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El error de Cajal

No hay error más peligroso que el sostener sin enmienda la verdad absoluta de algo. Los humanos tenemos una fuerte querencia hacia ese error e históricamente dimos, damos y daremos pruebas fehacientes de que ese es nuestro sino.

El que no exista, o no dispongamos de la verdad absoluta no quiere decir que todo lo que se defiende como cierto contenga la misma cuota de error. Hay errores de más bulto acoplados a verdades también de dimensión variable.

De las clases de Filosofía del Insti sólo recuerdo una reflexión de «el cerdo» (así llamábamos al profe por su costumbre de hablar con un palillo en los dientes): tras leer el libro de texto se quitaba las gafas, se mesaba la barbilla, miraba al infinito y con solemnidad nos decía: «indudablemente, todo error tiene un fondo de verdad». Eso sucedía con todos los filósofos, a excepción de Aristóteles y Santo Tomás, a quienes concedía, indudablemente, la posesión de la verdad absoluta.

Aprendí con Unamuno a dar la vuelta a todo y a invertir las frases: si todo error contiene parte de verdad, puede que toda verdad contenga parte de error. De este modo uno se queda oscilando en una banda de errores de dirección contraria en la que puede que habite lo que entendemos como verdad.

Don Santiago Ramón y Cajal sostuvo su Doctrina de la Neurona y consiguió que se impusiera como eje central de las reflexiones modernas obre funcionamiento de la red nerviosa. Para muchos la Doctrina contiene la condición indudable de la Verdad Absoluta. Para otros contiene la inevitable cuota de error que acompaña a las grandes verdades o, si se prefiere, la inestimable cuota de verdad que contienen los grandes errores.

Uno de los errores de la doctrina de Cajal, el que aquí y ahora nos importa, es el de la ley de la polarización dinámica. Según dicha ley, la información fluye en las neuronas en una única dirección: los estímulos activan las ramas (dendritas) del cuerpo (soma) neuronal. Allí se integran los impactos, se suman y restan y cuando se alcanza un nivel de estimulación establecido, el umbral, se dispara el resultado (potencial de acción) en el inicio (cono axónico) de una única rama de salida (axón). La información sólo va desde las dendritas y soma al axón , alejándose de su origen para buscar el punto de descarga del impulso (sinapsis). Por el axon no fluye información en dirección contraria. Cajal dixit.

Ya en su tiempo algunos pusieron objeciones cuando esa ley se aplicaba a neuronas que no se adaptaban al prototipo clásico: ramitas-cuerpo-tronco de salida (dendritas-soma-axon). Una de ellas era la neurona sensitiva (somatosensorial) que recoge estímulos diversos y, según Cajal, conduce las señales desde las ramitas al cuerpo y luego al axón. La neurona somatosensorial es especial: tiene un cuerpo con una prolongación única que se bifurca en dos ramas: una va a los tejidos y la otra hacia los circuitos centrales. Las dos ramas acaban en terminaciones: un árbol con raíces en los dos extremos.

Aplicando el error con lo que dicen que dijo Descartes (pero justo dijo lo contrario) el dolor estimula las dendritas de la «neurona del dolor» y conduce las señales de dolor hasta la médula espinal a través del axón (sin pasar por el soma) y descarga allí sus mensajes para que sigan hacia el cerebro. En el «circuito del dolor» sólo puede haber información desde los tejidos (único sitio en el que, dicen, se puede generar) hacia el cerebro. Si buscamos en las terminales nerviosas de los tejidos «dolorosos» encontraremos pruebas de que allí se cocina el dolor: moléculas que sensibilizan, la llamada «sopa inflamatoria», condimentada con CGRP y sustancia P (por ejemplo). Si allí hay ese condimento de dolor queda explicado su origen.

¿Duele la cabeza? Busquemos en las terminales del trigémino para dar con las moléculas responsables de la sensibilización nerviosa. Demos con ellas y neutralicémoslas.

¿No podría producirse la sensibilización de arriba-abajo y fluir información desde el cerebro hasta esas terminales y liberar en los tejidos «sopa inflamatoria» haciendo que todo resulte doloroso?

¡Ni hablar! LA INFORMACION NO PUEDE IR EN DIRECCION CONTRARIA. LO DIJO CAJAL.

Es curioso cómo nos aferramos a los errores de nuestra cuota de verdad para negar la cuota de verdad de los «errores» ajenos. Se sabe que la información fluye tanto de abajo-arriba como de arriba-abajo y que, por tanto, la «sopa inflamatoria» se sirve en las dendritas tanto por problemas en los tejidos como por temores en las áreas cerebrales.

En la migraña el trigémino está sensible. Genera señales de dolor…

Contrapropuesta: en la migraña, el cerebro está sensible y ordena que se sensibilicen las terminales del trigémino.

¡IMPOSIBLE! Don Santiago no lo permite.

Así están las cosas. Descartes, Sherrington, Cajal… Nos queda Penfield…

Hasta mañana.

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6 comentarios en «El error de Cajal»

  1. Carlos: en general el contenido de este blog genera fácilmente mosqueo en muchos compañeros. La Doctrina de la Neurona de Cajal no es ya el soporte básico sobre el que se explica la red. Dió un formidable impulso a la Neurología en su tiempo pero desde entonces ha llovido mucho nuevo que obliga a actualizarla.

    Saludos

  2. En este caso, porque siempre pone a Cajal como ejemplo. Es un señor a punto de jubilarse que bien podría ser el presidente de su club de fans. Por eso me estoy pensando muy mucho mandarle el enlace.

    Pero es que hay más razón en estas líneas que en más de un libro que todavía danza por ahí

Los comentarios están cerrados.