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El dolor canalizado

¿Por qué hay tanta variabilidad en el dolor? ¿Qué hace a un individuo razonablemente indoloro (dentro de ciertos límites) y a otro irracionalmente dolorido?

Puede que sean los «canales». Un canal es una proteína en cuya estructura existe un canal que se abre y se cierra en función de diversos estímulos. Unos canales se abren a una determinada temperatura, otros con estímulos mecánicos, con presencia de ácidos, en respuesta a moléculas concretas, a una corriente… Al abrirse el canal entran o salen de la célula iones, es decir, se genera una pequeña corriente eléctrica. La neurona contiene en su membrana muchos de estos canales en los que se producen muchas y diversas minicorrientes, unas hacia dentro otras hacia afuera, de carga negativa o de carga positiva. Algunos de estos canales son sensibles al voltaje: se abren cuando les llega una corriente con suficientes milivoltios. Estos canales sensibles al voltaje son fundamentales para regular el disparo final de la neurona.

Los nociceptores, las neuronas que detectan estímulos nocivos, tienen receptores de lo dañino. Son proteínas con canal. Hay canales que facilitan la salida de señal y otros la antagonizan. Hay canales «buenos»: obstaculizan la generación de señal y canales «malos»: la facilitan. Si aplicamos estímulos nocivos se abren los canales «malos», se facilita la salida de señal de peligro y lo normal y deseable es que duela. Si entran a robar, con violencia, se activan los sensores «malos» y lo normal y deseable es que suene la alarma. Si faltan canales buenos, se genera dolor fácil, con estímulos poco nocivos (hiperalgesia, alodinia). Si faltan canales «malos» podemos aguantar la nocividad sin dolor (analgesia).

Cada canal depende de un gen para su producción. Si pudiéramos determinar en cada paciente cómo anda de genes productores de canales podríamos intervenir en el dolor de modo específico. Podríamos seleccionar fármacos que bloquean canales «malos» o los que potencian los «buenos». Si hay hipersensibilidad al frío o al esfuerzo físico podríamos actuar sobre los canales que responden exageradamente a estas dos circunstancias. Si el dolor apareciera por el calor, neutralizaríamos el canal «malo» del calor…

La migraña, se dice, es genética. Tiene que haber unos canales «malos» de más o unos «buenos» de menos. Se armó mucho alborozo cuando se descubrió el defecto genético en una rarísima entidad, la migraña hemipléjica familiar.

¡Se descubre el gen de la migraña! Ello abre la puerta a nuevos fármacos… y, sobre todo:

¡La migraña es una canalopatía!

En Biología hay que huir de la precipitación, del ¡ya lo tengo! mediático. Lo que era verdad para la enfermedad rara no tiene por qué serlo para la común. El que compartan la expresión clínica (crisis de migraña) no quiere decir que compartan el mecanismo. Así ha resultado ser. No se ha renunciado a la tesis de la canalopatía pero no parece que los «canales malos» de la migraña hemipléjica familiar sean los de la migraña común.

En la revisión bianual de PAIN (IASP) se expone cómo está el tema de los genes, los canales, lo que nos enseñan y lo que prometen.

La cosa está verde, tanto más verde cuanto más vamos sabiendo sobre lo complejo que es todo ello. Con los ratones endogámicos manipulados las cosas parecen asequibles pero luego, por una cosa u otra, no se puede aplicar al humano…

El dolor no está canalizado… de momento… ¿Qué lo canalizará?

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9 comentarios en «El dolor canalizado»

  1. Buenos días don Arturo!
    Me gustaría hacerle un par de preguntas sobre el tema expuesto.

    Como puede afectar esa «variabilidad genética» en casos de dolor crónico sin daño relevante? es decir , hasta que punto cree usted , con su conocimiento, que influye esa facilitación de in-puts «de dolor», en la génesis de un dolor crónico sin daño relevante? (firbromialgia , lumbalgia crónica…) podría ser el «desencadenante»?

