Primer día de curso. Siete mujeres. Tres hombres.
Presentaciones de los profes (médicos de atención primaria, fisios, un servidor y Cristina).
Hablan los pacientes:
“Los fisios acabaron de joderme”.
“Siempre he pensado que con el tiempo la lesión se iría degeneranado” (operado de hernia discal).
“Últimamente el dolor era tan intenso que me tenía que ayudar mi suegro”.
“Tomo siete pastillas diarias”, “para las siete de la tarde ya no soy persona”.
“Hago las camas de rodillas”. “Como no puedo bailar, que es lo que me gusta, me quedo en casa”.
“Me da miedo moverme”.
“Cogí el alta voluntaria porque tanta inactividad me está matando”.
“Al coger la baja todo fue a peor, bajón total”.
“Me rozan las vértebras y por eso me duele”, “cuando chocan entre sí y me toca el nervio es cuando me duele”.
Objetivos del primer día:
1- El dolor surge del cerebro. Es una decisión de organismo.
2- Dolor no es igual a daño. Hay dolor con daño, dolor sin daño, daño con dolor y daño sin dolor.
Se insiste en la aceptación solemne del primer punto. Es una verdad incontestable. El dolor no rezuma de los tejidos, necesariamente tocados. Es el resultado de una evaluación cerebral de amenaza, más o menos fundada, con tejidos dañados, vulnerables o razonablemente sanos y resistentes. No damos opción al alumnado a dudar de la afirmación. Deben aceptarlo. Es una afirmación-cimiento, básica.
El dolor no certifica el estado enfermo-degenerado de la zona doliente. Normalmente el organismo repara las lesiones en plazos que varían según los tejidos (piel, músculo, tendones, huesos). Criticamos la idea de la “lesión mal curada”, la convicción de que el dolor demuestra la incapacidad del organismo de reponer lesiones y justifica la necesidad de una ayuda terapéutica. No siempre es así.
Parece que se aceptan los dos puntos básicos. Por si acaso se comenta el concepto resbaladizo, confuso, de “dolor psicológico”. No aporta nada. Lo complica todo. Queda pendiente precisar el significado de ese término.
Aprovechando el pie de las reflexiones iniciales de algunos alumnos insistimos en la necesidad del movimiento, de la actividad, para organizar una buena estructura de los tejidos y de la perniciosidad del sedentarismo.
Cristina reparte copias de algunas entradas del blog, pertinentes respecto a lo hablado.
Dolor lumbar crónico.
Miremos la columna con ojos de sensatez y racionalidad.
Miremos también el cerebro con la misma sensatez y racionalidad.
Enemigo a batir: el miedo y las falsas creencias que lo alimentan.
La primera en la frente #treshurrasporlosfisios
Carlos: también nos dieron estopa a los médicos. Todos reconocimos nuestro pasado vergonzante.
Suerte! Seguiremos de cerca!
Se pone aun más interesante el tema con el grupo de dolor lumbar.El inicio no tiene desperdicio. Más expectante si cabe de leer las siguientes entradas.Mucha suerte
.
Carlos: esa frase la dijo la primera persona que habló, por eso aparece en primer lugar, 😉 Aún así, a mí me sorprendió mucho que varias personas comentaran que con la rehabilitación empeoraban y aumentaba la intensidad del dolor y que la abandonaban… igual me sorprendió porque yo creía ser de las pocas personas a las que eso les ocurría, por lo general, la gente se queda “enganchada” de por vida a las sesiones de rehabilitación y fisioterapia, en parte porque se les transmite la idea errónea de que lo necesitan como “mantenimiento”, no se les inculca la idea de que el cuerpo tiene la capacidad de repararse por sí mismo y que, una vez reparado, no necesita ayuda externa (masajes, corrientes y demás), sino que lo que necesita es que la persona se mueva sin miedo.
De todas formas, en el mundo del dolor músculoesquelético sin daño (relevante), no tiene nada que ver trabajar con un fisioterapeuta/pedagogo del dolor que con uno del “montón”, lo del montón no es despectivo, es para diferenciar a los unos de los otros, la gran mayoría no aplican la pedagogía del dolor, y la minoría (que va creciendo) sí lo hacéis. Ninguno de los alumnos de ayer había “tratado” su dolor lumbar con un fisio como tú, Asier o Maite. Esa es la clave, lo que marca la diferencia entre que el fisio “te acabe jodiendo aún más” o te guíe para volver a la normalidad, y repito, me estoy refiriendo al dolor sin daño.
