar ese conocimiento a la cada vez más necesaria revolución en el infierno de los padecientes.
Los tópicos erróneos, las falacias, campan a sus anchas, alimentadas por su apariencia de verdad. Al dolor no se le buscan significados. Se exigen soluciones inmediatas. Sugerir cautelosamente que surge siempre del cerebro, que corresponde a una decisión del órgano gestor del organismo, genera rechazo.
Parece que el dolor fuera como una mancha corporal que se quita, lógicamente, con un buen quitamanchas.
También parece que brota, necesariamente, de allí donde duele y que siempre es algo físico que debiera disolverse haciendo llegar al nido las moléculas adecuadas o manipulándolo con las mismas manos hábiles que previamente lo han detectado.
– ¿Cerebro equivocado, dice? ¿Memorias? ¿De qué me habla? Usted no tiene ni idea. Ni siquiera vergüenza… Me gustaría que sintiera un sólo día mi dolor para que dejara de decir estupideces…
Piensa el padeciente que basta con sentir el dolor para conocerlo mejor que nadie, que aquello que lo alivia es bueno para sus tejidos y lo que lo aviva, malo. Si el día húmedo despierta la bestia y el calor seco la duerme, huye de brumas y lluvias y busca el calorcillo. Si la actividad resulta insufrible se entrega al reposo.
El profesional aplica los remedios aprendidos sin más preámbulos y se desea suerte con poca fe, dando por sentado que el fracaso será debido a ansiedades, depresiones y heridas emocionales mal curadas. Solicitará, también con poca fe, ayuda de los especialistas, de los equipos multidisciplinares, sabiendo que, tras el periplo por las consultas de prestigio, volverá el padeciente a su despacho suplicando por enésima vez algo que “al menos, alivie”.
Dicen los expertos multidisciplinares que el dolor crónico es incurable y que debe ser aceptado como enfermedad, al igual que hacen, por ejemplo los pacientes de diabetes. Animan a llevar una vida normal, a enfocar la atención a actividades y desenfocarla del dolor.
– Se dice fácil. ¡Qué más quisiera yo!
El dolor tiene la maldita propiedad de hacerse oir y atender con absoluta prioridad. Si no le prestamos atención sube el volumen o retoma el sonsonete cuando le place.
Tenemos un problema. Un niño llorón, berreante, a quien nada ni nadie calma ni contenta.
Es un problema de crianza, de mala crianza.
El universo perceptivo está sometido al aprendizaje. Aprendemos a movernos, a emocionarnos y, también, a percibir.
Percibir es interpretar, predecir, atribuir significado, temer, desear…
– Su cerebro proyecta en la pantalla perceptiva significados y predicciones erróneas, falsas alarmas. Tendremos que trabajar el proceso, analizar la narrativa, las memorias… Necesito su colaboración. Tendrá que escuchar, leer, meditar, creer, descreer, deshacerse de hábitos y rituales adictivos…
Comienza un nuevo curso sanitario. Seguiremos, erre que erre, con lo nuestro: Pedagogía. Primero y, antes que nada, Pedagogía, Biología. No siempre es suficiente pero siempre es necesaria si queremos ver más allá del corto plazo, de la apariencia.
Apreciado Dr. Arturo. Cuanto me gustaría estar por allá. De todas maneras lo que escriba será de gran ayuda en especial para deshacerme de habitos y rituales adictivos. Saludos
Arturo : Gracias por tus comentarios…se echaban de menos.Saludos
El universo de la ortodoxia es desalentador, al igual que los comentarios incrédulos de los padecientes cuando uno intenta plantear que hay más opción que el “quitamanchas”. Pero habrá que seguir en la brecha. Ánimo en el nuevo curso.
Muchas gracias por compartir su conocimento, para los que sufrimos dolor todos los días es una linea nueva de trabajo y una puerta a la esperanza.