Decía Platón que el hombre era un bípedo implume. El cínico Diógenes le obligó a añadir … con uñas planas tras arrojarle un pollo desplumado como muestra de un hombre.
Somos, realmente, bípedos por naturaleza aunque mostramos cierta querencia ancestral a añadir algún apoyo manual, camuflado en forma de bastón. No acabamos de confiar en la condición bípeda y nos sentimos más seguros agarrándonos a algo o alguien.
El sentir general sostiene que del bipedalismo proviene el dolor ya que dos patas son pocas para soportar tanta carga y que el suelo nos queda lejano y nos obliga a doblar el espinazo para recoger objetos.
Realmente la condición estática del hombre es la de estar sentado, apoyado en las nalgas, una carnosidad seleccionada por la evolución para no estar quieto, para la vida maratoniana, exclusiva nuestra y de los herbívoros migratorios.
Somos, por tanto, bípedos enfurruñados, dados a la molicie del sedentarismo, malgastando el recurso de la nalga para lo contrario de lo que le dio sentido.
Respecto al carácter implume los tiempos presentes parecen ofrecer evidencias. Andamos los sapiens (m.n.t.) desplumados.
Ni la columna ni las rodillas ni las caderas tienen la calidad necesaria para soportar la condición erguida. Las estilizadas zancas de las zancudas se bastan para sostener el cuerpo sin problemas aparentes y las cervicales de las jirafas deben ser de mejor pasta que las de los humanos.
Cristina me ha traído a la memoria este post:
http://arturogoicoechea.com/2010/06/21/mi-columna/
Llega el verano y con él la invitación a la vida fácil, a la reposición.
¿Las uñas planas? Ni idea.
Mi problema principal está en el cerebro, no en el sistema osteomuscular. ¡Escucha! me dice uno de los pocos médicos que se ha dignado a levantarse de la silla y explorarme, ¡con ese tremendo “acortamiento” en los isquiotibiales que tienes no me extraña que tengas lumbalgias!.
Y yo en ese momento le creo a pies juntillas, antes de que el dolor fuera el protagonista de mi vida, de pie, con las piernas bien estiradas, me flexionaba hacia adelante y lograba con poco esfuerzo tocar con toda la palma de las manos el suelo, ¿y ahora que? pues ahora no consigo llegar a la altura de la rodillas ¿Ves que tengo razón?.
Me explora las caderas ¡Ay que dolor! Y me dice: en la derecha tienes una abolición dolorosa de la rotación interna y restringido el recorrido articular y esto puede estar provocando la inestabilidad lumbar que tienes. ¿Que tambien tengo la columna inestable? Si y te lo voy a demostrar, ¿Sientes como al presionar esta vertebra se mete hacia adentro? y yo le contesto con un sudor frío de terror ¡Si, si es verdad, siento que se está moviendo! ¿Ves que tengo razón? (Si, si lo veo y desgraciadamente mi cerebro también lo está viendo y tomando nota de todo).
Voy al fisio y lo confirma , y además me dice: “Tienes un problema también en el psoas que te está generando una hiperlordosis del copón y los abdominales tan flojos que no te ayudan a sostener la columna”.
Y así sucesivamente y después de tratamientos diversos, fisioterapia acuática y “en seco”, las plantillas y el alza del podólogo, acupuntura, quiropraxia, estiramientos, pastillas etc etc, no es que mejore, sino que sigo emperorando.
Concluyendo: ¿Porque no mejoro? Porque el problema principal está en el cerebro. ¿Eso quiere decir que no tengo problemas reales en el aparato locomotor? No, eso quiere decir que esos problemas son secundarios y menos relevantes.
Reconcluyendo: No está en mi intención dejar tener miedo y dejar de sentir dolor, para mi lo que sería un éxito enorme sería que llegara un día en el que yo lograra poder sufrir de manera proporcionada, sufrir lo que me toque sufrir, ni más ni menos.