Maite y Asier, los profes del curso, dijeron al inicio de la clase que tuvieron que desaprender muchísimas cosas aprendidas durante la carrera y en los numerosos cursos que hicieron con posterioridad, y volver a aprender. Requiere un esfuerzo enorme, pero si no lo hacen primero los profesionales es imposible que lo puedan transmitir a los padecientes. Espero que los alumnos sepan valorar la calidad del profesorado, 😉
Estoy completamente de acuerdo con lo comentado por Cristina.
El problema de la fisioterapia (en general), es que se trata el dolor desde el desconocimiento y con la creencia predominante de que existe una relación directa entre el daño y el dolor (tanto agudo como crónico), de manera que el paciente que sufre dolor, debe acudir a terapia, y si el dolor se sufre de manera continuada, debe hacerlo de manera continuada, aumentando en última instancia la dependencia del paciente. En estas circunstancias, a largo plazo, la rehabilitación empeora al paicente y “crea” enfermos.
Si además añadimos al desconocimiento la aplicación de terapias pasivas y el negocio montado alrededor de las mismas en la sanidad privada (de la pública no voy a comentar porque no he trabajado nunca, aunque pienso que hay cosas mejorables en cuanto a tratamientos de fisioterapia), muchas de ellas con falta de evidencia, tenemos un caldo de cultivo idóneo para que esto ocurra.
Por suerte la cosa está cambiando y vamos a tener que desaprender, aprender, y transmitir los nuevos conocimientos a los pacientes.
Arturo tengo muchas esperanzas en salir de mis dolores porque, en mi caso, las sesiones de rehabilitación a las que me han sometido, no me han hecho ningún efecto (ni bien, ni mal). Por ello he decidido seguir este curso con michisimo interés. A esto he de añadir que mi mujer padecía de jaquecas fortísimas y desde que impezó a seguir tu blog lleva casi dos años sin un solo dolor de cabeza. Increible.
Un abrazo
Cristóbal
Más atenta que nunca, gracias.
A los que no maten los fisios, acabaremos de rematarlos los psicólogos, perded cuidado 😉
Qué inicio más contundente! Qué emocionante! Y no lo digo por la cera de los padecientes. Me encantaría estar ahí, viendo las caras de todos ellos. No lo tienen fácil, debe ser muy complicado desmontar lo que llevan tiempo escuchando y creyendo pero también es cierto que tras tanta lucha y tantas decepciones lo que sí saben es que lo de siempre no les funciona. Espero que acaben creyendo en esto nuevo que les contáis. Suerte! Qué valientes sois! Qué valientes son!
Yo en mi larga experiencia de persona gratuitamente sufriente me di cuenta hace tiempo de que dolor y daño eran cosas diferentes y de que no había una correspondencia automática entre ellos.
Conocía a varias personas muy cercanas a mi, por ejemplo a mi madre de 79 años, que con unos problemas físicos (escoliosis grave, hernias discales,etc etc) muchísimos mas graves que los míos, no tenían ni por asomo la vida tan afectada y lilmitada como la tengo yo.
Tras la perplejidad inicial al comprobar ese hecho en muchas ocasiones mas, empecé a entrar en una gran desmoralización ya que la toma de conciencia de todo esto, no había supuesto ningún tipo de mejoría para mi actual lamentable situación.
Estoy muy de acuerdo con el Dr. Goicoechea de que es básico comprender esta contradicción y yo diría que hasta vivirla, pero en mi caso, parece que no he podido dar el siguiente paso, y me he quedado (ya llevo 9 agónicos años) estancado.
La fobia al movimiento que tengo es brutal, la vida es movimiento, y por ello, consecuentemente llevo una existencia de muerto en vida.
Lo he intentado con muchísimas psico y fisioterapias, como se que tengo que moverme fuí a fisioterapia acuática en dos periodos de seis meses, sin resultado positivo alguno,
es tal la rigidez lumbar hiperprotectora que tengo, que cualquier estiramiento me producía una lumbalgia ante la cual reaccionaba con un pavor indescriptible, por eso, por no poder conseguir desbloquear la zona lumbar antes de realizar el ejercicio, abandoné la piscina.
Me siento desesperado y desesperanzado, no logro ver una solución para mi.
