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Los sentidos comunes


Inicialmente el término sentido común se refería a un supuesto sentido interno que integraba datos sensoriales (vista, oído, tacto, olfato, gusto) y construía sensorialmente un informe sobre los objetos externos. El sentido común era algo derivado exclusivamente de los datos aportados por los sentidos. Ese algo común estaba siempre ligado al aquí y ahora, al ver primero para creer después.

Evidentemente los sentidos no siempre pueden informarnos con certeza y prontitud de todo lo que la realidad contiene como amenaza o ganancia. Si dependiéramos sólo del sentido común sensorial no sobreviviríamos.

La evolución ha seleccionado el otro «sentido común» un «sentido» que ya no depende exclusivamente de los datos sensoriales actuales sino de una teoría abstracta, generalista sobre riesgos, perjuicios, beneficios, esfuerzos, costos, probabilidades… aplicada a cada momento, lugar y circunstancia. El sentido común sensorial sigue aportando datos sensoriales on line sobre objetos externos y esos datos se integran con las especulaciones del «sentido común» teórico que aporta interpretaciones teóricas previas y/o posteriores a dichos datos. Ambos sentidos comunes se dan y se quitan la razón. Sentidos y creencias se funden competitivamente, con acuerdo o desacuerdo, volcando hacia el individuo percepciones, emociones y propuestas conductuales.

El dolor no es una excepción. Está influído por el sentido común sensorial (nociceptores, receptores de nocividad) y por el sentido común virtual, especulativo, probabilístico, alimentado por expectativas, temores, deseos, creencias, experiencias previas…

Duele aquí y ahora luego…

El sentido común virtual nos dice que donde duele, algo inconveniente sucede. Algo que los «sentidos del dolor» han detectado en los tejidos dolientes. El sentido común virtual nos dice que existe necesariamente el sentido sensorial del dolor. Lo necesitamos para que nos cuadren las reflexiones.

Sucede lo mismo con el sentido de la vista, el sentido del oído, el del gusto y el del olfato. Nuestro sentido común virtual nos exige la existencia real, sensorial, de esos cinco sentidos que nos permiten percatarnos de lo que sucede.

Lo cierto es que no existen esos supuestos sentidos de la vista, oído, olfato, gusto ni tacto. Sólo datos sensoriales provenientes de fotoceptores, mecanoceptores, quimioceptores, nociceptores… situados en ojos, oídos, narices, lengua y piel, fundamentales para guiar y contener el curso de la ensoñación continua del sentido común virtual, para que no sólo nos proyecte a la consciencia lo que cree, teme o desea… sino que todo ello tenga el «visto bueno» de los datos sensoriales.

Hay muchos dolores que surgen del sentido común virtual, del universo de las creencias y expectativas, de la cultura común, políticamente correcta.

– Me duele el cuello

– Son las cervicales

Es de sentido común.

– Me duele el cuello

– Es el cerebro…

– Eso no tiene sentido… común.

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