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Pedagogía en Neurobiología del dolor. Sólo duele el cerebro

La acción de doler le corresponde, en exclusiva, al cerebro.

El músculo, la piel, los huesos, no duelen. Se limitan a ser objeto de lesiones diversas. Por allá andan neuronas que recogen señales moleculares de sus apuros y detectan agentes y estados incompatibles con la supervivencia (temperaturas extremas, tirones, compresiones, falta de oxígeno, ácidos). Llamamos a esas neuronas nociceptores, es decir, receptores (detectores) de nocividad: daño (muerte violenta, accidental) consumado o inminente.

Sin cerebro, no hay dolor. Si queremos tomarnos en serio la cuestión del dolor, debemos conocer en profundidad los procesos cerebrales.

El cerebro está de moda. La Neurociencia está de moda. La Neurociencia apasiona. El cerebro deslumbra. La mollera mola. Pero…

Incomprensible y lamentablemente, no se cita al cerebro en las consideraciones habituales de los profesionales sanitarios sobre dolor.

En su lugar se habla de “lo psicosocial”, las emociones, la vida perra pasada, presente y futura, la incomprensión y desprecio de allegados y profesionales. Bien, todo eso es cerebro, pero la aportación cerebral al dolor no se limita a esos componentes.

El dolor es, básicamente, valoración de amenaza a la integridad física de células y tejidos en momentos, lugares y circunstancias del organismo.

En realidad la pregunta del qué del dolor no nos lleva a ninguna parte. La pregunta oportuna es el por qué o para qué.

Si uno es agredido o castigado no pregunta al agresor “¿qué me estás haciendo?”. Es evidente. La pregunta es ¿por qué? La penalización, el sufrimiento.

A veces el sentido de la penalización es obvio. El cerebro duele en el espacio-tiempo de la mano izquierda porque acabo de darle un martillazo. Es la excepción. La mayoría de los días transcurren sin incidencias violentas mecánicas, térmicas o químicas.

Los motivos de la acción doliente son, con más frecuencia, ocultos. El cerebro es una caja negra. Sólo sabemos que duele y que los médicos no saben por qué. Quizás lo psicosocial…

– ¿Cómo va la vida?

Despachamos “lo bio” con unas preguntas y unas imágenes. Todo normal.

– De lo mío (de lo bio) no es. Te mando al de “lo psicosocial”

El cerebro es también bio. Tan bio como los tejidos que vigila, valora y protege.

– ¿Por qué cree, doctor, que el cerebro me penaliza con este dolor no habiendo motivo suficiente consumado o inminente?

Buena pregunta. Es la pregunta, pero no creo que la llegue a oír en boca de un paciente.

¿Por qué decide el cerebro activar la función dolor, aquí y ahora?

Las razones (ocultas) del cerebro, razones biológicas, evolutivas. El miedo al daño, el horror a la incertidumbre, la dependencia de la cultura… las memorias, el aprendizaje, el sistema de recompensa, la probabilidad Bayesiana…

Ayer leí un tweet de Eduardo Fondevila: “Vivimos por encima de nuestras probabilidades”. Genial. Compramos lotería por encima de la despreciable probabilidad de que nos toque. El cerebro duelea por encima de la despreciable probabilidad del daño violento.

¿Por qué?

No valen las explicaciones de las serotontinas ni los desgastes. Exijamos razones, mecanismos típicamente cerebrales. Analicemos los centrosvías del error.

– Hábleme del cerebro, doctor. Quisiera entenderlo para echarle y echarme un cable. YO soy mi cerebro…

Total, por soñar…


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12 comentarios en «Pedagogía en Neurobiología del dolor. Sólo duele el cerebro»

  1. Estoy completamente de acuerdo, deberíamos padecer casi exclusivamente ese tipo de “dolor natural y real” como consecuencia de los problemas en los tejidos… pero por desgracia, lo emocional, lo racional, las creencias… precipitan la imaginación de daño, aunque no exista tal…. el dolor nos acompaña. No había necesidad, pero hemos preferido tocar la alarma de la insensatez por ignorancia, cultura, información, miedo… Luego el remedio, se convierte en un calvario. Cuantos fármacos innecesarios lo acaban aumentando tan solo por la creencia de daño y enfermedad.
    Quizás se nos pasa por alto, que el cerebro está vivo, despierto, en continua evolución ya no es aquel que recibimos de fábrica, escucha todo lo que pasa a su alrededor. Al igual que una antena parabólica, capta todos los mensajes y por supuesto, toma también sus propias decisiones cuando lo cree oportuno. Está preparado para protegernos y adaptarse más allá del ambiente y la cultura en la que hayamos decidido vivir.

  2. Julia: nunca hablamos de remedio. Sólo pedagogía. Aportamos conocimiento y desde ese nuevo marco los pacientes deciden. Muchas veces la estructura de la migraña se disuelve rápidamente, sin esfuerzo y otras el camino es penoso.

    Concéntrate en comprender el problema.

    ¡Salud!

