Tercera clase. Asisten 9 de los diez alumnos.
Se abre el turno de impresiones. Con alguna excepción, parece que algo está cambiando. Ha desaparecido el miedo a las posturas, a no estar sentado como “es debido”. “He dormido boca abajo, que es la postura que me encanta”, ” he ido al cine”, “ya no utilizo la faja lumbar para pasar el aspirador”, “me he tumbado en el sofá”, “he estado trabajando en el ordenador sin acordarme de mantener la espalda recta”, “me he sentado durante toda la semana del modo más cómodo”, “siempre me han dicho que el dolor lumbar es debido al sobrepeso; los que nos fastidiáis la vida sois los médicos”
Selecciono un comentario: “me estoy curando del futuro… siempre andaba pensando: si ahora estoy así, ¿cómo estaré en unos años?”
Parece que el alumnado es consciente de que todo es una cuestión de miedos: miedo al daño, miedo a que algo “toque un nervio”, miedo a no estar bien sentado, miedo a estar sentado, a estar de pie, a coger pesos de modo indebido, miedo al dolor, miedo a la invalidez presente y futura. Les animamos a reconquistar la plena actividad gradualmente, proyectando confianza, imaginando el cuerpo real no el temido.
Explicamos el proceso de la hernia discal, la respuesta del organismo, la evolución (involución) del material herniado. Hablamos de la histología del nervio, de su capacidad de tolerar sin problemas la carga mecánica de la vida diaria.
– Poneros de pie. Ojos cerrados. Relajaros… ¿Qué sentís?
El cuerpo se mueve con pequeños desplazamientos respecto al eje.
No existe el no movimiento. Una postura estática se consigue a base de diminutas oscilaciones. La conducción de un coche en una recta provoca múltiples pequeñas correcciones con leves toques de los dedos en el volante. No tiene sentido, no es eficiente, la contracción rígida sobre el volante ni sobre las vértebras.
Maite (fisio) insiste en la idea de los pequeños movimientos con articulaciones libres, permitidas. El miedo bloquea el patrón de los pequeños movimientos y lo sustituye por contracciones sostenidas de grandes músculos que convierten la columna en unos pocos bloques.
Copia eferente. En mi opinión, una idea clave. Cada acción surgida de la voluntad de la red genera una copia informe de los efectos que va a producir. Si se activa el programa de decir “carretera” el cerebro auditivo sabe que en unas centésimas de segundos recibirá señales de los oídos que corresponden al sonido “carretera”. Si el cerebro motor activa el programa de ponerse de pie el cerebro sensitivo sabe que recibirá una serie de señales de los sensores del aparato músculoesquelético. Toda esa información sensorial anticipada habitualmente es filtrada… siempre que se considere irrelevante la acción.
Ponerse de pie es irrelevante si no existe una evaluación de amenaza. Con una idea de vulnerabilidad músculoesquelética, la acción de levantarse es relevante y los circuitos no filtran sino que amplifican, seleccionan, subrayan… modifican el programa motor que nos pone de pie.
– De pie. ¡Peligro! Sentirá dolor…
Ponerse de pie con un programa defensivo incorporado es doloroso aun con una columna normal.
Insistimos en el concepto de relevancia-irrelevancia. El miedo atribuye relevancia de amenaza a todo lo que se mueve.
Asier (fisio) escenifica con su columna el movimiento con articulación libre y bloqueada. Ironiza sobre las fajas musculares.
Es pronto para sacar conclusiones. Quedan muchos conceptos por aclarar-derribar-recomponer.
Algo se mueve…
”el miedo atribuye relevancia de amenaza a todo lo que se mueve” Creo que ”El Grito” de Eduard Munch ilustra a la perfección su frase.
Gracias.
“Me estoy curando del futuro… siempre andaba pensando: si ahora estoy así, ¿cómo estaré en unos años?” Acabaré en una silla de ruedas. La idea salió ayer y me temo es algo que a gran parte de las personas con dolor crónico de columna se nos pasa por la cabeza en algún momento, la invalidez.
Quitarse de encima los pensamientos catastrofistas del estilo qué va a ser de mí, con esta columna no se puede vivir, no voy a poder trabajar, no podré hacer ejercicio, no podré esto, no podré lo otro, no podré lo de más allá… es decir, lo que uno de los alumnos bautizó como “curarse del futuro”, es una idea fundamental. Hay que recuperar la autoestima de organismo, afianzar la idea de que la columna (y en general todo el aparato locomotor) no es una estructura débil, fácilmente desgastable, inflamable y rompible, sino que es robusta y perfectamente válida para las acciones cotidianas tanto en el presente como en el futuro.