Supongo que preciso encontrar a un fisio que comprenda y sepa tratar este problema, estoy seguro de que la fisioterapia convencional, al tratarme de manera convencional, es ineficaz y no hace sino reforzar al cerebro la idea de que existe un problema físico relevante.
Sergio: ¿dónde vives? Si es cerca de Vitoria yo te puedo recomendar unos fisios estupendos precisamente para trabajar en la dirección que comentas de perder el miedo al movimiento y a sus consecuencias. Para ello, es imprescindible que el cerebro autorice el movimiento y no lo penalice, si no es así, por muchos estiramientos o piscina que hagas es difícil mejorar y no es nada extraño que sólo consiguieras empeorar… el miedo cerebral al movimiento convierte la vida en un infierno, hasta la acción más inofensiva se convierte en rigidez, dolor… incluso la sola intención de ejecutar una acción puede activar el dolor… Recuerdo muy bien la sensación de desesperación y de indefensión.
Te confirmo que en el dolor crónico sin daño (relevante) la fisioterapia convencional no funciona en la mayor parte de los casos, en cambio, la “nueva” fisioterapia, la que incorpora la información sobre la fisiología del dolor y el fundamental papel del cerebro como gestor, sí ayuda muchísimo. Si Vitoria te queda muy a desmano, te recomiendo que pongas en un comentario dónde vives y tu dirección de correo, y seguramente Rafael Torres (presidente de la SEFID) o alguno de los fisios que leen el blog te pueden recomendar dónde acudir.
Además de descubrir la diferencia entre dolor y daño, tienes que aprender algunas cosillas más, no es suficiente (aunque sí fundamental para empezar) sólo con saber que no tienes un daño relevante, así que te animo a seguir el blog y a leer entradas antiguas (si no lo has hecho ya). Te pongo una de ejemplo:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/07/03/movimiento-%C2%BFvoluntario/
Cristina: Gracias por tu interés y al decirme que recuerdas muy bién la sensación de desesperación y de indefensión, interpreto que tuviste un problema similar al mío y que lo pudiste superar, y por lo tanto también te doy la enhorabuena.
La cuestión es que vivo un poco lejos de Vitoria, ¡Soy de Canarias! por lo que tendría que encontrar a algún fisio de por aquí por lo que siguiendo tu consejo dejo mi correo:
jazzalchemy@hotmail.es
El caso es que después de 20 años de práctica deportiva que incluía el levantamiento de pesas y la bici de montaña, un día en un movimiento banal en mi casa, me produje la primera lumbalgia facetaria aguda. Por lo que parece ese “debut lumbálgico” fué suficiente detonante para que apareciera una tremenda fobia al movimiento que venía incubándose ya a “nivel inconsciente” durante un largo periodo de tiempo.
A partir de ese momento, cada año he ido a peor, tanto es así que hoy en día la evitación y la obsesión por el dolor rigen mi vida. Actualmente, la confianza en las posibilidades de mi cuerpo, es casi absolutamente nula, incluso me da miedo hasta estornudar y no cuento mas cosas porque me da un poco de corte.
El que halla experimentado todo esto, sabrá perfectamente a lo que me refiero, pero sigo asombrado y perplejo, todavía no logro comprender como he podido llegar a esta situación tan extrema, sobre todo cuando recuerdo que yo hacía sentadillas, press de banca, remo con barra etc etc y ahora ni siquiera me atrevo a recoger un papel del suelo.
Cristina, de nuevo, muchas gracias por tu ayuda.