    A raíz de ello me surge otra pregunta , cree usted que de igual manera que los genes consiguen facilitar las señales de nocividad que más tarde el cerebro use (o no…) para crear memoria del dolor y poder derivar en un dolor crónico sin daño relevante , la inhibición mediante pedagogía del dolor , actividad física etc podría variar la expresión genética de esas proteínas?? hay algún estudio sobre ello?? (afecta la pedagogía del dolor sobre el número de canales??)

    Resumiendo , cree usted que estamos más predestinados por el número de canales o por nuestra manera de comprender el dolor?

    Un cordial saludo.

  2. fisioacosta: los estudios sobre genética y dolor se realizan básicamente con ratones endogámicos en los que existe una absoluta igualdad respecto a genes y la diana estudio (en este caso la conducta frente a la nocividad inducida experimentalmente). De ese modo se han podido identificar genes que codifican diversos nociceptores que responden de forma selectiva o polimodal a la nocividad. En esos casos hablamos de herencia monogénica: un gen=un efecto. Podemos seleccionar así ratones con hiperalgesia al frío, al ejercicio, al calor, a los estímulos mecánicos y podemos establecer una corelación ausal entre anomalía monogénica y efecto.

    Las enfermedades con anomalía nociceptiva de origen genético son raras. En ellas se puede establecer la correlación entre mutación monogénica e impacto en el fenotipo del dolor.

    Los estudios de población tratan de establecer correlaciones estadísticas de incidencia del dolor con determinados genes. En esos casos ya no podemos extraer conclusiones individuales: dado este gen existe una probabilidad o una explicación de dolor en este individuo. Habrá más genes que interactuando de forma compleja entre sí y con lo que se encuentren en el mundo facilitarán o no la aparición de dolor, en ausencia de daño relevante. En mi opinión se podría (y debería también) estudiar la genética de los tipos de afrontamiento: evitadores de daño, dependencia de cuidadores, obedientes, críticos-acríticos, creativos, rebeldes, etc y quizás también podríamos aflorar una genética favorable a la dependencia cultural que explicaría mejor la influencia de la educación alarmista y el posible efecto favorable de la pedagogía.

    Actualmente tenemos la cuestión de la epigenética, la influencia de lo que sucede fuera del genoma y la posibilidad de cambiar y transmitir la probabilidad de expresión génica.

    Por otra parte la población de receptores no es fija. Varía en el mismo individuo según las necesidades (contextos) y existe, así mismo, un equilibrio complejo entre los distintos canales iónicos (homeostasis). Si modificamos genéticamente un canal el resto se adapta. La neurona trata siempre de generar un mínimo de actividad y no sobrepasar un máximo. No podemos regular externamente las proporciones de actividad de todos los canales.

    Espero haber contestado algo con esta perorata…

    Saludos

  3. wow!…^^
    Me ha costado leerlo un par de veces pero he conseguido entenderle. Muchas gracias.

    Me ha llamado la atención el asunto de los tipos de afrontamiento, podría referirme donde puedo buscar más información sobre ello? (bibliografía, referencias, algún artículo…)

    Un saludo y gracias de nuevo.

  4. jeje , no se preocupe, intento ponerme en su lugar y debe ser difícil sintetizar las respuestas. Demasiado que las da, de veras.

    Muchas gracias por lo de Cloninger. 😉

  5. Arturo, sigo extrapolando… Me ha llamado mucho la atención tu respuesta a fisioacosta: lo de los estilos de afrontamiento. El de la dependencia al cuidador… Supongo que no te resultará desconocida la «epidemia mediática» del déficit de atención en niños. Yo diría que supuesto déficit, dado que atienden pero no a lo que se espera de ellos ni cuando se espera que lo hagan. Cuando valoro a los niños por sospecha de, en muchísimas ocasiones los describo como «mamidependientes». Muchos de ellos van bien (atienden en el cole) cuando la seño es cariñosa o les presta una atención especial. Cuando esta dependencia es muy marcada y se les trata con metilfenidato y encima la psicóloga intenta limitar esa mamidependencia aparecen fenómenos tales como una suerte de rituales en los que suelen involucrar a la madre, imágenes (ilusiones perceptivas) que les asustan… Voy a leer sin duda el artículo que recomiendas pero, abusando una vez más de tu dedicación, ¿tiene algún sentido esto que te planteo?