¿No se supone que el cuello queda más “libre” o con menos carga mecánica si caminamos erguidos que si nos desplazáramos a cuatro patas…? Lo comento porque me parece que hoy en día hay tanto (o más) dolor cervical que dolor lumbar… Me temo que eso de que la condición bípeda nos pasa factura es una “teoría” bien poco fundamentada que también nos han contado a la mayor parte de padecientes o ex-padecientes de columna junto con historietas para no dormir sobre el estado de nuestros tejidos…
Sergio: por tus reflexiones veo que ya tienes un buen tramo de camino recorrido en la dirección correcta, 😉 Suele costar mucho derribar la creencia de que los “hallazgos” (en radiografías, TAC, resonancias, al palparnos, al evaluar la postura, al mirar el iris…) son la causa del dolor en la columna y adquirir la convicción de columna robusta y apta para el movimiento y la vida cotidiana. Es estrictamente necesario para poder avanzar eso que señala Arturo que él hizo y yo también: “recompuse mi idea de interior raquídeo”.
También suele costar un poquito que el objetivo deje de ser a toda costa “no percibir dolor” y se cambie por lo que señalas al final, que el cerebro haga una gestión razonable del programa dolor, que nos toque sufrir proporcionada y justificadamante y no de modo irracional. Para ello no hay fórmulas mágicas pero es fundamental dejar de actuar como si estuviéramos enfermos (doloridos crónicos) y recuperar la autoestima corporal, si no, es bien difícil que el cerebro entre en razón y deje de activar programas y respuestas de enfermedad sin ton ni son.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/05/07/estima-autocorporal/
Un saludo.
Cristina: El otro día estuve viendo en YouTube una ponencia de Rafael Torres acerca del dolor crónico, me pareció muy interesante y la recomiendo.
http://www.youtube.com/watch?v=h9TGQK1RRug
Encontré especialmente ilustrativo todo lo que comentó acerca de la neuroplasticidad del cerebro del sufriente de dolor crónico, que al parecer, tiene sus propias especifidades.
No solamente tenemos un entramado importante de creencias falsas, que hace que el cerebro se equivoque en sus evaluaciones y catalogue una situación inofensiva de altamente peligrosa, y consecuentemente inicie una estrategia ultradefensiva absolutamente innecesaria, que es la que genera después todo lo que los pacientes conocemos tanto, sino que también (y era una cosa que yo desconocía) nuestro cerebro, es especialmente (y desgraciadamente) eficiente a la hora de almacenar experiencias negativas “enquistadas”, por lo que estos recuerdos negativos permanecen muy vivos dentro de nosotros. Esto hace que, por ejemplo, en mi caso, que han pasado un montón de meses desde mi último episodio de lumbalgia aguda, todavía hoy mantenga la actitud corporal y mental, hipervigilante y precavida, propia de la persona que acaba de tener un lumbago hace cinco minutos.
Y esta es la principal dificultad con la que me estoy encontrando, es cierto que cada vez conozco mejor el mecanismo de este funcionamiento, que cada vez soy mas conciente, pero parece evidente que este mensaje no está llegando a la zona del cerebro que está percibiendo un enorme peligro de manera absolutamente errónea.
Todavía no he llegado a comprender el proceso mediante el cual esto se puede revertir, pero estoy en ello.
Sergio: por supuesto, los sistemas de memoria-predicción son fundamentales. Te remito a los comentarios de una entrada reciente donde hablamos sobre las memorias del dolor y donde pongo varios enlaces a entradas del blog sobre este tema por si te sirven de referencia.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2012/06/01/evidencias-y-eminencias/#comments
Un ejemplo muy ilustrativo sobre el aprendizaje y la memoria del dolor lo tenemos en el Alzheimer, ya que muchos de los dolores (sin daño relevante) de los que se quejaban estos pacientes antes de la aparición de la enfermedad desaparecen como por arte de magia… Este hecho probado se explica porque el Alzheimer degrada la memoria predictiva, además de la de hechos pasados. Se borran los registros de dolores previos y el cerebro sólo pone dolor justificadamente… cuando hay daño. “Los pacientes con Alzheimer van olvidando el futuro y por ello van disolviéndose sus dolores recordados… Ya no se quejan a no ser que se hagan daño…”.