  3. Julia, en lo que a mi se refiere… el calvario quedó atrás desde que abandoné los “remedios” y encontré la pedagogía de Arturo (justo la que se preconiza en este blog). No he abandonado completamente las crisis de migraña, aun me quedan algunas memorias, pero sí puedo decir que ya son muy pocas y apenas afectan a mi calidad de vida. Te animo a que sigas instruyéndote y compruebes como tu cerebro está despierto y a la escucha de la nueva información….. No esperes nada, tan solo escucha y verás como el camino se desanda solo…. Es el mismo camino pero en sentido contrario.

    salud y mucho Ánimo

  4. Arturo, si te encuentras alguna vez a un paciente que te pregunta sobre su cerebro y el por qué del dolor es que algo realmente habrá cambiado. Cuando yo le hablé a mi neurólogo en esos términos después de abandonar los tratamientos y tomar el camino de la sensatez y la racionalidad se quedó “ojiplático” y no sabía ni qué decirme, aunque finalmente contestó a mis preguntas y confirmó mis sospechas: no se habla de cerebro en las consultas porque eso no es lo que espera el paciente y porque no hay tiempo para hacerlo (lamentable pero rea). Yo añado además, que no se atreven porque se saldrían de lo establecido y pasarían a ser” los neurólogos a los que no quiere ir nadie porque no recetan nada”
    Lamentablemente no podré estar en Alcalá este fin de semana aunque me hubiera encantado escuchar a Moseley y conocer personalmente a Iñaki, Cristina y Mar
    Disfrutad del conocimiento y de las cañas !
    Un abrazo.
    .

  5. Qué buena entrada! Arturo, te parecerá curioso pero precisamente escribí ese tuit después de una lectura sobre inferencia bayesiana y de reflexionarlo a la luz de lo que siempre nos explicas. Creo que nadie mejor que tú le puede dar sentido a esa frase “Vivimos por encima de nuestras probabilidades” ¿Cuáles son las probabilidades del paciente? ¿y cuáles son las del cerebro del paciente? Buena pregunta….

    Por cierto, ya que estamos, te lanzo un guante, pues desde lo de barcelona me he quedado rumiando los diferentes matices de otra buena pregunta que me hiciste…

    – Eduardo ¿qué es una “contractura”?

    ¿Una entradita cuando te apetezca para entrar en debate y tumbar algún que otro mito? 🙂

    Un abrazote!

  6. La pregunta del por qué y el para qué es buena pero, lamentablemente, también puede ser mal contestada. Como psicóloga suelo decirle al padeciente que lo que me describe (los “síntomas”) son el humo y lo que necesito encontrar es el fuego. Que tapando el humo no solucionamos nada. Y acto seguido hago preguntas para encontrar la función del síntoma en la vida del paciente. Un por qué surge en ese momento y para qué o de qué le sirve al paciente. Entendiendo que tanto el por qué como el para qué son poco accesibles al padeciente. Desde mi posición dualista, de la que tampoco yo era consciente, indagaba en las circunstancias y en la forma de ser de la persona. Y, bueno, si buscas, encuentras. A veces, funciona, no digo que no. Muchas otras no, pero siempre podía consolarme pensando que hay circunstancias y circunstancias y personas y personas. Desde que he tenido el gusto que conocer al cerebro (y no sólo a sus mensajeros), parto de las respuestas y empiezo a hablarle a la persona del cerebro para que sepa cómo ayudarse.

  7. Mar: me parece una buena estrategia. Siempre hay un mensaje desde el cerebro al individuo y desde este (“reentrada”, Edelman) al cerebro. Desde el individuo surgen mensajes, también bidireccionales, hacia “los otros” (profesional, allegados…). El sistema activa todos los bucles con su jerarquía cambiante, según pinte la realidad. Creo que nuestra labor consiste en hacer visible ese proceso.

    Un abrazo

  8. Te tengo que escanear los dibujillos con los que salen mis pacientes de la consulta… El viernes pasado, el director de un instituto me sacó la copia de unos de ellos. “Me lo dio la madre de Menganito y me tiene intrigado, ¿podrías explicarme esto de las flechas entre el muñecote y el cerebro?”

    Yo no comulgo mucho con el psiconálisis pero tengo que reconocer que describiendo la fenomenología es de lo mejor . Otro cantar son las atribuciones que hace de aquello que observa. La máxima de Freud: “que donde estaba el ello, devenga el yo”, en la traducción personal que yo me hago no sería otra cosa que la persona (el yo) adquiera el timón de su vida visibilizando al cerebro (el ello) y la relación entre ambos.

    Y realmente es apasionante poder devolver a las personas la esperanza de que pueden hacer mucho más de lo que creen. El poder dar una explicación a esa lucha interna que todos percibimos en algún momento de nuestras vidas. Como Iñaki comentó, devolverles el locus de control.

  9. Mar: es un proceso innegable el del output cerebral (el ello, lo que el cerebro procesa y evalúa) a la conciencia (el Yo). Los pacientes del grupo lo entienden con relativa facilidad y les permite disponer de un ámbito de control. Más complicado es que sus familiares o sus doctores acepten el diálogo de uno con su cerebro.

    Un abrazo

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