Para ello, hay dos cuestiones fundamentales:
1) Protegerse de la mala prensa de organismo y cambiar la imagen distorsionada del esquema corporal:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/06/05/prensa-de-organismo/
2) Perder el miedo al movimiento y a las acciones cotidianas:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/06/23/movimiento-articulado/
Creo que los alumnos ya han dado pasos firmes en ambas direcciones, la conclusión que mejor define su “evolución” es precisamente esa: “algo se mueve”.
Julia: te pongo un enlace a una entrada del blog que ilustra lo que dices en tu comentario.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/10/25/doctor-%c2%a1tengo-miedo/
Un saludo.
Esta entrada viene perfecta para comentar lo que me ha pasado últimamente. De madrugada, suelo despertarme para ir al baño, y en estas 3 últimas noches al intentar levantarme, ¡zas!, pinchazo que te pego. En lugar de continuar el movimiento hasta consequier ponerme de pié, debido a un comportamiento miedoso-conservador, me dejo caer en la cama.
Y ahora empieza el via crucis, pavor, sudor frío, catastrofismo etc etc, pienso ¿y ahora como me levanto? (vivo solo y no tengo ayuda). Inmediatamente, como suelo hacer en estas situaciones, acudo al diazepam 10mg, para intentar que se relajen los músculos, de paso relajarme yo, y también placebearme un poco que no va del todo mal.
Una vez que siento el efecto, ¡venga Sergio arriba a la de una, a la de dos…! y no me atrevo, así ¡durante 2 horas!
Urgido por la posibididad de orinarme encima, me levanto con un grito “preventivo” innecesario porque no he sentido dolor. Cuando regreso del baño, via crucis de nuevo, no me atrevo a acostarme, ¿y si después me pasa otra vez lo mismo? empiezo a caminar por el pasillo durante un buen rato, hasta que muerto de sueño, literalmente, me tiro en la cama.
Anoche sucedió lo mismo pero mas fuerte, por lo que sentí perfectamente un fuerte espasmo-sacudida, entre el femur, pasando por la ingle y terminando en la zona lumbar, ¡Es el psoas, no es mi temida faceta lumbar! Empecé a cavilar y me dije ¡Dios mío! has tenido durante toda tu vida, bastantes “calambres” similares en las pantorrillas, has esperado un poco a que pasara lo mas fuerte, te has levantado sin miedo, y cojeando te has puesto a caminar.
Y ahora como el psoas está conectado a tu columna lumbar, te mueres de miedo.
Espero, por mi bien, que esta reflexion, llegue a mi cerebro reptiliano y se convenza.
Esta entrada del blog, super sencilla, me ayudó a relativizar el temor a los “pinchazos”, por si te sirve:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/04/26/pinchazos/
Cristina: Está clarísimo que la creencia instaurada hasta la médula, de que la intensidad del dolor es directamente proporcional a la gravedad del daño corporal está provocando este comportamiento de pánico evitativo.
Por eso puse el ejemplo de los calambres nocturnos en los gemelos, he tenido numerosos y en mi caso (no se el de otras personas) nunca se ha visto correspondido con una lesión, y como todos sabemos, estos calambres duelen muchísimo.
Os felicito, sí que parece que algo se mueve. Enhorabuena! Y gracias por hacernos partícipes de todo ello.
Según leo en esta entrada, uno de los asistentes había vuelto a dormir boca abajo, y esto me da pie a contar mi experiencia.
Yo había dormido boca abajo y sin almohada toda la vida sin problema alguno, incluso cuando tenía frío, encontraba especialmente placentero poner los brazos debajo a lo largo del cuerpo.
Resulta que un diá viendo unos de esos atemorizantes manuales del cuidado de la espalda, que están propagados como la peste y aparecen hasta en la sopa ( cualquier revista generalista, poster en el centro de salud, programas de tv etc etc), vi unos dibujos acerca de como dormir “correctamente” donde aparecía una persona durmiento boca abajo tachado con una cruz diciendo que era nefasto para la columna, y al lado otra persona durmiendo de lado con las piernas recogidas y con almohada, como ejemplo de manera correcta de dormir.
Desgraciadamente el mensaje caló, me compré una almohada y empecé a hacer “el feto”, por no decir “el pato”.
Que ocurrió después, resulta que desde siempre, incluso durante mis largos años de práctica deportiva, mi psoas derecho era mi principal fuente de molestias, pues este problema a ido a peor,
(anoche me volvió a ocurrir lo mismo que en las 3 noches anteriores y estoy aterrorizado), y digo yo: ¿No cabe la posibilidad de que la postura fetal favoreza la contracción del psoas y la postura boca abajo favoreza su relajación? (me interesaría saber la opinión de los fisios).
Estoy pensando en hacer una transición hacia como dormía antes, hace 10 años que cambié la postura, y ahora boca abajo no aguanto mucho tiempo (quizás porque el guisante lo perciba del tamaño de un melón).
Como muestra del demencial surrealismo absurdo que existe acerca de este tema dejo este enlace.
http://www.dormitia.com/blog/dormir-boca-abajo/
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