Tenemos la idea de que el organismo es una máquina perfecta. Una máquina perfecta gestionada por un órgano perfecto, el cerebro. Cuando algo parece ir mal porque sentimos dolor, damos por sentado que alguna pieza de la máquina no anda bien o que hemos transgredido alguna norma del trato debido.
¿Migraña?
Genes y desencadenantes. Un gen defectuoso y una conducta inapropiada para ese cerebro “mal nacido”.
El cerebro migrañoso es de condición hiperexcitable, de nacimiento. Algún circuito ha venido al mundo con tendencia al paroxismo, al descontrol, a la respuesta excesiva frente a lo trivial.
Basta que algo cambie fuera o dentro del organismo, hormonas, el tiempo, fines de semana, viajes… para que se ponga en marcha la dinámica de la tormenta neuronal de una crisis. El cerebro migrañoso se ahoga en un vaso de agua.
Lo trivial e inverosímil se vuelve lógico y creíble.
– Me duele la cabeza con “los cambios”.
Cum hoc ergo propter hoc: con ello, luego a causa de ello.
Post hoc, ergo propter hoc: después de ello luego a consecuencia de ello.
Son dos falacias, dos argumentos falsos.
Una máquina perfecta como el cerebro es muy delicada, frágil, vulnerable. Es muy difícil que todo encaje. No sorprende que las máquinas perfectas contengan alguna imperfección. Familias (genes) migrañosas.
La máquina perfecta, delicada, necesita mimos, cuidados, trato delicado. Hay que identificar y evitar los desencadenantes.
Pensamos en el cerebro como una secuencia única de conexiones y centros. Sólo hay un camino para el procesamiento de los estímulos. Si ese camino contiene una falla o una pieza sensible, se puede armar una buena.
No es así. El cerebro es un conjunto cambiante de múltiples cerebros. Los estímulos se procesan en muchos circuitos paralelos. Si falla una pieza en cualquiera de ellos se suple la carencia con la disponibilidad del resto. Las conexiones de la red nacen y mueren. Mueren también neuronas sin que el sistema se resienta, en ausencia de enfermedad (Alzheimer).
El cerebro es blandurrio, gelatinoso. Así es, pero está protegido por barreras óseas y membranosas (meninges). También está aislado de la composición química de la sangre por una barrera exclusiva, selectiva: la barrera “hemato-encefálica”.
La actividad “nerviosa”, mental, puede resultar excesiva en “la vida moderna”; el descanso, insuficiente. Los vapores del desosiego pueden generar presión o residuos tóxicos, mal rollo. La basura se acumula. El medio ambiente en el que trabajan las neuronas no está limpio y despejado. Hay niebla, contaminación.
¿Migraña? No sorprende. Lo raro es que haya gente a la que no le duela la cabeza. “Si un día te levantas y compruebas que no te duele nada, es que estás muerto…”
Esta idea de cerebro delicado y sensible y de estilo de vida inadecuado ha calado profundamente en la cultura del dolor de cabeza. Tanto como la necesidad de llevar en el bolso un “ibuprofeno”.
– El cerebro migrañoso es normal. Su estilo de vida es también razonablemente normal. El talón de Aquiles, el punto flaco del cerebro es que se equivoca con facilidad. Es un órgano perfectamente dotado para equivocarse. Tiende a explorarlo y revolverlo todo, como un niño pequeño. Necesita aprender. No hay aprendizaje sin errores.
– ¿La migraña es un error cerebral?
– Generalmente así es. En raras ocasiones aparece una migraña, es decir, dolor de cabeza, vómitos e intolerancia a los estímulos, porque una bacteria ha burlado las barreras. Hay migraña por meningitis, por derrames… No hay derrames ni meningitis por migraña…
– No entiendo
-Llamamos migraña a un conjunto de síntomas (dolor y vómitos, por ejemplo). Corresponden al programa que el cerebro activa cuando valora amenaza en la cabeza. Hay migrañas justificadas (meningitis, hemorragia) y otras, las que habitualmente conocemos como “migraña”, no justificadas. Serían migrañas erróneas, innecesarias. Falsas alarmas.
– ¿O sea que si tengo una migraña con los cambios de tiempo no es porque el cambio perjudica mis delicados y excitables circuitos sino porque el cerebro piensa que la cabeza corre peligro?
– Así es. El cerebro migrañoso es un cerebro normal pero equivocado. No sólo se equivoca al activar el programa sino, peor aún, se equivoca en no reconocer el error.
– No sé si me convence… Creo que, más bien, es el cambio de tiempo.
Mal asunto
Más claro el agua, 😉 Pero por si acaso algún alumno necesita leer más para derribar del todo la creencia errónea de que los cambios por sí mismos afectan a la cabeza, ahí van un par de recomendaciones:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/03/09/los-cambios-afectan/
Y en especial para las migrañosas de fin de semana, como Blanca:
http://arturogoicoechea.wordpress.com/2010/10/08/migrana-de-fin-de-semana/
Un saludo.
Hoy ha venido una chica jovencita a mi consulta. La estuve viendo el año pasado por crisis de ansiedad. En apenas dos sesiones pilló la idea y se fue de alta. Con la idea me refiero a que entendió que su ansiedad era una respuesta normal ante situaciones que su cerebro calificaba como una amenaza: andar sola por la calle, ir al instituto… Y que, precisamente, tenía que dejar de evitar esas situaciones para reconducir el error. Hoy contaba: “no sé lo que me pasa pero llevo dos o tres semanas con la sensación otra vez de que me va a pasar algo malo”. Consulto su historia, apenas la recordaba, y le digo: “Ya sé lo que te pasa; hace justo un año que viniste aquí por primera vez y tu cerebro está celebrando su particular aniversario”. Puede que hace un año le hubiera dicho: “la primavera nos revuelve un poco a todos, no te preocupes”. Y, naturalmente, eso acabaría con un abono de temporada para salud mental.
Es francamente difícil derribar las asociaciones que hacemos entre lo que nos pasa y las circunstancias en que esto ocurre, habrá que repetirse como un mantra que al cerebro no le molan los cambios y le encantan los aniversarios.