Pies.
Juanetes, callos. Pies planos, pies cavos. Fascitis plantar, metatarsalgia, plantillas, calzado adecuado. Pies fríos, pies ardientes, pies hinchados, pies inquietos… Pies requisados.
Los pies son para bailar…
Esto escribió Lurdes hace unos años…
…………………………………………………………..
En Abril de 2008 oí hablar por primera vez del papel del cerebro en la producción del dolor, del dolor sin daño y de la reprogramación neuronal. Fue durante un curso de dolor crónico en el centro cívico Hegoalde, de Vitoria. A veces, pequeñas decisiones tienen grandes consecuencias.
Cuando me apunté al curso, con bastante pereza, pensaba que no iba a oír nada nuevo. Creía estar bien informada respecto al dolor crónico y a la fibromialgia. Además, llevaba a la práctica las herramientas que los “expertos” proponían y había aceptado el consejo de los psicólogos de sobrellevar el dolor, cansancio y demás acompañantes, con dignidad. Programaba mis actividades en función del grado de dolor y mis pequeños objetivos salían adelante siempre que una migraña no se interpusiera en mi camino y mis pies y el resto de mi cuerpo lo permitieran. No era mucho, pero desde el diagnóstico en 2001, había necesitado 6 larguísimos años para llegar a este punto de resignación.
Sentada en primera fila, no perdía palabra de lo que el neurólogo Arturo Goicoechea y, en una sesión posterior, la fisioterapeuta-osteópata Maite Goicoechea, trataban de explicar y proponer. Según avanzaba la charla me sentía agitada ya que estaba escuchando lo impensable: ¡podía curarme! y además todo lo que oía era perfectamente lógico, científicamente fundamentado y claro:
mi cerebro estaba equivocado
Así de sencillo. Por fin todo encajaba: podía ver el cuadro completo, tenía ante mí la pieza que faltaba en mi rompecabezas. Ahora todo tenía sentido y… lo mejor de todo: había una salida.
Hasta entonces todos los profesionales de la salud, tanto en las consultas como en mis búsquedas de información en internet, libros, jornadas, artículos etc. llegaban a la misma horrible conclusión:
la fibromialgia era una enfermedad de origen misterioso, multisistémica y, por supuesto, crónica
Para mí era algo que estaba amenazando mi vida con muy mala leche a base de dolor sin fin, cansancio desproporcionado, rigideces varias, contracturas, migrañas cada vez más seguidas, intolerancia a todo tipo de estímulos (ruidos, luz, cambios de temperatura), reglas dolorosas, colon irritable, insomnio y un montón de cosas más. Todos decían que no había cura aunque había muchas investigaciones en marcha, cada cual por un camino. La mayoría estaban de acuerdo en una intervención multidisciplinar que básicamente era un batiburrillo compuesto por:
– diferentes cócteles de medicación de probada ineficacia, algunos bastante adictivos.
– actividad física continuada (buen consejo).
– higiene del sueño.
– dietas
– relajación
– actitud positiva, etc.
En resumen: una adaptación personal en todos los aspectos a la condición de enferma crónica y aceptación de los límites (cada vez más estrechos) impuestos por la fibromialgia.
MI PIE IZQUIERDO
En 1992, con 32 años, empecé a tener un dolor tremendo, a veces yendo al trabajo, paseando o en cualquier otra situación que supusiera andar un rato seguido. El pie comenzaba a quemar por dentro, entre el segundo y tercer dedo, en la zona de apoyo del metatarso. Era tan fuerte que tenía que parar de andar inmediatamente y sentarme donde y como pudiera, durante un buen rato.
Meses después la situación empeoró: cada vez llegaba antes el dolor y era más extensa la zona. El otro pie (tal vez por solidaridad) empezó también a doler, aunque no tanto. La cuestión es que cada día podía andar menos tiempo sin dolor.
