El cerebro sueña la realidad. Se hace una idea de ella anticipadamente. Funde pasado, presente y futuro y proyecta el resultado de sus valoraciones a la conciencia en forma de sentimientos, percepciones, es decir, significados, propuestas de conducta.
El dolor, en muchas ocasiones, es sueño cerebral, miedo, pesadilla, alarmismo.
Duele porque el cerebro sueña daño. El sueño, la realidad imaginada, anticipada, no es exclusivo de la noche. El cerebro no siempre apaga la conciencia para soñar. El sueño nocturno es uno de los múltiples estados de ensoñación, el más extremo. También somos soñados estando despiertos, activos o pensando en Babia.
Uno se despierta y se encuentra con que todo duele y se siente rígido, “frío”. Bastan unos pasos para que el cuerpo “entre en calor” y el dolor se suavice. Parece que el cuerpo sediente se ha enmohecido con la quietud nocturna y necesita el movimiento para quitarse las legañas articulares. En realidad es la resaca de lo soñado, de los significados, las expectativas, de las consecuencias que el cerebro atribuye a la incertidumbre de un sueño de mala calidad, poco reparador, al estrés mecánico que pudiera derivarse de unas malas posturas, a contracturas por la tensión psicológica descargada durante el “reposo” nocturno.
– No descanso bien… Salgo molida
El dolorimiento mañanero evoca una idea de cuerpo vulnerable maltratado por un sueño de poca calidad.
– Necesito dormir…
Tenemos un cuerpo real y otro soñado, imaginado. Huesos, músculos y articulaciones descansan en la cama al igual que descansan ojos, oídos, narices y paladares. La habitación es un universo sin estímulos, apto para que el cerebro apague sin miedo la conciencia, el individuo para poder procesar (soñar), actualizar, la idea de organismo.
Recuerdo de mi época de dolor lumbar el dolor y la rigidez. Necesitaba hacer el ritual de una silla de la cocina. Me sentaba y exageraba la lordosis lumbar a la vez que estiraba la cabeza hacia el techo con la idea de que así se despegaban las vértebras, se ampliaba el espacio discal y algún nervio se “despinzaba”. Bastaban unos diez segundos. Al momento desaparecía la limitación y podía andar con normalidad. A medida que evolucionaban mis convicciones y se disolvían miedos el agarrotamiento doloroso matutino fue desapareciendo y dejé de santiguar la columna en la silla.
No podemos controlar los sueños cuando estamos apagados, dormidos. Sólo podemos influir en los sueños compartidos con el cerebro. El parloteo cerebro-individuo se reanuda al despertar, a veces con los ecos del sueño cerebral exclusivo, con dolor residual de lo soñado (temido). Es un buen momento para quitar miedos, actualizar la idea del cuerpo, del colchón, la almohada, el maldormir, el descanso muscular…
Con el sueño pasa algo similar a las posturas. Podemos obsesionarnos con la idea de la mala y buena postura y acabar enfundados en el temor a las consecuencias de la postura inalcanzable. La obsesión por el buen dormir y el buen reposo no hace sino tensar el miedo a no conseguirlos… y facilitar la resaca del sueño cerebral proyectada al momento en el que se aproxima el terrible momento de ponerse en movimiento con ese mal-cuerpo recién soñado.
– Duermo fatal.
– Olvídese del sueño de la noche. Ahí no pinta nada. Está usted apagado, fuera de servicio. No tiene voz ni voto. Ocúpese del sueño del día. Imagine el cuerpo real, razonablemente sano, necesitado de actividad confiada. No deje que el cerebro lo sueñe todo. Proyecte racionalidad, conquístela…
El cerebro duerme al individuo para facilitar su sueño exclusivo. El individuo debiera dormir su cerebro alarmista para afrontar la actividad diurna, vigil.
La relación del organismo con el mundo exige que el cerebro alarmista esté adormilado para permitir la acción libre.
– Necesito algo para dormir a mi cerebro pero que no me duerma a mí. Los tranquilizantes nos duermen a los dos.
