Si hay una especie que se caracterice por la indefinición de su conducta como organismo esa es Homo sapiens (ma non troppo), el “SER” humano.
La genética humana deja mucho pendiente en los modos de actuar. Los circuitos cerebrales están seleccionados para tomar la medida a los entornos más diversos y adaptarse a ellos.
El SER humano es más bien un no SER… o debiera serlo…
Sin embargo nos empeñamos o se empeñan en que vengamos marcados a este mundo por lo que nuestros genes dicen que ya SOMOS…
Por ejemplo: podemos SER migrañosos…
Ayer comenzamos con las clases del cuarto grupo de padecientes de migraña. Cambio de impresiones…
– Creo que SOY una persona muy sensible, perfeccionista… todo me afecta… Creo que por eso tengo crisis…
Algunas alumnas están convencidas (espero que por poco tiempo) de que han venido al mundo con una condición del SER que les pasa facturas varias por su cualidad (convertida en defecto) de implicarse en lo que hacen, por un exceso de motivación.
El cerebro humano sensiblero ES vulnerable. La mente, el carácter o temperamento, el SER muy sentidor, empático, supera la resistencia de las delicadas neuronas y expresa el exceso de implicación a través del dolor.
La migraña sería psicosomática. “Mi cerebro es normal. Ya sé que no tengo nada. Es mi modo de SER”.
El migrañoso SERÍA un “somatizador”. Demasiadas emociones, demasiada afición a hacer bien las cosas…
El padeciente de migraña ES un cautivo del SER generador de migrañas.
– Tengo que cambiar, dejar de SER así…
Sostienen los neurólogos que el migrañoso ES, nace. No cabe rebelarse a esa condición.
Sostienen los neurólogos que lo que debe hacer quien ES migrañoso es limitar la carga de las tensiones psicofísicoquímicas, evitar cambios (hormonales, meteorológicos, conductuales…) y tomar rápido el calmante para impedir que el “generador” de migrañas salte, agobiado por la presión de lo que el individuo hace, siente y padece.
Los pulmones están adaptados para respirar en función del oxígeno que precise la conducta de cada momento y circunstancia. Los riñones filtran los excesos y retienen lo escaso y necesario. El aparato digestivo, el circulatorio… tienen bandas muy anchas para tolerar excesos y defectos.
El cerebro migrañoso no tiene banda de permisividad. ES un cerebro de banda estrecha.
De eso nada. El cerebro del SER humano ES un cerebro nacido para seleccionar infinitos modos de ESTAR en el mundo.
El cerebro humano ES un cerebro nacido para APRENDER y DECIDIR modos de ESTAR.
El SER humano nace y se hace. El SER migrañoso ES un ESTAR aprendido.
Primera clase. Proyectamos un cerebro con unos andamios. Unos operarios colocan en su superficie: genes, desencadenantes, vasos, alimentos, hormonas, fármacos, terapias… Limpiamos la superficie del cerebro y en lugar de lo eliminado sugerimos: percepción, aprendizaje, neuronas espejo, sistema de defensa, sistema de recompensa, cultura, copia eferente, nocicepción, nocebo-antinocebo…
Impresión al final de la clase: esperanza… ansia por conocer…
Emocionante.
Me ha gustado mucho la entrada Arturo, para no variar, me sugiere mil recuerdos sobre mis primeros tiempos con los síntomas. Yo SOY como SOY, muy perfeccionista, me implico en todo lo que hago hasta la médula, le doy vueltas a las cosas, no sé relajarme, me preocupo muchas veces por cosas irrelevantes, tengo algún que otro “trauma” en el pasado, no duermo ni mucho menos como un lirón … en suma, carne de cañón para las teorías alarmistas sobre la “mala vida”.
