La predicción es el proceso más importante de la neurocomputación. Para sobrevivir necesitamos aprender a anticipar el peligro y el beneficio. Ubicarlos correctamente en el espacio y en el tiempo.
La evolución ha guardado en el genoma programas que detectan agentes y estados peligrosos. Las células vigilantes del sistema inmune “saben” que determinadas moléculas corresponden a la cápsula de una bacteria. Pueden anticipar la infección y evitarla. Las neuronas vigilantes de la nocividad (nociceptores) detectan estados peligrosos, por ejemplo una temperatura elevada, y, anticipando el peligro, disparan una respuesta inmediata de alejamiento para no quemarnos con la tapa de la cazuela.
Desgraciadamente no todo el peligro está debidamente catalogado ni genera suficiente información. Sabemos que podemos enfermar, lesionarnos pero no sabemos dónde ni cuándo. Ante la duda caben dos opciones: la exploración con riesgo o la evitación.
El sistema inmune debe decidir si activa la respuesta inflamatoria y el sistema nervioso el dolor.
¿Inflamo o no inflamo? ¿Duelo o no duelo?
¿Me paso con la inflamación y el dolor o me quedo corto? Cuestiones complicadas para el organismo.
Necesitamos información sobre lo peligroso. Señales que permitan anticipar las respuestas defensivas. Cometiendo errores se aprende pero tiene su riesgo. Podemos utilizar los errores ajenos, observarlos, escuchar relatos. Todo sirve. El cerebro hace acopio de datos y los procesa imaginando peligros futuros.
La experiencia propia y ajena se complementa con la instrucción experta. El colesterol, la artrosis, los alimentos, las etiquetas diagnósticas, los consejos… Somos una especie muy necesitada de cuidadores. Ya desde el nacimiento. Padres y médicos. La enfermedad, el peligro, ocupa gran parte de nuestras reflexiones. No es posible no recibir información experta, directa e indirectamente, consciente e inconscientemente.
– YO no había oído hablar de fibromialgia hasta que me la diagnosticaron porque me dolía todo. YO…
No hace falta oir hablar de la alergia para padecerla. Tampoco es necesario oir hablar de cualquier otra etiqueta diagnóstica para que el organismo se deje llevar por las informaciones y se le escape la activación del programa dolor por puro temor al daño.
La inflamación y el dolor son respuestas de organismo que surgen de modo reflejo por identificación de agentes y estados de conocida capacidad destructiva. Una quemadura genera inflamación y dolor. No hay lugar para las cábalas.
La inflamación y el dolor también son respuestas a una predicción de peligro. El miedo al daño posible hace que el cerebro active el dolor ante cualquier circunstancia que figura en los catálogos como aviso o causa de perjuicio futuro.
La instrucción experta es necesaria. Higiene, vacunas, ejercicio…
La instrucción experta es peligrosa. Alimenta miedos no siempre justificados y muchas veces invalidantes y mortificadores.
La instrucción experta no siempre es fiable, apoyada en la Ciencia. Puede más, en ocasiones, el mercado, el prestigio profesional, la arrogancia.
La instrucción experta sobre dolor, en ausencia de daño relevante, forma parte del problema. Está necesitada de una profunda actualización.
– Tiene usted un cerebro doliente. Está escolarizado en el miedo. Actúa por supersticiones, augurios, pálpitos, corazonadas, bulos, falacias… Necesita actualizarse. Soltar lastre, recuperar la estima de un organismo razonablemente sano pero insensato de puro miedo.
– ¿Qué hago?
– Desaprenda. Desande el camino. No tiene que hacer nada. Más bien debe des-hacer. Líbrese de etiquetas y falsos remedios. No tiene usted migraña. Tiene un cerebro alarmista, hipocondríaco.
Totalmente de acuerdo. La neuromatriz de Melzack nos explica los mecanismos del dolor y los que nos dedicamos a tratar con padecientes observamos que las “opiniones expertas” muchas veces son agravantes. “Como no me va a doler la espalda si tengo dos hernias discales, me han dicho que no puedo levantar peso, agacharme,… que me va doler de vez en cuando; y que cuando no pueda más, queda la cirugía”. Ante este discurso el cerebro simplemente se vuelve histérico; el programa de dolor ha evolucionado 2.0. La mínima nocicepción, la hipervigilancia , la alteración de los patrones motores,… van a ejecutar el programa de la forma más eficaz posible; objetivo: “no te muevas o te harás daño, ya te lo han explicado, ya lo sabes”; traducción del yo consciente: “ya me he hecho daño otra vez, es que qué me puedo esperar con dos hernias discales…”. Círculo vicioso, versión 2.5, vuelta a empezar.