Andamos obsesionados con los antídotos anti-todo. Antídotos para el dolor, el mal-dormir, el hambre, el aburrimiento, el desánimo, la fatiga…
El cuerpo soñado contiene el antídoto soñado. Soñamos problemas y soluciones, veraces o falaces, reales o imaginarias.
Soñado el problema de noche el cerebro prolonga el sueño diurno del remedio y empuja al individuo al ronroneo ruminativo de la columna vulnerable, la búsqueda de ejercicios, masajes, relajaciones, fajas, colchones, sillas, posturas, calmantes, dietas…
La matemática cerebral convierte pasado y presente en futuro inmediato. El dolor es el resultado de la regla de tres: si a los cuarenta tengo 8 de dolor a los cincuenta tendré X, es decir, bastante más. No hay futuro mínimamente confortable.
El cerebro sueña la realidad, día y noche, sin descanso. El individuo sólo sueña cuando está despierto pero muchas veces deja que su cerebro invada ese sueño con el sonsonete del miedo soñado.
– Tiene usted un cuerpo de ensueño. No me extraña que le duela… Deje de soñar con un sueño de ensueño
Ahí va de nuevo (porque sé que la he recomendado unas cuantas veces) mi entrada preferida del blog. Mi “ritual” al levantarme por la mañana y percibir dolor y rigidez era pensar en la imagen del lobo y en el contenido de esta entrada:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/02/18/el-primer-cerebro-del-dia/
Y es que … “el primer cerebro del día necesita un buen revolcón de realidad”.
Un saludo.
Para mi, esta entrada, “El primer cerebro del dia” fue crucial para terminar de entender que era lo que me sucedía con las rigideces matutinas y el dolor.
Cuando apareció la rigidez, hace unos años, llegué a pensar que lo mínimo que podía tener era artritis, pero , iba de consulta en consulta y los médicos no prestaban atención a esto que para mi era un síntoma alarmante. Me decía yo , algo debo tener en el líquido de las articulaciones que me causa esto. Hasta que desistí de buscarle una explicación.
Cuando apareció “El primer cerebro…” me pareció interesante , pero no le di la importancia debida. Fue cuando Cristina me la recomendó y me la explicó, desde su experiencia , que todo fue quedando muy claro: mi cerebro, hasta dormida yo, no dejaba de elucubrar alarmismo.
Actualmente, tengo algunos días con rigidez, pero ya no le presto atención,no me deslizo con cuidado de la cama,como hacía antes, porque se que no sucede nada grave.
Saludos a todos y a los padecientes, a seguir quitando miedos y creencias erróneas!
Arturo : si fuese posible…¿porqué dormir es una actividad (o paro según se vea) imposible de realizar “conscientemente”?…es ÉL quien nos duerme.
Venga,gracias
Hola Arturo,
a mi me surge la duda de si una actividad mental intensa, con su gasto energético, puede justificar sentirse agotado (deficiencia calórica). Y si por tanto, una noche con muchas pesadillas, sueños vivos, pensamientos y gran actividad mental puede hacer que te levantes cansada.
Escuché una vez que los jugadores de ajedrez, durante una partida pueden llegar a gastar 2000 kcal. ¿Eso podría justificar la sensación de agotamiento? Me llamó la atención porque yo si me noto más cansada los días de trabajo donde requiero muchísima concentración o resolver problemas complejos. Casi más que cuando ando a vueltas.
De la misma manera, planteo la hipótesis de si durante la noche podría ocurrir lo mismo.
Un saludo y gracias Arturo.
Nerea: el gasto de energía por parte del cerebro es constante, independientemente de lo que le hagas trabajar conscientemente. Cuando no hacemos nada se activa un conjunto de zonas cerebrales denominadas “redes en reposo” que se ocupan de actualizar pasado-presente y futuro a la luz de la información disponible. Durante el sueño el procesamiento de experiencias vividas es intenso y se proyecta en la conciencia como pesadillas, pero desde el punto de vista del gasto de energía, no existe un déficit que justificaría sentirse cansado. El cansancio refleja desmotivación al esfuerzo. No es el individuo el que se desmotiva, sino quien recibe en la conciencia en forma de cansancio subjetivo el estado evaluativo-motivacional que opera al despertar.