Talamo. Entre las hipótesis y los datos

El tálamo es, dicen los textos, una “estación de relevo sensorial”. Recibe datos de los sentidos, algo hará (se supone) con ellos y los envía a la corteza para que se decida lo que se considere más oportuno. El tálamo es, lo dicen menos los textos, muchas más cosas. Recibe opiniones, hipótesis, de la corteza, y en función de ellas modifica el flujo de datos sensoriales hacia la propia corteza y otras áreas subcorticales. El tálamo también recibe información sobre las respuestas motoras que resultarían de la actividad refleja, no pensada, de los centros de bajo nivel (médula, troncoencéfalo). Conociendo …

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Copia eferente. La irrelevancia del YO.

Desde que se inician los primeros movimientos fetales la red neuronal registra con cada uno de ellos los efectos sensoriales. Una patadita produce estímulos cutáneos, articulares, musculares… Una vez fuera del útero las consecuencias sensoriales de las acciones se vuelven más complejas. Se añaden estímulos auditivos, visuales, olfatorios, tactiles. Los programas motores contienen programas sensitivos colaterales. Sabemos que si vamos a decir A oiremos A. Sabemos que si vamos a rascarnos la nariz notaremos una sensación nasal concreta. Sabemos que si tomamos un helado sentiremos frío en la boca. Todo aquello que decide el YO motor anticipa lo que el …

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Incertidumbre y daño

La realidad somática es incierta. La interacción del cuerpo con el exterior genera beneficio y perjuicio, combinados en una proporción variable. No todo lo peligroso está debidamente etiquetado ni nuestros sentidos son capaces de detectarlo y dar la voz de alarma. El medio ambiente contiene estados y agentes potencialmente nocivos que no podemos ver, oir, oler, degustar ni palparlos. Los gérmenes, algunos tóxicos, la radioactividad… entran al santuario somático sin problemas de frontera y sólo podemos constatar los efectos negativos ya consumados. El aire, la comida, pueden contener amenazas varias, silenciosas, tapadas. El interior es opaco, una caja negra. Puede …

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Síndromes de irracionalidad central

A veces lo que percibimos está determinado por la realidad y su impacto sensorial. Si estoy en un bosque y abro los ojos veré árboles. Otras veces lo percibido no surge de las señales sensoriales sino de los sistemas de memoria predictiva, de lo que el cerebro imagina que pudiera suceder. El cerebro vigilante proyecta dolor a la conciencia cuando teme daño aun cuando los sensores (nociceptores) no hayan recogido ninguna señal en la zona. En las memorias se guardan datos sobre episodios de daño propios y ajenos y sobre conocimiento referido a lo que puede perjudicar al organismo ( …

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El dogma de la polarización dinámica de Cajal

Descartes acertó al situar en algún lugar del cerebro la conversión de las señales de daño en los tejidos en conciencia de dolor y erró al atribuir esa propiedad sintiente al alma, un ámbito exclusivo del hombre, por designio divino. Cajal acertó al proponer la existencia de espacios de discontinuidad en las conexiones de las neuronas pero erró al sostener que la información sólo tenía un camino, una dirección: de las terminales (dendritas, ramas) al cuerpo neuronal y de allí, por una única rama (axon) a otra neurona. Describió un prototipo de neurona después de haber estudiado las neuronas sensoriales …

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Neuromatrix del dolor

El dolor surge del cerebro. Para que duela es obligada la activación conjunta de determinadas áreas cerebrales. Disponemos de técnicas de imagen que nos indican qué áreas del cerebro están trabajando en cada estado o acción. Podemos aplicar estímulos nocivos y hacer que el cerebro proyecte dolor y registrar la actividad de las áreas responsables. Al conjunto de áreas activadas cuando el individuo percibe dolor se le conoce como “neuromatrix del dolor”. El dolor, como cualquier otra percepción, es un producto complejo: contiene, además de la cualidad sensorial específica (en este caso la cualidad doliente), un significado (origen y trascendencia), …

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