Y, por supuesto, es fundamental la idea de que los cambios que se dan en el cerebro de una persona con dolor crónico debidos al continuo estado de alerta del sistema nervioso central son reversibles gracias a la plasticidad neuronal, precisamente es el mecanismo por el que se puede revertir la situación… y para ello, hay que introducir racionalidad en la red neuronal eliminando creencias erróneas, cambiando la imagen distorsionada del esquema corporal, recuperando la convicción de salud, enfriando las memorias del dolor quitando el impacto emocional (la relevancia), perdiendo el miedo y evitando evitar.
El primer paso es amueblar bien la cabeza con información. Memoria, aprendizaje, plasticidad cerebral… son conceptos fundamentales y temas habituales del blog, así que puedes encontrar muchas entradas.
Cristiana dijo : …”Los pacientes con Alzheimer van olvidando el futuro y por ello van disolviéndose sus dolores recordados…”….cuanto de cierto hay en esa afirmación…olvidar el futuro.
Ojalá cerebrito dejase la fantasía del miedo….” y si”
Querido Arturo:
Sigo tus entradas sobre grupos de dolor lumbar con entusiasmo. Te siento compañero -a la vez que maestro- en una labor común, como sabes y estoy con mucha curiosidad ver el efecto de sólo la pedagogía para esta condición (sabes que nosotros hacemos pedagogía + movimiento)
Muy interesante lo que dices del miedo en relación al dolor lumbar. Traigo a colación unas frases de John Searle, en sus Refutaciones a las tesis de Bennet y Hacker:
“Los dolores sólo pueden existir en los espacios fenomenológicos del cuerpo. Y si consideramos que el paciente se refiere a su imagen corporal fanomenológica, lo que dice es cierto. El hombre siente un dolor en el pie y, aunque no tenga un pie físico, siguen teniendo un pie fantasma fenomenológico en su imagen del cuerpo.
Sin embargo, y éste es el punto crucial, el dolor es un acontecimiento real del mundo real, por lo tanto debe tener una ubicación en el espacio-tiempo real. No puede estar en el pie del hombre [caso del miembro fantasma] porque éste no tiene pie. No puede estar donde estaría el pie si el hombre lo tuviese. Evidentemente está en su pie fantasma, pero su pie fantasma no es un objeto con una ubicación espacial como parte del cuerpo, como la de un pie real. Confío en que resulte obvio que, en el espacio físico del mundo real, la ubicación espacial del dolor fantasma del pie fantasma está en la imagen del cuerpo, que está en el cerebro. En el espacio físico real, tanto el dolor del pie real como el dolor del pie fantasma están en el cerebro, junto con el resto de la imagen corporal”
Un abrazo
Nicolat: la frase es de Arturo, por eso la he entrecomillado, aunque veo que he olvidado incluir el enlace y merece la pena releer esta entrada:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/11/03/recuerdos-dolorosos/
Eduardo: me alegra sobremanera el contar con un lector tan ilustrado y comprometido en la brega del dolor y la acción (o inacción). El curso es básicamente teórico pero los fisios (mi hija y yerno) aportarán acciones manuales pedagógicas.
De acuerdo con el texto que aportas. En las agenesias de miembro también se puede dar la percepción fantasma del miembro no desarrollado e, incluso, el dolor de miembro fantasma. Ello quiere decir que en el período de desarrollo lo sensitivo y lo motor están altamente integrados y que la arquitectura neuronal guarda un rastro de su devenir evolutivo en el disco duro. Basta esa correlación histórica evolutiva para generar percepción fantasma.
La comprensión del origen cerebral del dolor encuentra un serio obstáculo en el dualismo sensitivo-motor en el que nos han criado.
Un abrazo