Sergio: te he mandado unas entradas del blog que creo te van a ayudar a entender por qué has llegado a esta situación tan extrema y dramática. Y sí, sé lo que es que con un triste estornudo se desencadene un dolor insoportable, para estornudar me sentaba y me abrazaba las costillas para protegerme… Y también sé lo que es que el dolor acapare todos los ámbitos de la vida y percibir mi cuerpo como si fuera frágil y no apto para la vida cotidiana… pero ya no lo percibo así… por tanto, decirte que se le puede dar la vuelta a la situación, lo triste es que la información que lo hace posible esté tan tan escondida, considérate afortunado por haber llegado al blog. Te pongo otro enlace, es una de mis entradas preferidas, léela también porque estoy segura de que “te va a llegar”:
https://arturogoicoechea.wordpress.com/2009/09/27/terapias-tecnicas-y-aprendizaje/
Hola Arturo!!! Ante todo felicidades por el trabajo que hacéis…es una suerte poder tener este blog como “lectura recomendada” para los pacientes. Estoy seguro de que lograreis grandes resultados con el grupo. Por lo que leo, cada vez somos mas sanitarios los que nos desinformamos y reaprendemos…es algo imparable y que cada vez se ira exigiendo mas por parte de los pacientes. Los fisios con la fama de mecánicos que tenemos tendremos que “apretarnos mas las tuercas”, lo cual es un gran estimulo para seguir desaprendiendo. Un saludo
Hola Sergio,
soy Rafaeel Torres, presidente de la SEFID y contamos con un grupo formado es este nuevo abordaje del dolor en Canarias. te dejo mi correo electrónico y te pondré en contacto con ellos
Un abrazo
Rafael.Torres@uv.es
Y entonces de que forma tiene que cambiar el tratamiento de los fisios en los casos de dolor sin daño? Supongo que no será igual el tratamiento cuando existe una autentica contractura, yo tengo muchas me dicen a consecuencia de la fibromialgia, porque entonces cómo se cura aquella?
Me encanta que se haya iniciadoa este nuevo grupo de terapia, creo que todos vamos a aprender mucho. Gracias Arturo.
Mjose, creo que aquí tienes la respuesta a tu pregunta sobre el “cambio” de tratamiento de los fisios:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/01/03/complicada-honestidad/
Hola Arturo, enhorabuena por el inicio del trabajo con este grupo.
Leyendo esta entrada y la siguiente, me surge una pregunta que quizás tu y/o Cristina me podáis resolver. Cuando habláis de “daño razonable” ¿de que hablamos exactamente? Entiendo que hablamos de nocicepción y de lesión tisular ¿es así? Mi duda surge en los casos no-agudos y en los que existen lesiones más o menos permanentes del tejido, como la persona del grupo que está operada de HD o los procesos degenerativios moderados y graves. ¿En qué momento podemos saber que estamos delante de una situación de dolor sin daño (o sin daño suficiente) o delante de una situación de daño y dolor solapadas? Supongo que no hay una respuesta válida en todas las ocasiones, pero si os agradecería vuestra opinión sobre cuál es vuestro criterio para considerar que existe la presencia de daño razonable y cuándo no.
Gracias de antemano por vuestra respuesta
Un Saludo
osteobcen: no creo que sea posible definir los límites precisos al concepto de daño razonable o relevante. Aquí entra el criterio del evaluador. Mi intención es la de criticar etiquetas como artrosis, variables estructurales como las de la curvatura u otras de las que se abusa para explicar el origen del dolor. Si sobrevaloramos la importancia del daño estaremos empeorando el aspecto evaluativo. En cada caso el profesional debe juzgar todos los factores y gestionarlos cuidadosamente sabiendo que forman parte de un estado complejo en el que todo puede afectar a todo, a corto, medio y largo plazo.
En mi caso, por ejemplo, estoy operado de una hernia discal y el Scanner unos años después, cunado estaba francamente mal por el dolor y la invalidez, mostraba fibrosis y el cirujano daba por supuesto que mi columna no estaba para muchos trotes, tanto como para sugerirme estabilizarla con unos hierros… Afortunadamente cambié el chip. Creo que ahora hablan de banderas rojas. En su ausencia creo que está justificado promover la actividad y combatir el miedo. Todo ello obliga a hablar del cerebro, hacer pedagogía. De otro modo el paciente no comprenderá ni colaborará.
Siempre hay un componente evaluativo. Me da más miedo el catastrofismo con la limitación de la actividad que la actividad en una columna supuestamente vulnerable.
Materia opinable y resbaladiza.
Saludos
Osteobcn: supongo que te refieres a cuándo se puede considerar daño “relevante”, cuando está justificado que aparezca el dolor como aviso de un daño. Te pongo un enlace que creo te aclarará un poco el tema, aunque como bien señalas, no hay una respuesta válida para todas las situaciones, cada profesional ve relevancia en unos aspectos u otros, según su especialidad. Lo que hay que intentar es precisamente no dar relevancia a lo que ya se sabe que no la tiene.
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2011/06/22/en-ausencia-de-dano-relevante-2/
Un saludo.