  6. Mar: no te prives de extrapolar. Es justo y necesario. Todo lo que sea romper marcos limitados de cada profesión será bienvenido. Evidentemente el modelo de la teoría del apego da para muchas extrapolaciones del ámbito del desarrollo infantil al del adulto.

    Creo que ya se habla del «Síndrome por déficit de motivación», supongo que secundario a disfunciones dopaminérgicas, claro.

    Un abrazo

  7. Habéis tocado otro de los temas que me tocan la fibra … hace dos semanas sin ir más lejos tuve una bronca impresionante a cuenta del déficit de atención que un prestigioso neurólogo, al parecer experto en la materia, había diagnosticado al sobrino de un amigo tras una gran batería (supongo que carísima también) de pruebas y tests. Al parecer, los resultados de las pruebas decían que el niño daba muestra de una gran inteligencia que quedaba «escondida» por el supuesto déficit de atención y, por eso, los resultados académicos del niño son tan desastrosos. No conozco al niño en persona pero yo sabía de su gran afición por las consolas y videojuegos, y exclamé sorprendida: ¿pero tu sobrino no es capaz de pasarse horas y horas ante la Play Station casi sin pestañear? Y me respondió, sí claro, y yo dije: ¿entonces dónde está el déficit de atención…? Será más bien un déficit «selectivo» de atención, hacia lo que le interesa está atento y hacia lo que no le interesa no… Y luego añadí, no le emparanoiéis con tanta prueba y tanto diagnóstico, que ya es mayorcito y le estáis dando motivos para justificar su falta de interés y responsabilidad hacia todo lo escolar. Y se armó una buena, porque claro, cómo yo iba a saber más que un neurólogo experto en el tema que ya les había informado de que el asunto era serio si no se ponía un tratamiento apropiado…

    Y, por supuesto, yo no soy experta, yo sólo sé que mis sobrinos y la gran mayoría de los niños de hoy en día son capaces de pasar horas y horas como abducidos, sin parpadear, sin hablar, sin comer, sin escuchar, sin atender a nada que no sea la pantalla de un videojuego, cuando se les apaga la consola lo primero que suelen hacer es ir corriendo al baño porque la gran concentración que supone la partida les priva hasta de sentir ganas durante el juego, eso sí que es «exceso» de atención… y sí que debería ser «tratado» dosificando la Play Station, la Wii, la Nintendo y la PSP… y desconozco si en las baterías para diagnosticar déficit de atención se incluye la pregunta de si el niño es capaz de mantener la atención cuando juega a videojuegos, quiero pensar que sí pero los numeros diagnósticos por déficit de atención me parecen tan sospechosos…

    Lo del síndrome por déficit de motivación me parece un nombre más apropiado que el déficit de atención, al menos refleja más la realidad, ¿que al niño no le motiva nada estudiar? Es por déficit de motivación, no por déficit de atención… Aunque claro, antes a eso se le llamaba sencillamente ser vago… pero entiendo que los tecnicismos suenan mejor…

  8. No tengo tiempo ahora para contestarte como me gustaría, Cristina, pero lo haré aunque nos metamos en un off topic en toda regla… Cuando tus familiares le pregunten al neurólogo cómo encaja el déficit de atención con el videojuego les dará una explicación convincente. De hecho, en muchas baterías se excluye lo de los videojuegos… Sería algo así como: «¿El niño es capaz de sostener su atención durante más de media hora en una actividad diferente a la de jugar con una videoconsola?» (Hablo de memoria, que conste)

    El déficit de motivación al que se refiere Arturo mucho me temo que no será mejor que el déficit de atención. Y el «tratamiento» va a ser igual también: pastillita va, pastillita viene.

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