Sol del Val, una expadeciente con migrañas asidua del blog, recomienda en su comentario (“El miedo al dolor”) desmigrañarse (pidiendo autorización previa para utilizar ese nuevo término).
Me encanta la palabra.
Existe el enmigrañamiento, el proceso a través del cual la interacción entre la biología y la cultura da lugar a la condición migrañosa. La víctima se ve envuelta en la tela de araña de los miedos ancestrales biológicos y las alertas tópicas culturales que los dinamizan y acaba enmigrañado.
Enmigrañarse es fácil. Desenmigrañarse no lo es tanto. El proceso exige acciones necesarias: descreer en lo creido, desconfiar en lo confiado, confiar en lo desconfiado… en definitiva invertir la dirección de todo, ir al Norte en vez de al Sur.
Algunos padecientes intentan encontrar el Norte siguiendo el camino señalizado por la oficialidad. Al no encontrarlo desconfían y preguntan para confirmar la correcta dirección.
Hay rutas alternativas, convenientemente señalizadas. Parece que pudieran reconducir al Norte, pero, siguen orientadas al Sur. Las Medicinas “alternativas” comparten con la oficial la idea de culpa-transgresión y la de redención a través de una buena acción terapéutica. Es el individuo quien debe ser corregido, purificado en sus acciones.
La desmigrañación contiene necesariamente el giro de 180º, el desandar el camino, volver al punto cero y enfilar desde allí hacia el Norte por caminos no señalizados por ninguna oficialidad. El padeciente se ve caminando en solitario por terrenos no encaminados y teme andar descaminado.
Puede que le falte seguridad y esté tentado de volver a lo andado a las primeras de cambio enfilando nuevamente hacia el Sur creyendo que allí está el Norte porque así lo dicen las señales.
Los caminos señalizados de la migraña conducen a la migraña. Los de la desenmigrañación van en dirección contraria. Lógico.
Sí hay caminos para el caminante, señalizados, vallados y mecanizados. Si uno quiere hacer honor a los versos debe saltarse la valla y meterse en el mundo descaminado en el que sólo se hace camino al andar…
Los que andamos por esos mundos descaminados tenemos una razonable certeza de que vamos en buena dirección…
– Anda usted descaminado. La migraña es en la otra dirección…
– Ya he recorrido todos los caminos y lo único que he conseguido es enmigrañarme cada vez más… He decidido desmigrañarme…
Gracias Sol. Me encanta: desmigrañarse…
Estoy al comienzo del proceso de desmigrañamiento.
No está tan mal, en 8 meses he pasado de 3 analgésicos a la semana a 3 ó 4 crisis por mes.
Llevo un mes sin analgésicos y mi última crisis de las de las de “no puedo más” fue hace una semana. Escribi al doctor para que me ayudara y aqui estoy, con ánimo de seguir adelante.
Cuento con vuestra ayuda.
Gracias por el blog.
Susana: es terrible tener tres o cuatro crisis al mes pero está a tu alcance. Merece la pena el esfuerzo. Enhorabuena por tu coraje.
Saludos
hola!!! Dr. soy Mexicana y ya consegui el libro de Migraña una pesadilla cerebral, estoy convencia en esta pedagogía y de todo lo que leo en este blog; mis migrañas de han reducido a los días de mi periodo, trato de romper ese chip y no lo he logrado aún, no me desanimo pero si es dificil estár como ayer con el dolor a flor de piel y pensando en todo esto.
Pipa: me alegra saber que cuento con una lectora mexicana de mi libro y que pueda ayudarle a salir del infierno migrañoso. Las crisis coincidentes con la menstruación suponen el último escollo, no insalvable. La receta es la misma. No hay ninguna condición biológica que active la trama del dolor por variación hormonal (descenso de estrógenos, en este caso). En la menstruación se produce un despegamiento delicado de la mucosa uterina, sin reacción inflamatoria ni entrada de moléculas “dolorosas” a la circulación. El descenso de los estrógenos sensibiliza moderadamente el sistema nociceptivo (como si existiera una leve enfermedad). Eso justificaría un umbral de dolor algo más bajo, es decir, que en el período menstrual, los estímulos nocivos generan con más facilidad dolor, pero son necesarios dichos estímulos. En su ausencia el dolor aparece por alarmismo cerebral aprendido y memorizado. En la cabeza no sucede nada ni llegan a su interior sustancias prodolor.
Saludos
Me gusta desmigrñarse, se parece a desmelenarse…y todo es lo mismo.
Poder beber vino, dormir a deshora, tomar el sol…romper las normas “monacales” que han impuesto a los pobres “”migrañosos”.
Estamos en ello, “”desmigrañarse”, “padecientes”, son buenos términos…
Me encanta su libro y me esta ayudando tanto…nose si me recuerdan tengo 33 años y mis crisis de migrañas con aura comenzaron con 11 añitos fue una etapa horrible en mi vida dandome hasta dos veces por dia…me decian es el desarrollo,son los estudios….en fin no tomaba nada para el dolor porque soy un poco “rarita” para tomar y prefiero aguantar.Esto me duro hasta los 19 o 18 más o menos…hasta que hace dos meses despues de tenerlas casi olvidadas, me dieron con aura pero sin dlor de cabeza, segun m médico fue un ataque de ansiedad con aura de las migrañas, mi parte sensible….desde entonces me aterré…pensé no otra vez no….otra vez mi vida limitada,pero gracias a dios…no mejor dicho gracias a usted,estoy volviendo poco a poco a la normalidad de mi vida, cojer el coche sola, o ir por la calle sola era algo que hace un par de meses me daba pánico y gracias a su libro estoy empezando a darme cuenta que esto no va…a poder conmigo…y que lo que me pasaba de niña no es para nada lo que me dio hace un par de meses.Señor Arturo….Muchas gracias por existir¡¡¡¡
Hola Carmen, yo también tengo 33 y siempre voy con el pelo recogido… va siendo hora que empecemos a desmelenarnos como dice Nesi. Me ha gustado mucho.
Muchas Gracias, Doctor !
usted me ayudo a consguir el libro una hermano estuvo en Valencia, …….. creo que debo seguir alimentándome de todas estas lecturas para trascender el alarmismo que existe en mi cabeza. Carmen, Susana me uno a ustedes en todo este reto yo tengo 36 años.
……….A veces creo que pensamos tanto en como remediar la tormenta que hay en el cerebro que sería tan secillo que en vez de escucharla a ella escuchemos nuestro corazón y dedicarnos a el, es muy soñador lo que planteo pero la misma guerra que nos creamos en la cabeza hace que nos olvidemos de lo que necesita nuestro corazón.
Gracias
Gracias Nesi, Carmen, Susana y Carmen por vuestras reflexiones. Comparto la aportación de Pipa. La obsesión y necesidad de controlar al cerebro mantiene la dinámica del dolor. Esta paradoja se conoce como la teoría del proceso irónico. Cuando necesitamos algo y nos concentramos angustiosamente en ello el objetivo no se cumple. Si nos decimos, con apremio, “tengo que dormir, tengo que dormir…” conseguiremos un buen insomnio.
Saludos