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Pedagogía en Neurobiología del dolor. Miedo al daño

Toda percepción contiene un significado, una relevancia, una propuesta de acción. El cerebro propone con lo que proyecta a través de la percepción y deja un margen variable de libertad al individuo para que ejecute o ignore las acciones propuestas.

En ocasiones el cerebro propone… y dispone. Lo percibido contiene algo más que una invitación amable a actuar. Más bien se trata de un apremio, una urgencia.

La percepción de picor contiene la propuesta del rascado. A veces como sugerencia que puede ser ignorada y otras con desasosiego creciente si no se procede a ejecutar el programa motor.

El desasosiego del «síndrome de piernas inquietas» contiene la propuesta de mover las piernas o, incluso, levantarse y caminar por la habitación. Uno puede declinar la propuesta e intentar dormir o dejarse llevar por el apremio cerebral y «decidir» darse un paseíto por el dormitorio.

El picor contiene el miedo al peligro a flor de piel, en forma de parásitos o tóxicos químicos.

El desasosiego de las «piernas inquietas» contiene el miedo a apagar al individuo y dejar indefenso al organismo frente a cualquier eventualidad amenazante.

La percepción de dolor contiene la valoración de amenaza de daño violento, accidental, en células y tejidos. Miedo al suceso agudo.

Existe el miedo a lo conocido y a lo desconocido, a lo predecible-evitable y a lo impredecible e incontrolable, a lo externo sensorialmente detectable y a lo interno desprotegido, a lo cierto y a lo incierto.

El miedo a levantarnos y caernos no genera dolor al caminar sino un patrón de marcha cautelosa y, a veces, mareo. El miedo (consciente o inconsciente) al daño interno al ponernos de pie y andar sí puede generar dolor.

La gestión de los contenidos perceptivos no es cosa del individuo consciente. Podemos imaginar cualquier percepción, donde y cuando queramos pero la imaginación no basta para generar la percepción. Puedo concentrarme en autoproyectarme dolor, picor, desasosiego motor, mareo, cansancio… sin éxito.

El gestor es el cerebro, el órgano virtual, imaginativo, procesador incansable de la probabilidad, del miedo y del deseo. Del miedo al daño y del deseo de que el individuo actúe colaborando en la evitación preventiva de una amenaza teórica (probable o improbable).

– ¡Ráscate, por Dios!

– Me pica.

En el hábitat actual es poco probable que tengamos parásitos o tóxicos químicos en la piel que justifiquen el apremio cerebral a rascarnos. Lo razonable sería no hacer caso y desatender la propuesta cerebral, contenida en la percepción de picor.

Opciones:

1) Me rasco porque me pica.

2) Me pongo una crema para que no me pique.

3) No me rasco porque no tengo parásitos y el rascado me daña la piel.

Supongamos que no es cuestión de picores y rascados sino de dolor y «no te muevas»

Opciones:

1) No me muevo porque me duele.

2) Me tomo un calmante para poder moverme

3) Me muevo porque no hay riesgo de daño interno y quedarme quieto altera la estructura y función del movimiento.

Estamos instruídos en las opciones 1 y 2 y dejamos de lado la tercera que es la buena, aunque no siempre resulta fácil.

Las opciones 1 y 2 son opciones de corto plazo. Sugerentes. Peligrosas.

La opción 3 es una inversión sensata pensando en el medio y largo plazo.

El cerebro y el individuo tienden a sopesar lo inmediato. Es lo correcto cuando hablamos de daño consumado o inminente. Un mosquito o un pincho.

Si el cerebro valora posibilidades, teme sucesos improbables, lo correcto es el corte de mangas a sus propuestas.

La opción 3. La tercera vía.

 

Puede ser la buena. No se equivoque con los cantos de sirenas de la 1 y la 2.

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3 comentarios en «Pedagogía en Neurobiología del dolor. Miedo al daño»

  1. Cuando estudiaba nos mostraron un experimento acerca de la capacidad de los niños para demorar la recompensa. No lo recuerdo exactamente pero era algo así: Un experimentador le ponía un caramelo delante a un niño y le decía, si no te lo comes antes de que yo vuelva, te daré un paquete de caramelos. Sale el experimentador durante un tiempo y graban a los niños: unos se lo comen en cuanto el experimentador sale por la puerta, otros buscan mil y un trucos para no ceder a la tentación, otros aguantan estoicamente casi sin moverse… Creo que midieron la capacidad de esperar de los niños con algunos logros en el futuro. Y, sí, las vías rápidas alivian el corto plazo pero comprometen el medio y largo plazo. Lo curioso es que les pedimos a los niños que controlen sus impulsos, sus emociones… mientras a su alrededor los mayores buscamos las vías rápidas. No sé si lo puse ya en un comentario, pero no hace mucho se me quejaba amargamente una médica: «Es que las personas no vienen porque no pueden dormir, o porque estén tristes o porque les duela algo: vienen para que les dé algo para dormir, algo para no estar tristes, algo para que no les duela…»

  2. Mar: en el tema del dolor prima la estrategia del beneficio a corto plazo. La estrategia del diagnóstico y tratamiento precoz es muy querida por los profesionales. Está justificada en muchas patologías pero es peligrosa en aquellos casos en los que el cerebro anda equivocado. La obsesión por el corto plazo conduce a un medio y largo plazo miserables.

    El argumento de la doctora es socorrido. También los clientes van al estanco a por tabaco pero eso no bendice la acción de venderlo (desde la perspectiva de la salud).

    Un abrazo

  3. Aprecaiado Dr. Y Mar

    Como 18 años he vivido la opción 2 y 3
    Padezco los efectos por no haber optado por la 3 . Con dos caderas dañadas y ahora son prótesis, atrofia de músculos y una extracción de un lipoma del gluteo dejo una herida de 20 cm por 12 y dejaron algo de músculo. Muchos meses en cama. Para unos una neuritis severa el tratamiento era reposo en cama y terapia.

    Hoy reconozco como el miedo que no tiene fundamento agrava la enfermedad,
    .
    No se si ya es tarde.
    Los músculos pueden rehabilitarse..?

    Saludos

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