Arturo
Estamos de acuerdo. Sobredimensionar el problema somático conduce a errores y a hipertratar una zona quizás no tan necesitada de dicho tratamiento. Evidentemente cada caso es particular y la visión y la experiencia clínica del terapeuta debe separar el grano de la paja. Amén también con la necesidad de movimiento y con el empeoramiento debido a la inactividad. Creo que hay pocas banderas rojas que contraindiquen aunque sea un mínimo grado de movimiento. Al menos yo no las veo en consulta.
Cristina
Gracias por el enlace. Entiendo que es una pregunta sin una respuesta categórica, pero la entrada a la que me envías explica de forma muy razonable los límites y las consideraciones a tomar. Me quedo con la frase “No todo es cerebro pero siempre hay cerebro”
Me gustaría añadir un pequeño comentario sobre el proceso de “desaprender” y aprender de nuevo que quizás asusta o crea oposición en algunos terapeutas. Me inclino por el término “reaprender” en relación a que el conocimiento nuevo se asienta sobre el precedente el cual estamos obligados a cuestionar y a desechar si falla en demostrar su veracidad. No creo que el conocimiento avance a base de eliminar el precedente, teniendo que ir otra vez “a la casilla de salida”. Llegamos a este nuevo peldaño gracias a haber subido previamente el anterior, eso sí, hay que tener la valentía de aceptar que quizás nos equivocamos d’escalera.
Un saludo
Como ya he debutado en el blog, me atrevo a adelantar a los “profes” del curso de dolor lumbar, mi impresión sobre el artículo periodístico “Terapia psicoloógica contra el dolor de espalda” (El Correo 13.06.2012).
Según lo escuchado y leído durante estos días, he aprendido que el dolor surge del cerebro, pero esto no quiere decir que sea psicológico. La terapia que se necesita no es por tanto psicológica, sino como he leído en el blog cognitiva-conductual. Por lo tanto, creo que el artículo no va en la buena dirección.
¿Estoy en lo cierto?
Txema: desde nuestro punto de vista y los postulados que defendemos, estás en lo cierto. No se trataría de corregir al individuo sino la idea o esquema corporal que el cerebro ha construido sobre la columna y lo que ello condiciona a la hora de moverse. Sería un cambio de creencias (cognición) y de conducta, es decir una intervención cognitivo-conductual dirigida al organismo no al individuo (“lo psicológico”) aunque, evidentemente necesitamos su colaboración.
Saludos
He leído el artículo, Txema. Para variar, confunden churras con merinas cuando hablan de terapias psicológicas y lían aún más a los lectores. Para empezar se habla de charla… pero luego se cita a la terapia conductual. Y también se habla de emociones y su relación con el dolor. Como comenta Arturo, las terapias psicológicas se centran exclusivamente en el individuo y se olvidan del cerebro. Pero la terapia conductual no es para nada incompatible con lo que defiende este blog. De hecho, hay una línea interesante de tratamientos conductuales que tienen en cuenta el miedo al dolor y al daño y trabajan una exposición gradual al movimiento. Sin entrar en emociones y sin charla. Lo que sí que creo que le falta a la terapia conductual es la parte cognitiva de la que habla Arturo en el sentido del trabajo con la pedagogía del dolor. La parte conductual es la misma que defiende Lorimer Moseley.
En resumen, que no se trata de terapia psicológica, neurológica o fisioterapeútica sino del enfoque desde donde se trate el problema de dolor.
Txema: tu conclusión es muy acertada, el artículo no va en la buena dirección, ya que el curso no es ni una “terapia” ni “psicológica”, es una clase y, como tal, lo que se os ofrece es “pedagogía” en neurobiología del dolor, básicamente información actualizada sobre la fisiología del dolor para poder derribar creencias erróneas (sobre los tejidos, las posturas, las acciones, los tratamientos…) y cambiar las conductas de afrontamiento.
Para que apliques los conceptos que han ido apareciendo en las clases, me gustaría saber qué opinas sobre esta frase del artículo: “El dolor se localiza en un punto del cuerpo, la zona lumbar. Ese territorio está conectado con el cerebro por un nervio, que es el que transmite los impulsos del dolor”. ¿Es correcta esta afirmación? Recuerdo que hiciste una pregunta el primer día cuando Maite puso la diapositiva de la mano y la chincheta… y quiero comprobar si entendiste bien la idea que se explicaba, 😉 Por supuesto, te doy también una “chuleta” porque ya sabéis que en el blog podemos encontrar casi todas las respuestas a nuestras dudas:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/06/04/receptores-de-dolor/
Un saludo.