El traumatólogo habló de un posible neuroma de Morton en el pie izquierdo, “desgastes” y pies cavos. Me recetó unas plantillas ortopédicas y me dijo que tuviera paciencia y cuidado de no fatigar demasiado los pies. Fue muy amable y sólo le faltó darme un caramelo para consolarme.
La adaptación a las plantillas fue larga: 1 año aproximadamente. A partir de entonces no podía dar cuatro pasos seguidos sin ellas y se convirtieron en parte de mi cuerpo. Sin embargo el dolor que me abrasaba el pie izquierdo no desapareció: ¡vamos! que estaba poco más o menos como antes pero además estaba atada a las plantillas.
Fui tirando así durante 6 o 7 años. Yo ya sabía cuándo debía parar de andar y programaba todos mis trayectos en función de mi limitación.
Mi actividad como persona que camina era pequeña, pero al menos podía andar. Por las mañanas, recién levantada, no sentía dolor (eso era un respiro) pero a medida que pasaba el día iba en aumento y el final era igual todos los días: llegar a casa llorando, tumbarme con los pies en alto y se acabó lo que se daba.
A partir de 1998 las cosas se complicaron hasta el infinito, no sólo trabajaba de pie en un recinto minúsculo en condiciones muy estresantes sino que mi vida en lo personal y familiar se convirtió en un calvario interminable y mi cuerpo, tal vez por solidaridad, cada día me sorprendía con nuevos dolores sobre todo en la zona del cuello, nuca, trapecios, hombros y ¡cómo no! la zona lumbar.
En cuanto a mis pies, muy mal y con los pulgares en pie de guerra. La resonancia magnética señaló el Neuroma de Morton y una gran degeneración artrósica del dedo gordo en la articulación metatarso-falángica de mi pie izquierdo. El otro pie no tenía neuroma pero sí una bursitis interfalángica y artrosis en el primer dedo.
Antes de la resonancia ya había sido diagnosticada de fibromialgia. Fue en 2001: me quedé rígida como un tablón, el cuello estaba rectificado en las radiografías y toda la musculatura de la espalda contracturada, desde la nuca a los glúteos. Un collarín cervical fue mi compañero inseparable durante cinco meses en los que creí volverme loca de dolor y pánico de no mejorar. Sentía mi cuerpo como un bloque de menestra congelada y veía ante mí un panorama siniestro.
Me infiltraron el neuroma varias veces, así como el interior del tobillo izquierdo y las articulaciones de las caderas (otro fichaje del club del dolor). No solucionaron nada y aunque poco a poco empecé a descongelarme, mis pies se declararon zona catastrófica. Junto con mi traumatólogo decidimos extirpar el neuroma y hacer una artrodesis en el pulgar, es decir, meter un par de clavos, cruzados, para soldar la falange con el metatarsiano y así eliminar la articulación que me hacía la vida imposible: muerto el perro se acabaría la rabia…
Ahora me parece una barbaridad pero en aquellos momentos estaba dispuesta a que me hicieran cualquier cosa ya que el futuro pintaba fatal. Necesitaba poder andar como cualquiera y además necesitaba los pies para bailar. El baile se había convertido en una motivación que me hacía levantarme por las mañanas con ilusión, ¡qué ironía…!
Me operaron a finales de agosto de 2006. La convalecencia fue muy dura ya que la unión de los huesos tardó más de cuatro meses, que los pasé escayolada. Cuando por fin me quitaron la escayola me encontré con un par de muletas, un pie derecho desconcertado sin su plantilla ortopédica y un pie izquierdo que me resultaba extraño: un desconocido rígido, con poca sensibilidad y movilidad nula. Para más INRI me producía un rechazo tremendo: no lo sentía parte de mí: pensar en los clavos me daba escalofríos y al apoyar el pie en el suelo tenía la sensación de que se incrustaban en mi carne.