Jamás me creí que el hecho de ser perfeccionista provocara mis dolores y mareos, pero me lo dijeron muchísimas veces distintos profesionales, tampoco me creí que mi forma de ser pudiera por sí misma despertar una enfermedad misteriosa llamada fibromialgia, pero sí “parecía” que mi forma de SER era un problema, y también se supone que tenía depresión (por los mareos y por los traumas del pasado). No me convencieron (del todo) porque soy muy racional y lo cuestionaba todo, la “explicación” no me llenaba, no entendía entonces por qué no había sentido dolor durante toda mi vida si llevaba desde siempre conviviendo conmigo misma, y porque el ser perfeccionista tampoco es malo si no se lleva al extremo, porque tampoco es vital dormir ocho horas de tirón, porque los traumas del pasado, por lo general, se asumen y relativizan con el paso del tiempo y no tienen por qué afectar en el presente y mucho menos proyectar dolor, porque las preocupaciones cotidianas son justamente eso, algo “cotidiano”, porque la implicación es algo bueno y no malo… pero todo esto último lo sé ahora con certeza, en aquel momento la información alarmista hizo que olvidara estas cosas y me llenara de dudas, incertidumbre y miedos infundados, y por supuesto, más dolor y más síntomas.
El dolor, ahora lo sé, lo proyecta el cerebro en base a sus valoraciones y predicciones, nuestra forma de ser puede gustarnos más o menos, podemos y debemos intentar cambiar las cosas que no nos gustan, pero no con el objetivo de no percibir dolor y vivir permanentemente relajados, sino para ser mejores personas.
Un saludo.
Es muy duro leer lo que escribes, Cristina, porque me reconozco detrás de cada frase (supongo que entiendes lo que quiero decir). Ya no me siento partícipe de ese malhacer pero hay muchos profesionales bienintencionados repitiendo eso una y otra vez y prescribiendo fármacos. Y si sólo fuera en el contexto del dolor sin daño relevante…
Mar: lo entiendo perfectamente porque precisamente por respeto a profesionales honestas como sois tú y Sol del Val, he evitado la palabra “psicólogos” en mi anterior comentario. Pero sí, lo dije en otra ocasión, los psicólogos tenéis un papel muy importante en el tema del dolor y otros síntomas no asociados a daño relevante (ansiedad, mareos…) porque somos muchos los padecientes que acabamos consultando a psicólogos por voluntad propia, como fue mi caso, o por derivación, y son barbaridades las que nos transmiten. La actualización que se necesita es urgente, tu caso lo que nos da esperanza…
Lo de la prescripción de fármacos (ansiolíticos y antidepresivos) por parte de los médicos de atención primaria y “sin control” es otro de mis temas “sensibles”… y eso que yo no me dejé medicar demasiado pero la presión por parte de mi entorno (y aquí incluyo a mi médico de cabecera) ante mi rechazo a la medicación “psiquiátrica”, supuso aún más leña para la gran hoguera que ya era mi vida por aquel entonces. “Me va a dar un colapso nervioso”, repetía yo sin parar, y un día Maite Goicoechea me preguntó: “¿qué es un colapso nervioso? Y yo no supe qué responder… Toda la información alarmista que tenía en la cabeza sobre estrés, depresión, ansiedad e insomnio fui tirándola a la basura poco a poco y con ello se fue también la idea del “colapso nervioso”… a veces lo digo, pero ahora en broma ante situaciones de estrés ridículas, como lo que comentaba Joaquín de llegar tarde al trabajo…
Te agradezco que evitaras la palabra psicólogo/a, es todo un detalle, Cristina, pero por mi parte no hay ningún problema en que se llamen las cosas (o los profesionales) por su nombre.
Un abrazo, compañera!
Ya lo sé Mar, pero me ha parecido un poco fuerte poner “carne de cañón para los psicólogos” porque mi ánimo no es de ofender a los buenos profesionales… y lo he suavizado un poquito, 😉
Me reconozco en cada palabra de Cristina, creo que tendrias que dar unas cuantas clases…o unos cuantos sopapos porque llevo 6 años con los mareos
Buffff yo tambien me reconozco con Cristina y he de decir que tengo una gran psicologa que me esta ayudando mucho y antes de llegar a ella fui a otro que lo que me hacia era sacarme dinero y decirme a todo amén y ven dentro de dos semanas y me traes otros 60 euros…en fin…
Yo soy demasiado exigente conmigo misma, para mi todo es poco, todo lo podria hacer mejor, me estreso por todo,me siento culpable por todo,todo tiene que estar ordenado, en su sitio,desde niña he sido demadiado responsable…demasiado….
Por eso Cristina te entiendo en cada frase y parece que la que esta hablando soy yo….
Todo mi apoyo Crisitina¡¡¡