¿Y dónde cortamos?. Estoy contigo, los estímulos cognitivoconductuales negativos, falsos, falaces y perniciosos deben evitarse a toda costa. La neuropedagogía en el dolor, la información útil, los pronósticos certeros son esenciales.
Un saludo.
P.D.: Gran labor, Arturo, continúa así, nos das aire a todos, profesionales y pacientes.
La verdad es que la serie de entradas que estás haciendo los últimos días es como para imprimir, encuadernar y guardar sin traspapelar, 😉 Son todas extraordinarias.
Estoy con Cristina. Estás resumiendo en las entradas de los últimos días la esencia misma de lo propuesto en este blog de una forma extraordinariamente sencilla y pedagógica.
Los lectores del blog tenemos una ventana abierta a un conocimiento que produce grandes cambios cuando uno se da la oportunidad y vence el miedo y el vértigo que produce el abandono del nido de lo conocido hasta el momento.
A ellos, a los lectores y a los curiosos que se asoman por primera vez a este blog les lanzaría unas preguntas:
¿Alguien os habló en alguna ocasión de cerebro ?
¿Algún experto os brindó una información que os convirtiera en protagonistas del cambio?
¿Alguna terapia de las que probasteis os responsabilizó en lugar de culpabilizaros ?
Os animo a aprender, a discutir, a daros la oportunidad de cambiar de rumbo, a hacer buenas predicciones , a alimentar a vuestro cerebro para calmar su miedo .
Un abrazo.
Estoy con Sol y con Cristina… estas últimas entradas son para enmarcarlas. Poner sobre la mesa la relación entre el cerebro y el yo, la influencia de la cultura, el dolor como percepción… deja la puerta abierta a la esperanza. Todo el material que nos estás dejando responde a muchas preguntas que hemos rellenado de cualquier forma y nos muestra el camino. Integrar el cerebro en nuestra vida nos hace más libres. Poder quitar relevancia e impacto emocional a los malditos desencadenantes, a la necesidad de dormir bien, al hambre, a la ansiedad y al bajo estado de ánimo es soltar una losa pesada que nos hace transitar la vida penosamente cuando tenemos la opción de disfrutarla. No sólo sirve a un nivel profesional sino que yo misma he empezado a dormir mucho mejor desde que he dejado de preocuparme por el número de horas que duermo, he abandonado radicalmente la peligrosa opción de tener un hipnótico en casa para los días que “necesitaba” dormir, cuando mi hija me habla de dolores de barriga sé cómo contestarle sin pensar que se está quedando conmigo para no ir al cole…
Una señora me contaba el otro día hecha un mar de lágrimas que se veía incapaz de seguir trabajando por los dolores que sentía. Los médicos le decían que refería mucho más dolor que el esperable por las cuestiones físicas y ella se preguntaba si no sería que se había vuelto una vaga y que no quería trabajar y por eso le dolía más. Tener una respuesta ante esa amargura que le dé un hilo de esperanza o, como poco, la libre de la culpa que la ahoga es un regalo que Arturo nos brinda diariamente. Simplemente incluir la pedagogía del dolor o el funcionamiento del cerebro en los temarios escolares serviría para evitar tanto sufrimiento innecesario…
Estimado Arturo,
muchas gs.
Desaprendiendo estamos.
Yo no sufro migraña, pero a mi alrededor hay personas que sí.
Su punto de vista acerca del cerebro doliente cuando menos ha generado entre nosotros debate.
Un saludo
Julia: descuidar el cerebro en cuestiones de dolor es una temeridad. Dejarlo que procese a su aire la información que recibe habitualmente es otra temeridad. No sólo hay que cuidar la alimentación, la actividad, las emociones y todo eso. La información existe. Está ahí y el instinobásico de informarnos hace lo demás, generalmente de modo inadvertido
Saludos
Es una entrada excelente sobre los condicionamientos de la información, felicito también a FCM Salud, por su acertado comentario; también forman parte de esa experiencia real que casi todos hemos tenido alguna vez y que más que ayudar nos ha hecho sentir como un inválido en silla de ruedas. ¿Cuantos dolores y padecimientos han sucedido justo después de conocer el diagnóstico médico y no antes? y ¿Cuantas veces, primero el médico y luego el paciente han sobre-dimensionado el daño, generando dolor un dolor del todo innecesario?
saludos