Los meses siguientes fui poco a poco dejando las muletas, primero una, y luego llegó el momento de la gran aventura: ¡andar sola otra vez! Mi actividad, andando, era minúscula: un pequeño paseo al día era lo que podía hacer y con dificultad. Cojeaba, tenía tanto miedo de que al pisar fuerte, los clavos se movieran, se incrustaran, ¡qué sé yo! Además, al no tener articulación, me tropezaba conmigo misma, andaba como “pisando huevos”.
Muy lentamente alargaba los paseos, algunos días incluso me atrevía a dar dos. Era muy frustrante y el dolor no sólo no se iba: cada paso que daba tenía consecuencias. Creo que sin el baile tal vez me hubiera rendido y me agarré a él como a un clavo ardiendo. Cuando volvía a casa los sábados de mi clase de baile ya sabía la penalización que me esperaba: el resto del día tumbada con los pies en alto y domingo en casa sin andar demasiado, pero merecía la pena. En las clases de danza había muchas cosas que no podía hacer: ponerme de puntillas estaba fuera de mis expectativas y modificaba los pasos para adaptarlos a mis (torpes) pies.
Para andar por la calle tuve que usar la imaginación y hacer investigación de mercado ortopédico. Comprobé que con zapatos de plataforma (plana) andaba con más soltura y apenas cojeaba. Luego descubrí unos zapatos carísimos con un sistema de amortiguación y suela en forma de balancín que hacían el trabajo de mis pies y me alegré de poder dar el pego, parecía que andaba de forma correcta y sin cojear.
Estos apaños me facilitaron el costoso trabajo de andar. Sin embargo, no conseguía evitar que el dolor apareciera más tarde, así que estaba absolutamente convencida de que nunca podría andar lo que yo quisiera, la conquista de unas gotas de mayor autonomía eran desesperantemente lentas y el dolor dictaba la forma en que yo programaba mi vida.
Me consideraba afortunada de poder andar, aunque sólo fuera un poco, de convivir de forma civilizada con el dolor la mayor parte del tiempo. También me ayudaba el hecho de no tener que trabajar. Había asumido que nunca podría volver a hacerlo, así que llevaba una vida tranquila en casa con mi marido (no tenemos críos). Me hice socia de ASAFIMA (Asociación Alavesa de Fibromialgia) desde que se creó, más o menos en 2003, y llevaba colaborando en la junta directiva desde un par de años antes y además bailaba (como podía).
Cuando escuché decir, por primera vez, que la artrosis no “tenía” que doler necesariamente, me impactó porque si eso era cierto, ¿qué pasaba conmigo? A mí me dolía un horror y además estaban los clavos, los muy puñeteros.
Según seguía las explicaciones de Arturo y Maite sobre cerebro, redes neuronales… el dolor como parte del sentido del daño, como producto cerebral… Aunque era algo completamente diferente de todo lo que yo conocía, el discurso me atrapó y me hizo cuestionarme muchas cosas. Empecé a sentirme un poco tonta, bastante en realidad. La guinda fue saber que todo esto tenía arreglo, la plasticidad neuronal podía darme una “oportunidad” de salir del calvario de la Fibromialgia, de las migrañas y de la artrosis.
Corrí a la consulta de estos profesionales tan atípicos, quería saberlo todo, sobre el dolor, mi cerebro, mi cuerpo, mis migrañas, mis pies…
Tenía grandes dudas acerca de mis pies, los clavos y mi artrosis: ¿de verdad podía yo salir impune de la “zona catastrófica”?
Maite me enseñó la estructura interna de un pie humano, la increíble obra de ingeniería maravillosamente preparada para el movimiento y para soportar nuestro peso sin problemas, con o sin clavos (que en definitiva pasaban a integrarse en el esqueleto y en el pie). Consiguió que mi cerebro y yo comprendiéramos que mi pie izquierdo era “diferente” y que mis “desgastes” llevaban mucho tiempo conmigo y por sí mismos no eran una amenaza y por tanto no tenía ningún sentido mantener encendida la alarma del dolor y tener la zona bajo arresto preventivo de por vida. Este conocimiento cambió por completo mi visión del tema, y me sentí como una auténtica lerda, al tiempo que decidía poner manos a la obra sin vacilar.
Mi cerebro y yo nos dimos cuenta de que mis pies eran perfectamente válidos. Sólo necesitaba un empujón más. Maite en una sesión, con un par de sencillos ejercicios, me enseñó a andar de forma correcta y desde entonces todos los días paseaba, desde este conocimiento y siguiendo sus instrucciones, hasta conseguir automatizar el proceso.
Así de sencillo: empecé a tener la visión de pies y organismo sanos. Salió de mi cerebro la imagen de mujer enferma que me definía hasta entonces. Descubrí que tenía un cuerpo sano y unos pies adecuados para andar y bailar. Saber que el dolor ya no era mi carcelero, lo cambió todo. Fue mi gran revolución.
Cuando escribo estas líneas han pasado siete meses desde la charla. En este tiempo he recuperado mi vida y estoy haciendo cosas impensables: salir con amigos a bailar hasta las tantas, ir de excursión y pasear largo rato, volver a ver espectáculos, hacer un curso, ser capaz de estar sentada durante horas, ensayar y bailar con mis compañeras de danza siguiendo su ritmo de trabajo, como una más, correr para no perder el bus, etc. Estoy disfrutando de todo esto sin penalizaciones dolorosas (salvo que me pase mucho) y mi resistencia aumenta de forma continuada. La verdad, es una gozada tener un cuerpo que se mueve, se expresa y me da alegrías. Ya no es mi enemigo, me gusta y me encantan mis pies.
Creo que si a un condenado a cadena perpetua lo indultaran de repente, se sentiría poco más o menos como yo ahora, agradecida y con ganas de compartir lo feliz que soy.
Sin palabras.
Carlos: así es.
Yo ya había leído este testimonio y, aún así, me he emocionado de nuevo. No quería hacer comentarios en el blog hoy, pero no he podido evitarlo… cuántas veces pensé en todo esto cuando la primavera pasada empecé a tener intensos dolores en los pies… me sentía como una “lamia”, personaje de la mitología vasca con larga cabellera, cuerpo de mujer y pies de ave … no por la gran belleza de la lamia, je, je… sino porque no podía hacer el movimiento de flexión con el pie al caminar… y andaba yo como un pato…
Gracias Lurdes, tu testimonio fue lo primero que leí con gran emoción e ilusión al salir de la primera consulta de Arturo allá por mayo de 2009, bastante más tarde te conocí en persona y pude comprobar que todo era cierto, no es que lo hubiera dudado, es que me resultaba muy difícil creer que estabas completamente bien, y lo está, lo aseguro. Habíamos quedado en un bar y cuando entró, aluciné, no esperaba encontrarme una persona tan ágil, alegre e “hiperactiva” (en el buen sentido del término), la miraba caminar esperando detectar “secuelas” por lo de sus pies… y no detecté nada de nada, todo lo contrario, movimiento ágil y armónico, 😉 Lo he dicho en más de una ocasión en el blog, pero lo repito, gracias de nuevo por tu testimonio y por aquella tarde que pasaste conmigo y que me hizo tanto bien.
Arturo, supongo que no has dudado en ningún momento que yo iba a recomendar otra entrada del blog al leer la de hoy. No puede ser de otro modo, esta entrada que pongo a continuación es el complemento perfecto, creo que esta vez no es que sea recomendable, sino “obligatorio” leerla o releerla:
El milagro de Lurdes
Mar: ahora sí que tienes algo increíblemente “bueno” para una de tus sesiones. Como padeciente, te puedo asegurar que el testimonio de Lurdes al completo (las dos entradas juntas) llega al corazón y te rompe todos los esquemas… y luego hay que montar de nuevo esos esquemas claro… con la información… y con tu valiosa ayuda como abogado defensor. En la línea de lo que hablábamos ayer en el blog, la última frase del testimonio de Lurdes lo dice todo.
Un abrazo.
Tenías razón, Cristina, me esperaba un regalo en la entrada de hoy.
Me uno al homenaje silencioso a Lurdes.
Un abrazo.
Buenísimo el post!
La historia es tremendamente alentadora.
La compartiré.
Saludos.
Gracias Arturo y gracias Cristina, me alegro de poder “ayudar” con mis testimonios, os aseguro que leyendo lo que escribí, no hace tanto tiempo, me siento como si hubieran pasado siglos, mi vida ahora es tan diferente , no suelo recordar esos tiempos y me he emocionado leyendo esto, nunca podré expresar mi gratitud por toda la ayuda que recibí de Arturo y Maite. espero Cristina que lo lleves bien, bueno aquí estoy, un abrazo enorme y todo mi apoyo a padecientes y expadecientes.
Yo padeciente, hundida, sin esperanza ..leo y leo las entradas y testimonios… pero no lo veo tan fácil..¿.trasladarme personalmenrte a Vitoria y visitar al doctor.? sufro cada dia mas y me hundo en mis resignación, esto no es vida , y perdón por mi negatividad entre tanta gente alegre y feliz .. Es como me siento , de verdad que cada dia intento hacer algo para mejorar..No se como cambiar eso… del cerebro.
Saludos
Maria Jose suarez
MARIA JOSE: realmente, ¿qué opinas de “eso del cerebro”?
A Lurdes le “atrapó y fascinó” la explicación. ¿Es tu caso? ¿Has llegado a la convicción de que el problema está en un cerebro sano pero que gestiona erróneamente sus programas?
Saludos
Maria Jose: seguimos estando a tu disposición, tanto Ani como yo, quiero que lo sepas.
Sé que yo “sueno” feliz en el blog porque tras pasar tanto tiempo en el fondo del mar (donde estás tú ahora), conseguir sacar la cabeza a flote es motivo suficiente para sentirse feliz e intentar transmitirlo. También decir que yo sigo en el “proceso”, ese que dices que no es fácil para ti y no lo fue en absoluto para mí.
No suele ser lo normal encontrarse con esta información, leer un poco y que todo desaparezca como por arte de magia, aunque he visto que hay casos en que ocurre así. Lo habitual es que haya que trabajar un poco, la información es la base pero el cambio de creencias es lo fundamental, sin el cambio de creencias es difícil empezar a afrontar los síntomas justo de la forma contraria a la que hasta el momento te han recomendado. Se requiere un cambio de esquemas muy grande, el testimonio de Lurdes es el mejor ejemplo que puedes encontrar, hay otros testimonios extraordinarios en el blog, pero sé que el de Lurdes te llegará más fácilmente por la sintomatología que tú tienes.
Y en mí puedes encontrar un ejemplo de perseverancia, puesto que han sido tres largos años hasta que se han dado los cambios que han posibilitado que yo ahora suene “feliz”. Ni es lo habitual que sea instantáneo ni tampoco que se tarden tres años, no te vayas a desanimar por mi caso. Sé que si personas “habitualmente indoloras” tuvieran que convivir con los síntomas que aún me acompañan se horrorizarían, pero soy totalmente consciente de dónde llegué a estar (en el fondo) y dónde estoy ahora (con la cabeza a flote), ya puedo respirar, sacar el resto del cuerpo no me importa tanto aunque ahora sé que llegará.
Un abrazo.
María José,
yo hice el trabajo de adoctrinar mi cerebro, estando muy lejos, imagínate, un oceáno nos separa.
Se puede, claro que se puede, sólo tienes que tener la convicción de que es el cerebro el que está haciéndote todo esto y que estás razonablemente sana. Sólo tienes que “volver a las aulas” para la nueva pedagogía y a pesar de la neblina mental que tienes, algo te quedará.
El esfuerzo no es fácil ni rápido, por lo menos en mi caso. Ahorita mismo mi cerebro me está penalizando con un poco de dolor y rigidez, por las casi 2 horas de ejercicio que hice añoche y las hice con gusto, pero, ya me está pasando .
Sólo no hay que darle gusto a lo que tu cerebro quiere, porque está equivocado, se muere de miedo!
Animo! nadie más que tú tiene que hacer este esfuerzo para rescatar tu vida anterior.
Un abrazo
Lurdes: Aunque tu comentario no es una novedad para mí vuelve a resultarme emocionante y sigo escuchando tras él un proceso duro y concienzudo desde la creencia de lo que tuviste la oportunidad de aprender. Enhorabuena nuevamente por lo conseguido .
Puediera parecer que hay padecientes capaces de enfrentar esta tarea de proporcionarle racionalidad a sus cerebros con mucha más facilidad que otros. Hay algo que apunta Arturo y que resulta fundamental y es que el contenido teórico de todo lo que se explica aquí tiene que quedar tan claro que llega un momento en el proceso que no se piensa ya bajo ninguna otra óptica y en el que te das cuenta que la creencia acerca del dolor y la enfermedad ha cambiado absolutamente. Comienzas a pensar cada vez más en cerebro y olvidas muchas de las cantinelas aprendidas hasta el momento de forma que cuando alguien te las recuerdas te parecen absolutamente disparatadas y absurdas.
Mª José: Lee, aprende, déjate empapar por todo lo que se dice desde este blog, discute concienzudamente con tus creencias erróneas, identificalas y ten paciencia porque todo esto es un proceso que, en muchos casos lleva años de andadura, en otros la cosa va un poco más deprisa. Sobre todo, aprende y no creas que tu no puedes conseguir lo que otros han conseguido estando lejos o cerca. Yo estoy a unos cuantos kilómetros de Arturo, de Cristina , de Ani , de Mar y de otros muchos que visitan este blog y sin embargo siento que hay un hilo conductor que nos une: el conocimiento, el trabajar por disover falsas creencias, información errónea, malas prácticas y el intentar que cada vez haya menos padecientes atrapados en una pesadilla sin fundamento.
Sigue nutriéndote desde aquí y aunque entiendo perfectamente tu desesperanza y tu tristeza entiende que está en tus manos tomar la decisión de seguir igual o hacer el cambio aprendiendo.
Un abrazo.
Lourdes…sin palabras…me has hecho que se me humedecieran lis ojos….un aplauso por tu valor y gracias por compartirlo.
Maria Jose…..yo tengo mucho miedo,panico a algo tan irracional como el aura,el dolor no me da miedo,pero este blog me esta ayudando mucho,me levanto con vomitos dia si,dia no,salgo a la calle y vomito pir el miedo tan inmenso q tengo,me ha dicho el medico q tengo el colon irritable….pero pienso q si estuve 15 años sin aura y pq haya tenido dos este ultimo año…pq no voy a conseguir salir adelante?cuesta mucho pero poco a poco voy intentando recuperar mi vida y dejar mis miedos atras….intentalo aqui te ayudaran!
Mª José: Hola wapa! Yo soy un novato y en cierta parte me encuentro como tu, ayer mismo estaba llorando en la puerta de la casa de mis padres con mi novia por toda mi situación un poco. Ayer no sé xq fue un mal día… Pero te voy a decir una cosa, llevo entre ayer y hoy 7 horas de lectura de este foro y aunque yo ya había llegado a la conclusión de que el problema no estaba en mi zona dolorosa (tobillo) no tenía claro aún que el cerebro es un órgano que se puede equivocar y que es tan poderoso que puede llegar a esto. Creo que principalmente es xq tendemos a identificarnos con el, creemos q nosotros somos nuestro cerebro, y nos inculcan (erróneamente para mi) que la psicología es lo mismo que el cerebro y claro, que si hace años maté un perro, que si me sentía solo de pequeño, que si en el trabajo me desvaloran, que si mi novia me fue infiel y no lo superé, que si… Entras en el campo de las emociones que seguro que afectan pero por que así lo dictamos nosotros.
coge una bolsa de basura, mete toda la mierda que te hayan dicho, no hoy sino en un proceso razonable que tu necesites, y sácala chiquilla.
y dirás como es que ayer estabas llorando y hoy me dices esto? Pues muy simple, por q este fin de semana sin haber leído aun aplique a mi entender cosas que he visto aquí reflejadas, y mejoré muchísimo, pero ayer me pincharon el pie con ozono xq es una super técnica meganovedosa y me di cuenta de una cosa, de que había vuelto a racionalizar que mi “enfermedad” estaba en el pie, automáticamente mi cerebro volvió a sus fueros, protección del pie y las molestias empezaron, y yo seguí con mi actitud nueva parecida a la adoctrinada aquí, y el llanto vino xq al volver el dolor y malestar creí q no había escapatoria y que todo había sido una ilusión hasta que entendí ayer (gracias a este foro, a Arturo & Cpny y yo creo q a la providencia) que la pieza que me faltaba era esa, que yo no soy mi cerebro, que hay algo entre YO y mi pie que puede estar equivocado e influir negativamente y que yo le puedo influir, positivamente o negativamente.
En los dos años que llevo nunca, nunca me había sentido tan tan identificado con lo que me pasaba, supera el 100% de lo que he leído, solo espero que no sea demasiado tarde o yo demasiado blando para poder solucionar mi cerebro. Esta semana misma se acabó, uno más que va a sacar la basura.
A partir de ahora os seguiré todos los días que pueda y os prometo que si salgo de esta, que ahora me veo cn ganas de nuevo, habrá un ex-padeciente que no parará de ayudar a los que lo necesiten. Y si no me va del todo bien, idem, aquí estaré con todos vosotros.
Mª José, No levantes el ánimo xq ambos sabemos q eso no es posible donde a veces estamos, entiende lo que aquí se propone, pregunta, experimenta y te digo una cosa, en un mes estamos tomando unas bravas de lo que has mejorado. yo lo que he mejorado de ayer a hoy me da hasta miedo… Tu ánimo aparecerá cuando tu cerebro entienda que así debe de ser. Un besito wapa!!
Manuel: veo que te has integrado bien rápido, 😉 Sólo decirte que no te preocupes, recuerda lo de la plasticidad neuronal, se le puede dar la vuelta, es independiente del tiempo que lleves con el dolor… La mayor parte de las personas que estamos por aquí hemos “sufrido” un recorrido parecido, llegando a la desesperación, indefensión y el llanto diario. Mucho ánimo en tu nuevo camino…
Maria Jose: mucho ánimo también, sólo los mensajes de apoyo de personas que han pasado por situaciones similares ya deberían ser “algo” para empezar a reaccionar. Sé lo que es estar en tu situación y te recomiendo que pidas ayuda a Rafael Torres para que él te recomiende un fisioterapeuta en tu ciudad (o lo más próximo posible) que utilice la pedagogía del dolor. Te puede ayudar mucho que alguien te guíe, un fisioterapeuta trabajando en este enfoque no tiene absolutamente nada que ver con la fisioterapia que hasta la fecha hayas probado.
Un abrazo.
Hola me llamo Jaime y soy de Madrid. desde hace años sufro de inestabilidad crónica en el tobillo derecho y además, ¡ me duelen los dedos gordos¡ y la espalda, y…
He leído el testimonio de Lourdes y me ha impresionado. parecira que estuviera hablado de mí.
Pues Jaime, bienvenido, aquí creo que vas a ver un nuevo enfoque que no has de despreciar, en cuanto a dolor se refiere.
Lee atentamente las entradas y cuando necesites algo dínoslo, espero haberte ayudado referenciandote aquí ya que yo solo no era muy capaz de ayudarte ya.
Saludos